07 Sep
El Surrealismo y Salvador Dalí: Explorando el Inconsciente en el Arte
Sigmund Freud estableció la existencia del inconsciente como parte fundamental de su teoría del psicoanálisis. Se puede definir como un lugar psíquico desconocido para la conciencia o, dicho de otra forma, como el conjunto de los contenidos reprimidos que son mantenidos al margen, apartados de la conciencia.
Lo que pretende el Surrealismo es visualizar el inconsciente del individuo en su estado puro, esto es, despojado de las trabas que le impone la razón y al margen de los convencionalismos sociales y morales. El fundador del movimiento fue el poeta francés André Breton, quien había descubierto en las teorías de Freud que ese mundo inconsciente afloraba a través de los sueños y que en él se manifestaban dos emociones comunes: el placer y la agresividad.
Artistas Clave del Surrealismo
Ambos temas serían explotados por una serie de artistas destacados:
- Max Ernst
- Delvaux
- Masson
- Magritte
- Miró
- Tanguy
- Salvador Dalí (1904-1989)
Salvador Dalí: El Maestro del Inconsciente
Salvador Dalí daría rienda suelta a temas poco o nada tratados hasta ese momento en la pintura: el pavor del contacto físico con el sexo contrario, el miedo a la castración derivado del complejo de Edipo y la obsesión enfermiza por la impotencia, la muerte y la putrefacción.
El pintor de Figueras se adhirió al movimiento surrealista en 1929, cuando acudió a París a rodar la película Un perro andaluz, un cortometraje escrito en colaboración con su amigo Luis Buñuel que arranca con un ojo cortado por una navaja barbera. El cine, recientemente inventado, se puso, de esta manera, al servicio del Surrealismo.
Ese mismo año se enamoró de Gala, quien se convertiría en su musa, amante, confidente y marchante de sus obras. Sin la figura de Gala no es posible comprender la personalidad de Dalí y su encumbramiento a la fama mundial.
El Método Paranoico-Crítico de Dalí
Dalí elaboró un método de trabajo propio, que denominó paranoico-crítico, apoyado en su portentosa técnica como dibujante. La factura de sus obras es tan precisa que el propio autor se referiría a ellas como «fotografías pintadas a mano«. Dalí había observado que el paranoico, a diferencia de otros enfermos mentales, expresaba de forma lógica sus delirios, interpretando el mundo exterior en función de sus obsesiones. En consecuencia, pensaba que el pintor surrealista no debía limitarse a ser un mero agente pasivo que plasmara de forma automática sus sueños en el cuadro, sino que debía colaborar en la elaboración de las confusas imágenes que recordaba al despertar.
El resultado del método paranoico-crítico sería la imagen doble que representa dos o más realidades. Dos buenos ejemplos de ello son:
- Retrato de Mae West, cuyos rasgos faciales se corresponden con el mobiliario de un salón.
- Mercado de esclavos, en cuyo fondo aparece oculto el busto de Voltaire.
Pero la actitud de Dalí era tan snob y mercantilista que André Breton lo expulsó del movimiento surrealista. Otras obras destacadas de Dalí incluyen:
- Muchacha en la ventana
- La persistencia de la memoria (Relojes blandos)
- Presagio de la Guerra Civil Española
El Dadaísmo y Marcel Duchamp: La Rebelión del Antiarte
Podemos considerar que el Dadaísmo es el antiarte. Un posicionamiento contra la belleza, contra las leyes de la lógica y contra la sociedad establecida.
El nombre del movimiento nació el 8 de febrero de 1916 en el Cabaret Voltaire, en Zúrich, un curioso local que mezclaba club literario, galería de exposiciones y sala teatral. Allí se reunía un puñado de refugiados de distintas nacionalidades que se beneficiaban de la neutralidad suiza durante la Gran Guerra. Ese día, los presentes cogieron un abrecartas, lo introdujeron al azar entre las páginas de un diccionario y, al parecer, salió la palabra «dada» (caballo de madera). Y ese fue el nombre que le pusieron. Aquel grupo de escritores y artistas plásticos estaban radicalmente en contra de una clase burguesa que había traído la guerra a Europa. En uno de sus manifiestos, proclamaban que estaban en contra «de la sífilis política, astronómica, artística, parlamentaria, agrícola y literaria». Lo que buscaban siempre en sus obras era el gesto, siempre que este fuera contra la sociedad establecida y lo más escandaloso posible. Recurrían con frecuencia a la ironía y el absurdo.
Marcel Duchamp: El Padre del Ready-Made
El precursor del movimiento fue el francés Marcel Duchamp (1887-1968), quien en 1913 había construido Rueda de bicicleta, en la que este objeto aparecía encima de una silla de cocina. Lo definió como «un objeto de la vida cotidiana promovido a la categoría de arte por la voluntad del artista«. El propio Duchamp definió estas obras como «ready-made«; dicho de otra forma, convertir objetos corrientes en obras de arte. Un ready-made a la inversa sería «usar un Rembrandt como tabla de planchar». Todos los ready-made eran objetos prefabricados y podían ser nuevos o usados, aprovechando así los desechos de la sociedad consumista.
Obras Emblemáticas de Duchamp
Algunas de sus obras más famosas incluyen:
- La fuente: un urinario de porcelana blanca que firmó con el nombre de R. Mutt, un conocido fabricante de artículos sanitarios.
- Una intervención sobre La Gioconda: le colocó perilla y bigotes y la rotuló con las iniciales L.H.O.O.Q. (en francés, «ella tiene el culo caliente»).
Muy sonada, y significativa en cuanto a su idea de despojar el arte de toda solemnidad, fue la ocasión en la que expuso un perchero y el público lo utilizó para colgar sus sombreros y paraguas.
La culminación de su obra artística llegó con la pintura sobre cristal titulada La novia desnudada por sus solteros o El gran vidrio, donde desafió los límites que la moral imperante imponía a la sexualidad femenina. Los últimos años de su vida los dedicó a jugar al ajedrez y a dejar pasar el tiempo. No obstante, tras su muerte se descubrió que había estado trabajando en un nuevo proyecto, titulado Dados: el espectador contemplaría a través de una mirilla, tras la que encontraría una mujer desnuda que llevaba en la mano un quemador de gas; su objetivo era que el mirón tuviera un «coito visual» con el objeto que contemplaba.
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