04 May
Los Reyes Católicos: Unión Dinástica y Consolidación del Estado
En 1469 se casaron Fernando (hijo de Juan II de Aragón) e Isabel (hermana de Enrique IV de Castilla), quien se proclamó reina en 1474 tras derrotar a su sobrina Juana en la Batalla de Toro. Fernando heredó la corona de Aragón en 1479. En la monarquía hispánica, que aglutinó las dos Coronas, los reyes tenían la misma capacidad de decisión política (Concordia de Segovia). Pero fue una unión personal, no institucional, ya que cada reino mantenía sus leyes, instituciones, sistemas monetarios y fronteras.
Las diferencias entre la Corona de Aragón y la de Castilla eran notables. Castilla era superior en extensión, riqueza económica y población, contaba con Cortes, moneda e instituciones comunes y no tenía aduanas interiores; mientras que Aragón estaba formado por tres reinos (Aragón, Cataluña y Valencia) con instituciones propias. Se llevó a cabo un fortalecimiento de la autoridad real y la modernización del Estado, y se centralizó el Estado con la creación del Consejo de Castilla, órgano de gobierno y justicia, que después se completó con el Consejo de Aragón y otras instituciones especializadas como la Inquisición, la Santa Hermandad y un ejército permanente (Consejo de América). A nivel de justicia, se establecieron en ambos reinos las Chancillerías y las Audiencias. El control territorial aumentó a través de virreyes y corregidores. Conseguida la unión de los dos grandes reinos, los Reyes Católicos desearon conquistar Granada para completar la unidad peninsular.
La Expansión Ultramarina y el Descubrimiento de América
La guerra comenzó en 1482 aprovechando el incidente de la toma de Zahara y las luchas internas del reino nazarí. Castilla ganó y la última campaña fue el asedio de la ciudad de Granada. El 2 de enero de 1492, los Reyes Católicos recibieron de Boabdil las llaves de la Alhambra y culminaron el proceso de Reconquista. Los musulmanes que no emigraron fueron obligados a convertirse al cristianismo (moriscos), pero en 1492, para completar la unidad religiosa, los judíos fueron expulsados.
La expansión se debió a causas económicas, técnicas e ideológicas. Cristóbal Colón, tras ser rechazado por Juan II de Portugal, defendió esta idea ante los Reyes Católicos, que aceptaron el viaje al terminar la conquista del reino de Granada. En 1492 firmaron las Capitulaciones de Santa Fe que daban a Colón el título de almirante, virrey y gobernador. Llegó el 12 de octubre a una isla bautizada San Salvador. A través de la Bula Inter Caetera, el Papa Alejandro VI (1493) asignó a la Corona castellana las nuevas tierras descubiertas. Juan II de Portugal no aceptó la resolución y se firmó el Tratado de Tordesillas (1494), trasladando la línea de demarcación al oeste de Cabo Verde. Hubo tres viajes más, pero Colón murió sin saber que había descubierto un nuevo mundo.
Conquista y Organización de los Territorios Americanos
En el siglo XVI, las capitulaciones de conquista obtenían el permiso de la Corona para explorar y conquistar nuevas tierras. En 1519, Hernán Cortés conquistó el Imperio azteca. En 1531, Francisco Pizarro se hizo con el control de los incas al llegar a Cuzco y extenderlo a la totalidad del Imperio.
En la segunda mitad del siglo XVI, se consolidó el dominio y poblamiento de las zonas conquistadas, implantando el modo de vida europeo, y se continuó la expansión hacia el norte de México y sur de Estados Unidos, y al Amazonas y el Río de la Plata. Tras la conquista, se organizaron la administración y la economía de los nuevos dominios, estableciendo instituciones metropolitanas para organizar y controlar el comercio con América: la Casa de Contratación, creada en 1503 por los Reyes Católicos, y el Consejo de Indias, creado en 1524 por Carlos I para legislar sobre Indias, nombrar cargos y fiscalizar el comercio con América. En América, se establecieron instituciones como la figura del virrey (asesorados por audiencias, gobernadores, cabildos y corregidores a nivel de los municipios).
