02 Feb

Este texto pertenece a la parte cuarta de la obra autobiográfica de Descartes “El discurso del método” en el que aplica la metafísica para poder así demostrar la realidad, además de mantener un dualismo ontológico. Antes de justificar la existencia de Dios, Descartes define el término sustancia como “ una cosa que existe por sí misma y que no necesita de otra para existir“

Hay una existencia de tres sustancias: la realidad material, la mental y la divina.

A la realidad material la llama Res extensa, la cual está compuesta de un conjunto de cuerpos que forman el mundo físico.

A la segunda la llama res CogitansEstá compuesta por un conjunto de ideas que constituyen el alma o espíritu poseen el atributo del pensamiento y adoptan modos como el sentir el deseo de imaginar.

A la última la llama Res infinita, identifica a Dios como un ser que posee todas las cualidades en un grado absoluto e infinito un Dios que me ha creado a mí, una realidad que piensa ideas y que tiene experiencia sensible de un mundo externo.

Según Descartes su método analiza todas las ideas hasta encontrar una que sea tan lógica que no podamos dudar de ella, cuando hayamos encontrado esta idea debemos de ver qué carácterísticas presenta, carácterísticas que serán adoptadas como criterios de certeza, con este criterio podemos tener un resultado del análisis de la estructura de la realidad.

Descartes usa la duda como instrumento para encontrar esa idea, una duda metódica que forma parte del proceso y que nos permite conocer verdades seguras. Todo aquello que no pase esta prueba no puede formar parte del fundamento del saber.

Según Descartes la primera verdad evidente que descubro es que existo, que soy porque soy pensante que pienso luego existo.

Hasta ahora, Descartes solo ha demostrado la existencia del sujeto pensante, pero no de los cuerpos, ni tampoco de Dios. Esto es lo que va a hacer en este texto. Cierto de su existencia, Descartes va a demostrar la verdad del segundo fundamento, Dios, mediante tres argumentos: dos causales y el tercero ontológico:

Si yo, puesto que dudo, soy imperfecto, y en mí tengo la idea de perfección, ésta no puede venir de mí, pues lo perfecto no puede provenir de lo imperfecto, sino de un ser perfecto, que está fuera de mí, que no soy yo. Este ser perfecto que implanta en mí la idea de perfección es Dios

La demostración de la existencia de Dios emprendida por Descartes depende del hecho de que todos tenemos en nuestra mente la idea de un ser infinito y que esta idea no puede venir de nosotros, porque lo más perfecto no puede venir de lo menos perfecto, pero tampoco puede venir de la nada

La idea de un ser infinito y perfecto sólo puede proceder de un ser que contenga todas las perfecciones. Es más, la idea de lo infinito ha tenido que ser anterior y más clara que la de lo finito.

A esta reflexión hay que añadirle que si yo hubiera existido solo y con independencia de cualquier otro ser superior a mí, tendría que tener todas las perfecciones que se le atribuyen a Dios y, por consiguiente, ser infinito, eterno, inmutable, omnisciente y todopoderoso. Como no lo soy, el ser que me ha creado y del que dependo es Dios. Descartes atribuye a la naturaleza de Dios, todas las perfecciones y le niega las imperfecciones. Dios no puede ser de naturaleza corporal, pues ésta no constituye ninguna perfección, sino más bien al contrario, la dualidad de naturaleza pensante y corporal es un defecto. Igual que la sustancia pensante, la sustancia corporal también depende Dios.

Justificación

Descartes trata de justificar la existencia de Dios, el texto esta localizado dentro de la ontología cartesiana, cuando define la deducción lógica de la realidad, en el descubrimiento de una segunda realidad diferente al yo: la idea de Dios como sustancia infinita, eterna, perfecta, omnisciente, omnipotente que me ha creado a mi mismo y a todas las demás cosas que existen.

En primer lugar, se compara con ella (sustancia infinita), el yo se sabe imperfecto y finito y por tanto, incapaz de haberla originado.

Su causa no puede ser otra que un ser cuya perfección sea infinita.

En segundo lugar, refuerza su teísmo con el argumento ontológico de San Anselmo: si podemos pensar en un ser infinitamente perfecto es lógicamente imposible que no exista, ya que le faltaría la perfección de la existencia. Es imposible que Dios no exista.

Descartes utiliza solo las ideas claras y que nos aporta la razón, las ideas matemáticas.

Existe una última realidad, la sustancia extensa(Res extensa). El mundo que percibo a mi alrededor y que ocupa espacio.

Dios se convierte así en un elemento clave de su sistema filosófico, garantiza tanto la existencia del mundo (Realismo) como la validez de la ciencia como conocimiento verdadero y objetivo (dogmatismo)

Deja un comentario