23 Jun
Los Austrias del Siglo XVI: Política Interior y Exterior
Carlos I (1516-1556)
Carlos I llegó a España en 1517 y recibió la corona imperial en 1519, lo que provocó un aumento de los impuestos en Castilla. La oposición a su gobierno generó importantes revueltas como las Comunidades de Castilla (1520-1522), que fueron finalmente derrotadas en Villalar. Además, hubo sublevaciones en Valencia y Mallorca, conocidas como las Germanías (1519-1523), protagonizadas por gremios y campesinos. En política exterior, Carlos I luchó contra el Imperio Otomano, Francia y los príncipes protestantes, destacando la victoria en la batalla de Pavía (1525) y la firma de la Paz de Augsburgo.
Felipe II (1556-1598)
Felipe II continuó la defensa del catolicismo y la hegemonía española, pero centró su imperio en Castilla. Durante su gobierno, enfrentó revueltas internas como la de los moriscos en las Alpujarras (1568-1571) y las Alteraciones de Aragón. En el ámbito internacional, destacó la expedición de la Armada Invencible (1588) contra Inglaterra y la victoria en la batalla de Lepanto (1571) frente al Imperio Turco Otomano. En 1581, Felipe II se proclamó rey de Portugal, uniendo ambas coronas y creando el imperio más extenso de la historia española.
Los Austrias del Siglo XVII: Política Interior y Exterior
Felipe III (1598-1621)
El reinado de Felipe III estuvo marcado por el gobierno de su valido, el Duque de Lerma. Un evento crucial de su política interior fue la expulsión de los moriscos en 1609. En política exterior, disfrutó de un periodo de paz relativa, concretado en la Tregua de los Doce Años (1609) con las Provincias Unidas. Sin embargo, el inicio de la Guerra de los Treinta Años (1618) marcó el final de su reinado y el comienzo de una nueva etapa de conflictos.
Felipe IV (1621-1665)
Bajo el liderazgo de su valido, el Conde-Duque de Olivares, Felipe IV implementó la Unión de Armas (1625), una ambiciosa reforma que, sin embargo, resultó un fracaso debido a los graves conflictos internos, como las revueltas en Cataluña, Portugal y Andalucía. En política exterior, España participó activamente en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), perdiendo la independencia de los Países Bajos en la Paz de Westfalia (1648) y firmando la Paz de los Pirineos (1659) con Francia, tratado que simbolizó el fin de la hegemonía hispánica en Europa.
Carlos II (1675-1700)
Carlos II, conocido como «el Hechizado», fue un monarca débil cuyo reinado estuvo plagado de guerras internas y externas. Durante su periodo, se reconoció oficialmente la independencia de Portugal (1688). Su muerte sin descendencia directa en 1700 desencadenó la Guerra de Sucesión Española, un conflicto de alcance europeo.
La Guerra de Sucesión Española, la Paz de Utrecht y los Pactos de Familia
Causas de la Guerra de Sucesión
La muerte de Carlos II sin heredero directo en 1700 desató una compleja lucha por el trono español. Los principales contendientes fueron Felipe de Borbón (nieto de Luis XIV de Francia, apoyado por Francia) y el Archiduque Carlos de Austria (apoyado por la Gran Alianza de La Haya, formada por Inglaterra, el Sacro Imperio Romano Germánico —Alemania—, Holanda, Portugal y Saboya).
Desarrollo del Conflicto y la Paz de Utrecht
El bando del Archiduque Carlos tuvo victorias iniciales en la península, pero tras la decisiva Batalla de Almansa (1707), el bando borbónico prevaleció. La Paz de Utrecht (1713), complementada por el Tratado de Rastatt (1714), puso fin a la guerra, reconociendo a Felipe V como rey de España a cambio de su renuncia al trono de Francia, evitando así la unión de ambas coronas. España perdió importantes territorios en Europa, como los Países Bajos y la mayoría de sus posesiones italianas.
