09 Jun
El Regeneracionismo y la Crisis de la Restauración
La crisis de 1898 generó un profundo descontento en intelectuales y clases medias españolas, al evidenciarse un sistema dominado por una oligarquía. Surgió así el Regeneracionismo, un movimiento crítico con la política de la Restauración, que buscaba una reforma moral y social del país. Influyó en políticos, empresarios y escritores del siglo XX. Su espíritu quedó reflejado en la Generación del 98, con autores como Unamuno, Baroja y Machado.
Regeneracionismo Político
A comienzos del siglo XX surgió una nueva generación política influida por el Regeneracionismo, destacando Antonio Maura y José Canalejas. Maura, al frente del gobierno conservador (1907-1909), impulsó una «revolución desde arriba» con reformas como la Ley Electoral de 1907 y el Instituto Nacional de Previsión (1908), pero fracasó en su intento de descentralización y lucha contra el caciquismo. Fomentó el desarrollo industrial y defendió la influencia de la Iglesia. En política exterior, centró su atención en Marruecos, lo que desencadenó la Semana Trágica en 1909 por los reclutamientos forzosos, acabando con su gobierno tras la represión. Canalejas gobernó de 1910 a 1912, con medidas sociales como la jornada laboral de nueve horas y la eliminación del impuesto de consumos. Impulsó la Ley del Candado para frenar a las órdenes religiosas y la reforma del servicio militar obligatorio. Su intento de crear las Mancomunidades fue interrumpido por su asesinato en 1912.
La Crisis del Bipartidismo y la Oposición Política
A partir de 1912, el sistema político de la Restauración comenzó a debilitarse por la crisis interna de los partidos dinásticos, lo que permitió al rey Alfonso XIII asumir mayor protagonismo político. Maura denunció la inviabilidad del turno pacífico con un Partido Liberal que consideraba demasiado izquierdista, rompiéndose así el pacto entre conservadores y liberales. Paralelamente, la oposición republicana crecía con fuerza. El Partido Radical, liderado por Lerroux, era populista, anticlerical y de fuerte base obrera. El Partido Reformista, fundado en 1912 por Álvarez y Azcárate, era más moderado, culto y con escasa implantación social. El PSOE comenzaba a participar en la vida parlamentaria, sin abandonar sus aspiraciones revolucionarias. Por otro lado, el catalanismo cobró fuerza con la Lliga Regionalista y la formación de Solidaritat Catalana (1906). La izquierda catalanista se organizó en 1922 con Estat Català, fundado por Francesc Macià.
La Quiebra del Sistema Político
La segunda fase del reinado de Alfonso XIII comenzó con la Primera Guerra Mundial y culminó en la crisis de 1917, marcando el inicio del declive del sistema de la Restauración. Ante el conflicto mundial, el gobierno de Dato decidió mantener la neutralidad, política que fue apoyada por liberales y conservadores. Sin embargo, la sociedad se dividió: los aliadófilos, mayoritariamente intelectuales y sectores de izquierdas, defendían los valores democráticos, mientras que los germanófilos, ligados a la derecha, apoyaban el orden y la autoridad. La neutralidad benefició económicamente al país, aumentando las exportaciones y generando una euforia empresarial. No obstante, también trajo inflación y escasez de productos básicos, lo que perjudicó gravemente a la clase trabajadora. Esta desigualdad social profundizó el malestar y agudizó las tensiones políticas, lo que más tarde facilitaría la salida autoritaria del sistema con la dictadura.
Crisis de 1917
La crisis de 1917 reflejó un profundo descontento general en España, manifestado en tres ámbitos: militar, político y social. En el plano militar, surgieron las Juntas de Defensa, creadas por oficiales descontentos por la pérdida de poder adquisitivo y el sistema de ascensos. El manifiesto de estas Juntas fue apoyado por Alfonso XIII y llevó a reformas como la subida de sueldos y la regulación de ascensos. En la esfera política, la Lliga Regionalista impulsó la Asamblea de Parlamentarios, que exigía reformas constitucionales y autonomía para Cataluña, pero fue declarada ilegal y fracasó por falta de apoyo y divisiones internas. En el ámbito social, la UGT y la CNT convocaron una huelga general en agosto, motivada por la inflación y el deterioro de las condiciones laborales. El gobierno respondió con dureza: represión militar, más de setenta muertos y dos mil detenidos, entre ellos los líderes del movimiento. La actuación del Ejército al lado del poder agravó su pérdida de prestigio popular.
