31 Dic
I. La Crisis de la Monarquía Absoluta y la Guerra de la Independencia (1788-1814)
La crisis de la monarquía absoluta en España comenzó durante el reinado de Carlos IV (1788-1808), un periodo marcado por el miedo a la Revolución Francesa. Para evitar la difusión de las ideas revolucionarias, se suprimió la política reformista de la Ilustración y se reforzó la censura mediante la Inquisición, el control de libros, prensa y estudiantes. En 1792, Carlos IV nombró a Manuel Godoy como Secretario de Estado. Su condición de favorito real y sus ideas reformistas provocaron el rechazo de la nobleza, de la Iglesia y del príncipe Fernando.
1.1. Crisis Económica y Política Exterior
Las guerras europeas provocaron una grave crisis económica. Para paliar la ruina de la Hacienda, Godoy impulsó la primera desamortización (1798-1808), que afectó a bienes eclesiásticos, aunque no solucionó la deuda y benefició sobre todo a la nobleza.
En el plano internacional, España rompió con la Francia revolucionaria tras la ejecución de Luis XVI y participó en la Guerra de la Convención. Sin embargo, las derrotas militares llevaron a la Paz de Basilea (1795) y a la alianza con Francia contra Inglaterra. La derrota naval de Trafalgar (1805) supuso la pérdida definitiva del poder marítimo español.
1.2. La Invasión Francesa y el Levantamiento Popular
En 1807, Godoy firmó con el emperador Napoleón el Tratado de Fontainebleau, que permitía la entrada de tropas francesas para invadir Portugal. Aprovechando este acuerdo, Francia ocupó territorio español. El desprestigio de Godoy culminó en el Motín de Aranjuez (1808), que provocó su caída y la abdicación de Carlos IV en favor de Fernando VII.
Napoleón aprovechó el conflicto entre padre e hijo para convocar a ambos a Bayona, donde se produjeron las Abdicaciones de Bayona: Carlos IV y Fernando VII renunciaron al trono, que pasó a manos de Napoleón, quien nombró rey a su hermano José I.
José I promulgó el Estatuto de Bayona, una carta otorgada con elementos liberales que pretendía acabar con el Antiguo Régimen, aunque tuvo escasa aplicación debido al estallido de la Guerra de Independencia (1808-1814). La invasión francesa provocó un levantamiento popular iniciado el 2 de mayo de 1808 en Madrid, duramente reprimido por las tropas francesas. La resistencia se extendió por todo el país, organizándose Juntas locales y provinciales que gobernaban en nombre del rey ausente.
1.3. Fases de la Guerra
La guerra se desarrolló en tres etapas:
- Una primera fase de levantamiento popular y victorias españolas como Bailén (1808).
- Una segunda de dominio francés, marcada por la guerrilla y el apoyo inglés.
- Una tercera de retirada francesa tras las derrotas de Vitoria y San Marcial (1813).
El conflicto terminó con el Tratado de Valençay, que permitió el regreso de Fernando VII a España en 1814.
II. Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
Tras la invasión francesa de 1808 y la ausencia del rey, se produjo en España un vacío de poder que fue cubierto por las Juntas locales y provinciales, organismos que asumieron la soberanía en los territorios no ocupados por los franceses. Estas Juntas, de composición social e ideológica diversa, agruparon absolutistas, ilustrados y liberales. Con el paso del tiempo se unificaron en la Junta Suprema Central, presidida por Floridablanca, que acabó cediendo el poder a un Consejo de Regencia en 1810. Este órgano convocó las Cortes de Cádiz con el objetivo de dotar a España de una Constitución e impulsar profundas reformas políticas.
2.1. Composición y Corrientes Ideológicas
Las Cortes de Cádiz se celebraron entre 1810 y 1813 en plena Guerra de Independencia. Fueron las primeras Cortes no estamentales de la historia española y se reunieron en Cádiz por ser una ciudad libre de ocupación francesa y contar con la protección de la armada británica. La mayoría de los diputados pertenecían a la burguesía liberal, aunque también participaron clérigos, nobles, militares e intelectuales. Entre las principales corrientes ideológicas destacaron:
- Liberales: Defensores de la soberanía nacional y del parlamentarismo.
- Absolutistas: Partidarios del Antiguo Régimen.
- Ilustrados (Afrancesados y Jovellanistas): Apoyaban reformas moderadas.
2.2. Labor Legislativa y Reformas
Las Cortes declararon que la soberanía residía en la nación y desarrollaron una importante labor legislativa destinada a desmontar el Antiguo Régimen. Entre las medidas más relevantes figuraron:
- La abolición de los privilegios nobiliarios y de los señoríos.
