28 Dic

DUALISMO ONTOLÓGICO: 1.Los presocráticos habían intentado desvelar la constitución de lo real, pero los principios que habían considerado –el arjé– no trascendían lo material, sensible y cambiante.
Heráclito había llegado a afirmar que la realidad era puro devenir. Solamente Parménides había abandonado el

camino de los sentidos y había sostenido que la razón muestra que, más allá de las apariencias sensibles, no hay más que un ser único e inmutable.
2. Los sofistas habían sostenido que el bien y el mal no pueden conocerse
con certeza, por lo que concluían que las leyes de la ciudad eran relati-
vas y cambiantes y que dependían en todo de la voluntad del hombre.
Para Sócrates, esta mentalidad estaba en el origen de la decadencia ate-
niense y de sus valores morales y políticos.

La reflexión sobre los interrogantes derivados de estos problemas condujo a Platón a desarrollar la teoría de las ideas, que fue central en su pensamiento y que le permitíó explicar una extensa gama de temas filosóficos sobre la realidad, el ser humano, el conocimiento, la ética o la política. La doctrina de las ideas implica que no hay una sola realidad, sino dos mundos o ámbitos distintos. Por 7ello ha podido ser calificada de dualismo ontológico.
• Hay un universo que podemos experimentar mediante los sentidos: a él pertenece todo aquello que vemos, oímos, tocamos, etc. Se trata del mundo sensible, compuesto de cosas materiales, cambiante y que da lugar a un conocimiento de opinión, por lo que se puede denominar mundo dóxico (del griego doxa, que significa «opinión»). En este mundo sen-sible quedarían integrados la pluralidad y el cambio defendidos por Heráclito. • Además de este ámbito, para Platón existe otro tipo de realidad, un mundo suprasensible, que va más allá de lo que perciben nuestros sen-
tidos. Este otro mundo está constituido por ideas, esto es, realidades inmateriales e inmutables, que solo se pueden conocer mediante la razón y que posibilitan un saber universal y permanente, al contrario que el conocimiento sensible, que es particular y cambiante. El mundo suprasensible, también denominado mundo eidético (del griego eidos, que significa «idea»), posee casi todas las carácterísticas del ser de Parménides, y conduce a la existencia del bien en sí. La objetivi-
dad de las ideas supónía oponerse radicalmente al relativismo de lossofistas

Aunque los dos mundos son distintos, existe una relación entre ellos de
participación (mézexis) y de imitación (mímesis).
El mundo sensible participa del mundo suprasensible.
Las cosas son
lo que son, tienen una esencia unitaria y permanente, porque partici-
pan de las ideas. Para Platón hay ideas de todo cuanto existe en el
mundo sensible y cambiante. El hombre es hombre porque participa de
la idea de hombre, y lo mismo sucede con todas las demás realidades
sensibles. Pero esta participación trasciende el ámbito de lo puramente
sensible de modo que, aunque las cosas participen de las ideas, estas
siguen sin pertenecer al mundo sensible y permanecen inmutables e
idénticas a sí mismas. 1
• El mundo material imita el mundo de las ideas. Las cosas que vemos
con nuestros sentidos son copias de estas, menos perfectas y sometidas
al cambio y la pluralidad. Los seres materiales copian las ideas de mane-
ra semejante a como la sombra de un objeto copia imperfectamente
dicho objeto.
Existen, pues, dos mundos para Platón, y el mundo sensible, de alguna
manera, depende del mundo de las ideas. Pero ¿en qué consisten las ideas?
¿Qué propiedades manifiestan?
◗ 2.1. EL MUNDO DE LAS IDEAS
Las ideas platónicas tienen mucho que ver con el concepto y la definición
que Sócrates buscaba para expresar la esencia de las cosas. Según este
autor, los conceptos universales –como el de bien en sí o justicia en sí–
pueden ser alcanzados por la razón, que debe descubrirlos y extraerlos del
interior del alma. Pero, ¿cómo han llegado hasta allí? Platón respondíó con
su teoría de las ideas: se hallan en el alma porque existen en un mundo
aparte, al que solo ella puede acceder.
La conclusión a la que llegó el filósofo ateniense es que las ideas no exis-
ten en las cosas, ni en la mente, ni en las definiciones, sino que tienen una
realidad en sí.
La «idea de cuadrado», por ejemplo, no se identifica ni con una cosa que
tiene forma cuadrada ni con su concepto ni con su definición, sino que
existe en sí misma. Por consiguiente, la «idea de cuadrado» tiene una rea-
lidad distinta del mundo sensible y de nuestro pensamiento.
Platón defendíó que las ideas son realidades más plenas y más perfectas
que las cosas sensibles que las imitan. No cabe, por lo tanto, el relativismo
que promovían los sofistas, porque todo el mundo puede conocerlas
como son en sí, mediante la razón, con independencia de lo que cada uno
pueda entender.
Una vez señalado que las ideas son las «esencias separadas» de lo que
existe en el mundo material, se pueden enumerar algunas de sus propie-
dades o carácterísticas: las ideas son eternas, inmutables, únicas, inteli-
gibles, perfectas, causas y modelos de lo sensible.

Deja un comentario