24 May

1.1 Sociedad y economía en el Paleolítico y Neolítico: Pintura rupestre

Las culturas paleolíticas eran nómadas, basaban su subsistencia en la caza y la recolección, sin división de trabajo ni propiedad privada, pero con una fuerte cohesión social. Se les atribuyen propiedades mágicas, reflejadas en enterramientos y pinturas rupestres, como las de Altamira (escenas de caza). Trabajaban la piedra tallada.

En el Neolítico, con la agricultura y la ganadería, surge una economía productiva, el sedentarismo y el desarrollo arquitectónico. Aparecen la división del trabajo y la propiedad privada. Tecnológicamente, se perfeccionan la piedra pulida, los tejidos y la cerámica (destacando en Cataluña), y la agricultura (especialmente en Andalucía). La neolitización es más tardía en la Meseta y en el área vasco-cantábrica.

El arte rupestre es la mayor expresión cultural de la Prehistoria. En el Paleolítico, predominan las pinturas policromas de escenas de caza y animales, como en Altamira. En el Neolítico, el arte se vuelve monocromo, esquemático y menos naturalista, incluyendo figuras humanas y escenas de la vida cotidiana, destacando el arte rupestre levantino (6000-2000 a.C.).

1.3 Conquista y romanización de la Península Ibérica: Principales aportaciones romanas

La romanización fue el proceso por el cual las sociedades de la Península Ibérica adoptaron la cultura, instituciones y mentalidad romanas. Los romanos llegaron en el 218 a.C. durante las Guerras Púnicas, venciendo a los cartagineses y conquistando la península en cuatro fases: primero ocuparon el litoral mediterráneo, luego la Meseta central enfrentándose a pueblos autóctonos, posteriormente tomaron las Baleares en medio de sus guerras civiles, y finalmente, conquistaron el norte en las Guerras Cántabras, estableciendo la Pax Augusta. Hispania se convirtió en una provincia clave y fue subdividida para mejorar su administración.

Las ciudades fueron el centro de la romanización con el modelo urbano romano. Sus principales aportaciones fueron económicas y culturales, incluyendo el Derecho Romano, la ciudadanía, el latín, grandes obras de ingeniería y arquitectura (como el acueducto de Segovia) y la religión imperial, adoptando el cristianismo en el siglo IV d.C.

Incluso tras la conquista visigoda, su influencia perduró en leyes, instituciones y arte.

1.4 El Reino Visigodo: Origen, organización política y los Concilios

Desde el 409, suevos, vándalos y alanos invadieron la Península Ibérica. Para contenerlos, los romanos recurrieron a los visigodos, quienes expulsaron a los alanos (que desaparecieron) y a los vándalos (hacia el norte de África), mientras que los suevos quedaron reducidos al noroeste. En el siglo VI, se fundó el Reino Visigodo de Toledo, consolidado por Leovigildo tras conquistar a los suevos. Sus sucesores expulsaron a los bizantinos y trataron de someter a los vascones.

Los visigodos instauraron una monarquía electiva, generando inestabilidad entre el rey y la aristocracia. El rey controlaba la diplomacia, la justicia, el ejército, acuñaba moneda y convocaba concilios. Contaba con el Officium, un organismo asesor, y el Aula Regia, un tribunal supremo y consejo real. Su legislación, de origen romano, se recopiló en el Liber Iudiciorum.

Inicialmente, los visigodos eran arrianos, mientras que la mayoría de la población era católica. Recaredo se convirtió al catolicismo. Así, surgieron los Concilios de Toledo, una institución clave donde nobles y eclesiásticos participaban en asuntos legislativos y deliberativos.

2.2 Al-Ándalus: Economía, sociedad, cultura y legado judío

En Al-Ándalus, la agricultura se benefició del regadío, y la minería, bajo control del califa, extrajo plomo y oro. La manufactura destacaba en la producción textil, cerámica y armas (Toledo). El comercio fue impulsado por el uso del dinar de oro y el dírham de plata, desarrollándose en los zocos y alhóndigas. Se exportaban productos agrícolas y textiles, e importaban especias, productos de lujo, oro y esclavos.

La sociedad era diversa en etnias y religiones. La nobleza árabe poseía tierras y cargos de gobierno, los sirios eran funcionarios y los bereberes se dedicaban al pastoreo. La clase media incluía artesanos, pequeños propietarios y mercaderes, mientras que las clases bajas eran esclavos y campesinos.

Durante el califato, Al-Ándalus fue un centro cultural y científico. Se destacaron avances en matemáticas, astronomía, botánica y medicina, con figuras como Abulcasis. En filosofía sobresalió Maimónides. La literatura incluyó las jarchas.