Consecuencias de la Crisis de 1917: Quiebra del Sistema Parlamentario
Tras la crisis de 1917, el sistema parlamentario español entró en decadencia, incapaz de resolver las crecientes tensiones sociales, políticas y militares. Se formaron dos gobiernos de concentración (1917 y 1918), ambos fracasaron por divisiones internas. La inestabilidad política se reflejó en veintitrés crisis de gobierno entre 1917 y 1923. El nacionalismo catalán avanzó con la propuesta de autonomía de Cambó, que dividió al gobierno. La posguerra trajo crisis económica, conflictividad laboral y ascenso del sindicalismo, con protagonismo de la CNT. La huelga de La Canadiense (1919) marcó el auge del anarcosindicalismo y el inicio del pistolerismo entre sindicatos y patronal. El gobierno fue incapaz de controlar la violencia. En 1921, el presidente Dato fue asesinado por anarquistas y surgió el Partido Comunista. Ese mismo año, el desastre de Annual en Marruecos, por errores del general Silvestre frente a Abd el-Krim, agravó la crisis del régimen. La indignación pública y el desprestigio del rey llevaron al golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923, que dio paso a la dictadura.
La Dictadura de Primo de Rivera
Causas y Apoyos de la Dictadura
El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado con el respaldo del rey Alfonso XIII, quien lo nombró presidente del Directorio Militar. La dictadura fue vista como una solución autoritaria ante una situación insostenible. Las causas principales fueron la crisis del sistema político desde 1917, el fracaso en Marruecos tras el desastre de Annual (1921), y la violencia social, especialmente en Barcelona, dominada por el terrorismo anarcosindicalista y los «sindicatos libres». Primo de Rivera contó con el apoyo del rey, sectores del ejército, la Iglesia, la aristocracia, parte de la prensa y el empresariado catalán. En contra quedaron el Partido Comunista y la CNT, que fueron ilegalizados. El PSOE y la UGT mantuvieron una actitud ambigua, lo que permitió que sus centros sociales no fueran clausurados. La dictadura comenzó así con amplios apoyos, ante el descrédito del régimen parlamentario.
El Directorio Militar (1923-1925)
Miguel Primo de Rivera instauró un régimen dictatorial en 1923, suspendiendo la Constitución, disolviendo las Cortes y sustituyendo los partidos por la Unión Patriótica. Militarizó la administración, reemplazó gobernadores civiles por militares y disolvió los ayuntamientos, aunque el caciquismo permaneció intacto. La dictadura gozó de estabilidad inicial gracias al restablecimiento del orden público, la colaboración del PSOE y la UGT, y una coyuntura económica favorable. Se reprimieron duramente las libertades, se ilegalizó la CNT y se aplicó una fuerte censura. El problema de Marruecos se resolvió con el Desembarco de Alhucemas (1925), fruto de un error de Abd el-Krim al atacar el protectorado francés. La victoria conjunta hispano-francesa provocó la rendición del líder rifeño y el fin del conflicto en 1927. Este éxito consolidó la imagen del dictador y del ejército africanista.
El Directorio Civil (1925-1930)
A partir de 1925, Primo de Rivera intentó institucionalizar su régimen con la creación del Directorio Civil. Durante esta fase, se promovió la creación de una Asamblea Nacional Consultiva y se adoptaron políticas intervencionistas en la economía, impulsando obras públicas, creando monopolios y estableciendo seguros sociales. Sin embargo, las tensiones crecieron: la oposición republicana, socialista y anarquista aumentó, y las huelgas en universidades, junto con el desempleo, incrementaron la conflictividad social. En 1930, enfrentado a la falta de apoyo del ejército y el distanciamiento de Alfonso XIII, Primo de Rivera dimitió. Murió en el exilio en París ese mismo año.
