04 Abr

Wittgenstein:


El pensamiento que expone el primer Wittgenstein en el Tractatus profundiza en los planteamientos de su maestro Russell y se encuentra en una línea neopositivista, lo que no quiere decir que su pensamiento coincida plenamente con esta línea. El neopositivismo es una corriente del siglo XX que, entre otras cosas, se caracteriza por: querer fundamentar el conocimiento humano sobre bases puramente empíricas, utilizar la construcción de un lenguaje unificado ideal y artificial (lógica) que no conduzca a errores como el lenguaje ordinario y confiar en que el análisis lógico permitiría disolver los problemas generados por el lenguaje natural. Las dos características más importantes de la filosofía neopositivista, el desprecio de la metafísica y la utilización del análisis lógico para conocer la realidad aparecen claramente reflejadas en esta obra. De esta manera, el autor hace algunas afirmaciones fundamentales:El mundo está formado por la totalidad de los hechos atómicos, que son las relaciones más simples que existen entre las cosas. Y son los hechos, y no las cosas, las que constituyen el mundo.Las proposiciones con las que el pensamiento se expresa, son figuras de la realidad;
Las proposiciones atómicas que no se pueden descomponer, representan hechos atómicos en el sentido de que son cuadros o pinturas de éstos; las proposiciones atómicas y los hechos atómicos tienen la misma estructura, son isomórficos (teoría de la figura o la representación).Consecuentemente, el lenguaje que está constituido por la totalidad de las proposiciones, es el instrumento por el cual conocemos y expresamos la realidad. El lenguaje en su conjunto es como un mapa de la realidad y los límites del lenguaje de un hombre son los límites de su realidad. Solo podemos hablar con aquellas proposiciones que tengan una determinada forma lógica.La única manera que existe de saber si una proposición atómica es o no figura de un hecho atómico consiste en mirar al hecho atómico para ver si efectivamente describe lo que ocurre, es decir, aplicar el criterio de verificabilidad neopositivista, que valora la verdad de las proposiciones. Para ello: se utiliza la justificación puramente formal propia de la lógica y las matemáticas, donde basta con que la proposición se acomode a las leyes de las ciencias formales; o se utiliza la justificación empírica, la observación (percepción). El criterio de verificabilidad nos dice que una frase tiene significado cuando sabemos cómo verificarla.
Las proposiciones que no representan hechos atómicos carecen de sentido (pseudoproposiciones). Wittgenstein rechaza y tilda de absurda la posibilidad tanto de una metafísica como de una ética racionales. También rechaza las interpretaciones religiosas. Sólo son auténticamente proposiciones con sentido las proposiciones matemáticas y lógicas, y las proposiciones que hablan de la vida cotidiana y de las ciencias naturales. Esto se comprueba con el criterio empirista de significado que dice que una proposición tiene sentido si se puede percibir empíricamente, si es capaz de ser confirmada por la experiencia o si son tautológicas. Según el neopositivismo, la única interpretación legítima del mundo es la científica.¿Quiere decir esto que la filosofía debe desaparecer? Si se entiende la filosofía tradicionalmente, sí. La filosofía no puede intentar establecer proposiciones. La filosofía sólo puede darse si se la concibe como una actividad que tiene como objetivo descubrir las falsas proposiciones, la clarificación de las proposiciones, la aclaración del pensamiento.Las proposiciones lógicas son todas ellas tautológicas o analíticas y, por lo mismo, verdaderas. Aunque, no habla de la realidad. Las proposiciones lógicas son enunciados que no dicen nada acerca del mundo real, que no hablan de hechos, sino que se limitan a repetir con otros símbolos lo que ya estaba dicho en otras proposiciones.Hablamos de proposiciones atómicas cuando el significado de los nombres que la componen no es ambiguo ni complejo, sino que cada nombre se refiere a un solo objeto. Cuando el significado de un nombre consiste en la referencia a un objeto, se está defendiendo la llamada teoría referencial del significado.
