28 Jul

 generalmente breve y aparentemente desigual pero su estructura interna le da cohesión y equilibro estructural. Esquemáticamente quedaría así: Estructura, pues, armónica y paralelismo de los contenidos. A pesar de ello, el relato no se encorseta, pues, el hilo narrativo fluye con gran libertad y entrelazándose con multitud de anécdotas laterales y elementos heterogéneos aparentemente.

3.3. Personajes y arte de caracterización

Se puede hablar de dos protagonistas: Andrés Hurtado y Lulú. Ella es uno de esos espléndidos tipos de mujer muy barojianas. Es una mujer graciosa y amarga, lúcida y mordaz pero muy sensible y humana, muestra siempre una singular ternura por los seres desvalidos y valora la sinceridad y lealtad. Entorno a los dos pululan muchos personajes secundarios: el padre de Andrés, despótico y arbitrario. Aracil, cínico y vividor sin escrúpulos; el tierno Luisito;
Iturrioz, el filósofo. Amplísima galería de personajes rápidamente esbozados: profesores, estudiantes, enfermos y personal hospitalario, amigos y vecinos del pueblo; bien podría hablarse de personajes colectivos que vienen a ser piezas de un ambiente «figurante» de un denso telón que sirven para crear una atmósfera insustituibles. Para los personajes principales, Baroja usa una técnica de caracterización paulatina; se van definiendo poco a poco por sus actos y reflexiones, por contraste con otros al hilo de los diálogos. Además evolucionan pues adquieren progresivamente espesor humano. En los secundarios, la figura se nos da hecha de una vez. Se trata de bocetos vigorosos, trazos rápidos y a veces con una pincelada satírica, otras con mirada de ternura.

3.4. Retrato de la realidad española

Los personajes y ambientes constituyen un mosaico de la vida española de la época. Una España en descomposición en medio de la apatía de una mayoría. Pobreza cultural en el ambiente universitario. Vida miserable en una sociedad que muestra locuras y desigualdades. En el marco rural hay una sociedad móvil presidida por lo insolidario y la pasividad ante las injusticias. Caciquismo que con lleva a la ineptitud o rapacidad política. En la ciudad, Madrid, hay ambiente de miseria y al lado una preocupación de los pudientes, los «señoritos juerguistas». Andrés hurtado, ante este desastroso panorama, siente impotencia.

3.5. El sentido existencial de la novela


Está el pesimismo explica que nos hallemos ante una novela filosófica. Los conflictos existentes son el centro de la obra. En lo religioso Andrés Hurtado se despega temporáneamente de las prácticas o con qué desprecio habla a un católico como Lamela. Los postulados de la religión son indemostrables. La ciencia no le proporciona respuestas sobre el sentido de la vida, al contrario, la inteligencia no agudiza el dolor de vivir. En definitiva, la vida queda sin explicación, absurda: es una anomalía de la naturaleza. Las lecturas filosóficas, sobre todo de Schopenhauer, de confirmar esta certeza. De él procede algunas definiciones de la vida, así esta es una corriente tumultuosas e inconsciente, donde todos los autores representan una comedia que no comprendían y los hombres llegados a un estado de intelectualidad, contemplaban la escena con una mirada comprensiva y piadosa. La vida en general y sobre todo la suya, le parecía una cosa fea, turbia, dolorosa e indomable. Con ello se confirma la idea de la lucha por la vida Darwin, tan barojiana: «La vida es una lucha constante, una cacería cruel en que nos vamos devorando unos a otros» ¿Hay solución? Según Iturrioz «ante la vida no hay más que dos soluciones prácticas para el hombre sereno: o la abstención y la contemplación indiferente ante todo, o la acción limitándose a un círculo pequeño. A.H. Intentará la primera vía (la ataraxia), siguiendo el consejo de Schopenhauer de «matar la voluntad de vivir».

3.5. El sentido existencial de la novela


Está el pesimismo explica que nos hallemos ante una novela filosófica. Los conflictos existentes son el centro de la obra. En lo religioso Andrés Hurtado se despega temporáneamente de las prácticas o con qué desprecio habla a un católico como Lamela. Los postulados de la religión son indemostrables. La ciencia no le proporciona respuestas sobre el sentido de la vida, al contrario, la inteligencia no agudiza el dolor de vivir. En definitiva, la vida queda sin explicación, absurda: es una anomalía de la naturaleza. Las lecturas filosóficas, sobre todo de Schopenhauer, de confirmar esta certeza. De él procede algunas definiciones de la vida, así esta es una corriente tumultuosas e inconsciente, donde todos los autores representan una comedia que no comprendían y los hombres llegados a un estado de intelectualidad, contemplaban la escena con una mirada comprensiva y piadosa. La vida en general y sobre todo la suya, le parecía una cosa fea, turbia, dolorosa e indomable. Con ello se confirma la idea de la lucha por la vida Darwin, tan barojiana: «La vida es una lucha constante, una cacería cruel en que nos vamos devorando unos a otros» ¿Hay solución? Según Iturrioz «ante la vida no hay más que dos soluciones prácticas para el hombre sereno: o la abstención y la contemplación indiferente ante todo, o la acción limitándose a un círculo pequeño. A.H. Intentará la primera vía (la ataraxia), siguiendo el consejo de Schopenhauer de «matar la voluntad de vivir».

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