17 Sep

El lingüista André Martinet destacó por primera vez la doble articulación como el rasgo carácterístico del signo lingüístico. Primera articulación: los monemas Los monemas son cada una de estas unidades mínimas dotadas de significado:
Queso-s: Producto obtenido por maduración de la cuajada de la leche- masculino plur. Segunda articulación: los fonemas Las palabras pueden fragmentarse en otras unidades más pequeñas carentes de significado e indivisibles: los fonemas Queso: /keso/

Saussure se detiene a explicar el concepto de arbitrario, para aproximarlo más a la categoría de inmotivado que a la de «libertad del hablante para cambiar aspectos del lenguaje». El signo, o, más específicamente, el significante, es arbitrario en relación con su significado.

En segundo lugar, Saussure nos muestra la posible objeción del caso de las exclamaciones, que son vistas en una primera impresión como expresiones dictadas por «la naturaleza». A esto se responde que, en la mayoría de los casos, el lazo entre el significante y el significado no existe (Para ello, Saussure compara el aie! Francés con el au! Alemán). Además, remata Saussure, varias exclamaciones no son más que huellas de viejas palabras de sentido determinado.

Saussure distingue Signo de Símbolo, debido al efecto que el segundo da de naturalidad en relación con el significado; mas la aclaración esbozada por Saussure a este respecto deja también al símbolo en un plano de arbitrariedad, ya que éste no es en sí natural en su relación con el significado, sino que la convencíón y la costumbre colectiva le atribuyen esa naturalidad.

La lengua no puede guardar en sí una relación natural con el significante, sino más bien formal, convencional y arbitraria, aún cuando, como en el caso de los símbolos, parezca que esto pasa por otro lado.

Para Saussure, la lengua es un sistema de signos.            

El signo lingüístico es una entidad con dos caras: es la uníón entre un concepto o idea (significante) y una imagen acústica (significado) que se corresponden recíprocamente. La imagen acústica no es el sonido, sino la representación mental de la cadena de sonidos que se corresponden con un determiando concepto (si pensás en el sonido de una palabra sin pronunciarla, no hay sonido físico pero sí una imagen acústica). 

El significado es una representación psíquica. Esto quiere decir que el significado no sería el árbol como objeto real, sino la idea que la persona  se hace del árbol. El significante ha sido considerado la parte material del signo (el sonido o la letra escrita) y permite que el significado se haga presente. Según él, los signos lingüísticos están en la mente.

Según Saussure, la carácterística de los signos es que son:

Arbitrarios: porque no hay ninguna necesidad para que el significante á-r-b-o-l esté asociado a la idea de árbol; podría haber sido cualquier otra cadena de sonidos y, de hecho, en otros idiomas, la relación se da con otras cadenas de sonidos, como por ejemplo en inglés es la palabra «tree».

Convencionales: porque nacen del acuerdo tácito dentro de una comunidad. Para los hispanohablantes, quien fija la relación significado-significante es la Real Academia Española.

1. El corolario del significado unitario busca un significado único para una forma lingüística distinta. Desde aquí, Coseriu distingue entre significado único y significado unitario, y luego polisemia y variación semántica. De esto concluye en que puede darse que el significado de una forma pueda no ser único, pero sí debe entenderse como unitario. Esto es un concepto importante para comprender por qué los hablantes emplean una palabra para muchas acepciones, dadas o «inéditas».

Este corolario es elemental para establecer un orden y una prioridad en la descripción e investigación de las lenguas, según
Coseriu. Además, se trasluce en el lingüista su intención clara de purgar las categorías de homofonía, polifonía, sinonimia y polisemia.

Pero la mejor explicación que quizás encuentra Coseriu a la necesidad del corolario del significado unitario es que, sin él, la investigación se vería entorpecida por el mal uso (soberecarga confusa de significaciones y acepciones) de esos términos y otros, faltando a una delimitación coherente de las categorías de análisis y, por lo tanto, de la propia disciplina.

2. Aquella cita puede ejemplificarse a través del método de la conmutación: si ver y mirar son conmutados en un enunciado, observaremos que, si bien su substancia se ha visto modificada, la función en el enunciado no se vio alterada. Pensar a Coseriu sin tener presente en todo momento que las unidades deben ser unidades funcionales antes que variantes de realización es pasar por alto una gran premisa de su proceder epistemológico. Coseriu no va a pensar en sustancias sino en formas, y, específicamente, en formas funcionales y no tanto en variantes; en formas, unidades de lengua y no de habla.

3. Un sistema, dice Coseriu, es económico si utiliza al máximo los rasgos distintivos que lo integran; el más económico sería el que con menor número de rasgos estructure el mayor número posible de oposiciones y, por ende, de unidades.

El principio de sistematicidad sostiene que, en un sistema lingüístico, las diferencias funcionales suelen (valga la falta de contundencia del verbo) presentarse de manera sistemática; esto es, se repiten para una serie de unidades análogas. Así, mediante los mismos rasgos distintivos combinados, se estructura un número de unidades superior al de los rasgos utilizados. Podemos recurrir a un ejemplo: en el sistema verbal de nuestra lengua, los rasgos distintivos que oponen el presente del pretérito indefinido, (Hago/He hecho), se repiten para otros tiempos con Haber (Hacía/Había hecho, Haré/Habré hecho, Haría/Habría hecho, etc). En el léxico, esto puede verse también con claridad: lo que distingue ver de mirar también distingue oír de escuchar; entre meter y sacar la oposición es la misma que entre poner y quitar, y así con otros casos.

Es importante comprender que en la idea saussureana de signo lingüístico los dos vértices de la izquierda, significante y significado, pertenecen ambos al mundo psíquico. El significante es la imagen mental acústica que se provoca al escuchar la secuencia de fonemas o las grafías escritas en un texto, mientras  que el significado es el concepto mental que está vinculado a dicho significante. El tercer vértice pertenece al mundo, y es extralingüístico. La realidad misma

 Para ahondar más en el tema recordemos que Significante es sinónimo de imagen acústica, por ejemplo, la serie de sonidos m+e+s+a. Sin embargo, esta serie de sonidos no llega a ser palabra hasta que no se le asocie un determinada representación, precisamente un significado. Así, pues, palabra o signo lingüístico es imagen acústica + representación (significación). Mesa evoca en español la representación más o menos esquemática de un mueble, por consiguiente, una imagen esquemática (hablaría hoy de un objeto mental). Gracias a ella, mesa, es para un español una palabra, para un alemán, no.

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