20 Abr
El Movimiento Obrero en España
Orígenes y Primeras Formas de Organización
Tras episodios de violencia espontánea de destrucción de máquinas –**ludismo**– (como el incendio de la **fábrica Bonaplata** de Barcelona en 1835) y la participación de obreros en levantamientos insurreccionales de carácter liberal, el movimiento obrero comenzó a organizarse cuando surgieron las **sociedades de ayuda mutua** con el fin de cubrir las necesidades básicas de sus asociados en caso de enfermedad, vejez o paro. En Barcelona se fundó en 1840 la **Sociedad de Protección Mutua de Tejedores de Algodón**, promoviendo las primeras huelgas. El asociacionismo obrero comenzó a extenderse, a pesar de estar prohibido. En lo que a las ideologías se refiere, en estos primeros años hubo algunos seguidores del **socialismo utópico** (**J. Abreu**, seguidor de **Fourier** y sus *falansterios*, *sansimonianos* como **F. Molau** o *cabetianos* como **N. Monturiol**), pero sus proyectos apenas tuvieron repercusión. En 1842, los obreros de Barcelona, junto a sus patronos, se sublevaron contra **Espartero** en la defensa del proteccionismo. En la **Década Moderada** el movimiento obrero se debatió entre la prohibición y la tolerancia. Durante el **Bienio Progresista** estallaron conflictos en diversas industrias que culminaron en 1855 con la convocatoria en Barcelona de la **primera huelga general** en demanda de mejoras y libertad de asociación. Con la vuelta al moderantismo, el obrerismo permaneció aletargado por la prosperidad económica y la represión gubernamental. A partir de 1863 volvieron las movilizaciones. Las agitaciones campesinas fueron más frecuentes en Andalucía por el predominio del latifundismo y los campesinos jornaleros. Se produjeron algunos episodios de quema de cosechas y matanzas de ganado, así como movimientos campesinos de ocupación espontánea de tierras (también algún episodio de mayor importancia como la llamada **Sublevación de Loja** en 1861 dirigida por **Pérez del Álamo**). El carácter localizado de las acciones y su escasa organización facilitaron su control por parte del ejército y la Guardia Civil.
El Sexenio Democrático y la AIT
La intervención popular fue decisiva para el triunfo de la **revolución de 1868**. Durante el **Sexenio Democrático**, al amparo de las nuevas libertades y derechos reconocidos, se produjo el desarrollo del movimiento obrero español con una clara toma de conciencia política y de la necesidad organizativa superando las fórmulas anteriores de protesta espontánea y la subordinación a los partidos pequeño-burgueses, al tiempo que se asimilaban las principales corrientes ideológicas de la **AIT** (*Asociación Internacional de Trabajadores*, *Primera Internacional*) fundada en **Londres** en 1864: el **marxismo** y el **anarquismo**. Estas dos corrientes, si bien compartían su total rechazo al sistema capitalista y pretendían construir una sociedad igualitaria sin clases sociales y sin Estado, se diferenciaban en cuanto a sus objetivos inmediatos: los anarquistas pretendían la eliminación directa del Estado burgués con una acción revolucionaria mientras que los marxistas aspiraban primero a su conquista –bien por la revolución o bien por vía electoral– para establecer una *dictadura del proletariado* que desmontase el sistema capitalista como paso previo hacia el **comunismo**. Esto les llevaba a diferir en sus estrategias: los anarquistas, al contrario que los marxistas, rechazaban la creación de partidos obreros y la participación en el sistema político burgués.
