01 Jun

La España Franquista: Evolución y Desafíos (1939-1975)

Política Exterior y Aislamiento Internacional (1939-1955)

Tras la Guerra Civil, el régimen franquista recibió con entusiasmo la Segunda Guerra Mundial, convencido de la inminente victoria de las potencias del Eje. Aunque España se declaró neutral, la influencia de la Falange impulsó un apoyo ideológico y logístico al Eje. Franco negoció con Hitler y Mussolini su posible participación en la guerra, pero sus exigencias (recursos y territorios coloniales) fueron rechazadas, por lo que España adoptó una postura de no beligerancia. Pese a ello, colaboró indirectamente con el Eje, prestando apoyo logístico y enviando la División Azul a combatir en el frente ruso contra la URSS.

En 1943, cuando el desenlace del conflicto favorecía a los Aliados, España volvió a declararse neutral, pero sus vínculos con el fascismo provocaron su aislamiento internacional. Fue excluida de la ONU, se retiraron los embajadores extranjeros y quedó fuera del Plan Marshall. Ante la presión internacional, Franco intentó mejorar la imagen del régimen con reformas simbólicas, aunque insuficientes.

La Guerra Fría favoreció a España, al considerarse un aliado frente al comunismo. En 1950, la ONU levantó el aislamiento. En 1953, Franco firmó un Concordato con el Vaticano y los Pactos de Madrid con EE. UU., lo que facilitó la entrada en la ONU (1955). Esta alianza con la Iglesia se consolidó con el Concordato de 1953, que otorgó a la Iglesia control sobre la educación y reforzó la legitimidad internacional del régimen.

La Transformación Económica: El «Milagro Español» (1957-1973)

En 1957, Franco incorporó a tecnócratas del Opus Dei a su gobierno, iniciando una etapa de apertura económica y modernización del país. Estos ministros eran profesionales con formación en economía, derecho e ingeniería, que mantenían posturas conservadoras en lo político y social, pero defendían una liberalización económica. Su objetivo era superar la grave crisis económica que sufría España. Entre 1957 y 1959, se aplicaron reformas como la devaluación de la peseta y una reforma fiscal. Sin embargo, el verdadero cambio llegó con el Plan de Estabilización de 1959, que abandonó la autarquía y abrió la economía al exterior. Aunque inicialmente aumentó el desempleo y redujo el poder adquisitivo, pronto bajó la inflación y mejoraron las reservas de divisas.

Factores como la emigración, las inversiones extranjeras y el auge del turismo contribuyeron al crecimiento económico. A partir de 1962, se impulsaron tres Planes de Desarrollo bajo la dirección de López Rodó, que planificaron la industrialización, la modernización de infraestructuras y la preparación para una futura integración en la CEE. Esta etapa, conocida como el «milagro español», transformó profundamente la economía del país. Sin embargo, también surgieron desequilibrios territoriales, contaminación y urbanización acelerada, problemas que la crisis del petróleo de 1973 puso de manifiesto.

El Tardofranquismo: Crisis y Auge de la Oposición (1969-1975)

El tardofranquismo, comprendido entre 1969 y 1975, fue la etapa final de la dictadura de Franco, marcada por la decadencia del régimen y el surgimiento de condiciones que facilitaron la Transición democrática. Uno de los principales factores fue la crisis económica derivada del modelo de crecimiento basado en el turismo y la construcción, sectores muy vulnerables. La crisis del petróleo de 1973 afectó gravemente a España, provocando inflación, desempleo y endeudamiento externo. Esta situación generó gran malestar social, un aumento de las huelgas y el fortalecimiento del movimiento sindical clandestino, liderado por Comisiones Obreras (CCOO) y el PCE.

Paralelamente, la modernización del país dio lugar a una sociedad más urbana, con una clase media crítica y trabajadora políticamente más consciente. La emigración y el turismo también introdujeron ideas democráticas. La oposición política creció, con partidos como el PCE, el PSOE y nacionalistas vascos y catalanes ganando influencia. Además, se intensificaron las protestas estudiantiles y la actividad terrorista, especialmente de ETA. El régimen sufrió una crisis interna entre “aperturistas” e inmovilistas. El asesinato de Carrero Blanco en 1973 agravó el vacío de poder. La salud de Franco empeoraba, y la presión internacional aumentaba, dificultando la integración en Europa. Su muerte en 1975 abrió el camino a la Transición democrática con el rey Juan Carlos I.

Focos de Oposición Interna y Presión Internacional

Mientras la oposición exterior perdía peso, como se evidenció en el fracaso del Congreso de Múnich, dentro de España surgieron movimientos obreros, estudiantiles y nacionalistas. Los principales focos de oposición fueron:

  • El movimiento obrero, organizado en torno a CCOO.
  • Las movilizaciones estudiantiles, que convirtieron las universidades en centros de protesta.
  • Las asociaciones vecinales, que criticaban la falta de servicios públicos.
  • La Iglesia católica, que tras el Concilio Vaticano II (1962) adoptó en parte una postura crítica hacia la dictadura. Sacerdotes vascos, influenciados por la Teología de la Liberación, participaron activamente en la oposición: denunciaron públicamente la represión, organizaron encierros y se solidarizaron con presos políticos. La represión incluyó la apertura de una prisión especial en Zamora para religiosos, principalmente vascos. El episodio más tenso fue la homilía del obispo Añoveros en 1974, en defensa de la identidad vasca. El régimen intentó expulsarlo, pero la presión del Vaticano y del cardenal Tarancón forzó la retirada de la orden. Este conflicto evidenció la ruptura entre el franquismo y sectores de la Iglesia, consolidando a la Iglesia vasca como un agente clave de oposición. Aunque el gobierno respondió con represión, también aprobó la Ley de Libertad Religiosa para suavizar tensiones.
  • En el ámbito político, el PCE lideró la oposición clandestina, aunque con escaso éxito. Surgieron también grupos marxistas radicales como el FRAP y ETA.

A nivel internacional, el IV Congreso del Movimiento Europeo, celebrado en Múnich en 1962, reunió a 118 opositores del interior y del exilio, excluyendo al PCE. La declaración emitida exigía democratización como condición para la integración de España en Europa. Franco respondió con represión y calificó el evento como el «contubernio de Múnich».

La Oposición en el País Vasco: Un Caso Emblemático

Entre 1960 y 1975, la oposición al franquismo en el País Vasco se intensificó notablemente, a pesar de la aceptación internacional del régimen. Los cambios sociales y económicos, junto con la falta de reformas políticas, impulsaron movimientos de resistencia en el interior del país. En Euskadi, tres actores fueron clave:

  • El movimiento obrero, que optó por infiltrarse en los sindicatos franquistas y organizar huelgas masivas, lideradas por Comisiones Obreras. La represión fue dura, con estados de excepción y numerosos despidos.
  • La Iglesia vasca, que adoptó una actitud crítica: denunció la represión, apoyó la identidad vasca y protagonizó protestas, como el encierro en Derio o el discurso del obispo Añoveros en 1974.
  • ETA, surgida en 1959 tras separarse de EKIN, evolucionó del nacionalismo al marxismo revolucionario. Inició la lucha armada en 1968, asesinó a Melitón Manzanas y ganó notoriedad con el asesinato de Carrero Blanco en 1973. La escisión entre ETA-m y ETA-pm en 1974 reflejó tensiones internas. La ejecución de Txiki y Otaegi en 1975 marcó el último acto represivo del franquismo antes de la muerte de Franco.

El PNV, debilitado por su inactividad y divisiones internas, perdió protagonismo.

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