16 Sep

Introducción al Manifiesto Comunista

Este fragmento pertenece al Manifiesto Comunista, una obra fundamental que apareció en Londres en 1848. Sus principios ideológicos se centran en la lucha que el proletariado debía emprender contra la burguesía, estableciendo objetivos tanto a corto como a largo plazo. El manifiesto fue concebido como:

  • Un instrumento para el estudio del capitalismo que favoreciera la toma de conciencia de la clase social del proletariado.
  • Un texto de propaganda política.
  • Una obra que evita el uso de términos técnicos filosóficos, buscando la accesibilidad.
  • El punto de partida del nacimiento del comunismo, fundamentado en la historia de la burguesía como clase social dominante.

En esencia, el Manifiesto Comunista es un escrito divulgativo diseñado para dar a conocer los fundamentos y propósitos del comunismo.

El Fantasma del Comunismo: Preámbulo y Contexto

En el preámbulo, Marx afirma que el comunismo es un fantasma que aterroriza tanto a los poderosos como a los falsos revolucionarios. Menciona figuras clave que representan diferentes facetas de la oposición o la incomprensión:

  • El Papa Pío IX, el Zar Nicolás I y el canciller austrohúngaro, quienes simbolizan el Antiguo Régimen.
  • Guizot, que representa a la burguesía.
  • Los radicales franceses, que confundían la revolución con meras reformas al sistema democrático.
  • Los «polizontes» alemanes, espías que intentaron infiltrarse en la Liga de los Comunistas.

Todos ellos, según Marx, temen la fuerza emergente del proletariado. El comunismo es presentado como el espectro de la Liga de los Justos, una organización obrera secreta cuyos verdaderos propósitos eran desconocidos para muchos. Marx y Engels lograron convencer a sus afiliados para transformar esta liga en una asociación abierta y de masas, sentando las bases para un movimiento más amplio.

La Lucha de Clases: Motor de la Historia Humana

Marx y Engels postulan que el motor de la historia humana es, fundamentalmente, la historia de la lucha de clases sociales. La historia de la humanidad es, por tanto, la historia de estas confrontaciones, las cuales impulsan la transformación revolucionaria de la sociedad.

En la Antigua Roma y en la Edad Media, existían diversas clases sociales con una rigurosa jerarquía. Los cambios en las relaciones de producción y el avance de las fuerzas productivas son los que impulsan el progreso histórico. Este progreso se manifiesta a través de distintos modelos de producción:

  • En Grecia: el hombre libre y el esclavo.
  • En Roma: los patricios y los plebeyos.
  • En el feudalismo: el barón y el siervo.
  • En la manufactura: el maestro y el oficial.

La sociedad burguesa, con su modo de producción capitalista, ha simplificado esta lucha, enfrentando directamente a la burguesía contra el proletariado.

La Época de la Burguesía: Ascenso y Transformación

Nuestra época es, sin duda, la época de la burguesía. La sociedad burguesa, según Marx, simplifica las clases sociales, enfrentando directamente a dos principales: la burguesía y el proletariado. La burguesía, a lo largo de la historia, ha acumulado poder y riqueza a través de la artesanía y el comercio.

De acuerdo con el materialismo histórico, la transición de la sociedad feudal a la sociedad burguesa se debió a tres causas fundamentales:

  1. El desarrollo de las fuerzas productivas.
  2. Los descubrimientos geográficos.
  3. La circunnavegación de África, que facilitó el acceso a nuevas materias primas y el desarrollo del comercio global.

La historia, en esta perspectiva, se desarrolla como producto del progreso de la base material de la sociedad y de sus fuerzas productivas. La industria artesanal fue gradualmente sustituida por la manufactura, caracterizada por una mayor división del trabajo y la especialización de los obreros. En el siglo XVIII, la manufactura fue a su vez reemplazada por la Revolución Industrial, impulsada por la máquina de vapor. La gran industria moderna requiere enormes inversiones de capital, maquinaria avanzada y un vasto ejército de trabajadores.

La burguesía moderna es el resultado de un proceso continuo de cambios en el modo de producción, así como de transformaciones políticas y económicas que, a su vez, provocaron cambios en la superestructura social. Las fases del desarrollo político de la burguesía incluyeron su rol como estamento oprimido, su búsqueda de administración autónoma, su función como contrapeso de la nobleza y, finalmente, la conquista del Estado moderno.

El Papel Revolucionario de la Burguesía en la Historia

La burguesía ha desempeñado un papel históricamente revolucionario. Acabó con la aristocracia y el feudalismo, impulsando el desarrollo del comercio y la circulación del dinero. Marx afirma que el Estado es una institución que expresa la voluntad de la clase social económicamente dominante, es decir, la burguesía. Para esta clase, lo que importa es el valor económico, el dinero y el libre comercio.

Las profesiones liberales se reconvierten en simples asalariados al servicio de la burguesía. Incluso las relaciones familiares se reducen a meras relaciones monetarias. Los cambios en la infraestructura económica han provocado la desaparición de antiguas superestructuras sociales.

La burguesía ha realizado obras prodigiosas y ha transformado el mundo, siendo revolucionaria por naturaleza y esencia. Su objetivo primordial es la acumulación de capital, y este desarrollo capitalista obliga a una competitividad extrema que, a su vez, promueve un constante desarrollo tecnológico. El modo de producción burgués ha generado una revolución cosmopolita e industrializada.

Marx también observa la desaparición de las literaturas nacionales en favor de una literatura universal, una consecuencia directa de la globalización del pensamiento. Aunque la historia idealista es el talón de Aquiles del materialismo histórico, la realidad es que las multinacionales se han convertido en los «nuevos dioses de hojalata», y ninguna nación puede competir eficazmente con los bajos precios de sus mercancías. Finalmente, el modo de producción capitalista está necesariamente acompañado de una superestructura democrática, aunque esta democracia sirva a los intereses de la clase dominante.

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