Los Pactos de Familia
Con los Pactos de Familia (1733, 1743 y 1761), una serie de alianzas dinásticas entre los Borbones de España y Francia, la monarquía española buscó recuperar territorios perdidos y proteger sus intereses frente a otras potencias europeas. El primer pacto permitió a España recuperar Sicilia y Nápoles. El tercer pacto, firmado por Carlos III, le permitió recuperar Florida y Menorca de manos británicas.
Al-Ándalus: Evolución Política
La expansión musulmana en la Península Ibérica comenzó en 711 con la decisiva derrota del reino visigodo en la Batalla de Guadalete. A partir de entonces, Al-Ándalus pasó por diversas etapas políticas:
Emirato Dependiente del Califato de Damasco (714-756)
Durante esta etapa, Al-Ándalus estuvo bajo el control del Califato Omeya de Damasco. Los musulmanes enfrentaron resistencias en el norte peninsular, como la Batalla de Covadonga.
Emirato Independiente (756-929)
Abderramán I, un príncipe omeya, proclamó la independencia de Al-Ándalus del Califato Abasí de Bagdad, estableciendo un emirato independiente y marcando el inicio del auge de Córdoba como centro político y cultural.
Califato de Córdoba (929-1031)
Abderramán III se proclamó califa, elevando Al-Ándalus a su máximo esplendor político, económico y cultural. Tras la muerte de Almanzor, el califato se fragmentó en numerosos reinos de taifas.
Primeros Reinos de Taifas (1031-1090)
Estos reinos, políticamente débiles, se caracterizaron por su fragmentación y por pagar tributos (parias) a los reinos cristianos del norte. A finales del siglo XI, la invasión de los almorávides desde el norte de África buscó unificar Al-Ándalus.
Dominio Almorávide (1090-1146)
Los almorávides lograron una unificación temporal de Al-Ándalus, pero su dominio fue efímero y se vieron debilitados por conflictos internos y la presión cristiana, siendo finalmente derrotados en 1146.
Dominio Almohade (1146-1212)
Tras la caída de los almorávides, los almohades, otra dinastía bereber, unificaron de nuevo Al-Ándalus. Sin embargo, su decisiva derrota en la Batalla de Las Navas de Tolosa en 1212 marcó el fin de su hegemonía y el inicio de la fase final de la Reconquista cristiana.
Terceros Reinos de Taifas y Reino Nazarí de Granada (siglo XIII – 1492)
Tras la derrota almohade, surgieron nuevos y pequeños reinos de taifas. El Reino Nazarí de Granada fue el último bastión musulmán en la península, logrando sobrevivir hasta su conquista por los Reyes Católicos en 1492.
Al-Ándalus: Economía, Sociedad y Cultura
Sociedad
La sociedad de Al-Ándalus era notablemente heterogénea y compleja, compuesta por diversos grupos: musulmanes (árabes, bereberes y muladíes), cristianos (conocidos como mozárabes), judíos y esclavos. La aristocracia árabe controlaba la mayor parte de la tierra y ostentaba el poder, mientras que los bereberes y muladíes desempeñaban roles principalmente rurales. Los judíos, aunque una minoría, destacaron notablemente como intelectuales, médicos y comerciantes, jugando un papel crucial en la vida urbana.
Economía
La economía andalusí era predominantemente agrícola, caracterizada por significativos avances en técnicas de regadío y la introducción de nuevos cultivos procedentes de Oriente (como el algodón, el arroz, la caña de azúcar y los cítricos). Las ciudades florecieron como vibrantes centros comerciales y artesanales, con una activa red de comercio exterior que conectaba Al-Ándalus con el Mediterráneo, África y Oriente.
Cultura
La cultura andalusí ejerció una profunda y duradera influencia en Occidente, siendo un puente fundamental para la transmisión del conocimiento clásico y oriental. Destacó en áreas como la filosofía (con figuras como Averroes y Maimónides), la ciencia (medicina, astronomía, matemáticas, botánica) y el arte (ejemplificado en magníficas construcciones como la Mezquita de Córdoba y la Alhambra de Granada, así como en la poesía y la música).
