26 Dic
La Modernización de España en el Siglo XIX
3.1. El Proceso de Industrialización: Retraso y Desigualdad
A mediados del siglo XIX, durante el reinado de Isabel II, España inició un proceso de modernización económica con el objetivo de incorporarse al capitalismo y al proceso de industrialización que ya se desarrollaba en Europa. No obstante, este proceso fue tardío, incompleto y muy desigual, concentrándose solo en determinadas regiones del país.
Dificultades de la Industrialización Española
Entre las principales dificultades de la industrialización española destacaron:
- La escasa demanda interna, consecuencia de un campesinado empobrecido con bajo poder adquisitivo.
- Las malas comunicaciones, que encarecían los productos y dificultaban la creación de un mercado nacional.
- La falta de materias primas, de fuentes de energía y de avances tecnológicos, lo que redujo su competitividad.
- La escasez de capital inversor y la inestabilidad política del siglo XIX.
Sectores Clave
Pese a estas limitaciones, algunos sectores lograron despegar:
- El sector textil, especialmente en Cataluña, fue el primero en desarrollarse gracias al proteccionismo estatal y a una burguesía comercial dinámica. Inicialmente, las fábricas se situaron junto a los ríos, aunque desde 1830 se introdujo la máquina de vapor, lo que favoreció la localización industrial cerca de los puertos.
- El sector siderúrgico se consolidó a finales del siglo XIX en Bizkaia, gracias a la abundancia de hierro de calidad y al comercio con Gran Bretaña, lo que impulsó también la banca y la construcción naval.
La minería, liberalizada en 1868, y el ferrocarril, impulsado por la Ley de 1855, fueron elementos clave. Aunque ambos dependieron en gran medida del capital extranjero, contribuyeron decisivamente a la integración del mercado nacional y al avance de la economía española.
3.2. La Sociedad de Clases y el Urbanismo
El triunfo del liberalismo en el siglo XIX supuso una profunda transformación social al poner fin a la sociedad estamental del Antiguo Régimen y dar paso a una nueva sociedad de clases, estrechamente vinculada al desarrollo del capitalismo. Con la desaparición de los privilegios jurídicos de la nobleza y el clero se proclamó la igualdad legal; sin embargo, la desigualdad social persistió, ya que la riqueza pasó a ser el principal criterio que determinaba la posición social y la participación política.
Estructura Social
La nueva estructura social se organizó de la siguiente manera:
- Clase Alta: Integrada por la alta burguesía (cuyo poder se basaba en la industria, la banca y los negocios) y la antigua aristocracia (que mantuvo su patrimonio gracias a la compra de bienes desamortizados).
- Clase Media: Un grupo escaso, formado por profesionales liberales, funcionarios y mandos intermedios del ejército, cuyo reducido tamaño reflejaba el débil proceso de urbanización.
- Clases Populares: Compuestas mayoritariamente por un campesinado empobrecido y por una incipiente clase obrera industrial, concentrada en zonas como Barcelona o Vizcaya y sometida a duras condiciones laborales.
Especialmente desfavorable fue la situación de la mujer, subordinada jurídicamente al hombre y con salarios inferiores, incluso cuando compartía las mismas condiciones de trabajo.
Urbanización y Crecimiento
Paralelamente, el proceso de urbanización en España fue lento y limitado debido al escaso crecimiento demográfico y a la débil industrialización. No obstante, desde el último tercio del siglo XIX se produjo un moderado éxodo rural hacia ciudades como Madrid y Barcelona. El crecimiento urbano impulsó la construcción de ensanches, la mejora de infraestructuras y la aparición de nuevos barrios, transformando progresivamente el espacio urbano y la vida social.
3.3. Esclavitud y Abolicionismo en el Imperio Español
La esclavitud ha estado presente en la Península Ibérica desde la Antigüedad, alcanzando una gran importancia económica durante la dominación romana. Sin embargo, en la Edad Media fue perdiendo relevancia y quedó en gran medida sustituida por la servidumbre feudal. No obstante, a comienzos de la Edad Moderna, la expansión colonial en América supuso un nuevo impulso a esta práctica. La explotación de minas y plantaciones provocó el desarrollo de un intenso comercio trasatlántico, mediante el cual miles de africanos fueron esclavizados y trasladados a los territorios americanos.
