12 Feb

El arte neoclásico se desarrolló a partir del segundo tercio del siglo XVIII y busca nuevos caminos. Los Ilustrados se van a volver a fijar en el mundo clásico, más acorde con el racionalismo por ellos propugnado. A ello contribuye de manera importante el nacimiento, en estos años, de la arqueología: se empiezan a conocer de forma científica y sistemática las arquitecturas griegas y se realizan las excavaciones.

En la arquitectura, uno de los principales rasgos es la mezcla de elementos griegos y romanos. Se realizan todo tipo de edificios, desde los tradicionales (iglesias, palacios), a otros nuevos, reflejo del cambio social y cultural (museos, bibliotecas, teatros…). En ellos se busca la proporción, pero siempre dentro de una línea general de monumentalidad, de grandes edificaciones. Esta es una de las grandes diferencias con respecto al Renacimiento y lo que convierte al neoclásico en un estilo mucho más frío que aquel, menos humano.

Se trabaja preferentemente con piedra, aunque se empiezan a introducir nuevos materiales, como el hierro, que tendrá su gran momento en el siglo siguiente.

Como soportes, se utiliza el muro, el pilar, la columna y la pilastra, las dos últimas, en su forma más clásica, imitando a las griegas; la dórica se realiza con el fuste acanalado o estriado. El arco utilizado es el de medio punto. Las cubiertas son, preferentemente, abovedadas (cañón y arista). Al exterior, sin embargo, los edificios presentan aspecto adintelado, al repetir el modelo griego de fachada. La decoración es escasa (estilo muy austero). En los exteriores, frontones con esculturas. En los interiores, estucos, a veces pintados con motivos grecorromanos y egipcios.

Algunos de los principales arquitectos y las obras más destacadas son: en Francia J.G. Soufflot (Panteón de París); en Inglaterra W. Chambers (Somerset House, Londres) y R. Adam (casas de campo al estilo de las villas romanas); EE.UU. es un país recién nacido, es el primer estilo que se desarrolla aquí y destaca la construcción del Capitolio y numerosas mansiones privadas; en Alemania K.G. Langhans (Puerta de Brandenburgo, Berlín) y Schinkel (Teatro Real, Cuerpo de Guardia y Museo Nacional, todo en Berlín); en España Juan de Villanueva con Casita del Príncipe y sus obras en Madrid, como el Museo del Prado (nacido como Museo de Ciencias Naturales), Observatorio Astronómico (en el parque del Retiro). Algunas obras importantes son el Arco de la estrella, en París (arco del triunfo), Arco del carrusel, Columna de Austerlitz, Panteón de París o Iglesia de Santa Genoveva, La Madeleine, en París, Museo Británico, en Londres, Gliptoteca de Múnich, Puerta de Brandemburgo, en Berlín, Capitolio, en Washington, La Casa Blanca, La Puerta de Alcalá, en Madrid.

Juan de Villanueva es el representante más importante del Neoclasicismo en España y llegó a alcanzar el puesto de arquitecto mayor del rey con Carlos III. Viajó por Italia, fue discípulo de Ventura Rodríguez y estudió minuciosamente El Escorial. Estas tres influencias serán fundamentales en sus obras entre las que destacan: La Casita del Príncipe en el Pardo y la Casita de Arriba y Abajo en El Escorial. Sin embargo, donde su genio creador queda mejor puesto de manifiesto es en el Observatorio Astronómico de Madrid (1790) y, sobre todo en el Museo del Prado (1785)

La escultura es una copia muy fiel de los modelos clásicos. El material preferido es el mármol, a veces con incrustaciones de bronce. Se utiliza una técnica muy pulida, que produce superficies muy uniformes, brillantes. No se utiliza la policromía, ya que se desconocía que la habían utilizado los griegos. En las esculturas exentas hay un punto de vista preferente (a diferencia de las barrocas, pensadas para ser vistas desde cualquier ángulo). En el relieve no hay un gran interés por la perspectiva, ya que se concibe como un friso (al modo romano). El tema fundamental es la figura humana, a veces muy relacionada con la mitología; hay un especial gusto por el desnudo. También es importante la escultura funeraria. Se trabajan todas las tipologías (busto, cuerpo entero, grupos…). En general, se busca tanto la belleza ideal que a menudo cae en la inexpresividad, resultando obras un tanto frías.

Los autores principales son el italiano Antonio Canova y el danés Bertel Thorwaldsen. Del primero destacan los Conjuntos Funerarios de Clemente XIII y Clemente XIV, el de Mª Cristina de Austria, el retrato de Paulina Bonaparte como Venus y el conjunto mitológico de Amor y Psique. Del segundo, sus diversas composiciones mitológicas.

Otras obras de Canova eran: Perseo con la cabeza de Medusa, Teseo y el Minotauro, Dédalo e Ícaro, Paulina Bonaparte como Venus victoriosa, en Roma, Tumba de la Condesa Mª Cristina.

Algunas obras de Thörwaldsen son: Jasón, Las Tres Gracias, Zeus y Ganímedes.

Al no haber tradición pictórica conocida en Grecia y Roma, se busca la inspiración en los relieves. Como consecuencia de esto, prima el dibujo sobre el color (siendo éste muy convencional y suave), e interesa poco la perspectiva. Se realizan composiciones muy claras, equilibradas, simétricas, con personajes estáticos y ordenados en filas paralelas. Son grandes composiciones con gestos y actitudes muy teatrales, poco naturales. La luz es fría y clara, iluminando todo por igual. Los temas fundamentales son mitológicos, retratos y grandes composiciones históricas.

En Francia destacan las obras de J.L. David e Ingres. Al primero pertenecen El juramento de los Horacios, La muerte de Marat, El rapto de las Sabinas, Napoleón cruzando los Alpes y La coronación de Napoleón; obras del segundo son La gran Odalisca y El baño turco. En España se podría destacar a Rafael Mengs, Vicente López y Federico Madrazo, aunque todos quedarán eclipsados por el gran genio de Goya, quien, formado en el Neoclasicismo, pronto se apartará de sus principios (por lo que no lo damos en este tema)

Obras de David: Juramento de los Horacios, en el Louvre, La intervención de las sabinas, Muerte de Sócrates, Retratos de Napoleón, Coronación de Napoleón, Marat asesinado, en los Museos de Bellas Artes, Bruselas.

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