El Efímero Regreso a la Monarquía Parlamentaria
Tras la dictadura de Primo de Rivera, Alfonso XIII intentó restaurar el sistema parlamentario con el gobierno del general Dámaso Berenguer, conocido como «Dictablanda». Sin embargo, la vuelta a la normalidad constitucional resultó ineficaz y anacrónica, lo que aumentó la oposición republicana. En 1930, se firmó el Pacto de San Sebastián, unificando a republicanos, socialistas y autonomistas en la lucha por la República. A pesar de varios intentos fallidos de sublevación militar, como las de Jaca y Cuatro Vientos, la monarquía cayó tras las elecciones municipales de abril de 1931, donde los republicanos ganaron en las principales ciudades. Ante el rechazo de los republicanos y la falta de apoyo militar, Alfonso XIII decidió abandonar España el 14 de abril. Ese mismo día, la II República fue proclamada, poniendo fin pacíficamente a la monarquía.
La Guerra Civil Española (1936-1939)
Las Operaciones Militares
Durante los primeros años de la Guerra Civil, los nacionales, con el apoyo de la aviación alemana e italiana, avanzaron rápidamente hacia Madrid, enfrentando una feroz resistencia republicana, que contó con la ayuda de las Brigadas Internacionales. Tras el fracaso del asalto a Madrid, Franco optó por atacar zonas más débiles, logrando importantes victorias en el norte. En 1937, los nacionales conquistaron el País Vasco, y el bombardeo de Guernica causó un escándalo mundial. La República, a pesar de algunos intentos de ofensiva como la Batalla de Brunete y Belchite, perdió terreno y recursos, especialmente tras la caída del norte y Teruel. La Batalla del Ebro en 1938 resultó en una derrota republicana decisiva. En 1939, las tropas franquistas tomaron Cataluña y Barcelona, llevando al gobierno republicano a exiliarse. La guerra terminó el 1 de abril de 1939 con la victoria de Franco, quien instauró una dictadura.
La Evolución Política Durante la Guerra
Tras la sublevación militar de 1936, la España republicana vivió un periodo de caos, con el gobierno de José Giral distribuyendo armas entre los obreros y desarticulando el poder estatal. En septiembre, el socialista Largo Caballero asumió la presidencia y formó un gobierno de concentración, buscando unificar el ejército y restaurar el poder del Estado. Sin embargo, el avance franquista obligó al gobierno a trasladarse a Valencia. La insurrección anarquista en mayo de 1937 y la dimisión de Largo Caballero dieron paso a Negrín, quien priorizó la guerra, apoyado por los comunistas y la ayuda soviética. Mientras tanto, en la zona sublevada, la Junta de Defensa Nacional, presidida por Cabanellas, se centró en la represión, disolviendo partidos y sindicatos. Franco, aprovechando su libertad de acción, se autoproclamó jefe supremo del movimiento y fue nombrado generalísimo en septiembre de 1936. En 1937, promulgó el Decreto de Unificación, fusionando las organizaciones políticas de la sublevación en la Falange. La Iglesia española apoyó a Franco, quien presentó la guerra como una «cruzada religiosa». En 1938, Franco consolidó el régimen franquista al formar su primer gobierno.
Consecuencias de la Guerra Civil
El ejército sublevado destacó por su disciplina y la alta cualificación de sus mandos profesionales, mientras que el ejército republicano sufría por la falta de mandos cualificados y problemas de indisciplina debido a las diferencias ideológicas entre los milicianos. La Guerra Civil fue larga y, en su mayoría, la iniciativa estuvo en manos de los sublevados, con los republicanos en un papel defensivo. La guerra causó graves pérdidas materiales, con destrucción de infraestructuras y una caída de la producción agrícola e industrial. La renta per cápita disminuyó en casi un 30% y no se recuperó hasta 1952. En términos humanos, se calcula que más de trescientas mil personas murieron, incluyendo víctimas de la represión en ambos bandos. En el bando republicano, la persecución de los rivales políticos llevó a numerosas ejecuciones extrajudiciales. En el bando sublevado, se realizó una «limpieza política» que también causó miles de muertes. Se estima que cincuenta mil personas fueron asesinadas en la zona republicana y ciento cincuenta mil en la sublevada. Entre las víctimas más destacadas se encuentran el poeta Federico García Lorca y el líder de Falange, José Antonio Primo de Rivera. Además, muchos fueron encarcelados o sancionados.