- La desamortización de bienes eclesiásticos y comunales.
- La supresión de los gremios y la libertad de producción, comercio e imprenta.
- La igualdad fiscal y la centralización administrativa.
- La abolición de la Inquisición.
Estas reformas sentaron las bases del liberalismo político y económico en España.
2.3. La Constitución de 1812
El principal resultado de las Cortes fue la aprobación de la Constitución de 1812, conocida popularmente como “La Pepa”. Esta fue la primera constitución liberal española y estableció principios fundamentales como:
- La soberanía nacional.
- La división de poderes (Legislativo en Cortes unicamerales, Ejecutivo en el Rey, Judicial en tribunales).
- La igualdad jurídica y el reconocimiento de derechos y libertades individuales.
- El sufragio universal masculino indirecto.
La Constitución reconocía el catolicismo como religión oficial del Estado y creaba la Milicia Nacional. A pesar de su carácter liberal, mantuvo elementos conservadores y su vigencia fue irregular, pero su valor histórico es enorme, ya que marcó el inicio del constitucionalismo español.
III. El Reinado de Fernando VII: Absolutismo y Liberalismo (1814-1833)
Tras la firma del Tratado de Valençay en diciembre de 1813, Fernando VII recuperó el trono español y regresó al país en marzo de 1814. El rey debía jurar la Constitución de 1812, pero los sectores absolutistas lo animaron a restaurar la monarquía absoluta. Respaldado por este apoyo y por el contexto internacional favorable al absolutismo, Fernando VII dio un golpe de Estado en mayo de 1814, anuló la Constitución de Cádiz y toda la obra legislativa liberal.
3.1. El Sexenio Absolutista (1814-1820)
Este periodo se caracterizó por una política de contrarrevolución. Se restauró el Antiguo Régimen: volvieron los privilegios estamentales, los señoríos, la Inquisición, los gremios y la censura, y se devolvieron a la Iglesia sus bienes y prerrogativas. Los liberales y afrancesados fueron perseguidos, encarcelados o forzados al exilio, mientras otros actuaban en la clandestinidad mediante sociedades secretas. La situación económica del país era muy grave tras la guerra, agravada por el comienzo de la emancipación de las colonias americanas.
Ante este panorama surgieron diversos pronunciamientos liberales, intentos de sublevación militar para acabar con el absolutismo, aunque todos fracasaron hasta 1820.
3.2. El Trienio Liberal (1820-1823)
En 1820 triunfó el pronunciamiento encabezado por Rafael del Riego, que obligó al rey a jurar la Constitución de 1812 y dio paso al Trienio Liberal. Durante esta etapa se restableció el régimen constitucional y se aprobaron reformas liberales como la libertad de imprenta, la abolición de la Inquisición, la desamortización de bienes eclesiásticos y la creación de la Milicia Nacional.
Sin embargo, el Trienio Liberal estuvo marcado por fuertes dificultades: divisiones internas entre liberales moderados y exaltados, oposición del rey, conspiraciones absolutistas y la hostilidad de las monarquías europeas agrupadas en la Santa Alianza. Finalmente, en 1823, Francia intervino militarmente con el ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis, restaurando a Fernando VII como monarca absoluto.
3.3. La Década Ominosa (1823-1833)
Comenzó entonces la Década Ominosa, caracterizada por una dura represión contra los liberales, ejecuciones, exilios y una estricta depuración administrativa. Aunque el absolutismo fue restaurado, el régimen se enfrentó a graves problemas económicos, agravados por la independencia definitiva de las colonias americanas. Estos conflictos sentaron las bases de la crisis sucesoria y del posterior enfrentamiento carlista.
IV. La Construcción del Estado Liberal: El Reinado de Isabel II (1833-1868)
Tras la muerte de Fernando VII en 1833, se inició en España el proceso de construcción del Estado liberal durante el reinado de Isabel II, un período marcado por la inestabilidad política, las guerras civiles y la intervención constante del ejército en la vida pública. Debido a la minoría de edad de la reina, se estableció una regencia encabezada por su madre, María Cristina, que buscó el apoyo de los liberales moderados para defender el trono frente al carlismo, defensor del absolutismo y del tradicionalismo foral.
4.1. La Regencia de María Cristina (1833-1840)
Durante la regencia de María Cristina se dieron los primeros pasos hacia el liberalismo. El Estatuto Real de 1834 instauró un régimen muy limitado y de carácter conservador, lo que provocó la oposición de los progresistas. En este contexto, la Primera Guerra Carlista obligó a profundizar en las reformas. Destacó la división provincial de 1833, que reforzó el centralismo, y la llegada al poder de Mendizábal, quien impulsó la desamortización eclesiástica para sanear la Hacienda, financiar la guerra y debilitar a la Iglesia, aliada del carlismo.
