26 Jul

“Los asesinos” de Ernest Hemingway fue creado en 1927, siendo un dato no menor que a partir de aproximadamente 1920 se aprueba la Ley Seca en Estados Unidos, donde no se puede vender, ni comprar, ni producir alcohol. Durante esos años, alcanzó un poder ilimitado la mafia: crimen que proveía alcohol ilegalmente a la población. Su control del mercado negro les daba la posibilidad de entrar en otros negocios, como el juego o la prostitución. 

El autor relata los hechos cronológicamente. Como primer momento se encuentra la llegada de los sicarios, los cuales entran armados, en espera de la llegada del boxeador sueco, Ole Anderson, el cuál parece ser cliente frecuente del bar, ellos mismos confiesan lo que fueron a hacer “Vamos a matar a un Sueco. ¿Conocés a un sueco grande que se llame Ole Anderson?”. Los sicarios, aunque vengan de otro lugar, ya que no son del pueblo y es su primera vez allí, no ocultan la razón y dan a entender que fueron contratados para matar a Ole Anderson sin siquiera conocerlo y explican que era un favor “Lo hacemos por un amigo. Es un favor que le hacemos a un amigo, pibe listo”. Además, expresan que ni siquiera conocen a este hombre, cuando les preguntan qué les hizo para que lo quieran matar, ellos responden: “Nunca tuvo la oportunidad de hacernos algo. “Jamás nos vió.” “Y nos va a ver una sola vez.”. 

Asimismo, poseen una presencia prepotente, autoritaria, con sentimiento de superioridad sobre los demás, hasta son capaces de dar órdenes dentro del bar, “Ey pibe listo, andá con tu amigo al otro lado del mostrador”. En adición, son seguros de sí mismos, comportándose con tranquilidad, sin nervios, ya que hacen chistes, como: “este pueblo está lleno de pibes listos”, lo que da a entender que son expertos en lo que hacen y brindan la sensación de que son impunes. Esta actitud calma que poseen se puede asociar a que parecen actores.



Cómo son físicamente no es detallado por el autor pero muestra una carácterística que comparten: “aunque de cara no se parecían, vestían como gemelos”. No solo vestían igual, lo que sugiere que ambos van a hacer lo mismo, sino que se afirma que tienen la cara descubierta a pesar de que estaban por cometer un crimen. Sin embargo, el autor los describe con guantes, lo que podría decirse que en ese aspecto son más cuidadosos, con el fin de no dejar ningún tipo de huella dactilar.

Pero Ole no llega y los asesinos se van. Luego de que los sicarios se han ido, la historia da un giro hacia Nick Adams y éste se torna en el personaje principal. Por acuerdo con George, Nick va a la pensión de Ole para advertirle del peligro que corre.

Cuando Nick llega, ve al boxeador de peso pesado acostado en su cama el cual es descrito como “excesivamente largo” para esta. Luego, Nick comienza a contarle a Ole su encuentro con los sicarios y sus intenciones, “Iban a dispararle cuando entrara a cenar”. Sin embargo, Ole Anderson no reacciona de la manera esperable en la que lo haría una persona tras enterarse que alguien lo quiere asesinar, él le dice a Nick “No hay nada que yo pueda hacer.”, muestra desinterés hasta cuando Nick le intenta describir la apariencia de los asesinos. 

Esta reacción del boxeador desconcierta a Nick, que intenta ayudarlo, preguntando cosas como “¿No quiere que vaya a la policía?” o “¿No hay nada que yo pueda hacer?”, a las que Ole le contesta que no, que no hay nada que hacer y que no sería bueno informarle de esto a la policía. Continuando con la conversación, Anderson le informa a Nick que no salíó de su casa hoy y que no quiere irse del pueblo, “Estoy harto de andar de un lado para otro.” luego de que Nick le sugiere que abandone el pueblo en el que ambos viven.


Es posible notar que Ole Anderson sabe de lo que Nick le cuenta y que no es algo nuevo o sorprendente para él. Sabe de qué se trata todo esto, por algo no salíó ese día a la calle, no se asustó tras la noticia de que lo quieren matar. Él se entrega, se resigna, lo cual es irónico debido a su profesión, un boxeador de peso pesado.

Se puede asumir que tiene algo que ver con su vida de boxeador,  teniendo en cuenta, además, que tener en cuenta es que Andre Anderson, un boxeador de peso pesado fue asesinado en 1926 por mafiosos de Chicago, presuntamente por perder adrede. 

Se puede tratar de un acto bueno o malo que hizo Ole, ya que él expresa “Me equivoqué”, con voz monótona.

Por último, cuando le van a dar la noticia a Ole, él mismo mira a la pared, con significación de que no hay escape, imposibilidad de poder hacer algo. Por sus actitudes deja la impresión de ser una buena persona, y que todo es una injusticia, lo vemos cuando la mujer dice que “es un hombre buenísimo”, no se darían cuenta que es boxeador, “solo por su cara”.

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