El Movimiento Obrero durante la Restauración
En 1868, la llegada de **G. Fanelli**, discípulo del anarquista **Bakunin**, permitió la creación de la **Federación Regional Española de la AIT**. En 1870 se celebró en Barcelona el **I Congreso de la FRE**. El anarquismo era mayoritario y arraigó especialmente en el Levante, el campo andaluz y Cataluña. La corriente marxista se configuró en torno al núcleo madrileño en contacto con **P. Lafargue**, yerno de **Marx**, llegado en 1871. Los conflictos entre ambas tendencias fueron continuos y cuando se produjo la ruptura definitiva a nivel internacional en 1872, la **FRE-AIT** se adhirió a los planteamientos *bakuninistas*. Los marxistas fueron expulsados y crearon la **Nueva Federación Madrileña**. Los anarquistas participaron activamente en el **movimiento cantonal** de 1873. Tras el **golpe de Pavía** en 1874, el gobierno dictatorial de **Serrano** ilegalizó las asociaciones de la **AIT**, que pasaron a la clandestinidad. Los primeros gobiernos de la **Restauración** continuaron con la represión de un movimiento obrero ya claramente dividido en socialistas y anarquistas. En 1887, la **Ley de Asociaciones** permitió la legalización de las organizaciones obreras. El anarquismo fue la corriente mayoritaria especialmente entre el proletariado urbano catalán y el campesinado andaluz. El movimiento anarquista se había reorganizado con la **Federación de Trabajadores de la Región Española** (**FTRE**), fundada en Barcelona en 1881, como un sindicato para la defensa del proletariado en la línea del **anarcosindicalismo**. Por contra, los campesinos anarquistas andaluces eran más partidarios de la acción violenta contra los terratenientes (la *propaganda por el hecho*) con asesinatos o incendios como los supuestamente realizados por la organización secreta *La Mano Negra*. En los años 90, con la **FTRE** ya disuelta, el anarquismo se manifestó especialmente con atentados terroristas en Cataluña, estableciéndose una dinámica de acción terrorista-represión gubernamental (el propio **Cánovas** fue asesinado en 1897). Los socialistas se organizaron en torno al **Partido Socialista Obrero Español** (**PSOE**), fundado en 1879 por **Pablo Iglesias** a partir del núcleo madrileño de tipógrafos. Con un ideario marxista, se configuró como un partido de clase, exclusivamente obrero, que pretendía enfrentarse a los partidos burgueses a través de las elecciones. En 1888 se fundó en Barcelona la **Unión General de Trabajadores** (**UGT**), sindicato vinculado al **PSOE**. El partido era el instrumento de la acción política y el sindicato se encargaba de las reivindicaciones concretas para mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los obreros. Poco a poco, el socialismo, aunque siempre por detrás de los anarquistas, fue ganando apoyos en grandes ciudades y núcleos industriales, especialmente en Madrid, Asturias y Vizcaya. Otra forma de organización obrera fueron los sindicatos católicos, de carácter apolítico e interclasista sobre la base de la **doctrina social de la Iglesia** (encíclica *Rerum Novarum* de **León XIII**). Sin embargo, la implantación del sindicalismo católico fue menor que la de los sindicatos de clase.
La Crisis de 1898
La Situación en Cuba y los Orígenes del Conflicto
La situación en Cuba era compleja por la importancia que tenía para la economía española. En la isla crecía el descontento por no tener autonomía política (algo que se había prometido en 1878 en la **Paz de Zanjón** que puso fin a la **Guerra de los Diez Años**, el primer gran intento independentista), el mantenimiento de la esclavitud hasta 1880 y por los abusos a los trabajadores en las plantaciones. Además, los cubanos aspiraban a una liberalización comercial porque las leyes arancelarias forzaban a comprar productos peninsulares. Otro elemento importante fueron los intereses de **EE.UU.**, partidarios de la independencia de Cuba, por lo que suponía el fin del colonialismo europeo y por la posibilidad de explotar la isla en exclusiva. Los políticos españoles, liberales y conservadores, se dejaron presionar por grupos con intereses coloniales opuestos a cualquier cambio que pudiese reducir sus beneficios. En la isla había tres corrientes políticas: los españolistas, generalmente grandes latifundistas azucareros, que se oponían a cualquier reforma que pudiese perjudicar sus intereses; los autonomistas apostaban por una Cuba más libre, pero española; y los independentistas, agrupados en torno al **Partido Revolucionario Cubano** fundado en 1892 y liderado por **José Martí**. Ante la falta de reformas el independentismo ganó fuerza y esto condujo finalmente a la guerra.