El Franquismo (1939-1975)
Fundamentos Ideológicos y Transformaciones Institucionales
El franquismo no fue una ideología estructurada, sino un modo de ejercer el poder totalitario basado en el tradicionalismo, con un fuerte antiliberalismo y oposición a la democracia. El régimen se sustentó en la Falange Española, el nacionalcatolicismo, y el apoyo de la Iglesia, el Ejército y la oligarquía. Franco se consideraba el líder providencial de España, y el régimen fue altamente centralista y militarizado, con un aparato represivo que perseguía la disidencia. El régimen creó un corporativismo sindical con los sindicatos verticales y promovió una identidad nacionalista centrada en el pasado glorioso de España. A lo largo de su dictadura, Franco promulgó una serie de Leyes Fundamentales para institucionalizar el régimen, entre ellas: el Fuero del Trabajo (1938), que regulaba las relaciones laborales; la Ley Constitutiva de las Cortes (1942), que otorgaba escasos poderes a las Cortes; el Fuero de los Españoles (1945), que enmascaraba el carácter autoritario del régimen; la Ley del Referéndum Nacional (1945), que permitía plebiscitos; y la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1946), que designaba a Franco como sucesor. En 1958, se aprobó la Ley de Principios del Movimiento Nacional y, en 1967, la Ley Orgánica del Estado.
Etapas de la Dictadura Franquista
El franquismo se divide en tres etapas principales: represión, aislamiento y apertura. En la primera, entre 1939 y 1945, tras la victoria de Franco en la Guerra Civil, se estableció un régimen de represión con miles de ejecuciones, exiliados y prisioneros. La oposición se limitaba al maquis y la resistencia francesa. Durante este periodo, el régimen se consolidó con el Gobierno de Burgos y el Gobierno de neutralidad alineado con las potencias del Eje. En la segunda etapa, entre 1945 y 1951, España fue aislada internacionalmente, lo que agravó las carencias económicas. En esta etapa, el régimen adoptó un modelo de autarquía, fracasando en su intento de autosuficiencia. La última fase, a partir de 1951, marcó la apertura del régimen. Durante la Guerra Fría, España se alineó con las potencias occidentales, firmando pactos con el Vaticano y EE. UU. en 1953.
Economía Franquista: Autarquía, Estancamiento y Crecimiento
Tras la Guerra Civil, la economía española sufrió un lento proceso de recuperación, con una política autárquica que buscaba la autosuficiencia económica. La falta de apoyo internacional, el aislamiento y los altos costos de la guerra llevaron a una gran escasez de productos básicos, racionamiento de alimentos y una grave inflación. En 1941 se creó el Instituto Nacional de Industria (INI) para impulsar la industria española, pero el país permaneció en estancamiento económico durante los años 40. En los años 50, con la ayuda económica de los EE. UU. y el Vaticano, comenzó un giro económico. Ministros ligados al Opus Dei adoptaron medidas liberalizadoras, como la supresión de cambios múltiples de la peseta y reformas fiscales, lo que permitió la entrada de España en organismos internacionales en 1958. En 1959, con el Plan de Estabilización, se buscó reducir la intervención estatal, equilibrar la economía interna y externa, y fomentar la inversión extranjera. Posteriormente, los Planes de Desarrollo impulsaron un fuerte crecimiento económico, con un aumento en la producción industrial, exportaciones y mejoras en la infraestructura. Aunque hubo desajustes sociales y regionales, la renta de los españoles creció un 40%.
