17 Nov

Capítulo III: Abordaje del Proceso Represivo

Diferencias entre Yo-Ello y Yo-Superyó

  • El yo es un sector del ello diferenciado de manera particular. No pueden concebirse como entidades enfrentadas, ya que esto supondría erróneamente que el ello es superior.
  • El proceso que, por obra de la represión, se ha convertido en síntoma, afirma ahora su existencia fuera de la organización yoica y con independencia de ella. Todos sus retoños gozan del mismo privilegio: la extraterritorialidad.
  • El síntoma es un cuerpo extraño que alimenta fenómenos de estímulo y reacción dentro del tejido en el que está inserto; aparece ante el yo como algo que no le pertenece. No se puede extirpar fácilmente porque el yo intenta hacerlo parte de sí. Esto permite pensar el síntoma en tanto que expresa una satisfacción inconsciente que retorna, así como un castigo por los mandatos superyoicos (un castigo que el yo se impone a sí mismo por dicha satisfacción).
  • El yo es constreñido por su naturaleza a emprender un intento de restablecimiento o reconciliación. Es una organización que se basa en el libre comercio y en la posibilidad de influjo recíproco entre todos sus componentes. Su energía desexualizada revela su origen en su aspiración a la ligazón y a la unificación. Así se comprende que el yo intente cancelar la ajenidad y el aislamiento del síntoma. Un ejemplo son los síntomas histéricos, que se muestran como un compromiso entre la necesidad de satisfacción y la necesidad de castigo. En cuanto cumplimientos de una exigencia del superyó, tales síntomas participan por principio del yo, mientras que, por otra parte, tienen el significado de ser posiciones de lo reprimido y puntos de intrusión de lo reprimido en la organización yoica.

El yo se comporta como si se guiara por esta consideración: el síntoma ya está ahí y no puede ser eliminado. Sobreviene una adaptación como la que el yo suele llevar a cabo respecto del mundo exterior objetivo.

Así, el síntoma es encargado de representar importantes intereses, cobra un valor para la afirmación del yo, se fusiona cada vez más con él y se vuelve cada vez más indispensable. Pasa a ser algo con lo que el yo se satisface y que no quiere resignar: la satisfacción del yo. Sin embargo, sigue generando displacer, por lo que el yo continúa sintiendo repulsa. El yo quiere incorporar el síntoma, acogerlo dentro de su conjunto; la perturbación parte del propio síntoma, que sigue representando su papel como sustituto y retoño de la moción reprimida, cuya exigencia de satisfacción renueva una y otra vez, obligando al yo a emitir en cada caso la señal de displacer y a ponerse a la defensiva.

  • La ganancia secundaria de la enfermedad viene en auxilio del afán del yo por incorporar el síntoma y refuerza la fijación de este último. Estas ligazones de reconciliación entre el yo y el síntoma actúan en el bando de las resistencias. Por lo tanto, la ganancia secundaria de la enfermedad es una resistencia del yo, junto con la represión y la transferencia.
  • El síntoma satisface lo que el yo quiere ser: una satisfacción narcisista.

Capítulo IV: La Angustia y la Formación de Síntomas en la Zoofobia

Análisis de Casos: El Pequeño Hans y el Hombre de los Lobos

  • Freud analiza dos casos de zoofobia: el caso del pequeño Hans y el caso del Hombre de los Lobos.
  • Busca reubicar la relación entre síntoma y angustia en estos casos, donde la angustia es el elemento prevaleciente en la formación del síntoma.
  • La moción pulsional reprimida en ambos casos es una moción hostil hacia el padre, que es reprimida por el proceso de transformación en lo contrario; en lugar de la agresión hacia el padre, se presenta la agresión hacia la propia persona. Simultáneamente, sucumbió a la represión otra moción pulsional de sentido contrario: una moción pasiva y tierna respecto del padre.
  • En Hans, el síntoma de la fobia es el miedo a ser mordido, y en el Hombre de los Lobos, el miedo a ser devorado. Ambas son desfiguraciones del miedo a ser castrado.
  • En ambos casos, el motor de la represión es el mismo: la angustia frente a una castración inminente. Por angustia de castración, Hans resigna la agresión hacia el padre; su angustia es que el caballo lo castre arrancándole los genitales de un mordisco. También en el paciente ruso hay una renuncia, por angustia de castración, al deseo de ser amado por el padre como objeto sexual, pues ha comprendido que una relación así tendría por premisa que él sacrificara sus genitales, es decir, lo que lo diferencia de la mujer.

