10 May

El Problema del Conocimiento en Nietzsche

Nietzsche considera que la cultura occidental es decadente porque sus valores y fundamentos, como la razón, la moral y la religión, falsifican la verdad e impiden la realización plena del ser humano. Desde su vitalismo, que exalta la vida como único fundamento absoluto, Nietzsche intenta romper con esta tendencia. Critica la concepción platónica, reafirmada por el cristianismo, que divide la realidad en un mundo verdadero (suprasensible) y un mundo aparente (sensible). Para Nietzsche, esta distinción surge del miedo al cambio y a la muerte, lo que condujo a la decadencia del espíritu griego antiguo con el triunfo de lo apolíneo (razón, orden, medida) sobre lo dionisíaco (voluntad, instinto, dinamismo, desmesura).

La Naturaleza Cambiante de la Realidad y la Verdad

Considerar la realidad como algo fijo es un error fundamental, ya que la vida es inherentemente múltiple y cambiante. No existen verdades únicas y absolutas, sino múltiples perspectivas sobre una realidad que es, en sí misma, individual y cambiante. Los conceptos, incluida la “verdad”, son para Nietzsche una “metáfora pactada” que, al fijarse por la costumbre y el uso social, pierde su conexión original y vital con la realidad.

Voluntad de Verdad vs. Voluntad de Poder

La denominada “Voluntad de verdad” surge, según él, del deseo de vivir en sociedad y es esta la que determina qué se considera verdadero o falso, estableciendo un consenso. En la tradición occidental, los filósofos han impuesto una única perspectiva dominante, lo que somete al ser humano a la convención y lo conduce a la “voluntad de la nada”, una negación del devenir inherente a la vida. En oposición a esto, Nietzsche defiende la “Voluntad de Poder”, mediante la cual el ser humano crea y selecciona perspectivas sin considerarlas jamás absolutas o definitivas. Esta Voluntad de Poder no niega la diversidad ni el cambio, sino que los asume como elementos constitutivos para dar valor a la vida. Esto se traduce en una metaforicidad metafísica, donde las verdades no son entidades fijas, sino metáforas originales que no llegan a solidificarse en conceptos rígidos.

El Hombre Racional y el Hombre Intuitivo

Nietzsche distingue entre:

  • El hombre racional: aquel que se somete a los conceptos culturales establecidos.
  • El hombre intuitivo: aquel que reconoce el carácter provisional y metafórico de las construcciones conceptuales y domina la vida sin intentar simplificarla o reducirla mediante la razón.

Ambos experimentan el sufrimiento, pero solo el primero vive engañado por las ficciones conceptuales.

Crítica a la Ciencia y Exaltación del Arte

Finalmente, Nietzsche critica las ciencias positivas por su tendencia a matematizar la realidad, un proceso que, a su juicio, anula las diferencias cualitativas y la riqueza del mundo. Sostiene que las leyes de la naturaleza no se conocen en sí mismas; solo percibimos y conocemos sus efectos. Para él, el único conocimiento que se aproxima a la verdad es el arte, ya que este tiene la capacidad de mostrar el mundo tal como es: dionisíaco, cambiante, caótico y problemático. Asimismo, rechaza la profunda influencia de la gramática en la filosofía, pues considera que esta impone una estructura racional previa sobre la realidad, excluyendo otras formas de expresión más directas y vitales de la vida.


El Problema del Ser Humano en Nietzsche

Nietzsche considera que la cultura occidental es decadente porque la metafísica tradicional ha falsificado la realidad y se opone frontalmente a la vida. Para él, el único fundamento absoluto es “la vida”, entendida en su dimensión biológica, instintiva e irracional. Rechaza la concepción tradicional del ser humano como un animal racional, argumentando que la razón está, en realidad, al servicio de los instintos y de la Voluntad de Poder, la cual es intrínsecamente libre y absoluta.

La Condición Humana y la Moral de Rebaño

Su visión del ser humano común es pesimista: lo describe como un ser débil e indefenso que, erróneamente, se cree el centro de la naturaleza y deposita una confianza ingenua en la razón. Este ser humano débil sigue la “moral de los esclavos” o “moral de rebaño”, impuesta por la religión y la filosofía dominantes, y se basa en la resignación, la humildad y el rechazo a los impulsos vitales. Esta moral, fundamentada en la idea de Dios, esclaviza al individuo a través de conceptos como la verdad absoluta, los valores universales y la obligación moral, negando así la Voluntad de Poder inherente al ser humano. Frente a esto, Nietzsche propone la “moral de señores”.

La «Muerte de Dios», el Nihilismo y el Superhombre

Con la proclamación de la “muerte de Dios”, desaparece el dogmatismo de la razón y la moral tradicional pierde su fundamento trascendente, dando paso al nihilismo. Nietzsche distingue entre:

  • Un nihilismo negativo o pasivo: que simplemente destruye los valores antiguos sin proponer nada nuevo, llevando a la desesperación.
  • Un nihilismo positivo o activo: que, tras la destrucción, permite construir una nueva moral basada en la afirmación de la Voluntad de Poder.

El ser humano actual es solo un puente, una transición hacia un nuevo estado: el “superhombre” (Übermensch), representado metafóricamente en su obra Así habló Zaratustra. Este nuevo tipo de ser humano sustituye los conceptos rígidos por metáforas vivas, se libera de las creencias antiguas y de la moral igualitaria, haciendo de su propia voluntad su única ley. El superhombre crea nuevos valores, acepta la vida en su totalidad —con su alegría y su sufrimiento— y supera el dogmatismo del ser humano anterior. La Voluntad de Poder se manifiesta en él como una fuerza creadora incesante.

