19 Ago

Introducción: Federico García Lorca, Poeta y Dramaturgo

Este texto pertenece a Federico García Lorca, poeta y dramaturgo español. Nació en Fuente Vaqueros, en 1898. Perteneció a la Generación del 27. Sus estudios superiores los realizó en la Universidad de Granada. En 1919, se instaló en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde trabó amistad con poetas de su generación como Dalí y Buñuel. En Baeza, conoció a Antonio Machado, poeta insigne de la Generación del 98.

La Obra Literaria de Lorca

Producción Lírica

Dentro del género lírico, destacamos su obra inspirada en el folclore andaluz: Poema del cante jondo (1931) y Romancero gitano (1928). Su éxito literario llegó con la publicación en 1927 de Canciones. Viajó a Nueva York, y las impresiones que la ciudad dejó en su ánimo se materializaron en Poeta en Nueva York (1940).

Lorca como Dramaturgo

Lorca, como dramaturgo, fue nombrado en 1932 director de La Barraca, compañía que llevaba por los pueblos de Castilla el teatro clásico del Siglo de Oro. En sus años finales, se dedicó al teatro, y fruto de esa dedicación son sus tres grandes obras que lo convertirían en uno de los grandes dramaturgos europeos: Bodas de Sangre (1933), Yerma (1934) y La casa de Bernarda Alba (1936). Esta última es considerada su obra maestra y también la última, ya que ese mismo año estalló la Guerra Civil. El 16 de agosto de 1936, fue detenido por las fuerzas franquistas y, dos días después, fusilado en el barranco de Víznar, convirtiéndose así en el trágico símbolo de la intolerancia del fascismo.

La Generación del 27 y el Teatro

Desde el punto de vista dramático, la Generación del 27 se propuso tres objetivos: por un lado, romper con el teatro comercial; por otro, acercar el teatro al pueblo llano e incorporar las tendencias vanguardistas. Es decir, buscaban romper con toda la tradición literaria anterior y procurar el distanciamiento con lo humano (el momento histórico, el sentimentalismo, la problemática social o política). En Lorca, se produce una evolución de la experimentación vanguardista al compromiso social e, incluso, a la asimilación de lo popular. En La casa de Bernarda Alba, las ansias vitales se ven abocadas a una frustración causada por fuerzas hostiles, las cuales pueden mantenerse en un ámbito telúrico, simbolizando acaso las limitaciones inherentes a la condición humana, o bien objetivarse en un medio social que, sea tradicional o no, acaba destruyendo toda tentativa de autorrealización.

La casa de Bernarda Alba: Temas y Contexto

La casa de Bernarda Alba es un drama sobre la ausencia de libertad de las mujeres. El tema dominante es el enfrentamiento entre el individuo y la autoridad. El individuo, que defiende el amor, la libertad y el deseo, es derrotado por la autoridad (el orden, el sometimiento a las tradiciones y las convenciones sociales). El propio Lorca expresaba en alguna ocasión que, cuando se intenta conseguir la libertad, solo se consigue llegar a las habitaciones más cerradas, donde se halla la locura y la muerte. La obra se basa en la realidad, en la que lo correcto era mantener el orden y la reputación de la familia en el pueblo. Si fallecía algún familiar o persona querida, debía guardarse un luto que obligaba a vestir de negro, a no salir de casa ni a divertirse. Así pues, la obra empieza y acaba con la muerte y la represión a la que se ven sometidas las protagonistas del drama. Bernarda, que representa la autoridad irracional en toda la obra (desde su famoso «¡Silencio!» en el tercer acto), se aferra al pasado y a las tradiciones. Del mismo modo, sus hijas anhelan la libertad que toda joven de su edad desea vivir, pero que su madre impide a toda costa, temerosa del «qué dirán».

Fragmento y Temática Central

Este fragmento se sitúa en los comienzos del Acto I, durante el duelo por el marido de Bernarda.

El tema central es el enfrentamiento de dos mundos opuestos: la autoridad de Bernarda y la resignación de sus hijas.

Nos adentramos en el duelo por la muerte del marido de Bernarda. Esta obliga a sus hijas a permanecer encerradas en señal de respeto, donde la única dedicación será coser su ajuar. La frustración se manifiesta a través de Magdalena, quien condena su situación y es consciente de que esta falta de libertad le impedirá acceder al matrimonio. Es un claro reflejo de la situación de la mujer de la época.

Estructura y Elementos Dramáticos

Estructura Externa e Interna

Analizando la estructura externa, observamos una serie de diálogos directos entre los diferentes personajes de la obra. Sus nombres aparecen de forma nítida al inicio, mostrando así que su finalidad es la representación teatral. Destacamos las acotaciones continuas, indicaciones inequívocas para que los personajes (actores) lleven a cabo la interpretación teatral.

Internamente, el fragmento se divide en tres partes:

  • En la primera, Bernarda se despide (o, mejor dicho, expulsa) a las visitantes de su casa, percibiendo en ellas un único fin: criticar lo visto.
  • En la segunda parte, la protagonista deja claro el futuro de sus hijas: permanecer de luto un largo periodo de tiempo.
  • En la parte final, Magdalena, resignada, maldice su futuro, y la madre sentencia, afirmando que esta situación viene dada por su condición de mujer.

