29 Abr
El Desastre de 1898 y sus Consecuencias
El régimen de Cánovas no prestó mucha atención al imperio colonial, adoptando una política de “recogimiento” y manteniéndose al margen de las grandes alianzas internacionales. Esta neutralidad se basaba en la idea de la decadencia e inferioridad de España frente a las grandes potencias europeas. A finales del siglo XIX, las principales posesiones de España eran Cuba, Puerto Rico, Filipinas y algunos islotes y archipiélagos en el Pacífico.
El Imperio Colonial Español a finales del Siglo XIX
Posesiones y Política Colonial
- África y Micronesia: Los derechos sobre el norte de África fueron reconocidos en la Conferencia Internacional de Madrid sobre Marruecos en 1880. En Micronesia, España se enfrentó a Gran Bretaña y Alemania, especialmente por un conflicto comercial en las Carolinas, que se resolvió con la intervención del Papa León XIII, otorgando a España la soberanía y a Alemania ventajas económicas.
- Cuba: En Cuba, el conflicto intentó resolverse con la Paz de Zanjón en 1878, que prometía nuevas condiciones administrativas y políticas, la abolición de la esclavitud y una amnistía. Sin embargo, la lentitud en la implementación de estas promesas aumentó las ansias independentistas, ya que España obligaba a comprar productos caros y dificultaba la exportación directa. Esto generó un mayor apoyo tanto dentro de la isla como de los Estados Unidos.
- Filipinas: En Filipinas, la población era escasa y la inversión de la metrópoli era mínima. El control era mantenido principalmente por el ejército.
La Radicalización Independentista y la Guerra
En 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano con una ideología independentista.
En 1895, se produjo el Grito de Baire, que convocaba a la insurrección, liderada por Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo. La guerra en Cuba pasó por varias etapas:
Desarrollo del Conflicto en Cuba
En un primer momento, el gobierno liberal español envió al general Martínez Campos, quien regresó a la península tras negarse a aplicar medidas represivas sobre la población civil. En 1896, la situación empeoró con una nueva insurrección en Filipinas.
En un segundo momento, el gobierno conservador envió al general Weyler, quien aplicó una política represiva muy severa. Dividió el territorio en líneas fortificadas y concentró a la población civil en campos de concentración para evitar su apoyo a los insurgentes. La guerra se convirtió en una lucha de desgaste, con España enviando 220.000 soldados, mientras que los guerrilleros se beneficiaban del apoyo estadounidense y tenían mejor conocimiento del terreno.
Insurrección en Filipinas
En Filipinas, la insurrección fue provocada por la falta de autonomía y el excesivo poder de las órdenes religiosas. José Rizal fundó la Liga Filipina, que buscaba la expulsión de los españoles, la confiscación de grandes propiedades y la independencia. Tras la ejecución de Rizal, Emilio Aguinaldo se convirtió en el líder de la insurrección.
Intervención de Estados Unidos y el Fin de la Guerra
En 1897, España intentó un nuevo proyecto de autonomía para pacificar la situación, pero la intervención de Estados Unidos fue determinante. La opinión pública estadounidense presionó por la guerra, que se desató tras la voladura del acorazado Maine en el puerto de La Habana en febrero de 1898, en la que murieron 254 soldados estadounidenses. Estados Unidos inicialmente intentó comprar Cuba por 300 millones de dólares, pero tras el rechazo español, declaró la guerra en mayo de 1898.
La superioridad militar estadounidense resultó en una rápida derrota para España en batallas clave como las de Cavite (mayo de 1898) y Santiago de Cuba (julio de 1898). El 12 de agosto, España solicitó un armisticio, que culminó en la Paz de París el 10 de diciembre de 1898, donde España renunció a Cuba y cedió Filipinas, Puerto Rico y Guam a Estados Unidos, a cambio de 20 millones de dólares.
España conservó algunas pequeñas posesiones en el Pacífico, pero pronto cedió las Islas Marianas, las Carolinas y las Palaos a Alemania en el Tratado Hispano-Alemán de 1899 por 15 millones de dólares, y en 1900, Estados Unidos compró Cagayán y Sibutú por 100.000 dólares.
Las Consecuencias del Desastre del 98
El Desastre del 98 tuvo varias consecuencias negativas:
- Pérdidas demográficas: Se estima que entre 50.000 y 100.000 soldados españoles murieron, muchas veces debido a enfermedades infecciosas más que al combate. La mayoría de estos soldados provenían de las clases bajas, lo que provocó protestas contra la guerra.
- Perjuicios psicológicos y morales: El elevado número de muertos y el regreso de muchos soldados heridos, mal atendidos y muriendo en el proceso, causaron un profundo impacto en la conciencia nacional. La derrota también destacó la debilidad de España, incapaz de mantener el control sobre sus últimas colonias en América, lo que afectó al prestigio de los militares.