Entre 1910 y 1930, la concepción del lenguaje de Wittegenstein es reduccionista, al basar toda la teoría de la proposición en la sintaxis lógica, en un modelo de lenguaje formal que condena a inexpresable e indecible todo lo que no se someta a las reglas del cálculo y del atomismo lógico. Por eso, el lenguaje de la metafísica, de la ética, de la estética y de la religión no tiene sentido o significado, ya que se refieren a un tipo de realidades que no son expresables mediante proposiciones. Por tanto, los hechos del mundo se corresponden perfectamente con las proposiciones simples. Sin embargo, Wittgenstein dejará de estar satisfecho con este reduccionismo del lenguaje. Los problemas más profundos de la vida y de la filosofía no podían ser resueltos mediante el recurso a una teoría del lenguaje y de la proposición que reducía toda la variedad de la comunicación lingüística al atomismo lógico. Se lleva a cabo, así, la época de transición de esa concepción atomista y formalista del lenguaje hacia un análisis del mismo en sus aspectos semánticos y eminentemente pragmáticos. Se evidencia así una clara evolución hacia una filosofía del lenguaje mucho más flexible y variada que la anterior. Hay una evolución progresiva de un Wittgenstein a otro en la formulación de su concepción del lenguaje y de la lógica.En las Investigaciones se plantean temas como el del valor del lenguaje ordinario y del lenguaje lógico, y el de la conexión entre lenguaje y pensamiento y problemas derivados del uso del lenguaje. Se plantea de un modo abierto la gran cuestión de qué es el lenguaje: si un cálculo, una figura proposicional o un juego en el que hay que conocer y respetar unas reglas. El segundo Wittgenstein dirá que el significado de un término no hay que buscarlo en el objeto al que representa, sino en la función concreta que realiza en un momento determinado, es decir, en el uso que de él se hace en el lenguaje.Se opone así a la teoría referencialista en las Investigaciones por varias objecciones: Existen términos que no son nombres de objetos y que, por lo mismo, no son referenciales (¡Ay!, ¡No!).El hombre utiliza muchas veces nombres que se refieren realmente a un objeto pero que, sin embargo, adquieren un significado distinto por el contexto, la entonación o los gestos que se hacen al pronunciar las palabras. Una palabra tiene el significado que alguien le ha dado. Muchas veces se utilizan nombres que, posiblemente, no se refieren a ningún objeto. «Piensen en las palabras como instrumentos caracterizados por su uso […] Con las frases de nuestro lenguaje se juega una gran variedad de juegos».Wittgenstein, en las Investigaciones dirá que con el lenguaje podemos hacer más cosas que describir la realidad (ironizar, dar órdenes, rezar). El lenguaje es un instrumento de la vida, por lo que habrá tantos tipos de lenguaje como esfera fundamentales de la vida. Los juegos del lenguaje son los diferentes tipos de lenguaje. El número no está definido porque los juegos cambian, desaparecen, aparecen nuevos… Entender el significado de un concepto es saber utilizarlo en los distintos contextos vitales en los que está presente. El significado de un término es su uso. Además, no hay un rasgo común a todos los usos del lenguaje, pero podemos decir que tienen un aire de familia, que tienen ciertos parecidos. Pues lo mismo ocurre con los conceptos y la realidad. La consecuencia de esta posición es que Wittgenstein abandona la pretensión que mantenía en el Tractatus de intentar construir un lenguaje perfecto. Hay muchos lenguajes naturales y ordinarios y, por lo mismo, no tiene sentido el tratar de encontrar un lenguaje perfecto. Tratar de reducir un lenguaje a otro no serviría más que para eliminar los aspectos más fundamentales del lenguaje reducido.En cuanto a la función de la filosofía, el segundo Wittgenstein mantendrá que consiste en la descripción del lenguaje; es decir, el filósofo tiene como función describir el funcionamiento del lenguaje para acabar con los problemas que había planteado en el pasado, es decir, una función clarificadora. Sin embargo, el segundo Wittgenstein ve también en ella una posibilidad de curación de la enfermedad mortal de todo ser humano, la necesidad de plantearse los grandes problemas filosóficos. Se encarga de saciar nuestra curiosidad.Si el Tractatus había servido de guía a los pensadores neopositivistas, su obra Investigaciones filosóficas va a dar origen a la corriente de pensamiento que recibe el nombre de filosofía analítica.
Esta no da una importancia especial al lenguaje científico; al contrario, su característica principal es su interés por el lenguaje ordinario (natural). Considera que el lenguaje corriente tiene sentido y, por tanto, no debe ser sustituido por un lenguaje artificial. El lenguaje científico es solo uno de los muchos lenguajes que hay en nuestra vida. La tarea de la filosofía es analizar los distintos usos del lenguaje, de los juegos del lenguaje. En los textos de esta corriente encontramos los temas habituales de la filosofía (causalidad, realidad, ética, etc.), pero para aclarar el significado de esos conceptos, no para hablarnos acerca de la realidad. La función principal del filósofo consiste en aclarar el sentido de los conceptos y de las proposiciones. La filosofía no es una doctrina sobre la realidad, sino una actividad clarificadora, que muestra las confusiones lingüísticas, los abusos del lenguaje de la filosofía tradicional.

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