Las Tres Transformaciones del Espíritu

El camino hacia el superhombre atraviesa tres estadios o transformaciones del espíritu:

  1. El camello: representa al espíritu que soporta la carga de la vieja moral y los deberes impuestos sin rebelarse.
  2. El león: simboliza al espíritu que se rebela contra estos valores, destruyendo el “tú debes”, pero aún no es capaz de crear nuevos valores (“yo quiero”).
  3. El niño: representa al espíritu que, libre de prejuicios y cargas, se libera completamente y crea sus propios valores desde la inocencia y el juego, diciendo “sí” a la vida.

El Eterno Retorno y la Vida como Obra de Arte

El superhombre es aquel que reconoce y afirma la vida bajo la doctrina del “eterno retorno de lo idéntico”, aceptando la idea de que cada instante de su existencia se repetirá infinitamente. De este modo, rechaza cualquier forma de trascendencia y vive plenamente su existencia terrenal, haciendo de su propia vida una obra de arte.


El Problema de la Moral en Nietzsche

Nietzsche parte de la premisa de que la cultura occidental es decadente porque los filósofos, movidos por el miedo a la muerte y al devenir, han inventado una “otra realidad” trascendente. En su obra La genealogía de la moral, plantea la necesidad imperante de investigar el origen histórico y psicológico de los conceptos morales y cuestionar radicalmente su valor.

La Moral Occidental: Una Moral Contranatural

El principal error de la moral occidental, según Nietzsche, es que va contra la naturaleza (widernatürlich), negando el devenir y los instintos vitales. Esta moral, fundamentada en el platonismo y consolidada por el cristianismo, impone valores que Nietzsche asocia con lo apolíneo —moderación, normas, represión de los instintos— en detrimento de los valores dionisíacos —desmesura, libertad, afirmación de los instintos vitales. Para sostenerse, esta moral inventa un ser externo y trascendente, Dios, lo que la convierte, a ojos de Nietzsche, en un claro signo de decadencia vital. Es una moral “contranatural” que promete una recompensa en un mundo espiritual inexistente, siendo en realidad la promesa de la nada, una negación de la vida terrenal.

Moral de Esclavos vs. Moral de Señores

En obras como Más allá del bien y del mal y La genealogía de la moral, Nietzsche distingue fundamentalmente dos tipos de moral:

  • La “moral de los esclavos” (Sklavenmoral): Es la moral de los débiles, los resentidos, aquellos que, incapaces de vivir los valores afirmativos de la vida, exaltan la resignación, la obediencia, la compasión (entendida como debilidad) y el sufrimiento. Nace, según Nietzsche, con el judaísmo y se reafirma con el cristianismo, al que considera una religión de esclavos basada en el resentimiento hacia quienes disfrutan la vida y encarnan la fortaleza.
  • La “moral de los señores” (Herrenmoral): Es la moral de los fuertes, los nobles, aquellos que aman la vida, el poder, la autoafirmación y la grandeza, y no se someten a ninguna voluntad ajena. Era la moral que Nietzsche identifica con lo dionisíaco de la Grecia presocrática y la que debe ser recuperada por el superhombre.

En la historia de Occidente, argumenta Nietzsche, los débiles han logrado imponer su moral a través de movimientos como el cristianismo y, en su época, el socialismo, que considera herederos de esta misma lógica de rebaño.

La Transmutación de Todos los Valores

Para superar esta moral decadente, el ser humano debe recurrir a su Voluntad de Poder y destruir estos valores antivitales desde la afirmación de sus instintos. Este proceso de destrucción lleva al nihilismo, la constatación de que los valores supremos se han desvalorizado. Es en este contexto donde se produce la “muerte de Dios” y, con ella, la caída de otros dogmas como la autoridad incuestionable del Estado o la fe en una razón absoluta. Una vez superado el nihilismo pasivo, la Voluntad de Poder podrá manifestarse creativamente, dando lugar a nuevos valores y restaurando la moral de los fuertes, que es, en esencia, la moral de la afirmación de la vida.

Esta “transmutación de todos los valores” (Umwertung aller Werte) consiste fundamentalmente en aceptar y amar la Tierra y la existencia inmanente en lugar de anhelar un cielo divino o cualquier otra forma de trascendencia. El superhombre, encarnación de la Voluntad de Poder, no se limita a invertir los valores tradicionales (lo que sería una simple reacción), sino que se sitúa más allá del bien y del mal tal como los entendía la vieja moral, creando nuevos valores terrenales y vitales.

El Camino Hacia la Nueva Moral: Las Tres Transformaciones

Este proceso de transformación espiritual hacia la creación de nuevos valores se desarrolla, como se mencionó anteriormente, en tres etapas simbólicas:

  1. El camello: que carga con los valores impuestos por la tradición.
  2. El león: que se rebela y destruye esos valores, conquistando su libertad.
  3. El niño: que, libre de prejuicios y resentimientos, crea una nueva escala de valores desde la inocencia y la afirmación lúdica de la vida.

Culminación: El Eterno Retorno y la Afirmación Radical de la Vida

Esta nueva moral, la del superhombre, alcanza su máxima expresión y prueba de fuego en la doctrina del “Eterno Retorno de lo idéntico”. Esta idea implica amar la vida con tal intensidad y plenitud que se desee que cada instante, con sus alegrías y dolores, se repita infinitamente, convirtiéndose en la afirmación más radical de la existencia.

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