14 Ago

Capítulo I:
Un hidalgo de la Mancha, de clase noble baja, de unos 50 años de edad, de complexión recia pero seca, da en leer libros de caballerías hasta llegar a perder el juicio. Determina, enloquecido por las fantasías leídas en esos libros, hacerse caballero andante y, como tal, ir a buscar aventuras. Para ello, prepara sus armas (desfasadas armas), revisa su caballo y le pone nombre (Rocinante), se pone nombre a sí mismo, como caballero que va a ser, (don



Quijote de la Mancha) y busca una dama a la que amar y servir (Dulcinea del Toboso).
Capítulo III:
Después de cenar, don Quijote pide al gobernador del castillo (el ventero) que, tras velar las armas, le arme caballero, y así poder ir a buscar aventuras como caballero andante. El ventero, cerciorándose de su falta de juicio, se burla de él haciéndole creer que él también es caballero y diciéndole que sí le armará y aconsejándole que se provea de dineros y de otras cosas necesarias. Don Quijote vela las armas en un patio del castillo (el corral de la venta). Durante la vela, un arriero, y después otro, acuden al pozo para dar de beber a sus animales de carga, para lo cual deben apartar las armas que don Quijote está velando. Éste defiende la vela y agrede a los arrieros. Los compañeros de éstos comienzan a arrojar piedras a don Quijote, y el ventero, para evitar más problemas, decide abreviar ceremonias: da por terminada la vela de armas y seguidamente arma caballero a don Quijote, ayudado de las dos prostitutas (doncellas; la Tolosa y la Molinera). Don Quijote agradece haber sido armado caballero, y sale de la venta.
Capítulo IV:
Don Quijote, ya hecho caballero andante, sale de la venta pero, siguiendo los consejos del ventero, decide volver a su casa para proveerse de lo necesario, además de escudero. En el camino de vuelta le suceden sus dos primeras aventuras:
• Socorre a un muchacho de quince años, criado de un rico labrador de Quintanar, al que éste está azotando por no prestar cuidado al hato de ovejas. Bastará que don Quijote se aleje para que el labrador siga con su castigo.
• Pretende hacer confesar a unos mercaderes toledanos que van camino de Murcia que Dulcinea del Toboso es la más hermosa del mundo. Uno de los mercaderes, viendo su locura, se burla de él; don Quijote entonces le acomete, pero tropieza y cae, y un mozo de mulas aprovecha la ocasión para molerle las costillas.



Capítulo 41
Por la noche llevaron a don Quijote y a Sancho hacia el caballo y le dijeron que deberían taparse los ojos porque la altitud que iban a alcanzar era muy grande y se podía marear. Don Quijote y Sancho accedieron, y al momento les dijeron que para activar el caballo había que mover una clavija que se encontraba en el cuello del caballo. Y para bajarse del caballo cuando llegasen tendrían que esperar a que este relinchara.
Cuando don Quijote apretó la clavija todos los allí presentes se despedían como si realmente se estuvieran moviendo, incluso imitaban el calor de la altitud y el movimiento del viento. Al cabo de un rato los allí presentes encendieron la cola de Clavileño el cual al estar lleno de cohetes salió disparado por el aire tirando a don Quijote y a Sancho al suelo. Cuando se levantaron vieron que no se habían movido del lugar y que a su alrededor estaban los mismos personajes que antes y observaron también que junto a ellos había una lanza con un mensaje el cual decía que don Quijote había vencido con solo intentarlo y que Malambruno se contentaba con eso y había desencantado a la Trifaldi y a sus doncellas. También decía que igualmente se desencantaría Dulcinea en cuanto Sancho cumpliera lo prometido. Cuando el Duque leyó la carta felicitó efusivamente a don Quijote por su hazaña.
Sancho le dijo a la Duquesa que durante su viaje en Clavileño se había quitado el pañuelo y había visto cómo el mundo y las personas eran muy pequeñas desde esas alturas, la Duquesa al decirle que eso era imposible Sancho le respondió que mediante el encantamiento nada era imposible. Sancho prosiguió contando que había estado tan cerca del sol que había podido comprobar que realmente era muy grande, también dijo que se habían detenido en la constelación de las siete cabrillas ya que como Sancho había sido cabrero se entretuvo un poco con ellas.



Capítulo 64
Un día mientras don Quijote paseaba, armado, por la playa se encontró a un hombre que se hacía llamar el Caballero de la Blanca Luna. Este le dijo que había ido a buscar a don Quijote para hacerle confesar que su dama era más bella que la de don Quijote. Al no admitir esto don Quijote, decidieron batirse en duelo. El trato era que si don Quijote perdía debería admitir que su dama no era la más hermosa y debería permanecer un año de vida sosegado en su pueblo sin utilizar las armas. Si don Quijote vencía sería él quien decidiera acerca de la vida del otro caballero y se quedaría con sus armas, fama y caballo.
Una vez en la batalla don Quijote salió derrotado y humillado frente al Caballero de la Blanca Luna. Don Quijote se vio obligado a cumplir su palabra y dijo que se retiraría un año de la caballería pero reafirmó que su dama era la más bella del mundo. Después de la batalla el Caballero de la Blanca Luna se marchó y a don Quijote le llevaron a la ciudad en una silla de mano.
Capítulo 65
Don Antonio que había perseguido al Caballero de la Blanca Luna hasta un mesón descubrió que en realidad era el bachiller Sansón Carrasco que quería que don Quijote volviese a casa a curarse de su locura. Don Antonio al oír esto le dijo que era tonto ya que quería curar de la locura al loco más gracioso que hay en el mundo, pero que no le diría nada de eso a don Quijote para que así cumpliera su palabra.
A los pocos días del vencimiento don Quijote y Sancho volvían a su pueblo ya que debía de cumplir su palabra. Don Quijote iba a caballo y Sancho andando ya que el asno llevaba las armas de don Quijote.


Capítulo 72
Al cabo de unos días entraron en un mesón en donde encontraron a un personaje del Quijote de Avellaneda, don Álvaro de Tarfe, el cual acabó reconociendo que aquellos que tenía delante eran los verdaderos don Quijote y Sancho y no los que describía el autor de su libro, Avellaneda. Don Quijote le pidió a don Álvaro que hiciese una declaración en la cual decía y afirmaba que el Quijote de Avellaneda era totalmente falso y que todo lo que en él se decía era mentira.
A la noche siguiente don Quijote y Sancho divisaron la aldea donde vivían y desde lo alto de la colina Sancho se arrodillo y dijo que allí llegaban los habitualmente habitantes de la aldea. Don Quijote y Sancho no estaban muy bien parados pero allí se encontraban sanos y salvos.

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