Las tensiones desembocaron en el triunfo del progresismo tras el Motín de la Granja (1836), lo que permitió la aprobación de la Constitución de 1837, de carácter liberal, que reconocía derechos individuales, establecía la división de poderes y un sufragio censatario algo más amplio.
4.2. La Regencia de Espartero (1840-1843)
La victoria posterior de los moderados y los conflictos con la Milicia Nacional provocaron la dimisión de María Cristina y el inicio de la regencia de Espartero. Su gobierno autoritario, su política económica librecambista y la represión de protestas (como el bombardeo de Barcelona) le hicieron perder apoyos, facilitando su caída mediante un pronunciamiento moderado.
4.3. El Reinado Personal de Isabel II
4.3.1. La Década Moderada (1844-1854)
Los moderados consolidaron un Estado liberal conservador: se reforzó el centralismo, se restringió el sufragio, se creó la Guardia Civil, se reformó el sistema fiscal y se promulgó la Constitución de 1845, que otorgaba amplios poderes a la Corona y limitaba las libertades. El Concordato de 1851 restableció las relaciones con la Iglesia.
4.3.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
La exclusión política de progresistas y demócratas dio lugar a numerosos pronunciamientos, destacando la Vicalvarada (1854), que abrió el Bienio Progresista. En esta etapa se intentó ampliar las reformas con la desamortización de Madoz y el impulso del ferrocarril, aunque la inestabilidad social y política provocó el regreso al poder de los sectores moderados y unionistas.
4.3.3. Crisis Final
En los últimos años del reinado aumentaron la crisis económica, el autoritarismo y el desprestigio de la monarquía, lo que favoreció la unión de progresistas, demócratas y unionistas contra Isabel II. Esta alianza culminó en la Revolución de 1868, que puso fin a su reinado.
V. El Sexenio Democrático (1868-1874)
La Revolución Gloriosa de 1868, también llamada Setembrina, supuso el derrocamiento de Isabel II y el inicio del Sexenio Democrático, una etapa de gran inestabilidad política. La revolución se explica por una combinación de factores:
- Políticos: Agotamiento del sistema isabelino, monopolizado por los moderados.
- Económicos: Grave crisis iniciada en 1866 (quiebras bancarias, paralización industrial y desempleo).
- Sociales: Desprestigio personal de la reina y malestar popular.
5.1. La Revolución y el Gobierno Provisional
En este contexto se produjo la alianza de progresistas, demócratas y unionistas, que firmaron el Pacto de Ostende (1866) con el objetivo de derribar a Isabel II y convocar Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal masculino.
La revolución estalló en septiembre de 1868 con un pronunciamiento militar en Cádiz, liderado por el almirante Topete y los generales Prim y Serrano. El levantamiento se extendió rápidamente por gran parte del país gracias a la creación de Juntas Revolucionarias, organismos de carácter popular que asumieron el poder local.
Las Juntas proclamaron un amplio programa democrático que incluía:
- Sufragio universal masculino.
- Libertades de expresión, reunión, prensa y culto.
- Abolición de las quintas y de los impuestos de consumos.
- Convocatoria de Cortes Constituyentes.
Tras la derrota del ejército fiel a Isabel II en la batalla de Puente de Alcolea, la reina se vio obligada a marchar al exilio. El control de la situación fue asumido por la Junta Revolucionaria de Madrid, que impulsó la formación de un Gobierno Provisional (octubre de 1868), presidido por el general Serrano e integrado por progresistas y unionistas.
5.2. Reformas y la Constitución de 1869
El Gobierno Provisional disolvió las Juntas para restablecer el orden y emprendió un amplio programa de reformas:
- Reconocimiento de derechos y libertades individuales.
- Libertad de cultos.
- Implantación del sufragio universal masculino.
- Reanudación de la desamortización.
- Reformas económicas de carácter liberal (establecimiento de la peseta como moneda nacional).
El Gobierno convocó elecciones a Cortes Constituyentes, que elaboraron y aprobaron la Constitución de 1869, la más democrática del siglo XIX español. Esta Constitución proclamaba la soberanía nacional, la división de poderes, una monarquía democrática y parlamentaria, amplios derechos y libertades individuales y la libertad religiosa, sentando las bases del nuevo régimen político del Sexenio Democrático.

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