Declive y Ocaso del Régimen Franquista
Desde principios de los años 70, el régimen franquista entró en una crisis irreversible por su incapacidad de adaptarse. Un momento clave fue el asesinato de Carrero Blanco en 1973, que debilitó la cohesión del régimen. Surgieron dos corrientes: inmovilistas y aperturistas, pero las primeras se impusieron. En 1974, Arias Navarro asumió el gobierno con una falsa promesa de reforma, mientras aumentaba la represión. La oposición, liderada por el PCE, creó la Junta Democrática en 1974, y el PSOE promovió la Plataforma de Convergencia Democrática en 1975. Aumentaron las protestas sociales y la represión se intensificó con ejecuciones en septiembre de 1975. Internacionalmente, Franco fue criticado y España enfrentó el conflicto del Sáhara, abandonado tras la Marcha Verde de Marruecos. Franco, gravemente enfermo, falleció el 20 de noviembre de 1975, dejando un régimen en crisis y un país en incertidumbre.
Transición y Democracia en España
Inicios de la Transición Democrática
Tras la muerte de Franco en 1975, surgieron tres posturas: continuidad del franquismo (defendida por el búnker), reforma desde dentro del régimen (aperturistas) y ruptura democrática (oposición antifranquista). El 22 de noviembre, Juan Carlos I fue proclamado rey, jurando lealtad a las leyes franquistas, aunque insinuó una voluntad reformista. Mantuvo a Arias Navarro como presidente del Gobierno, lo que generó incertidumbre. Su gestión fue represiva, como se evidenció en la matanza de Vitoria en marzo de 1976. La oposición se unificó en la Coordinación Democrática o «Platajunta», exigiendo una ruptura democrática. El gobierno diseñó un plan de cambio político limitado, sin renunciar al franquismo. La presión social y la ineficacia reformista de Arias llevaron al rey a forzar su dimisión. Esto abrió la puerta a una verdadera transición política.
El Gobierno de Adolfo Suárez
El nombramiento de Adolfo Suárez en 1976 sorprendió, pero rápidamente impulsó una transición democrática desde la legalidad franquista. Su gobierno anunció amnistía, elecciones y diálogo con la oposición. La Ley para la Reforma Política, aprobada por las Cortes y refrendada por referéndum con un 94% de apoyo, fue clave para iniciar el proceso democrático. A pesar del terrorismo de extrema derecha, ETA y GRAPO, el gobierno avanzó en la legalización de partidos, incluyendo al PCE en abril de 1977. Se suprimieron el Movimiento Nacional y el Tribunal de Orden Público. El 15 de junio se celebraron las primeras elecciones democráticas desde 1936, ganadas por la UCD de Suárez. Ante una grave crisis económica, se firmaron los Pactos de la Moncloa en octubre de 1977, que estabilizaron la economía, redujeron la inflación y eliminaron la censura, aunque el desempleo siguió creciendo.
La Constitución Española de 1978
La Constitución de 1978 culminó la Transición Democrática en España. Fue elaborada por una comisión parlamentaria y aprobada por referéndum el 6 de diciembre, aunque con alta abstención. Define a España como un Estado social y democrático de derecho, con soberanía popular, monarquía parlamentaria y división de poderes. Reconoce amplios derechos y libertades, la laicidad del Estado, y establece mecanismos para reformar la Constitución. El Rey es jefe del Estado con funciones representativas. Se reconoce la autonomía de las nacionalidades y regiones, dando paso al Estado de las Autonomías. El Título VIII regula la organización territorial en municipios, provincias y Comunidades Autónomas. Se concedieron preautonomías a Cataluña (1977), País Vasco, Galicia y otras regiones. Los Estatutos de Autonomía fijaron competencias e instituciones propias. La Constitución sentó las bases jurídicas para una democracia plural y descentralizada.