Espacio y Tiempo

Espacialmente, Lorca nos muestra una casa cerrada, una cárcel dentro de un pueblo también hermético, donde ni las aguas tienen libertad. No se encuentran ríos, sino pozos de agua estancada. En definitiva, es una zona rural convencional que recuerda las vivencias del propio escritor.

Destacamos la linealidad temporal. Todo lo ocurrido se desarrolla en una mañana y de forma cronológica. No se observan saltos temporales propios de la narrativa novelística.

Personajes Principales y Secundarios

Son varios los personajes que intervienen en este fragmento dramático. Destacamos, por encima de todos, a Bernarda, protagonista no solo en el texto, sino en toda la obra. Se nos presenta como la autoridad que ya comentamos. Ella es la ley y se manifiesta desde el inicio, golpeando con el bastón. El desprecio es otro sentimiento reseñable en Bernarda, un desprecio que, paradójicamente, va dirigido hacia su propio género y que Lorca quiere visibilizar en toda la obra («¡Eso tiene ser mujer!»).

Magdalena es otro personaje reseñable. La resignación y la debilidad son señas de identidad de la segunda hija de Bernarda («¡Lo mismo me da!», «Sé que ya no me voy a casar»).

Otras hijas que intervienen son Adela, Martirio y Amelia.

  • Adela es el contrapunto a su madre: la más pequeña, pero al mismo tiempo la más rebelde y la más enfrentada (le da un abanico de flores rojas y verdes).
  • Martirio, la cuarta hija, es más consciente de la situación que le tocó vivir. Se aprecia el luto asumido por ella, entregando a su madre un abanico negro. Como su nombre indica, es un personaje martirizado por su madre, al no aceptar su matrimonio. Si nos atenemos a su aspecto físico, diríamos que es la más fea de las hermanas.
  • Amelia, la tercera hija, es la más amable, la más tímida. Apenas habla en toda la obra y se muestra en el fragmento con una sola frase.

Poncia es otro personaje que se nos presenta. Es la criada, amiga y confidente de Bernarda. A pesar de su amistad, la critica y la tacha de tirana, siendo conocedora de todo lo ocurrido en la casa.

Haremos mención a la Mujer 4ª y a la Muchacha, personajes anónimos que intervienen en el duelo y que representan los valores tradicionales de la época: el luto en señal de respeto hacia el difunto.

Funciones del Lenguaje y Rasgos Lingüísticos

Funciones del Lenguaje

Son varias las funciones del lenguaje presentes: vemos constantemente la primera persona a través del «yo» emotivo («Yo no tengo calor», «Sé que no me voy a casar»), así como oraciones exclamativas para enfatizar la expresión del hablante («¡Cómo han puesto la solería!»). Por lo tanto, destacamos la función expresiva.

También indicamos la función conativa, que hace uso de la segunda persona para apelar a la interlocutora de la conversación («¿Y tú?», «No tendrás queja ninguna»).

La función referencial se refleja en la utilización de la tercera persona dentro de las acotaciones.

No nos olvidamos de la función poética, tratándose de un texto literario donde el lenguaje estético queda patente mediante figuras estilísticas.

Rasgos Lingüísticos

Analizando los rasgos lingüísticos, podemos apreciar diferentes elementos:

  • Semánticamente: antónimos (hombre/mujer) y recursos como metáforas (cueva para referirse a la casa, veneno de sus lenguas), e hipérboles (igual que si hubiera pasado una manada de cabras).
  • Morfosintácticamente: indicamos algunas deixis presentes (como «dame uno negro» (abanico), «tome usted el mío»), adjetivos valorativos (envenenada, oscuro…). El tiempo verbal dominante es el presente (salen, tengo, inicia); también señalamos algunas perífrasis verbales (podéis empezar, van desfilando, tiene que hablar). Repeticiones importantes (días y días, pueblo sin ríos, pueblo de pozos), resaltando de esta forma la espera y la zona rural a la que pertenece. Otros elementos son los continuos determinantes posesivos, que enfatizan el carácter posesivo y autoritario de la protagonista. Son frecuentes las oraciones exclamativas e imperativas («¡Madre, no hable usted así!»).

El autor nos quiere poner en evidencia la clase social de los personajes mediante vulgarismos como haceros (por haced).

Simbología Lorquiana en la Obra

Para finalizar, señalamos la simbología lorquiana en el texto: los colores son indicios evidentes de los estados de ánimo de los personajes; el negro, por ejemplo, simboliza tristeza, angustia y, en definitiva, la muerte en vida. Frente a este, el rojo (vida) y el verde (pasión, rebeldía) son sentimientos encontrados en Adela.

La muerte no solo queda representada a través del negro, sino también en los pozos. En cambio, los ríos hacen referencia a la vida denostada. Importante es el viento en la simbología del escritor, que representa el erotismo que ansían las hijas y del cual reniega Bernarda. Por último, no podríamos olvidar el carácter autoritario, notorio en todo el texto y que se nos muestra por medio del bastón.

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