09 Abr

Narrativa española posterior a 1975

A partir de la década de 1970, la novela muestra un pluralismo estético que se aleja del experimentalismo de la década anterior. Destaca, por tanto, la diversidad de las obras y de las propuestas.  En este progresivo acercamiento al lector (y a narrativas mucho más tradicionales), influido por una consolidada industria editorial, observamos una serie de  carácterísticas comunes a la nómina de los nuevos autores:–

Hay una vuelta al hilo argumental y un creciente deseo de contar historias

La narrativa, mucho más convencional que la de sus antecesores convive con técnicas modernas mucho más moderadas. Es el caso, por ejemplo, de los autores leoneses Luis Mateo Díez y José María Merino.–
Se produce un resurgimiento del subgénero entre los literatos más reconocidos. Especialmente destacable resulta la primera novela de Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta (1975), que combina rasgos de la novela histórica, el periodismo y la novela policíaca; por otra parte, Manuel Vázquez Montalbán, intelectual comprometido y poeta, comienza sus novelas policíacas de Pepe Carvalho, un detective barcelonés con un pasado oscuro en la Cía.–En ciertas novelas se produce una mayor presencia del intimismo y la subjetividad, lo que da lugar a la llamada novela poética o novela lírica, como en la obra, que se irá consolidando con los años, del escritor Javier Marías.

A partir de los años 80, se consolidan dos tendencias, algunas de las cuales ya estaban en la década anterior. Por un lado, autores que trabajan con el intimismo y la subjetividad, que ahondan en cuestiones morales y emocionales de la condición humana, como es el caso de las primeras obras de Félix de Azúa o el de la prolífica escritora Almudena Grandes; por otro, la narrativa de subgénero es cultivada con audacia por algunos prosistas, entre los que destaca sobre todo Antonio Muñoz Molina. A partir de los años 90, se consolida la novela-reportaje (simbiosis entre novela y periodismo) y la histórica. De la primera, destaca sobre todo el escritor catalán Javier Cercas, que con sus reconocidas Soldados de Salamina (2001) y Anatomía de un instante (2009), se ha ganado un lugar propio en la narrativa contemporánea española. Además, surgen escritores muy atentos a sensibilidades y estéticas ajenas al mundo de la literatura, como el rock, los cómics, las artes plásticas… Es el caso de Ray Loriga o de Francisco Casavella, por ejemplo. La nómina de escritores de los últimos años es muy amplia, y el tiempo aún no nos ha dado perspectiva para confirmar nombres y obras. Sin embargo, una serie de escritores han realizado ya proyectos literarios muy sólidos. Los más sobresalientes son los siguientes: Eduardo Mendoza, escritor que inició su carrera literaria a mediados de los setenta, ha ido desarrollando en los últimos años una inteligente combinación de géneros (el policíaco, el histórico) con un uso subversivo del humor y la parodia, como en su famosa El misterio de la cripta embrujada (1978). Además, su asombroso dominio de registros lingüísticos y voces le han convertido en el escritor tal vez más talentoso de las últimas décadas. Otras de sus obras son la ambiciosa La ciudad de los prodigios (1986) o El año del diluvio (1992). Javier Marías, que empezó en los setenta como seguidor de las pautas de género, se reinventó por completo a partir de su famosa novela Corazón tan blanco (1992), que explora cuestiones emocionales como la sospecha o la incertidumbre moral mediante una prosa sumamente elaborada, de largos periodos oracionales y llena de digresiones. En sus obras posteriores, como en su trilogía Tu rostro mañana (2002-2007), ha seguido trabajando con un narrador que indaga obsesivo en las relaciones entre el presente y el pasado.Otro escritor obsesionado con el peso de la memoria y con una prosa de largos periodos oracionales es Antonio Muñoz Molina, quien comenzó usando elementos propios de la novela negra en El invierno en Lisboa (1987) o Beltenebros (1989) y dio un giro en El jinete polaco (1991), una novela en la que la biografía personal y el pasado colectivo se entrecruzan. Sus obras posteriores han basculado entre la propia experiencia y la autoficción como materia prima. Almudena Grandes se ha convertido por su parte en la mejor cronista de la educación sentimental de su generación. Además de ser una poderosa analista de emociones y sentimientos en la familia, como en su novela Atlas de geografía humana (1998), una novela estructurada en torno a cuatro voces femeninas, en las últimas décadas se ha embarcado en un proyecto de exploración de nuestra historia, sobre todo enfocado en la Guerra Civil, donde sus tramas complejas y sus personajes vívidos adquieren una gran fuerza. Por último, y entre los numerosos nombres de los últimos años (Juan José Millás, Álvaro Pombo, Soledad Puértolas, etc), destacamos el caso de Enrique Vila-Matas, un autor cuya obra ha girado siempre en torno a la metaficción y la estética de la desaparición, como en sus famosas Historia abreviada de la literatura portátil(1985). Autor galardonado con numerosos premios internacionales, Vila-Matas sobresale por su inteligente mezcla del ensayo y la ficción y su ingenioso humor.

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