28 Nov

PÍO BAROJA

            De sus páginas se desprenden unas ideas que se inscriben en la línea del pesimismo existencial. Para Baroja, el mundo carece de sentido. La vida le resulta absurda y no alberga ninguna confianza en el hombre. El escepticismo preside su manera de entender la vida.

            En cuanto a su concepción novelística, Baroja entendía que la novela era un género abierto, permeable, que abarcaba temas  y formas muy diversos. Consecuencia de ello es su declarada despreocupación por la composición. En sus novelas lo importante no es la historia, sino las anécdotas, los episodios… En cambio, la observación y la capacidad de invención sí son cualidades fundamentales para el escritor.Su estilo es coherente con su ideal de espontaneidad narrativa. Baroja lleva al extremo la tendencia antirretórica de los noventayochistas, por lo que su prosa es viva, directa y ágil, con diálogos abundantes; las descripciones no son minuciosas, sino pinturas rápidas, hechas con detalles significativos que nos producen una intensa impresión de la realidad. En sus novelas cobra especial importancia el narrador, que introduce frecuentes comentarios.

            Su producción narrativa suele  organizarse en trilogías, cuyos títulos indican el rasgo común de las novelas que las componen.  Entre su fecundísima producción, ponemos de relieve las siguientes obras:

La busca, panorama desolador de los barrios más míseros de Madrid;
Zalacaín el aventurero, relato acerca de las andanzas de un “hombre de acción” durante la última guerra carlista;
El árbol de la ciencia, novela de formación de Andrés Hurtado -alter ego del propio Baroja-, personaje perdido en un mundo absurdo y en medio de circunstancias adversas que constituirán una sucesión de desengaños y Las inquietudes de Shanti Andía, novela ambientada en el mundo del mar.

RAMÓN MARÍA DEL VALLE- INCLÁN

            Dos estilos definen la obra de Valle:

Modernismo y esperpento

Los años iniciales están marcados por la tendencia modernista y representados por las cuatro Sonatas:
Sonata de otoño, Sonata de Estío, Sonata de Primavera  y Sonata de invierno; supuestas memorias del Marqués de Bradomín, una especie de donjuán, «feo, católico y sentimental». A esta primera época también pertenece la trilogía de La guerra carlista, que narra episodios de la última guerra carlista de España, en la que destacan el heroísmo romántico de los partidarios carlistas y la brutalidad de la guerra.

            Entre las obras de la última época destaca la que, sin duda, es una de las mejores novelas de la primera mitad del siglo XX, Tirano Banderas y las tres novelas que componen El Ruedo ibérico, obra que refleja la historia y vida de nuestro país desde el reinado de Isabel II hasta el desastre del 98.

JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ, AZORÍN

            En sus obras se difumina la frontera entre novela y ensayo. Además, la trama argumental es tan tenue que más parece un pretexto para hilvanar pinturas de ambientes o para sustentar una galería de personajes sensibles, dolientes o fracasados.  Muestra instantáneas que congelan el tiempo y captan la impresión del instante. Y en todo ello aflora esa típica desazón existencial propia de los noventayochistas. Sus obras más  reconocidas son La voluntad, Antonio Azorín y Las confesiones de un pequeño filósofo.
Del protagonista de estas novelas, que tienen mucho de autobiográfico,  tomará el autor el nombre que utilizará como pseudónimo  y con el que se le conocerá a partir de entonces.

LA NOVELA NOVECENTISTA (GENERACIÓN DEL 14)


            En el período de entreguerras surge un nuevo movimiento que tomará el relevo al Modernismo y la Generación del 98: el Novecentismo.
Comparte con la generación anterior su preocupación por España. Pero defienden la europeización del país y superan el pesimismo de la generación anterior. Se caracteriza por la reacción contra actitudes decimonónicas, la huida del sentimentalismo (novela deshumanizada)
, el intelectualismo y la preocupación por encontrar un estilo meditado y cuidado. Todo esto conduce hacia el ideal de un “arte puro”, es decir, que lo que se busca es el placer estético. Destacaremos a los escritores que introducen novedades importantes en el tratamiento de las novelas:

GABRIEL MIRÓ


            Destaca por su capacidad para captar sensaciones; esto y su agudo sentido lírico justifica que sea conocido como el “gran poeta en prosa”. La acción deja de ser importante para convertirse en el soporte de sus espléndidas descripciones. Sus obras más conocidas son El obispo leproso y Las cerezas del cementerio.

RAMÓN PÉREZ DE AYALA

            Comienza escribiendo en una estética noventayochista para pasar después a la novela «intelectual». En sus obras novecentistas los personajes encarnan actitudes vitales o ideas, y abundan las disquisiciones sobre política, moral o estética. Podemos destacar Belarmino y Apolonio como una de sus novelas más representativas.

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: Platero y yo (1914), de la primera etapa modernista de este autor, es también uno de sus más famosos libros, Platero y yo, escrito en prosa. La obra pertenece a un género no muy cultivado en España, denominado relato poético o prosa poética, que tiene un carácter de transición entre la novela y el poema.

PROSA DE LA GENERACIÓN DEL 27


La generación del 27 cultiva esencialmente la poesía; sin embargo, suelen incluirse también en esta generación algunos prosistas contemporáneos.

La novela inicialmente sigue la estela del arte deshumanizado propuesto por el Novecentismo y las primeras vanguardias.
En estas obras es frecuente la concepción de la literatura como un juego, la innovación estructural y estilística, así como la presencia del humor y la metáfora. 

Ramón Gómez de la Serna (1888-1936)


“Ramón” por antonomasia, es la auténtica encarnación del espíritu y las actitudes de la vanguardia. Además de sus tomos de Greguerías (“metáfora+humor”), la obra de Ramón se compone de un centenar de volúmenes. Pero, sea cual sea el género cultivado, sus páginas son, a menudo, sucesiones de greguerías. Escribió multitud de cuentos y varias novelas. Como novelista, rompe los moldes del género: se desinteresa del argumento y lo sustituye por cuadros, divagaciones… Es lo que llamaba “novela libre”. La más famosa es El torero Caracho, distorsionada visión de la fiesta nacional.

Otros autores serían:
Francisco Ayala, Max Aub, o la escritora Rosa Chacel

* Entre finales de la década de los 20 y 1935 surge una generación de narradores que, opuesta al arte deshumanizado, cultiva una novela realista y de finalidad social.
Esta nueva generación se propone una manifiesta rehabilitación de lo humano, del valor testimonial y de la trascendencia moral y política de la literatura. Figura clave en esta evolución de la novela es José Díaz Fernández, cuyo ensayo El nuevo romanticismo (1930) supone la reivindicación en la literatura de temas más cercanos a la experiencia humana. Junto a él, destaca especialmente Ramón José Sender.
Su novela Imán (1930) es quizá la obra más importante de su primera etapa de escritor. Otras obras significativas de este autor que denuncian los problemas sociales son Siete domingos rojos (1932) y Réquiem por un campesino español (1960, una de las novelas más importantes de la narrativa española de la segunda mitad del siglo XX).

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