En ambos casos, el motor de la represión es la angustia frente a la castración. Los contenidos angustiantes (ser mordido por el caballo y ser devorado por el lobo) son sustitutos desfigurados del contenido “ser castrado por el padre”. Este último contenido fue el que experimentó la represión. En el Hombre de los Lobos, era la expresión de un deseo que no pudo subsistir tras la revuelta de la masculinidad; en Hans, se expresaba una reacción que transformó la agresión en su contrario.

La angustia no proviene del proceso represivo ni de las investiduras libidinosas de las mociones reprimidas, sino de lo represor mismo. La angustia de la zoofobia es la angustia de castración inmutada, una angustia realista frente a un peligro que amenaza y es considerado real. La angustia crea a la represión, y no la represión a la angustia.

El Caso del Pequeño Hans

  • Hans presentaba una fobia a los caballos. Se rehusaba a salir a la calle porque sentía angustia ante la presencia de estos animales.
  • En Hans, se trata de un proceso represivo que afecta a la moción hostil y tierna hacia el padre, y a la moción tierna hacia la madre.
  • Hans tramitó mediante su fobia las dos mociones principales del complejo de Edipo: la agresiva y tierna hacia el padre y la hipertierna hacia la madre.
  • Síntoma: Posee una angustia específica, entramada sintomáticamente. El síntoma es la angustia frente al caballo.
  • Inhibición: La incapacidad para salir a la calle es un fenómeno de inhibición. Es una limitación que el yo se impone para no provocar el síntoma de la angustia.
  • Se trata de una determinada expectativa angustiada: el caballo lo morderá. Este contenido procura sustraerse de la conciencia y sustituirse mediante la fobia indeterminada, en la que ya no aparecen más que la angustia y su objeto. El contenido de la fobia es la representación de ser mordido por el caballo.
  • Hay una sustitución del padre por el caballo.
  • Hans se encuentra en la actitud edípica de celos, hostilidad y ternura hacia su padre. Existe un conflicto de ambivalencia: amor y odio dirigidos hacia la misma persona. La fobia es un intento de solucionar este conflicto.
  • La moción pulsional que sufre la represión es un impulso hostil hacia el padre. Hans había visto a un caballo caer y lastimarse, y también a un compañero de juegos con quien había jugado al “caballito”. Así, se construyó en Hans una moción de deseo de que ojalá el padre se cayese y se hiciera daño, como el caballo y el compañero de juegos. El hecho de que el padre de Hans hubiera jugado al “caballito” anteriormente con el niño fue decisivo para la elección del animal angustiante.

La desfiguración en que consiste el síntoma no se emprende en la agencia representante (el contenido de la representación) de la moción pulsional por reprimir, sino en otra por entero diversa, que corresponde a una reacción frente a lo genuinamente desagradable: la castración.

El Caso del Hombre de los Lobos

  • El lobo es el animal objeto de angustia, que al mismo tiempo tenía el significado de un sustituto del padre. A raíz de un sueño, se desarrolló en este muchacho la angustia de ser devorado por el lobo. A partir de este sueño decisivo, comenzó a comportarse como un niño martirizador y sádico, y luego desarrolló una genuina neurosis obsesiva.
  • De igual modo que el padre de Hans había jugado con él al “caballito”, el padre de este paciente ruso había imitado a un lobo en los juegos con el pequeño, amenazándolo en broma con devorarlo.
  • La representación de ser devorado por el padre es la expresión, degradada en sentido regresivo, de una moción tierna y pasiva: es la que apetece ser amado por el padre como objeto, en el sentido del erotismo genital.
  • Su vínculo con el objeto femenino fue perturbado por una seducción prematura. El aspecto pasivo y femenino se plasmó en él con intensidad, y el análisis de su sueño de los lobos revela pruebas de que la represión afecta a la actitud pasiva y tierna hacia el padre.

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