El arte se centró en la arquitectura, ya que la religión prohibía el arte figurativo y la escultura. Destacan edificios como la Mezquita de Córdoba, la de Tenerías en Toledo, la Alhambra de Granada y sinagogas como la de Córdoba. Los judíos, con un alto nivel cultural, se dedicaban a la medicina, la banca y el comercio.

2.3 Reinos Cristianos: Evolución de la Reconquista y organización política

Tras la conquista musulmana, surgieron en la franja cantábrica y los Pirineos los primeros focos de resistencia cristiana. En 718, los astures proclamaron rey a Pelayo, fundando el Reino de Asturias, que Alfonso III transformó en el Reino de León. En el siglo IX, Fernán González independizó el Condado de Castilla de León. En la misma época, nació el Reino de Pamplona (futuro Navarra) y el Reino de Aragón, con la unión de varios condados pirenaicos. En la Marca Hispánica, el Condado de Barcelona se integró en el reino franco.

En 1031, la fragmentación del califato en taifas permitió la expansión cristiana. Alfonso VI de Castilla conquistó Toledo en 1085, lo que llevó a los taifas a pedir ayuda a los almorávides, que frenaron el avance cristiano en Sagrajas y Uclés. En 1212, tras la derrota en Alarcos, los reinos cristianos vencieron a los almohades en Las Navas de Tolosa, abriendo el camino hacia el Guadalquivir. Durante el siglo XIII, Fernando III y Alfonso X conquistaron Andalucía, Murcia y Cádiz, mientras Jaime I de Aragón tomó Valencia y Baleares. Solo quedó el Reino Nazarí de Granada como último reducto musulmán.

En el siglo XIV, la Reconquista se frenó por crisis internas. Fernando III unificó Castilla (1230), consolidando el poder autoritario del rey. Las Cortes incluían nobles, clero y burguesía, y la administración se organizaba en merindades con un Merino Mayor. Aragón se consolidó en 1164 con el matrimonio de Ramón Berenguer IV y Petronila, instaurando un poder pactista y una administración territorial basada en bailías y veguerías.

2.4 Modelos de Repoblación y Organización Estamental en los Reinos Cristianos

Entre los siglos VIII y X, los reinos cristianos ocuparon territorios en el Valle del Duero y el Somontano aragonés. Se aplicó la presura, un sistema basado en el derecho romano, donde quien cultivaba la tierra despoblada la adquiría como propiedad.

En el siglo XI, la repoblación concejil avanzó entre el Duero y los Montes de Toledo. El territorio se dividió en concejos con fueros que garantizaban derechos a sus habitantes.

Durante el siglo XIII, la repoblación se extendió a La Mancha, Extremadura y Valencia, donde predominaban las órdenes militares, organizadas en encomiendas con un enfoque ganadero. En la segunda mitad del siglo, en el Valle del Guadalquivir y Mallorca, surgieron grandes latifundios propiedad de la nobleza, la Iglesia y las órdenes militares, llamados donadíos.

La sociedad feudal se consolidó, basada en un régimen señorial. Los nobles poseían tierras, cobraban rentas y tenían privilegios jurídicos y fiscales. El alto clero también acumulaba tierras y riquezas, mientras el bajo clero vivía en condiciones peores.

Entre los no privilegiados, la mayoría eran campesinos sometidos a los señores feudales. Desde el siglo XI, surgió una burguesía urbana. También existían minorías étnicas y religiosas, como los judíos (urbanos) y los mudéjares o moriscos.

2.5 La Baja Edad Media en Castilla, Aragón y Navarra

En los siglos XIV y XV, los reinos cristianos sufrieron una crisis política (Guerra Civil de Castilla: Pedro I vs. Enrique II), económica, demográfica (peste bubónica) y social (revueltas y matanza judía), características de la Baja Edad Media.

En Castilla, la monarquía fortaleció su poder con la llegada de los Trastámara (Enrique II) tras la guerra civil. El rey era asistido por el Consejo Real, la Audiencia y la Real Hacienda. Se fueron imponiendo dos instituciones claves: un ejército permanente y una burocracia formada por letrados. En las Cortes participaban las ciudades, nobleza y clero. La administración local estaba en manos de oligarquías locales.

En Aragón, la monarquía era pactista entre los reinos de Aragón, Valencia, Cataluña y Baleares, con distintas leyes e instituciones pero con un rey en común, con virreyes en cada reino. Pedro III firmó el Privilegio General, lo que mejoró las relaciones entre nobleza y rey. Existían Cortes independientes pero también generales. Destacan Diputaciones como la Generalitat. En Aragón estaba el Justicia de Aragón, que defendía a los aragoneses, y la administración local estaba en manos de oligarquías locales.

