06 May

TANSFORMACIONES ECONOMICAS DEL SIGLO XIX: LAS DESAMORTIZACIONES

INTRODUCCIÓN.

Desde el punto de vista económico este periodo está marcado por la progresiva aparición de unas estructuras capitalistas, el antiguo sistema agrario de tipo señorial va dando paso muy lentamente a otro distinto caracterizado por los cambios en el sistema de propiedad de la tierra (desamortizaciones).

1. DOBLE DESAMORTIZACIÓN ECLESIÁSTICA Y CIVIL

La agricultura siguió siendo el sector económico más importante de nuestra economía, lo cual es indicativo del escaso desarrollo industrial de España. Los cambios en el sector agrícola afectaron a la estructura de la propiedad y a la creciente comercialización de los productos. La productividad siguió siendo baja debido al uso de técnicas arcaicas. Periódicamente se siguieron produciendo crisis de subsistencias.

El elemento clave fue la desamortización, proceso jurídico-político que consiste en sacar al mercado libre bienes que durante el Antiguo Régimen eran inalienables, tanto nobiliarios sometidos a la ley del mayorazgo (desvinculación) como de los ayuntamientos y de la iglesia (bienes de «manos muertas.

En un principio el objetivo de las desamortizaciones sería crear un campesinado libre que explotaría las tierras compradas con mentalidad capitalista de obtención dei máximo beneficio económico, lo cual redundaría en un aumento de la producción y de la riqueza nacional. El modelo a seguir sería el de la Francia revolucionaria de 1789. Pero la realidad no fue así: los compradores de las tierras desamortizadas fueron los banqueros, comerciantes, industriales y nobles, es decir los únicos sectores poseedores de dinero en efectivo. En consecuencia, no fue posible constituir en España una clase de campesinos de propiedades medianas. Por el contraria, el latifundismo de baja productividad se acentuó.

Para comprender el proceso es muy importante tener en cuenta las grandes dificultades de la Hacienda Pública española (deuda pública acumulada y déficit presupuestario crónico), lo que se debe tanto a las guerras que se amontonan en las cuatro primeras décadas del siglo XIX como a la necesidad de financiación de un estado moderno con un creciente número de funcionarios y, en consecuencia, generador de un mayor gasto. La Hacienda española, abrumada por la magnitud de la deuda pública acumulada, no tuvo más remedio para financiarse que acudir a la vía revolucionaria, que no es otra que la apropiación y posterior venta de las riquezas naturales del suelo y del subsuelo. Por tanto la agricultura y la minería fueron dos  sectores afectados. Es decir, el estado expropia los bienes de manos muertas y posteriormente los pone en venta mediante pública subasta. Los progresistas, en las escasas ocasiones que estuvieron en el gobierno, los que promulgaron las leyes de desvinculación y desamortización. El Partido Moderado estuvo en contra de dichos procesos, aunque algunos de

sus seguidores se beneficiaron del lucrativo negocio. De ahí se deduce que la desvinculación y la desamortización, aunque se trate de fenómenos die naturaleza económica, tuvieron también una importante trascendencia política.

La desvinculación de los bienes nobiliarios se hacía mediante un doble paso: en primer lugar se abolieron los señoríos feudales, con lo que los antiguos señores se convertían en propietarios libres y perdían los derechos jurisdiccionales sobre sus antiguos siervos; en un segundo momento, se suprimió la ley del mayorazgo (1820), ley castellana de origen medieval por la que el hijo primogénito de un noble recibía en herencia todos los bienes familiares, con la obligación de no venderlos, puesto que debía legarlos íntegros a la siguiente generación.

Pero las dos principales desamortizaciones tuvieron lugar ya en el segundo tercio del XIX.

1.1, LA DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL (1836-51):


En plena guerra carlista, el ministro de Hacienda Juan Álvarez Mendizábal, del Partido Progresista, disolvió las órdenes religiosas (excepto las dedicadas a la enseñanza y a la asistencia hospitalaria) y organizó por decreto riel 16 de febrero de 1836 la incautación y posterior subasta cié los bienes de las órdenes regulares. Otra ley del 29 de julio de 1837 amplió ese proceso a los bienes del clero secular. Jordi Nadal señala que al comenzar la Década Moderada, que puso freno a la desamortización, cerca de las tres cuartas partes de las tierras de la Iglesia habían sido expropiadas y subastadas y, por tanto, pertenecían ahora a dueños particulares. La finalidad de estas leyes de desamortización fue múltiple:

• obtener fondos para sufragar los gastos de la guerra carlista.