Reinos Cristianos: Evolución de la Conquista de la Península y Organización Política
Etapas de la Reconquista Cristiana
Primera Etapa (siglos VIII-XI)
Esta fase se inicia con la victoria de Pelayo en la Batalla de Covadonga (722), que dio origen al Reino de Asturias, posteriormente transformado en el Reino de León. Paralelamente, se formó el Condado de Castilla, que alcanzaría su independencia. En la zona pirenaica, surgieron los reinos de Pamplona (posteriormente Navarra) y Aragón, así como los condados catalanes.
Segunda Etapa (siglos XI-XII)
Los reinos cristianos iniciaron una fase de expansión significativa hacia el sur. Hitos importantes incluyen la conquista de Toledo (1085) por Alfonso VI de León y Castilla, y el notable avance del Reino de Aragón, que se expandió hacia el Valle del Ebro.
Tercera Etapa (siglos XII-XIII)
Esta etapa marcó la consolidación de la hegemonía cristiana en la península. Destacan la decisiva victoria en la Batalla de Las Navas de Tolosa (1212), que debilitó drásticamente el poder almohade, y las grandes conquistas de Fernando III el Santo (Córdoba, Sevilla), Alfonso IX de León (Extremadura, León) y Jaime I el Conquistador (Valencia, Baleares) en sus respectivos reinos.
Organización Política de los Reinos Cristianos
Los reinos cristianos medievales presentaban modelos de monarquía variados: centralizada en algunos casos y pactista en otros. En la Corona de Castilla, la autoridad del monarca tendía a ser más centralizada, aunque se veía limitada por el creciente poder de la nobleza y las Cortes. En la Corona de Aragón, el modelo era predominantemente pactista, lo que significaba que el rey requería la aprobación de las Cortes (representantes de los estamentos) para ejercer su gobierno y legislar, otorgando un mayor peso a los fueros y privilegios de cada territorio.
Modelos de Repoblación y Organización Estamental en los Reinos Cristianos Medievales
Modelos de Repoblación
Presura (siglos VIII-XI)
Este modelo se aplicó principalmente en el Valle del Duero. Consistía en la ocupación y puesta en cultivo de tierras por parte de hombres libres o monasterios, lo que permitía a los monarcas afianzar su poder político y militar en las zonas recién conquistadas.
Repoblación Concejo (siglos XI-XIII)
Característica de los valles del Ebro y del Tajo. Se crearon grandes núcleos urbanos (concejos) a los que se les otorgaban fueros y privilegios para atraer población y organizar la defensa del territorio.
Repartimientos (siglo XIII)
Aplicado en las grandes conquistas del sur peninsular (Andalucía, Valencia, Murcia). La Corona otorgaba grandes extensiones de tierras (latifundios) a nobles, órdenes militares y eclesiásticos como recompensa por su participación en la Reconquista, lo que generó una estructura de propiedad latifundista.
Feudalización
Este proceso, que se inició en los siglos IX y X, fortaleció progresivamente a la nobleza y debilitó el poder real, alcanzando su apogeo en los siglos XI y XII. Se caracterizó por el desarrollo de relaciones de vasallaje y la consolidación de grandes señoríos. A partir del siglo XIII, los monarcas comenzaron a recuperar progresivamente su autoridad, apoyándose en las ciudades y el derecho romano.
Organización Social Estamental
La sociedad medieval cristiana estaba rígidamente dividida en tres estamentos principales, cada uno con funciones y privilegios específicos: la nobleza (bellatores o guerreros), el clero (oratores o oradores) y el pueblo llano (laboratores o trabajadores). La estructura era piramidal, con el monarca en la cúspide, aunque su poder dependía en gran medida de la nobleza y el clero debido al sistema de vasallaje. Dentro de la nobleza existían diferentes rangos (altos nobles, caballeros) y, en el pueblo llano, se encontraban pequeños propietarios, hombres semi-libres y siervos, con una gran diversidad de condiciones jurídicas y económicas.
Deja un comentario