23 Dic
Trabajo Práctico N°10: El ser argentino, la construcción nacional y la identidad
¿Cuál es el origen del mito nacional o la construcción del “ser argentino”?
El origen del mito nacional o la construcción del “ser argentino” surge a partir de la imagen que los extranjeros tienen de los ciudadanos argentinos, especialmente de aquellos que viajan al exterior, particularmente a Europa. Esto se debe a que muchos de ellos son considerados auténticos representantes de su nacionalidad frente al resto del mundo.
Además, Argentina se construyó bajo la premisa de ser muy distinta y superior a sus vecinos, afirmando frecuentemente que estamos “condenados al éxito”. Estas creencias tienen su origen en un núcleo firme vinculado a cómo se proyectó, imaginó y desplegó la idea de nación. En efecto, nuestro país fue concebido por algunos de los padres fundadores en la segunda mitad del siglo XIX como un enclave europeo en América Latina.
Por otro lado, aunque nuestro país fue colonia de España —al igual que muchos otros territorios—, se diferenció por la intención manifiesta de mantener el modelo económico y social de nuestros colonizadores.
¿Por qué el autor habla de “matices” en la construcción de nuestro imaginario social?
El autor utiliza el término “matices” para referirse a las variaciones existentes en nuestro país respecto a la personalidad de los argentinos. La imagen proyectada suele estar vinculada a un nivel alto de superioridad respecto al resto, principalmente hacia los países vecinos. Entre los rasgos destacados se encuentran:
- El uso de un tono de voz más alto y contundente.
- Una menor importancia otorgada a las jerarquías.
- Una actitud frontal ante el conflicto frente a cualquier percepción de injusticia.
A partir de estas características, personas de otras nacionalidades suelen interpretarnos como soberbios, cuestionando constantemente: “¿quiénes se creen que son?”
La perspectiva de Grimson: Superar el mito del país europeo
Alejandro Grimson propone que debemos abandonar el mito de que somos un país europeo, afirmando que esta es una condición necesaria para pensar nuestro lugar en el mundo desde otra perspectiva. Dejar de buscar una imagen externa es fundamental; por ello, coincidimos con el antropólogo en que debemos validar a nuestro país por lo que es hoy, independientemente de su origen o historia. Deconstruir esta imagen de soberbia y la mirada ajena nos permite acercarnos a nuestra identidad real contemporánea.
¿Cómo se construye la identidad cultural y qué rasgos se aplican?
La identidad cultural no se basa en explicar las características biológicas de una personalidad individual. Por el contrario, se construye como resultado de los condicionamientos culturales que cada sociedad impone a sus integrantes, fundamentalmente durante la infancia.
Es importante destacar que:
- La cultura no es algo fijo ni inmóvil; está en permanente transformación.
- Las identidades individuales y colectivas interactúan y se transforman recíprocamente en el espacio social.
- La identidad permite que el individuo se posicione en el sistema social y sea, a su vez, posicionado por otros.
Al igual que la cultura, la identidad no es algo dado de una vez y para siempre.
Relación entre identidad y cultura en la antropología del siglo XX
Durante la primera mitad del siglo XX, los enfoques antropológicos prevalecientes presuponían una correspondencia directa entre identidad y una cultura determinada, entendida esta última como homogénea y con fronteras claras. Se asociaba directamente una cultura con un territorio y una identidad específica.
Los miembros de la “Escuela de Cultura y Personalidad” se interesaron en analizar cómo las sociedades no occidentales construían las identidades individuales. A partir de estos estudios, se estableció que la escuela culturalista psicologiza el ámbito social: lo individual se torna identidad colectiva. Desde esta perspectiva, la identidad deriva simplemente de la cultura, vista como un todo integrado que moldea a los individuos según las exigencias sociales dentro de fronteras bien definidas.
¿Qué entendemos hoy por identidad?
Hoy en día, la identidad se entiende como una relación, ya que los individuos construimos un “nosotros” en la medida en que construimos un “otro”. No es unívoca ni estática; el contexto social es fundamental para resaltar ciertos aspectos identitarios sobre otros.
Asimismo, supone una clasificación entre nosotros/otros. Al elegir y otorgar sentido a categorías identitarias, lo hacemos a partir de significados y representaciones inscritos en nuestra propia cultura.
Identidades étnicas y su asociación con las minorías
Cuando los antropólogos mencionan las “identidades étnicas”, se refieren a una de las formas de clasificación social originada en fuerzas históricas específicas, tanto estructurales como culturales. La identidad étnica no puede pensarse fuera de las relaciones de poder (dominación/subordinación) presentes en la sociedad.
Este concepto se asocia al de minorías porque, en las sociedades modernas, los grupos étnicos —ya sean pueblos indígenas o poblaciones migrantes— no suelen corresponderse con el patrón sociocultural hegemónico. Así, la construcción de identidad en estos grupos también se ve atravesada por mecanismos de prejuicio y discriminación elaborados desde el poder político.
La importancia de las identidades para el Estado nacional
Las identidades son fundamentales para la construcción de un Estado nacional, ya que a través de ellas el Estado reconoce la existencia de los individuos y, por ende, sus derechos y obligaciones. El Estado juega un rol central en la constitución de imaginarios y representaciones comunes sobre la pertenencia a un país.
Lo “nacional” implica un sentimiento de pertenencia a una comunidad cuyos sentidos se definen en relaciones de poder, estableciendo una construcción hegemónica de la nación. En este proceso, la escuela fue un elemento clave de cohesión social dentro de culturas heterogéneas. Como toda construcción, conlleva el doble movimiento de definir un “nosotros” en oposición a un “otro”, marcando la diferencia con quienes no integran el modelo nacional.
“Ni las identidades ni las fronteras identitarias son fijas”
A partir de esta premisa, se comprende que las identidades están en constante redefinición. Son construcciones sociales que cambian según las relaciones interpersonales y las estructuras sociales. Con el tiempo, la definición de fronteras también abarca lo simbólico, incluyendo a aquellas personas que no se asimilaban al tipo de nación que se buscaba consolidar (especialmente en el caso argentino). Finalmente, las identidades corresponden a grupos con una definición social que les permite situarse respecto al conjunto, un posicionamiento que es intrínsecamente variable.

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