• Eliminar la deuda pública (los compradores podían pagar con títulos de deuda). El saneamiento de la Hacienda Pública permitía al estado obtener nuevos préstamos.

  • ‘`Castigar» a la Iglesia por su adscripción mayoritaria al bando carlista. Las leyes de desamortización provocaron la ruptura de las relaciones diplomáticas de la España liberal con Roma. Además el papa excomu4gó a -quienes compraran bienes que habían pertenecido a la Iglesia. En compensación por los perjuicios ocasionados., el estado se comprometió a subvencionar  el culto y a pagar a los sacerdotes, con lo que éstos pasaban a ser una especie de «funcionarios» dependientes económicamente del estado liberal.            –
  • Atraer a las filas liberales del gobierno a la nueva clase de burgueses que adquieren los bienes desamortizados, ampliando así la base social de[ régimen isabelino. También fueron favorecidos muchos nobles por la compra de tierras a muy bajo precio. Nobles y burgueses eran los únicos sectores sociales que tenían el dinero necesario para efectuar las compras.

La desamortización de Mendizábal decepcionó a quienes (como por- ejemplo Flórez. Estrada) confiaban en que serviría para realizar un reparto de las tierras expropiadas entre los campesinos. Pero el estado dio a los compradores pocas facilidades de pago y se decidió por adjudicar cada puja al mejor postor, que casi siempre era un aristócrata o un empresario burgués. El objetivo principal del gobierno progresista está claro que no era la puesta en marcha de una reforma agraria, sino el de aumentar los ingresos del estado.

1.2. LA DESAMORTIZACIÓN DE MADOZ (LEY DE DESAMORTIZACIÓN GENERAL,

1855-194. Tras el parón que sufrió la desamortización con la llegada al poder de los moderados (Década Moderada, 1844-54), la vuelta de los progresistas en 1854 supuso un nuevo impulso. Promovida la nueva ley desamortizadora por el ministro Pascual Madoz, salieron a la venta los bienes eclesiásticos no vend’rt3us’anteriormente, los del estado, los de las órdenes Militares y los bienes de propios (pertenecientes a los ayuntamientos, cuyas rentas por su alquiler se destinaban al mantenimiento de los mismos) y de comunes (también propiedad de los ayuntamientos, pero cuyo disfrute correspondía libremente a todos los vecinos del municipio). Es decir, fueron privatizadas todas las tierras que hasta entonces eran de propiedad colectiva. El valor total de los bienes desamortizados por Madoz (11.300 millones de reales) duplicó el de la desamortización de Mendizábal.

Aunque el procedimiento desamortizador de 1855 fue similar al anterior. (es decir, primero la expropiación y después la venta de los bienes mediante subasta pública), el dinero obtenido tuvo un fin distinto: la compra de deuda pública por los ayuntamientos (así se pretendía garantizar el mantenimiento de ingresos por parte de estos ayuntamientos por medio de los intereses) y construcción del tendido del ferrocarril principalmente.

Balance de las desamortizaciones:


Los objetivos de las leyes desamortizadoras sólo se cumplieron en pequeña medida por diversas razones:

• Muy pocos campesinos sin tierra pudieron acceder a fa propiedad de las fincas desamortizadas, pues no se les ofrecieron suficientes facilidades de pago. La propiedad agraria en el centro y sur del país continuo concentrada, incluso más que antes, en unos pocos latifundistas.

•La burguesía compradora a veces siguió imitando el tradicional modelo_de_ explotación de la tierra de la nobleza, por lo que la productividad de las tierras no mejoró sustancialmente.

• Se agravó la situación de más de tres millones de campesinos no propietarios, que resultaron muy perjudicados por la privatización de las tierras municipales, lo que desembocó en situaciones de violencia (sobre todo en el Sur) y en una emigración masiva hacia las ciudades y el extranjero.

• Aunque las desamortizaciones aliviaron los problemas de la Hacienda Pública, el dinero obtenido por el estado fue muy inferior al valor real de las fincas.          –

• Se perdieron muchos tesoros, artísticos al desaparecer los templos y monasterios afectados por la desamortización.

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