13 Ago
Consideramos las funciones de un sistema como los cambios energéticos que resultan de su operar, es decir, de la interacción entre sus elementos.
La descripción de funciones es la descripción de dichos cambios energéticos.
Consideramos determinar: especificar un resultado, fijar sus características, sin alternativas. Al referirnos a la estructura de los sistemas primarios, sobre todo a sus cambios, lo haremos generalmente a nivel molecular. En los sistemas secundarios, los cambios estructurales pueden implicar células completas, pero los cambios moleculares en sus células son también cambios estructurales del sistema. **Estructura** y **función** son modos de describir (es decir, observar) un sistema y las consecuencias de su operar: maneras de conocerlo. Son concomitantes y ninguna de ellas **es** el sistema. Sin embargo, al definir un sistema como «un conjunto definido y ordenado de elementos», la descripción de su estructura, es decir, la ordenación espacial de sus elementos, da cuenta del sistema tal como lo concebimos.
Validación de la Propuesta
Si definimos «estructura» y «función» como lo hemos hecho, la hipótesis lógica es que las propiedades funcionales de un sistema («dominio de funciones»: ámbito de funciones posibles) están determinadas por la estructura del sistema. Las consecuencias de la interacción entre los elementos de un sistema están determinadas por las características de dichos elementos y por sus relaciones espaciales: por la realidad física del sistema. Pero la lógica de una hipótesis no constituye un criterio de validación científica. Solamente su coherencia con observaciones sucesivas puede validarla.
**La hipótesis** de la determinación estructural de la función **es consistentemente coherente con las** muy numerosas **observaciones** de cambios definidos en las propiedades funcionales como consecuencia de cambios estructurales especificados (por ejemplo, lesiones «espontáneas» o experimentales). Tanto es así que estas observaciones se han utilizado confiadamente para atribuir propiedades funcionales a estructuras definidas, es decir, para definirlas funcionalmente.
Hay también un progreso sostenido en la demostración de cambios estructurales que explican el origen de fenómenos previamente considerados como puramente funcionales (por ejemplo, «Excitación»: ver U3.2, Pág. 1).
Aunque el ámbito de lo desconocido es considerablemente amplio, la hipótesis de la determinación estructural de la función puede considerarse válida en el presente. Podría considerarse que también en el futuro previsible, si no fuera porque en el dominio de la ciencia no hay un futuro previsible. El concepto abstracto de la determinación estructural de la función se deduce entonces de la observación de las respuestas del sistema y de las descripciones concomitantes de las variaciones de la estructura respectiva, así como de las variaciones en las respuestas a estímulos especificados al modificarse la estructura espontánea o intencionadamente. Es validado por su coherencia con dichas observaciones. Ninguna abstracción vale más que las observaciones concretas que la originan y validan.
**Es necesario comprender que los fenómenos observables no resultan de los principios ni se validan por ellos, sino viceversa.** La estructura de un sistema determina sus respuestas porque determina su dominio de cambios estructurales. Esto se comprenderá mejor en el siguiente apartado.
D.3. Cambios en los Sistemas Vivos
En términos simples, los cambios son **siempre el resultado de interacciones**.
Los cambios en los sistemas vivos son **siempre primariamente estructurales** y se dan **a nivel molecular**. Pueden ser inmediatos y efímeros (respuestas) o mediatos y más permanentes (cambios en el estado estable).
**La interacción induce los cambios, pero no los especifica**, es decir, no determina sus características. Estas son determinadas por la estructura del sistema de referencia (el sistema que cambia). Lo dicho equivale a proponer que la respuesta no es determinada por el estímulo: cada sistema responde según su propia estructura.
D.3.1. Cambios en los Sistemas Vivos Primarios
Aquellos cambios que nos interesan son siempre el resultado de la interacción con sistemas independientes (con «el ambiente»): **interacción extrínseca**.
Los cambios que se producen en sus elementos constituyentes, por la continua **interacción intrínseca**, **no alteran el estado estable**. Esto se debe al modo cíclico de las interacciones intrínsecas, propio de la organización autopoyética, que resulta en una continua restitución de la estructura inicial, cualquiera que sea el punto de partida elegido para describir el ciclo. En el curso de este proceso, pueden describirse fenómenos funcionales que resultan de él.
**La interacción extrínseca** (con sistemas independientes), como variable ajena al sistema, **induce** en él **cambios** distintos de los que resultan de la interacción intrínseca. Estos son **primariamente inmediatos y efímeros** (pasajeros, de muy corta duración) y que, como se ha puesto más arriba, ocurren a nivel molecular.
**Además** de estos cambios moleculares inmediatos y efímeros (coyunturales), **la interacción extrínseca** también **puede**, por una secuencia de repercusiones en los ciclos de interacción intrínseca, **inducir cambios en el estado estable**. Este proceso es relativamente rápido, pero no es un cambio inmediato; es mediado por otros cambios que inducen cambios en la expresión genética. Ellos son **cambios mediatos**, por supuesto más duraderos («relativamente permanentes»). Sus consecuencias más espectaculares se describen como diferenciación, maduración y (en el SN) aprendizajes.
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