12 Oct

Jean Jacques Rousseau fue un filósofo suizo de la Edad Moderna, Siglo XVIII, muy crítico con la Ilustración francesa y la idea de progreso, y favorable a la caída de los absolutismos monárquicos, lo cual tuvo mucha influencia en la revolución francesa de 1789. Fue considerado un precursor del Romanticismo del Siglo XIX. Sus principales obras son: “Discurso sobre la ciencias y las artes”, “Discurso sobre los orígenes y fundamentos de la desigualdad entre los hombres”, “Emilio o sobre la educación” y “El contrato social”.
El punto de partida de la antropología de Rousseau lo constituye una crítica de la civilización, interpretada por los filósofos ilustrados franceses como progreso. Al mismo tiempo, tal crítica de Rousseau era una reivindicación del hombre natural.
Para Rousseau, el ser humano es bueno por naturaleza, pero se hace malo porque en sociedad degenera y se corrompe. O, para ser más exactos, que no es ni bueno ni malo, ya que la moral es un producto social, no natural. El hombre se vuelve malo, se llena de vicios, con la creación de las sociedades humanas. El error de los ilustrados es creer que el progreso de la civilización y de la ciencia marcha paralelo al progreso de la felicidad y la moralidad del hombre; más bien, ha sucedido lo contrario: el progreso de las ciencias y las artes ha contribuido a corromper las costumbres y la naturaleza humana, ha uniformado a los hombre y deformado sus sentimientos naturales, ha contribuido a crear sociedades artificiales en las que domina la desigualdad y todos los males que ésta trae consigo: la opresión de los más por los menos, creando riqueza para unos y miseria para los demás. A este respecto escribe Rousseau en el Contrato social: “El hombre nace libre, pero por todas partes se encuentra encadenado”.
En el estado de naturaleza, anterior a la vida social, los seres humanos eran pocos y vagaban libremente por la naturaleza que les ofrecía cuanto podían necesitar. El hombre natural (“buen salvaje”) se caracterizaba por su inocencia, igualdad y libertad, y por sentimientos como el amor de sí mismo (que lo impulsaba a conservar la vida) y la piedad (que lo llevaba a compadecerse de sus semejantes y colaborar con ellos). En sociedades organizadas sus vidas estarían regidas por ciertas leyes o derechos naturales. 
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El fin del estado de naturaleza se produjo cuando, al aumentar la población y crecer las necesidades, los seres humanos comenzaron a formar sociedades más complejas. En ellas se instituyó la propiedad privada, el amor propio, a compararse con los demás, a desear ser los primeros en todo, con lo que se fomentó la envidia, el orgullo, la ambición, la rivalidad y la desigualdad social. Las relaciones del ser humano con la naturaleza fueron sustituidas por el dominio de unos individuos sobre otros, apareciendo el Estado, que, creado por los más poderosos para dominar a los débiles, impone la injusticia y la esclavitud. Las ciencias y las artes terminan por domesticar al ser humano, usando los artificios y sutilezas de la razón y mediante la educación eliminan cualquier resto de naturalidad en su comportamiento. Solo el sentimiento moral, que permanece en el fondo del corazón humano y nos habla a través de la conciencia, le recuerda al hombre la libertad y la bondad naturales que ha perdido y que debe tratar de recuperar. 
Para Rousseau, resulta ya imposible retornar a la situación de libertad, igualdad y felicidad originarias, pero sí es posible recuperarla en parte suprimiendo las barreras que la sociedad y la educación ha levantado entre los hombres. Propone un estado social que mantenga los aspectos positivos del estado de naturaleza (la libertad y la igualdad) y los aspectos positivos del estado social; para ello propondrá un orden social basado en un Contrato social por el cual los ciudadanos hacen coincidir su libertad con la voluntad general y que será lo que dará lugar a la política de Rousseau. 
El contrato social consistirá en un acuerdo mediante el cual cada contratante se somete enteramente a la voluntad general, a condición de que cada uno  de los demás asociados haga lo mismo. 
La idea de Rousseau de que “el hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que lo pervierte” ha influido en las modernas teorías pedagógicas no directivas: la educación ha de basarse en la bondad innata del individuo, la inmersión de la naturaleza, la no trasmisión de prejuicios culturales y a partir de los intereses del alumno, que ha de descubrir por sí mismo lo mejor de la cultura. Esta concepción optimista del hombre de Rousseau es, junto con la pesimista de Hobbes, de las más famosas de la historia de la filosofía.
Kant lo admiró mucho y tomó de él la idea de la “insociable sociabilidad” humana como explicación correcta de la conducta, unas veces social y otra antisocial, del ser humano. 
También influyó en Marx, quien consideró, al igual que Rousseau, que la desigualdad económica es la causa de todos los males sociales y el derecho de propiedad de origen de esa desigualdad. 

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