21 Ago

Introducción a El Tragaluz de Antonio Buero Vallejo

Estrenada en 1967, y con pocos problemas de censura, El Tragaluz es una de las obras teatrales de Antonio Buero Vallejo más representativas de su concepción dramática, tanto desde un punto de vista temático como escénico. Se enmarcaría en una segunda etapa de su producción, donde la problemática social se entrelaza con una profunda reflexión existencial. La obra plantea una doble problemática: un proceso a la realidad de la posguerra y una reflexión sobre el sentido de la existencia desde una perspectiva moral.

El Símbolo del Tragaluz

¿Quién o qué es el tragaluz?

El tragaluz establece una profunda relación con el público y con el símbolo del tren. Sirve para implicar al espectador, conectándose con el mito de la caverna y con la situación en que viven los vencidos en la posguerra. El tragaluz simula la visión desde un tren, y por lo tanto, el cuarto donde habitan los personajes es como la sala de espera de aquellos que no lograron «coger el tren» de la vida. Es un juego de adivinanzas: los personajes miran las piernas de las personas que pasan y se imaginan cómo pueden ser. Este elemento es un símbolo de la situación que viven las personas que han perdido la guerra: sumergidos y encerrados, víctimas olvidadas en el subsuelo de la sociedad. Sin embargo, los personajes se salvan por su afán y su constante preocupación por trascender la oscuridad y salir hacia el exterior, hacia el conocimiento del ser humano.

El Tragaluz y el Mito de la Caverna

La visión a través del tragaluz es también un símbolo de las limitaciones de la condición humana: estamos condenados a tener solo una visión parcial de la realidad. Vemos tan solo los reflejos de la realidad total. Esto se relaciona, obviamente, con el mito platónico de la caverna, en el que percibimos únicamente reflejos de la realidad ideal. El padre pregunta: “¿Quién es este?… ¿o este?”, una cuestión relacionada con la identidad, que es una de las preguntas más centrales e insondables de la obra, cuya respuesta nunca se encuentra.

La Cuestión de la Identidad y Schopenhauer

En la obra se hace referencia a que un filósofo aventuró la respuesta a la pregunta “¿Quién es ese?”. El filósofo es Arthur Schopenhauer, quien en su obra El mundo como voluntad y representación, escribe:

“¿En qué se basa la identidad de la persona? Se supone que la identidad de la persona se basa en la conciencia. Pero si con esta se entiende únicamente el recuerdo coherente del curso vital, entonces este no basta. De nuestro curso vital sabemos en todo caso algo más que de una novela que leímos en tiempos; pero solo conocemos la menor parte. Los acontecimientos principales y las escenas más interesantes han quedado impresos: en el resto se han olvidado miles de sucesos por cada uno que se ha conservado”.

“Cuanto más viejos nos hacemos, más pasan las cosas sin dejar rastro. La edad avanzada, la enfermedad, las afecciones cerebrales y la locura pueden robarnos totalmente la memoria; pero con ello no se ha perdido la identidad de la persona.”

El Simbolismo del Tren

¿Qué simboliza el tren en la obra?

El tren representa la vida activa, el «carro-tren de la vida». Aunque aparezca con un valor negativo desde una perspectiva real (el tren tomado por Vicente), está claro que, en sí, el tren de la vida no es, ni mucho menos, negativo. Lo negativo y censurable es la actitud de quien toma el tren prescindiendo de los efectos sobre el resto de personas. Desde otro punto de vista, el sonido del tren se identifica con los pensamientos. El sentido, en este caso, parece menos claro: pasa el tren, pasa la vida o, mejor, los pensamientos forman parte de esa vida. En cualquier caso, destaca también su capacidad para sugerirnos las obsesiones de los personajes.

En resumen, el tren simboliza:

  • Los pensamientos del personaje (el sonido).
  • El egoísmo y el abandono familiar.
  • La lucha por sobrevivir sin el acompañamiento de los demás.
  • La causa de la muerte de una persona.

La Locura como Vía de Conocimiento

Aunque inicialmente Vicente le comenta a Encarna que “No es locura, es vejez. Una cosa muy corriente: arterioesclerosis”, parece que el padre padece algún tipo de trastorno de las facultades mentales. El padre es uno de los personajes típicos de Buero Vallejo, con una «deficiencia física» (sordera, ceguera…), que representa un contrapunto a la «normalidad». Son ellos los que captan o procuran hallar otros sentidos escondidos, otros enigmas de la existencia. El origen de esa locura no es propiamente la vejez, ya que no es tan mayor y, además, existe un episodio de locura precedente. La locura ha sido provocada por una causa externa que aflorará al final: la traición de su hijo. Al mismo tiempo, esta traición se relaciona con la guerra o con la maldad universal.

El padre canaliza uno de los temas principales de la obra: el problema de la identidad. El sentido de su obsesión por recortar es la búsqueda de conocimiento de la identidad de cada uno de los seres humanos. Aunque sea una búsqueda imposible o utópica, es el primer paso para el conocimiento y la comprensión. Como padre, también es puesto en relación con el Creador, de manera explícita. Se cree Dios y juzga como un Dios bíblico el enfrentamiento de sus hijos. Al final, Vicente pide el perdón, pero recibe el castigo divino-paternal.

Reflexiones sobre la Locura

La obra invita a reflexionar sobre la naturaleza de la locura, a través de citas como las siguientes:

“La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.”

Heinrich Heine

“El de la locura y el de la cordura son dos países limítrofes, de fronteras tan imperceptibles, que nunca puedes saber con seguridad si te encuentras en el territorio de la una o en el territorio de la otra.”

Arturo Graf

“La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia.”

Edgar Allan Poe

Referencias a Don Quijote de Cervantes

Hay varias referencias a Don Quijote dentro de la obra, que enriquecen su significado:

  • “Eso queda para los ilusos que miran por los tragaluces y ven gigantes donde deberían ver molinos…”
  • Vicente: “Cásate con ella, si quieres. A mí ya no me interesa. Porque no es mala, pero es embustera, como todas. Se queda en la calle, con un mes de sueldo… ¡Vamos caballero andante!…”

La Catarsis en El Tragaluz

De acuerdo con lo formulado por Aristóteles en su Poética, la catarsis es un procedimiento de purificación o purga emocional, espiritual y moral. Tiene lugar cuando los espectadores de la obra se involucran en el destino de los personajes y contemplan sus propias bajas pasiones siendo castigadas en ellos. Es decir, al sufrir presenciando el destino de los personajes, los espectadores se liberaban de sus pasiones, por miedo a sufrir ellos también sus consecuencias. De este modo, el teatro griego cumplía un importante rol cívico y educativo, pues impulsaba los valores de la tradición griega, entre los que figuraba la hybris (un concepto que se asemeja al orgullo desmedido) como el más grave de los defectos del ser humano, y el motivo por el cual los grandes héroes griegos caían en desgracia.

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