El Apogeo de los Austrias: Carlos I y Felipe II
El siglo XVI comienza con el reinado de Carlos I y Felipe II (dinastía de los Austrias), marcando una política de dominio europeo y colonial. Carlos I heredó territorios que incluían la Corona de Aragón y el Sacro Imperio Romano Germánico, lo que provocó el levantamiento de las Comunidades en Castilla. Este conflicto culminó en la batalla de Villalar en 1521. En 1556, Carlos V abdicó, y el imperio se dividió entre su hermano Fernando y su hijo Felipe II, quien estableció su poder en Castilla y fue reconocido como rey de Portugal en 1580. Durante su reinado, enfrentó varias rebeliones internas, como la de los moriscos en 1568 y la de Aragón a finales del siglo, ambas sofocadas militarmente.
Política Exterior
En el ámbito exterior, Carlos I y Felipe II buscaron mantener la unidad territorial y religiosa, enfrentándose a Francia, los turcos y los príncipes alemanes. A pesar de victorias como Pavía (1525) y Lepanto (1571), debieron aceptar la libertad religiosa en la Paz de Augsburgo (1555). La Guerra de Flandes (1566-1648) y el fracaso de la Armada Invencible en 1588 marcaron otros conflictos significativos de su reinado.
La Crisis del Siglo XVII: Los Austrias Menores
El Reinado de Felipe III
Con Felipe III (1598-1621), el gobierno se delegó en el valido Duque de Lerma, quien fue sucedido por su hijo, el Duque de Uceda. Un conflicto interno importante fue la expulsión de los moriscos en 1609.
El Reinado de Felipe IV y la Unión de Armas
Durante el reinado de Felipe IV (1621-1665), el Conde-Duque de Olivares intentó centralizar el poder mediante la Unión de Armas, lo que provocó crisis en varias regiones. En 1640, se produjo la rebelión en Cataluña, conocida como el Corpus de Sangre, que buscó integrar la región en la Corona francesa. La guerra civil terminó en 1652 con la rendición de Barcelona. Otras revueltas también surgieron en Aragón, Andalucía, Nápoles y Portugal, donde la independencia se consolidó en 1668 tras la proclamación del duque de Braganza como rey.
La Guerra de los Treinta Años y el Fin de la Hegemonía
La participación de los tercios españoles en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) buscó apoyar al emperador austriaco, aunque culminó en derrotas significativas, incluyendo Rocroi. La Paz de Westfalia (1648) reconoció la independencia de las Provincias Unidas, y la Paz de los Pirineos (1659) cedió territorios a Francia, marcando el fin de la hegemonía española.
El Reinado de Carlos II y el Fin de la Dinastía
Carlos II (1665-1700) heredó la Corona a los cuatro años, con su madre como regente. Su reinado se caracterizó por crisis económica y social. Murió sin descendencia, lo que desencadenó la Guerra de Sucesión y el inicio de la dinastía de los Borbones.
Economía y Sociedad en los Siglos XVI y XVII
El Siglo XVI: Crecimiento y Expansión
El siglo XVI se caracterizó por un crecimiento demográfico en la Corona de Castilla, mientras que la Corona de Aragón apenas experimentó aumentos significativos. En el Nuevo Mundo, las enfermedades europeas y las duras condiciones impuestas a los indígenas causaron un drástico descenso poblacional, lo que fomentó el tráfico de esclavos africanos. La demanda de productos desde América impulsó la agricultura y expandió la industria artesanal, especialmente en los gremios textiles castellanos. Sin embargo, la monarquía favoreció la exportación de lana y protegió la industria textil flamenca, perjudicando el mercado local. El comercio se expandió, especialmente en las ciudades castellanas, mientras que el comercio mediterráneo en Aragón se estancó por la presencia turca.
El Siglo XVII: Crisis y Recuperación Parcial
En el siglo XVII, España enfrentó una crisis económica y un descenso demográfico debido a epidemias, la expulsión de los moriscos, la emigración a América y la Guerra de los Treinta Años. La ganadería y la demanda de artesanías y comercio disminuyeron, y la presión fiscal provocó devaluación monetaria. La producción agrícola se vio afectada por malas cosechas, lo que llevó a hambrunas y empobrecimiento de las clases populares. Los prejuicios sociales contra el trabajo manual limitaron el desarrollo económico y debilitaron a la burguesía, mientras el comercio quedó dominado por extranjeros. A partir de 1680, la economía comenzó a recuperarse con la creación de la Junta de Comercio y un reajuste monetario. Durante este tiempo, países como Inglaterra y los Países Bajos emergieron como nuevas potencias económicas, superando a España y Francia en comercio e industria.
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