06 Mar

Jean-Jacques Rousseau (Ginebra, Suiza, 28 de junio de 1712 – Ermenonville, Francia, 2 de julio de 1778) fue un escritor, filósofo y músico definido como un ilustrado, siendo parte de sus teorías una reforma a la Ilustración y prefigurando al posterior Romanticismo.

Las ideas políticas de Rousseau influyeron en gran medida en la Revolución francesa, el desarrollo de las teorías republicanas y el crecimiento del nacionalismo. Su herencia de pensador radical y revolucionario está probablemente mejor expresada en sus dos más célebres frases, una contenida en El contrato social:
«El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado»; la otra, contenida en su Emilio o de la Educación: «El hombre es bueno por naturaleza», de ahí su idea de la posibilidad de una educación

Político y social

Rousseau concebía la democracia como un gobierno directo del pueblo. El sistema que defendía se basaba en que todos los ciudadanos, libres e iguales, pudieran concurrir a manifestar su voluntad para llegar a un acuerdo común, a un contrato social. En El contrato social diría que «toda ley que el pueblo no ratifica, es nula y no es ley» y que «la soberanía no puede ser representada por la misma razón que no puede ser enajenada». Como la voluntad general no puede ser representada defendía un sistema de democracia directa que inspira, hasta cierto punto, la constitución federal suiza de 1849.

La Filosofia de la Educacion

Rousseau propicio la información acerca de la conciliación entre su proyecto ético-político del Contrato Social y su proyecto educativo del Emilio o de la Educación con el fin principal de mostrar algunos argumentos de su teoría ético-política y educativa. En primera parte, se revisa la concepción rusiana del hombre, que remite a dos formas de concebir la naturaleza humana: como estado primitivo u originario y como capacidad de perfeccionarse que, para Rosseau, es sinónimo de racionalidad y libertad. En la segunda parte, se plantea como retoma la concepción en el diseño de su proyecto político y el papel que desempeña la educación en esa tarea. Según Rosseau, para lograr una mejor comprensión del mundo y de la vida debemos emplear la reflexión filosófica. La educación es la mejor alternativa de generar actitudes positivas para hacer frente a los innumerables retos que nos ofrece el mundo actual. La práctica de la educación debe estar en función de situaciones de fondo, en función de todo lo que forma conciencia, carácter, esencia en el hombre,; es la educación que como práctica filosófica encierre la libertad y la formación integral, puesto que en propuesta de la filosofía de la educación, se podrá educar y preocuparse por la educación real. Llama la atención la parte que habla sobre el control autoritario, el hablar de la persona madura y de la inmadura, aplicando términos que pueden resultar peligrosos si no se ven con objetividad y se aplican con justicia y buena voluntad, ya que puede caerse en una arbitrariedad si es mal considerado. Es esencial estudiar y analizar la visión de la educación a fondo, pero una interrogante importante prevalece en esto, si son teorías o propuestas ya existentes y que han demostrado tener el peso como fundamento, si se ha puesto en práctica o si es demasiado existencialista para poder funcionar en un tiempo como este más inmediato, más breve, que no deja tiempo ni para pensar y solo para reaccionar. Es sin duda, la filosofía de la educación sumamente interesante y digna de ser tratada a fondo La filosofía de la educación es, por su propia naturaleza y expresión, un saber filosófico. Este saber, no es siempre bien recibido por los alumnos, porque sus temas, que también son sus problemas, se plantean alejados de la realidad de sus vidas, a su interés y a su creatividad. La idea de la naturaleza humana es presentada por Rousseau como una hipótesis de trabajo: “Porque no es liviana la empresa de separar lo que hay de originario y de artificial en la naturaleza actual del hombre ni concebir bien un estado que ya no existe, que quizá no haya existido, que probablemente no existirá jamás, y del que sin embargo es preciso tener nociones precisas para juzgar bien nuestro estado presente”. Para Rousseau, el hombre nacido en sociedad es débil, desprovisto de lo más básico para subsistir y de juicio, y todo lo que necesita le es dado por la educación, la cual, como seres humanos, “nos viene de la naturaleza, de los hombres o de las cosas”. La meta de las tres educaciones es la naturaleza, lo cual sería posible si no fueran contradictorias y sólo fueran diferentes. Rousseau se pregunta “¿qué hacer cuando son opuestas?, ¿cuándo en lugar de educar un hombre para él mismo se le quiere educar para los demás? Entonces el acuerdo es imposible. Forzado a combatir la naturaleza o las instituciones sociales, hay que optar entre hacer un hombre o un ciudadano; porque no se puede hacer uno y otro al mismo tiempo”.

Ésta es una de las mayores oposiciones señaladas en el pensamiento rusiano: formar al hombre o al ciudadano. Se deriva que hay una ruptura entre el hombre como individuo, como hombre natural y el ciudadano, entendido como miembro de la comunidad política del contrato social. Desde nuestro punto de vista, la oposición se resuelve si atendemos a la compleja concepción de naturaleza humana planteada por el filósofo: lo que es natural en el estado originario o salvaje –los instintos y las pasiones o sentimientos sin el concurso de la razón– y lo que es natural en el orden civil –la capacidad de juicio, la libertad del individuo–. Recuérdese también el carácter hipotético de la concepción rusoniana de hombre y el papel que él mismo le asigna como instrumento de análisis de la sociedad. Se trata de concebir “lo que la sociedad debiera ser, por la formación de lo que en el hombre debiera ocurrir”. Para entender la utilidad del concepto de filosofía de la educación, es necesario analizar primero por partes los conceptos que integran este término: primero, el concepto de filosofía, donde se maneja la noción del conocimiento, de las causas de las cosas y que es una ciencia que engloba todas las demás ciencias, porque es la que se encarga de entender la esencia, las causas supremas y no las inmediatas, el objeto material y el objeto formal ( lo universal y lo supremo lo particular y próximo); educación como segundo término, donde se mencionan teorías como en un proceso de transmisión de la cultura, pero sin olvidar las jerarquías (educador – educando), donde uno es la persona madura y el otro es el que está en proceso de aprendizaje. Interviene por supuesto el ejemplo con el que se profesa para que sea efectiva la transmisión de experiencias, y se posea autoridad, como en la definición real que dice: “educación es la influencia deliberada y sistemática ejercida por la persona madura sobre la inmadura por medio de la instrucción, disciplina, y el desarrollo armónico de todas las facultades…” donde cabe destacar la aparente imposición sin la cual según esto, no funcionaría correctamente, y en la definición donde se considera a la educación como proceso y que pretende realizar cambios a partir de la conciencia, se desemboca en la conjunción de estos dos primeros términos para finalizar con el de filosofía de la educación, que contempla la totalidad del campo de la educación, de la cultivación, de la formación, donde el filósofo – pedagogo tiene una especial función en el señalamiento de temas capitales para esta filosofía y su agrupación en aspectos del ser de la educación, el método, los valores y finalidades, la formación de la personalidad y la crítica de la praxis de la educación. Si en estos tiempos la educación se vuelve cada vez más un sistema mecanizado y sin compromisos sociales ni humanos, rescatar el valor filosófico de la práctica educativa resulta fundamental para la reconstrucción de esta labor

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