02 Jun

Comente este fragmento del capítulo 25 deLa Regenta, de «Clarín», analizandoespecialmente  la personalidad del Magistral. [5 puntos: 3 para el contenido y 2 para lacapacidad de argumentar y estructurar coherentemente el comentario]Al día siguiente Glocester delante del Magistral, sin compasión, refería en la catedral todolo que había sucedido en el baile. «La aristocracia se había encerrado en un gabinete […] ydoña Ana Ozores, la mismísima Regenta que viste y calza, se había desmayado en brazodel señor don Álvaro Mesía.»

Tres de los cinco puntos serán para el análisis del texto, empezando por la descripción del contexto  y concluyendo con el análisis de la delirante personalidad del Fermín de Pas, el magistral, que en este caso, presa de los celos, tiene que correr a refugiarse en las faldas de

su  madre,  so pretexto  de no mezclarse  en los asuntos de  este mundo, representado  por Álvaro Mesía, el Tenorio  caduco en brazos de quien acaba  cayendo Ana Ozores, casi empujada por el medio social provinciano. La segunda parte se centra especialmente en la figura  de la madre, de quien Fermín hereda (la herencia tan presente en la novela naturalista) la tenacidad y firmeza,  que dejan de serlo ante la embestida de la pasión amorosa y de los consiguientes celos, que desarbolan incluso sus  más acendradas creencias y convicciones. Los dos puntos restantes se asignarán según la capacidad de argumentación, la coherencia  del discurso, la fluidez expresiva y, en suma, la cohesión y articulación del comentario

Comente este fragmento del tercer capítulo de La Regenta, analizando especial-mente el carácter de Ana Ozores. [5 puntos: 3 para el contenido y 2 para la capacidad de argumentar y estructurar coherentemente el comentario] Doña  Ana tardó mucho en dormirse, pero su vigilia ya no fue impaciente, desabrida. El espíritu se había refrigerado con el nuevo sesgo de los pensamientos. Aquel noble esposo, a quien debía la dignidad y la independencia de su vida, bien merecía la abnegación constante a que ella estaba resuelta. Le había sacrificado su juventud: ¿por qué no continuar el

sacrificio?

Doña Ana tardó mucho en dormirse, pero su vigilia ya no fue impaciente, desabrida. El espíritu  se había refrigerado con el nuevo sesgo de los pensamientos. Aquel noble esposo, a quien  debía la dignidad y la independencia de su vida, bien merecía la abnegación constante a que  ella estaba resuelta. Le había sacrificado su juventud: ¿por qué no continuar el sacrificio? [….]  Su alma se regocijó contemplando en la fantasía el holocausto del general respeto, de la admiración que como virtuosa y bella se le tributaba. En Vetusta, decir la Regenta era decir la perfecta casada. Ya no veía Anita la estúpida existencia de antes. Recordaba que la llamaban madre de los pobres. Sin  ser beata, las más ardientes fanáticas la consideraban buena católica. Los más atrevidos Tenorios, famosos por sus temeridades, bajaban ante ella los ojos, y su hermosura se adoraba en silencio… […] Aquel mismo don Álvaro, que tenía fama de atreverse a todo y conseguirlo  todo, la quería, la adoraba sin duda alguna, estaba segura; pero él no había hablado más que con los ojos, donde Ana fingía no adivinar una pasión que era un crimen. Verdad era que en estos últimos meses, sobre todo después de algunas semanas a esta parte, se mostraba más atrevido… Hasta algo imprudente, él que era la prudencia misma, y sólo por esto digno de que ella no se irritara contra su infame intento… Pero ya sabría contenerle; sí, ella le pondría a raya helándole con una mirada… Y pensando en  convertir en carámbano a don Álvaro Mesía, mientras él se obstinaba en ser de fuego, se quedó dormida dulcemente. Tres de los cinco puntos serán para el análisis del carácter de Ana Ozores, inducido de este autoanálisis de la protagonista, en cuya primera parte, dando pábulo a su vanidad, se regodea con el supuesto aplauso general a su supuesta estricta moralidad, digna de la esposa de un regente, y a su belleza, que supuestamente le rinde la cerrada sociedad de  Vetusta. También cabe inducir del texto la mutabilidad del carácter de la protagonista (condicionado en gran medida por la herencia paterna: uno de los condicionantes de la novela naturalista), pues en la segunda parte de esta especie de examen de conciencia se intuye cómo el medio y ambiente en que se mueve (los otros condicionantes naturalistas de la novela) la van empujando inevitablemente a caer en los brazos del tenorio local Álvaro Mesía, merced a los halagos y envidias,  y a pesar de su afán de sacrificio matrimonial y decoro social.

Los  dos puntos  restantes se  asignarán según  la capacidad de argumentación,  la coherencia del discurso, la fluidez  expresiva y, en suma, la cohesión y articulación  del comentario. [Observación general: en el conjunto del examen se restará un máximo de un punto cuando los problemas ortográficos y gramaticales sean graves ]


Deja un comentario