La Guerra Hispano-Estadounidense
La revuelta estalló en 1895 (**Grito de Baire**) liderada por **José Martí**, **Máximo Gómez** y **Antonio Maceo**. Al año siguiente también estalló en Filipinas otra revuelta independentista. Desde España se envió de nuevo a Cuba al **general Martínez Campos** a combatir la rebelión, pero abierto a la negociación; esta vez fracasó. Fue sustituido en 1896 por el **general Valeriano Weyler**, que aplicó una política dura buscando la victoria militar, sin concesiones. Dividió el territorio en líneas fortificadas (*trochas*), recluyó a la población civil en auténticos *campos de concentración* y forzó a los guerrilleros, abastecidos por los estadounidenses, a replegarse a las montañas. Tras el asesinato de **Cánovas** en 1897, el nuevo gobierno liberal de **Sagasta** cesó a **Weyler** y puso en marcha la concesión de una autonomía para Cuba y Puerto Rico. Pero fue ya demasiado tarde. El hundimiento del **acorazado Maine** en el puerto de La Habana en 1898 provocó su intervención en la guerra. Aunque probablemente fue un accidente, la prensa y el gobierno de **EE.UU.** culparon a España y se ofrecieron a comprar la isla al tiempo que daban un ultimátum para que renunciase a la soberanía. El gobierno español prefirió la guerra antes que una paz comprada. La guerra fue muy corta. Las derrotas españolas en las **batallas de Cavite** (Filipinas) y **Santiago de Cuba** fueron los hechos más destacados. Las pérdidas humanas no fueron excesivamente elevadas, unos 50.000 muertos (la mayoría por enfermedades infecciosas). En diciembre de 1898 se firmó el **Tratado de París**: España reconocía la independencia de Cuba y cedía a los **EE.UU.** también Puerto Rico, Filipinas y Guam. Posteriormente, ante la imposibilidad de mantenerlas, se vendieron a Alemania las islas Carolinas, las Marianas y las Palaos. El imperio colonial español había quedado liquidado.
Consecuencias del Desastre del 98
El llamado «**Desastre del 98**», no supuso solamente una pérdida territorial. Tuvo también consecuencias económicas, políticas e ideológicas. En el ámbito económico no puede hablarse propiamente de un desastre como tal. Aunque se perdió un excelente mercado para los productos textiles catalanes y las harinas castellanas, la economía española se recuperó pronto de la pérdida colonial. Como efecto positivo cabe destacar incluso que se produjo una repatriación de capitales que permitió la fundación de algunos grandes bancos. En el ámbito político, los partidos dinásticos se vieron desprestigiados, aunque el sistema político de la **Restauración** sobrevivió. No obstante, la crisis del 98 contribuyó a desgastar el régimen por varios motivos. Burguesías de territorios periféricos, especialmente la catalana, cuestionaron la capacidad del gobierno central para defender sus intereses y, como alternativa, se volcaron hacia los movimientos regionalistas y nacionalistas. Se produjo también un fuerte desencuentro entre la sociedad civil y el **Ejército**: los militares desconfiaban de los políticos, les responsabilizaban de la derrota y exigían la modernización de las fuerzas armadas; por otra parte, aumentó el antimilitarismo popular por el injusto y clasista sistema de reclutamiento que permitía a los más pudientes eludir las *quintas* del servicio militar pagando una cuota o contratando un sustituto. En el ámbito ideológico, se produjo una profunda crisis moral, una auténtica crisis de conciencia nacional, y una sensación de frustración colectiva. Se puso de manifiesto el «*Problema de España*», su atraso y aislamiento. Esto provocó la aparición de un importante movimiento intelectual denominado **regeneracionismo**. El **regeneracionismo** era un nuevo planteamiento ético ante la sociedad y la política. No era una corriente de pensamiento unitaria y presentó diversas manifestaciones.
Algunos regeneracionistas como **Joaquín Costa**, rechazaban por completo el sistema de la **Restauración** ya que para ellos el problema estaba en la corrupción política del *turno de partidos*, el **caciquismo** y en el atraso económico y social, y para superarlo planteaban propuestas de regeneración política, reforma educativa y obras públicas, es decir, una política orientada al bien común y no solo a los intereses de una reducida oligarquía. Hubo también un regeneracionismo desde dentro del propio régimen, representado por gobiernos, tanto conservadores como liberales, que trataron de llevar a cabo reformas para eliminar los aspectos más negativos del sistema con el fin de que este pudiera mantenerse. La crisis de conciencia tuvo además una repercusión literaria importantísima ya que la **Generación del 98** (**Unamuno**, **Azorín**, **Valle Inclán**, **Machado**, **Pío Baroja**, etc.) constituye uno de los momentos cumbre de nuestra cultura en la llamada **Edad de Plata**.