Los Primeros Gobiernos Democráticos y Desafíos
Tras la aprobación de la Constitución, se celebraron elecciones en marzo de 1979, ganadas de nuevo por la UCD, y Adolfo Suárez formó su tercer gobierno. La democracia llegó también a los ayuntamientos con las elecciones municipales. El gobierno de Suárez enfrentó graves problemas: divisiones internas en la UCD, conflicto sobre el desarrollo autonómico, crisis económica, terrorismo de ETA, presión del PSOE y amenaza de golpe militar. Suárez dimitió en enero de 1981 y fue sucedido por Calvo Sotelo. El 23-F, un intento de golpe de Estado militar, fue neutralizado por la firme intervención del rey. El gobierno de Calvo Sotelo avanzó en la aprobación de estatutos de autonomía y formalizó el ingreso en la OTAN en 1982. La UCD se desintegró y Suárez fundó el CDS. Ante la crisis, Calvo Sotelo disolvió las Cortes y convocó elecciones anticipadas para octubre de 1982.
Los Gobiernos del PSOE (1982-1996)
El PSOE ganó por mayoría absoluta en 1982 y gobernó hasta 1996, con Felipe González como presidente. Impulsaron un reajuste económico para frenar la crisis e integrarse en la CEE, llevando a cabo una profunda reconversión industrial. Entre 1986 y 1991, España vivió una etapa de crecimiento económico y expansión del Estado del Bienestar, con reformas en educación, sanidad, Fuerzas Armadas y autonomía. En 1985 se firmó el ingreso en la CEE y en 1992 el Tratado de Maastricht, aunque España no cumplía aún los requisitos económicos para el euro. Se celebró un referéndum para confirmar la permanencia en la OTAN. Se aprobaron medidas sociales como seguros de desempleo y pensiones, y leyes como la LOGSE. También hubo intervención en conflictos internacionales como la Guerra del Golfo y Bosnia. A partir de 1993, comenzó el desgaste del PSOE por la crisis económica y numerosos escándalos de corrupción, destacando el caso GAL. En 1996, el PP ganó las elecciones por un margen muy estrecho, poniendo fin a catorce años de gobierno socialista.
Los Gobiernos del PP (1996-2004)
Entre 1996 y 2004 gobernó el PP con José María Aznar, aplicando una política económica liberal basada en los criterios de Maastricht. Logró reducir inflación y déficit, e integró a España en el euro en 1999 (adoptado en 2002). En 2000 ganó con mayoría absoluta y reforzó su poder. En política exterior, apoyó a EE. UU. en las guerras de Afganistán e Irak, lo que generó gran rechazo social. Tres crisis afectaron su imagen: el hundimiento del Prestige, el accidente del Yak-42 y la participación en la Guerra de Irak. El 11 de marzo de 2004 ocurrió un atentado yihadista en Madrid. La gestión informativa del atentado generó malestar y propició la victoria del PSOE en las elecciones.
El Regreso del PSOE (2004-2011)
Durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011), se impulsaron reformas sociales como el matrimonio igualitario, leyes de igualdad y contra la violencia de género, y reformas autonómicas. En 2010, ETA anunció el fin de la violencia. En política exterior, se promovió la Constitución europea y el apoyo a la democratización en Iberoamérica. Desde 2008, una grave crisis económica, casos de corrupción y el desafío independentista catalán marcaron la política nacional. En 2011, surgió el movimiento 15-M, con protestas pacíficas y amplio apoyo social. En mayo de ese año, el PP arrasó en elecciones locales. Zapatero adelantó las elecciones generales, que ganó Mariano Rajoy con mayoría absoluta.
El Fin del Bipartidismo y Nuevos Retos
Durante el gobierno de Mariano Rajoy, la crisis económica obligó a aplicar recortes y subir impuestos, lo que provocó huelgas y protestas sociales. Los escándalos de corrupción como los casos Bárcenas, Gürtel, ERE, Nóos, Pujol y Bankia dañaron la credibilidad institucional. En 2014, Juan Carlos I abdicó y fue sucedido por Felipe VI tras la pérdida de prestigio de la Corona. Las elecciones de 2015 marcaron el fin del bipartidismo, con la irrupción de nuevos partidos como Podemos y Ciudadanos. La fragmentación política, el independentismo catalán y la desafección ciudadana se convirtieron en grandes retos. Aun así, se ha mantenido la estabilidad democrática, con avances sociales y modernización. La Constitución de 1978 sigue siendo el marco de convivencia política en España.
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