En Navarra, gobernada desde mitad del siglo XIV por los Evreux, destacan las Cortes, la Corte Mayor, el Consejo Real y la Cámara de Comptos (impuestos). En el siglo XV hubo un debilitamiento dinástico hasta que fue conquistada por Castilla en 1512.

3.1 Los Reyes Católicos: Unión dinástica, instituciones de gobierno y la Guerra de Granada

La unión dinástica entre Isabel y Fernando en 1469 no supuso una unión nacional (Concordia de Segovia en 1475), ya que cada reino mantuvo sus propias leyes e instituciones. Su matrimonio desató una guerra civil en Castilla, pues Isabel había desobedecido el pacto de los Toros de Guisando (1468), que la designaba heredera si se casaba con el rey de Portugal. La guerra terminó con la victoria de Isabel en la batalla de Toro (1476) y el Tratado de Alcaçovas (1479), donde Portugal la reconoció como reina de Castilla y a Fernando como rey de Aragón.

En Castilla, establecieron el Consejo Real, la Real Hacienda y la justicia con los Corregidores en ciudades y las Chancillerías en Valladolid y Granada. Se creó la Santa Hermandad, con funciones policiales y judiciales, y se introdujeron capitanes generales y virreyes. En Aragón, se mantuvo la monarquía pactista, con poder en las Cortes y el mantenimiento de privilegios señoriales.

Las únicas instituciones comunes fueron la Inquisición y el Patronato Regio.

La Guerra de Granada (1481-1492) fue la primera guerra moderna, con artillería y diplomacia. Comenzó con la conquista de Alhama, incluyó una fuerte represión en Málaga, y terminó en 1492 con la rendición del Reino de Granada, a cambio de respetar la libertad de los musulmanes.

3.2 La Exploración, Conquista y Explotación de América

En 1492, Cristóbal Colón descubrió América al intentar llegar a la India por occidente. Antes, firmó con los Reyes Católicos las Capitulaciones de Santa Fe, que le otorgaban privilegios y tributos. Partió de Palos el 3 de agosto de 1492 y llegó a San Salvador (Bahamas) el 12 de octubre. Realizó tres viajes más y desembarcó en el continente.

Castilla y Portugal se repartieron el Nuevo Mundo en el Tratado de Tordesillas (1494).

El descubrimiento atrajo a castellanos que exploraron y conquistaron el continente mediante capitulaciones. Núñez de Balboa descubrió el Océano Pacífico, Hernán Cortés conquistó México y Pizarro sometió al Imperio Inca. Luego siguieron las conquistas del resto del continente.

La colonización introdujo sistemas como la encomienda, donde los indígenas trabajaban para colonos a cambio de evangelización, y la mita, que los obligaba a realizar trabajos forzosos en minas. Las denuncias de los misioneros impulsaron las Leyes de Burgos y las Leyes Nuevas, que buscaban protegerlos.

El comercio mundial se desplazó del Mediterráneo al Atlántico. América inundó Europa con oro, plata, cacao, tabaco y patata. Los metales preciosos financiaron las guerras de la Corona, beneficiando a banqueros genoveses y flamencos, pero sin impulsar la industria española.

3.5 Sociedad, Economía y Cultura de los Siglos XVI y XVII

En el siglo XVI, la población creció, especialmente en Castilla y Aragón, pero en el siglo XVII se estancó e incluso disminuyó debido a malas cosechas y la expulsión de los moriscos (1609).

La economía del siglo XVI experimentó un crecimiento gracias al comercio con América y la llegada de plata. Sin embargo, a finales de siglo, comenzó una crisis por el declive de la industria textil, la disminución de plata y problemas en la Hacienda.

La sociedad estaba dividida entre privilegiados (nobleza y clero, 15% de la población, sin impuestos) y no privilegiados (mayoría campesina, 85%, junto con la burguesía urbana y grupos marginales).

En lo cultural, el siglo XVI estuvo marcado por el Humanismo y el Renacimiento, con figuras como Nebrija y Vives. En literatura destacaron San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y Fernando de Rojas. La arquitectura siguió el Clasicismo italiano y el herreriano del Escorial, mientras que en pintura sobresalió El Greco.

El siglo XVII fue el auge del Barroco. Destacaron escritores como Cervantes, Lope de Vega y Calderón de la Barca, y pintores como Velázquez y Murillo.