España a Principios del Siglo XX
El Gobierno de Antonio Maura y la «Revolución desde Arriba»
**Antonio Maura**, líder del partido conservador, en su *gobierno largo* (1907-1909), impulsó la llamada «*revolución desde arriba*». Su intención era reformar la vida pública y mejorar las condiciones de los más desfavorecidos evitando así una *revolución desde abajo* que pondría en peligro todo el régimen. Su programa incluía actuaciones económicas (proteccionismo, reconstrucción naval y desarrollo agrario) y en el plano sociolaboral (donde ya anteriormente se habían aprobado medidas en materia de accidentes de trabajo, descanso dominical y regulación de jornada laboral de mujeres y niños) se creó el **Instituto Nacional de Previsión** (**INP**) para promover seguros sociales y que los trabajadores tuvieran una pensión al jubilarse (es el antecedente de la **Seguridad Social**); también se promulgó una **Ley de Huelga**, aunque orientada más bien a ponerlas bajo control. En el plano político, para hacer frente al **caciquismo** y regenerar el sistema, trató de atraerse a las «*masas neutras*», cuya indiferencia denunciaban los regeneracionistas. Para ello, se reformó la **ley electoral** estableciendo el voto obligatorio, aunque la posibilidad de fraude persistió al suprimirse las elecciones en circunscripciones en las que número de candidatos y escaños coincidiesen (y se endurecieron los requisitos para ser candidato). Planteó la reforma de la administración local para que ayuntamientos y diputaciones tuviesen mayor autonomía y se pudiesen crear mancomunidades en un intento de descentralizar el Estado, pero esta ley no llegó a aprobarse en el Parlamento. La dura represión de la **Semana Trágica** en 1909 provocó el desprestigio de **Maura** y finalmente la caída de su gobierno.
La Semana Trágica de Barcelona
Pero ¿qué fue la **Semana Trágica**? ¿Qué relación tuvo con la cuestión de **Marruecos**? Tras el «**Desastre del 98**», aumentó el interés español por el territorio norteafricano ante la posibilidad de reconstruir allí, al menos en parte, el imperio colonial. En el contexto de las tensiones coloniales entre Reino Unido, Francia y Alemania, una declaración franco-británica en 1904 reconoció los intereses españoles en la zona y un convenio hispano-francés posterior los ratificaron. Tras la crisis provocada por la intervención alemana (la *Primera crisis marroquí*), se celebró en 1906 la **Conferencia de Algeciras** y en ella Francia y España obtuvieron la tutela sobre **Marruecos**. A España le correspondía el territorio norte, el **Rif**, una zona montañosa y árida, habitada por unas tribus (*cabilas*) muy belicosas. Empresas y particulares (algunos muy vinculados a las élites políticas) podían hacer grandes negocios explotando minas y construyendo ferrocarriles, mientras que el **Ejército** podía recuperar el prestigio perdido y ganar protagonismo político (también era un buen medio de lograr ascensos en el escalafón militar). España se embarcó así en una impopular aventura colonial que, si bien le permitía recuperar cierta presencia internacional, le obligó a movilizar gran cantidad de recursos y tropas, y en la que los reveses militares sufridos contribuirán a deteriorar el clima político y agudizar la separación entre el **Ejército** y la sociedad civil.
En julio de 1909, miembros de *cabilas* próximas a Melilla atacaron a los trabajadores de una compañía minera. El gobierno de **Maura** decidió reforzar la presencia militar y movilizó a los reservistas (muchos de ellos ya casados y con familia). Hubo protestas en diversas ciudades (reaparecía nuevamente el clamor popular contra el injusto y clasista sistema de reclutamiento), pero fue en Barcelona donde se produjeron los acontecimientos más graves. En un ambiente ya especialmente tenso con un incremento del anticlericalismo y del antimilitarismo desde la aprobación de la **Ley de Jurisdicciones** de 1906 (interpretada como ataque al catalanismo), el sindicato anarquista **Solidaridad Obrera** y la **UGT** socialista convocaron a finales de julio una huelga general que coincidió con el **desastre del Barranco del Lobo** y las numerosas bajas españolas. Se desató entonces una insurrección espontánea y violenta con incendio de edificios religiosos, barricadas y enfrentamientos de huelguistas con la policía y el ejército. Se declaró el estado de guerra. La insurrección se prolongó durante una semana, pero fue finalmente sofocada el 2 de agosto con un balance de cerca de un centenar de muertos, numerosos heridos y edificios destruidos. Luego llegaron las detenciones en masa y los juicios militares. Especialmente grave fue el procesamiento irregular, condena y ejecución del pedagogo anarquista **Francisco Ferrer y Guardia**, fundador de la **Escuela Moderna**. Su ejecución se produjo en medio de una oleada de protestas internacionales. Hoy parece demostrado que no participó en los hechos y que la insurrección no fue algo organizado sino más bien la explosión espontánea del descontento popular.
Deja un comentario