28 Abr
Nuevas Perspectivas Sociológicas sobre el Conflicto: Turk, Dahrendorf y Quinney
La mayoría de las obras sociológicas sobre desviación se caracterizan por aceptar la existencia de un consenso social. El paradigma opuesto es el del conflicto, explorado por autores como Ralf Dahrendorf y Austin Turk.
La Visión de Dahrendorf y Turk: Conflicto y Autoridad
Para Ralf Dahrendorf, era necesario sustituir la teoría de la integración de la sociedad por un modelo diferente. Sostenía que el conflicto va más allá del conflicto de clases de la teoría marxista, abarcando también el que se produce dentro de las que llamaba «asociaciones imperativamente coordinadas». Estas asociaciones representan la unión de dos conjuntos de posiciones: las de dominación (o posesión de autoridad) y las de sometimiento (a la autoridad).
Dahrendorf argumentaba: «En toda sociedad hay una gran cantidad de estas asociaciones, dentro de las cuales podemos distinguir a aquellos que dominan y a aquellos que están sometidos». Las «clases económicas» son solo un caso especial del fenómeno general de la clase.
Siguiendo esta línea, Austin Turk afirmaba: «El estudio de la delincuencia se convierte en el estudio de las relaciones entre los estatus y los roles de las autoridades legales y los de los súbditos». La noción central en esta perspectiva es la de autoridad. Si los individuos actúan no en función de su posición en una estructura de clases, sino de acuerdo con su lugar en el conjunto de relaciones de autoridad-sometimiento, entonces es crucial entender los componentes de la autoridad antes de elaborar una teoría general.
El propósito de Turk era construir una teoría general que especificara las condiciones bajo las cuales una persona sometida en una relación de autoridad-sometimiento será definida como «delincuente». Turk necesitaba especificar no solo las condiciones en las que los individuos aceptan la autoridad, sino también las razones de dicha aceptación.
Para Turk: «Se trata básicamente de la idea de que la gente, tanto las posibles autoridades como los posibles súbditos, aprenden continuamente a interactuar entre sí como ocupantes de estatus superiores e inferiores y como personas que desempeñan roles de dominación y de sometimiento. Tanto las normas de dominación como las normas de deferencia son universales».
Según Turk, «la infracción de la ley se ha de considerar un índice de la falta de autoridad». El conflicto, y la asignación del carácter delictivo a diversos tipos de comportamiento, dependerán de que haya o no congruencia entre las normas sociales y la evaluación cultural de dichas normas.
La posición de Turk es que factores como la edad, el sexo y el grupo racial de un actor determinarán la medida en que acepte las normas de dominación. En la sociedad norteamericana, por ejemplo, una mujer blanca y madura tiene menos probabilidades de entrar en conflicto con la «autoridad» que un joven negro. Desde esta perspectiva, la delincuencia de quienes se resisten a las normas es resultado de su falta de experiencia o de inmadurez psicológica.
La teoría de la criminalización de Turk es, en esencia, una teoría sobre la posesión o no de autoridad. Alude a la dominación ejercida por las personas experimentadas («que aplican las normas») sobre los inexpertos, los delincuentes juveniles, las familias desorganizadas, etc.
La desviación resulta de la incapacidad de quienes detentan la autoridad para aplicar sus normas, lo que impide forzar a la gente a incorporarse «a las estructuras que llevan al bien». El «delito», para Turk, es un «estatus» asignado a quienes se resisten a las normas. Sin embargo, su teoría no busca explicar cómo las relaciones de autoridad se vinculan con el sistema más amplio de estratificación social o cómo se derivan de él.
Por lo tanto, una parte de la explicación sociológica de la desigualdad es una explicación de la capacidad que ciertos grupos sociales tienen para hacer respetar el poder de sancionar. La «teoría del conflicto» de Dahrendorf se basa en la opinión de que las sanciones son necesarias para asegurar el cumplimiento de las normas.
La Perspectiva de Quinney: Poder, Realidad Social y Contraculturas
La obra de Richard Quinney se caracteriza por el intento de lograr «una comprensión contemporánea del delito». Busca demostrar de qué forma las estructuras de poder, autoridad e interés dan origen a una serie prácticamente infinita de «múltiples mundos sociales subjetivos».
En cada uno de estos mundos sociales, la «realidad social» será una interpretación de quienes detentan el poder. Estos intentarán permanentemente imponer su definición de la realidad y podrán recurrir a la fuerza de la ley para conseguirlo.
Quinney señala que también es posible que la población en general ignore o haga caso omiso de las leyes, o que surjan intereses opuestos que obstaculicen el deseo de los poderosos de imponer su definición de la realidad. Incluso si la ley y las normas son bien entendidas y transmitidas, pueden no ser aceptadas por algunos; en estas circunstancias, la ley solo puede ser considerada un medio de dominación represiva de una realidad por otra.
Quinney quiere poner en tela de juicio la vigencia universal de las leyes y normas en la sociedad. Su análisis pretende ilustrar cómo la realidad social, aunque sea elegida, interpretada y desarrollada individualmente, es producto de la coacción y el conflicto en una sociedad desigualmente estructurada.
Para demostrar que la sociedad se caracteriza por el conflicto y no por la tendencia al equilibrio o el consenso, Quinney presenta pruebas que parecen apoyar la existencia de contraculturas en diferentes lugares de la sociedad norteamericana. Así, Quinney pasa de una perspectiva basada en la rotulación a otra centrada en las subculturas.
La diferenciación de intereses, según Quinney, no siempre se refleja en un equilibrio del poder o en un pluralismo de intereses dentro de una sociedad. Como él mismo dice: «Los grupos que detentan un poder equivalente pueden controlar mutuamente sus intereses, pero los que tienen poco o ningún poder no tendrán la oportunidad de lograr que sus intereses estén representados. La consecuencia es que el gobierno lo ejercen unos pocos grupos poderosos de intereses privados».
Si comprendemos la forma en que, en determinadas sociedades, los poderosos tratan de imponer su definición de la realidad, llegaremos a entender la formulación de una contracultura, unida en la defensa de las tradiciones liberales e individualistas del derecho anglosajón.
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