08 Sep

Introducción: Mitos y la Inferioridad Femenina

Los mitos sobre la mujer han jugado un papel decisivo en el mantenimiento de su situación de inferioridad. Mitos que han sido creados por el varón y a la medida de los intereses del varón. La importancia de los mitos reside en la eficacia que tienen a la hora de fijar y perpetuar creencias, valores y conductas en la sociedad, a través del tiempo. Como invención de los varones, la creación de los mitos es un acto deliberado de la sociedad patriarcal para justificar y mantener su posición de privilegio. Por eso, en casi todas las formulaciones mitológicas, la mujer aparece siempre como pasiva, cosificada, repudiable y, además, consentidora de la situación.

Mitos en la Cultura Cristiana y el Eterno Femenino

En la cultura mitológica cristiana, como nos señala Beauvoir, Eva no fue creada a la vez que el varón; y ni siquiera lo fue con una sustancia diferente que la singularizase; desde su origen se constituyó como un ser subsidiario y adjetivo. Los mitos de la mujer-naturaleza, la virginidad y la menstruación son paradigmáticos, como concreciones del eterno femenino.

La Virginidad como Expresión de Propiedad

La virginidad es la máxima expresión de la propiedad. Si el marido rompe el himen de la mujer, ya no podrá ser virgen para nadie más. Se expresa así el grado máximo del sentido de la posesión. Lo importante no es que sea para mí, lo que podría significar una posesión relativa; sino que no podrá ser para otro, lo que implica una posesión absoluta. No hace falta entrar en profundos análisis para comprobar cómo en la actualidad el valor de la virginidad, asociada a la pureza, conserva toda su vigencia.

La Mujer como Naturaleza y Semejante

Por otra parte, la mujer cumple el doble papel de naturaleza y semejante. En cuanto naturaleza, ella es fuente de vida pero también de pasividad: ella es la tierra y él la semilla. Y, en cuanto semejante, la mujer es la conciencia que necesita el varón para reconocerse como conciencia y afirmar su autonomía. En los mitos, la mujer es una conciencia amable y dúctil, contra la que el varón no tiene que luchar para lograr someterla. En la actualidad, la publicidad es una fuente inagotable de ejemplos en los que el mito de la mujer como naturaleza (cuerpo) y como sumisa se reproduce en todo su vigor.

El Mito de la Menstruación

Otro lugar importante lo ocupan las creencias en torno a la menstruación. La sangre menstrual condensa también un doble valor en los mitos, que tiene que ver con la doble faz de la vida y de la muerte. Aún persisten en nuestros días creencias relacionadas con el miedo al poder de la sangre menstrual. Por ejemplo, en 1878, un miembro de la Asociación Médica Británica aseguraba haber sido testigo de cómo se estropeaban un par de jamones porque fueron tocados por mujeres con la regla. Para concluir, por increíble que nos parezca, la cultura popular de nuestra sociedad actual desaconseja hacer mayonesa a las mujeres que están menstruando, por el peligro de que se corte el producto. El mito sigue vigente y con una potente cobertura social, que afecta a la concepción total de la mujer. La sociedad no ve mujeres, sino el concepto de mujer que el patriarcado ha construido.

La Cuestión de la Mujer según Beauvoir

Beauvoir, al comienzo de la introducción a El segundo sexo, dice que, pese a las muchas cosas que se han dicho sobre la mujer, parece que sea un problema no resuelto. «¿Qué entiende la gente cuando escucha o pronuncia el término ‘mujer’?» Beauvoir se pregunta: «¿Acaso hay mujeres?» La pregunta tiene sentido porque es la misma sociedad quien con sus contradicciones pone en duda dicha existencia. Mientras que unos opinan que «hasta en Rusia las mujeres siguen siendo mujeres», otros se quejan de que «la mujer se ha perdido». Así que deberíamos comenzar por aclarar a qué nos referimos cuando hablamos de la categoría ‘mujer’.

Feminidad y el Eterno Femenino

Si intentamos zanjar la cuestión acudiendo a las características anatómicas o fisiológicas, seguro que nos encontraremos con gente que opinaría que algunas mujeres, pese a compartir con el resto la misma biología, no son femeninas. Se suele escuchar también que la feminidad está en peligro, pese a que sabemos que existe, aproximadamente, la misma cantidad de hombres que de mujeres. Así, pues, parece que con los términos ‘feminidad’ o ‘mujer’ nos estemos refiriendo a una categoría despegada de la propia naturaleza; a una especie de modelo en el que no todas las mujeres encajan: el eterno femenino. Es en realidad, según Beauvoir, un modelo cultural de patente masculina; un mito que la sociedad patriarcal ha utilizado para sus propios intereses. Se trata de una conceptualización que ha partido de las diferencias observables entre el hombre y la mujer. Tales diferencias han sido elevadas casi como arquetipos platónicos que dictan cómo ha de ser el mundo. A partir de esta definición podemos describir sus características.

Características del Mito del Eterno Femenino

Estatismo del Mito

La diversidad de mujeres que existen en la realidad quedan reducidas al monolito estático del mito. La riqueza de su diversidad es mutilada en el lecho de Procusto del eterno femenino. De manera que si la mujer no encaja en el mito es porque es poco femenina.

Mantenimiento del Estatus de Privilegio

La situación de privilegio la mantienen los varones en la sociedad patriarcal. Considerar la dedicación al hogar como valores propios de la mujer garantiza al hombre derechos absolutos. El ámbito de la mujer queda reducido a la interioridad de la casa, mientras que el lugar de las grandes decisiones, el exterior, queda para el varón.

Asimilación Mujer-Naturaleza

El eterno femenino es un mito que asimila las mujeres a la naturaleza (se las identifica con el mar, agua, tierra). Es verdad que el embarazo o el ciclo menstrual son factores que acercan a la mujer a la naturaleza mucho más que al varón. Pero el problema surge cuando el dueño de la empresa utiliza esos factores naturales para justificar su despido o para no contratarla.

El ‘Misterio Femenino’ y sus Ventajas para el Varón

El misterio femenino es una de las grandes peculiaridades del mito de la mujer. El lenguaje popular sintetiza muy bien esta característica con la expresión «a las mujeres no hay quien las entienda».

La Absoluta Alteridad

El mito del misterio de lo femenino implica la alteridad absoluta. Para que la reciprocidad resulte imposible, el otro tiene que ser alteridad para sí misma. Es decir, no solo el hombre tiene que concebir a la mujer como otra inexplicable, sino que la mujer también ha de concebirse de la misma manera. Pese a que hay veces que la mujer no entiende al hombre, no existe un misterio masculino. Pero, ¿quiere decir esto que la palabra mujer no tiene significado? Negar la noción de eterno femenino, obviamente no es negar la existencia de las mujeres. Desde la perspectiva de la filosofía existencialista, Beauvoir responde que no existe un concepto fijo y trascendente que responda a la pregunta qué es una mujer. Beauvoir, cuando se refiere a una mujer en cuanto tal, «no podemos decir absolutamente nada de ella» porque «está más acá de toda calificación». Es pura existencia lo que quiere decir que es un continuo hacerse.

Conclusión: El Eterno Femenino como Producto Cultural

Como acabamos de ver, el mito transmite, consagra y perpetúa una concepción de la mujer que resulta interesante a la sociedad patriarcal. En definitiva, el ‘eterno femenino’, como el resto de los mitos, es un producto cultural de patente masculina y de libre circulación en la sociedad patriarcal, que contribuye a la transmisión y consolidación del estatus de privilegio de los varones.

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