- Pérdidas materiales: España perdió mercados clave para la exportación de productos como azúcar, cacao y café, lo que afectó negativamente a su economía.
- Crisis política: La derrota causó el desgaste de los partidos dinásticos, especialmente del Partido Liberal. La salida de Sagasta marcó el fin de la primera generación de líderes de la Restauración, dando paso a nuevas figuras políticas.
Además, surgió un movimiento intelectual a favor de la regeneración de España, conocido como el regeneracionismo. Entre sus principales defensores estuvo Joaquín Costa, quien argumentaba que los problemas del país provenían del aislamiento electoral, la corrupción de los partidos y el atraso económico y social en comparación con las potencias europeas. Los regeneracionistas proponían una reforma profunda del sistema político, educativo y de infraestructuras, pero sus ideas no se materializaron en un movimiento político real.
Las Desamortizaciones en España: La Ley de Madoz
Durante el Bienio Progresista se aprobó la segunda gran desamortización iniciada con la Ley de Madoz de 1855, donde se establecía la venta en subasta pública de toda clase de propiedades rústicas y urbanas pertenecientes al Estado, a la Iglesia, y a los propios y baldíos de los Municipios, por lo que también se conocía como Desamortización general o Desamortización civil. Madoz ponía a la venta los bienes comunales y de baldíos y se desarrolló a gran velocidad, mediante el pago de un 10% de entrada y el resto aplazado, y admitiéndose sólo el abono en efectivo. El procedimiento utilizado para las ventas fue una copia del de Mendizábal; sin embargo, había dos diferencias claras. Una se refería al destino del dinero obtenido dedicado no sólo a amortizar la deuda y a las necesidades de la Hacienda, sino que fue dedicado a la industrialización del país y de modo más concreto, a la expansión del ferrocarril. La otra diferencia estaba en la propiedad de dicho dinero: el Estado no era el propietario, sino los ayuntamientos. Aquel percibiría el importe de las ventas en nombre de estos y lo transformaría en lo que hoy podrían ser bonos del Estado, lo cual significaba que este se convertía en custodio de los fondos de los ayuntamientos, utilizándolos para el bien de todos.
Consecuencias de la Desamortización de Madoz
Las consecuencias de esta segunda desamortización fueron:
- La eliminación de la propiedad comunal y de lo que quedaba de la eclesiástica, lo que provocó:
- En el primer caso, un agravamiento considerable de las condiciones de vida y la situación económica del campesinado privado del uso y disfrute de los antiguos bienes del Concejo, produciéndose levantamientos de campesinos andaluces.
- En el segundo, una ruptura de las relaciones con la Iglesia, ante la flagrante violación del Concordato de 1851.
Impacto Social y Económico de las Desamortizaciones
Se contribuyó al cambio hacia una sociedad burguesa, porque la burguesía se apoderó (al comprarla en las subastas) de una enorme extensión de tierras (latifundios) que antes era, fundamentalmente, de la Iglesia, lo que le dio a esta nueva clase social un gran poder económico y social.
Las desamortizaciones afectaron de un modo desigual a la sociedad:
- POSITIVAMENTE:
- A la gran nobleza, que aumentó su base económica, la gran propiedad al comprar las tierras desamortizadas.
- A los grandes burgueses, que se convirtieron en grandes terratenientes al comprar muchas de las tierras desamortizadas.
- NEGATIVAMENTE:
- Al clero, que perdió sus propiedades.
- A los campesinos arrendatarios o subarrendatarios, quienes empeoraron sus condiciones de alquiler de tierras.
- A los jornaleros: el número de campesinos jornaleros aumentó porque muchos de los campesinos, si no pagaban la renta, eran expulsados de las parcelas y se convertían en jornaleros.
Con las desamortizaciones se consolidó el régimen liberal, pero no produjo un aumento significativo de la producción agraria y, por el contrario, la propiedad se concentró más. Ninguna de las dos desamortizaciones llegó a culminarse; ambas podían haberse realizado con más rendimiento para el Estado y se podían haber aprovechado para repartir la tierra entre el campesinado, iniciando un verdadero proceso de reforma agraria.
Pero ni los nuevos propietarios invirtieron en la modernización de la explotación agraria, ni se creó una clase de propietarios medios, por lo que no se dieron las circunstancias favorables para que la agricultura sirviera de base a la Revolución Industrial al no existir un mercado interior, debido al escaso poder adquisitivo de la población. Por otra parte, los capitales generados por la venta de propiedades desamortizadas tampoco se destinaron a la industria, por lo que el proceso de desamortización no contribuyó al crecimiento económico.
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