3.6 La Guerra de Sucesión Española, el Sistema de Utrecht y los Pactos de Familia

La muerte de Carlos II en 1700 y la sucesión de Felipe V desencadenaron la Guerra de Sucesión Española debido al rechazo de un acuerdo pacífico por Felipe. Se formaron dos bloques: Francia apoyando a Felipe y la Gran Alianza (Austria, Inglaterra, Provincias Unidas, Saboya y Portugal) apoyando a Carlos.

La guerra adquirió una dimensión colonial y también provocó una guerra civil en España, con Castilla apoyando a Felipe y la nobleza junto a Aragón, Valencia, Cataluña y Mallorca apoyando a Carlos. La batalla de Almansa (1707) marcó un punto de inflexión con la derrota del ejército de Carlos. En 1711, la muerte del emperador hizo que Carlos heredara el trono imperial, lo que llevó a la Gran Alianza a retirarse de la guerra.

La guerra terminó con la Paz de Utrecht (1713), consolidando a Felipe V como rey de España, pero renunciando al trono francés. España perdió territorios en Europa: Austria obtuvo Nápoles, Cerdeña y Flandes; Saboya, Sicilia; e Inglaterra, Menorca y Gibraltar, además de privilegios comerciales en América.

El objetivo de la política exterior borbónica era recuperar los territorios perdidos en Utrecht con el apoyo de Francia, a través de los Pactos de Familia.

  • Primer Pacto de Familia (1733): España apoyó a Francia en la Guerra de Sucesión de Polonia, logrando la recuperación de Sicilia y Nápoles para Carlos (futuro Carlos III), quien fue nombrado rey de ambos reinos. El ducado de Parma volvió a España para Felipe.
  • Segundo Pacto de Familia (1743): España ayudó a Francia en la Guerra de Sucesión de Austria contra Austria y Reino Unido.
  • Con el reinado de Fernando VI, se inició un periodo de neutralidad que sirvió para sanear la Hacienda y mejorar el Ejército y la Marina.
  • El Tercer Pacto de Familia (1761) se firmó bajo Carlos III, llevando a España a participar en la Guerra de los Siete Años (1756-1763), un conflicto en América del Norte para apoyar a Francia contra Inglaterra. Este conflicto resultó en un desastre para España, que tuvo que entregar Florida.
  • El último conflicto destacable fue la Guerra de Independencia de Estados Unidos, donde la entrada directa de España en el conflicto le trajo la recuperación de Florida y Menorca, aunque Gibraltar no se consiguió.

3.7 Monarquía Borbónica: Decretos de Nueva Planta, Modelo de Estado y Reformas

La Guerra de Sucesión supuso el cambio dinástico de los Austrias a los Borbones, consolidando el absolutismo en España. Felipe V introdujo reformas inspiradas en el modelo francés, centralizando el poder y reduciendo la influencia de la alta nobleza en favor de burócratas. Los Consejos fueron relegados, el Consejo de Castilla asumió funciones de Estado y los secretarios pasaron a ser ministros. Se suprimieron los privilegios de los reinos orientales ante su resistencia al candidato francés, aunque no ocurrió lo mismo en el norte de España y Navarra, donde la fidelidad a Felipe fue premiada con el mantenimiento de sus fueros. Se impuso la Ley Sálica en la sucesión al trono y se sometió a la Iglesia al poder civil (regalismo).

Los Decretos de Nueva Planta (1707-1716), promulgados durante la guerra, abolieron las instituciones y fueros de Aragón, Valencia, Cataluña y Mallorca, imponiendo la administración castellana, un sistema fiscal único y el castellano como idioma oficial. Estas reformas no fueron fáciles debido a las protestas y a la dificultad de adaptar esta nueva administración.

3.9 Sociedad, Economía y Cultura del Siglo XVIII

La sociedad estaba dividida en privilegiados (nobleza y clero, 5%, sin impuestos) y en no privilegiados (campesinos, pequeños propietarios, jornaleros, etc., 75%; clases bajas 10%, y burgueses 10%). La economía agrícola presentaba baja productividad y un crecimiento demográfico limitado. La artesanía y el comercio ultramarino eran costosos, y se crearon las Reales Fábricas dentro del mercantilismo. La nobleza y el clero controlaban los señoríos, con impuestos y justicia.

La Ilustración impulsó reformas como la educación y nuevas ideas. Destacaron figuras como Feijoo, Campomanes y Jovellanos, junto con científicos como Mutis y Jorge Juan. Se promovió la educación con reformas universitarias y los Reales Estudios de San Isidro. Las Sociedades de Amigos del País fomentaron innovaciones técnicas, y la prensa escrita ganó importancia con la Gaceta de Madrid.

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