El Auge en el Caribe y el Debate Abolicionista
A pesar de que desde finales del siglo XVIII las ideas ilustradas fomentaron una creciente crítica a la esclavitud y muchos países europeos prohibieron el tráfico de esclavos, en los territorios españoles del Caribe la esclavitud vivió su máximo auge durante el siglo XIX. El crecimiento de las plantaciones de azúcar y tabaco en Cuba y Puerto Rico incrementó la demanda de mano de obra esclava, introducida de forma ilegal con la tolerancia de las autoridades. Los grandes propietarios de ingenios azucareros amasaron enormes fortunas, que posteriormente influyeron en el desarrollo económico e industrial de la Península, especialmente en Cataluña.
Paralelamente, se abrió un largo y complejo debate abolicionista. Aunque el tema fue tratado en las Cortes de Cádiz, las presiones económicas impidieron su aprobación. España prohibió el tráfico de esclavos en 1817 y abolió la esclavitud en la Península en 1837, pero la mantuvo en sus colonias. No fue hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando la presión internacional y la acción de la Sociedad Abolicionista Española impulsaron el cambio. La abolición fue progresiva:
- La Ley Moret (1870).
- La Ley Mosquera (1873) en Puerto Rico.
- Finalmente, la desaparición del patronato en Cuba en 1886, convirtiendo a España en el último país europeo en abolir la esclavitud.
Crisis y Conflictos del Fin de Siglo
4.1. El Desastre de 1898 y la Crisis Colonial
A finales del siglo XIX y comienzos del XX, España afrontó una serie de crisis coloniales que evidenciaron la debilidad del país como potencia internacional y aceleraron la crisis del sistema de la Restauración. En este contexto, la pérdida de Cuba y el conflicto de Marruecos marcaron profundamente la vida política, económica y social española.
La Pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas
Tras la independencia de la mayor parte del imperio americano, Cuba se convirtió en la colonia más valiosa de España por su producción de azúcar, café y tabaco, además de ser un importante mercado para los productos peninsulares. Sin embargo, el malestar económico, provocado por los elevados aranceles, y la falta de representación política en las Cortes alimentaron el descontento cubano. A ello se sumaron las demandas de autonomía y abolición de la esclavitud, que desembocaron en varios conflictos armados, entre ellos la Guerra de los Diez Años y, finalmente, la insurrección de 1895. Incapaz de controlar la guerrilla independentista, España se vio superada tras la intervención de Estados Unidos en 1898, desencadenada por el hundimiento del Maine. La derrota naval en Cavite y Santiago de Cuba obligó a firmar la Paz de París, que supuso la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Consecuencias y el Conflicto de Marruecos
El Desastre de 1898 tuvo graves consecuencias: además de la pérdida humana y económica, provocó una profunda crisis moral y nacional, reflejada por la Generación del 98 y el regeneracionismo de Joaquín Costa. Poco después, el intento de recuperar prestigio colonial en Marruecos derivó en nuevos conflictos. La resistencia de las cabilas rifeñas, la Semana Trágica de 1909 y el Desastre de Annual (1921) agravaron la inestabilidad política y militar, preparando el camino para el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923.
4.2. El Surgimiento del Movimiento Obrero: Anarquismo y Socialismo
A lo largo del siglo XIX, las transformaciones derivadas de la industrialización y de los cambios en el campo generaron duras condiciones de vida y trabajo para obreros y campesinos, lo que favoreció el surgimiento y desarrollo del movimiento obrero como una de las principales fuerzas de oposición al sistema de la Restauración. En este contexto se consolidaron dos grandes corrientes ideológicas: el anarquismo y el socialismo.
Desarrollo Ideológico y Organizativo
Las primeras manifestaciones obreras fueron ilegales y dispersas, pero durante el Sexenio Democrático (1868-1874) se legalizaron las asociaciones obreras, permitiendo la creación de la Federación Regional Española (FRE) de la Primera Internacional. En estos años llegaron a España las ideas anarquistas, difundidas por Giuseppe Fanelli, y las marxistas, introducidas por Paul Lafargue.
Aunque ambas ideologías coincidían en su rechazo al capitalismo, diferían en los métodos:
- El marxismo defendía la organización política y la toma del poder por el proletariado.
- El anarquismo rechazaba el Estado y toda forma de autoridad.
Estas diferencias provocaron la ruptura del movimiento obrero organizado.
Consolidación de las Corrientes
Durante la Restauración, y pese a la ilegalidad inicial:
- El anarquismo se extendió rápidamente entre el proletariado catalán y los jornaleros andaluces. Dentro de esta corriente surgieron posturas diversas, desde el terrorismo hasta el anarcosindicalismo, que culminó con la creación de la CNT en 1910.
- El socialismo tuvo una implantación más lenta, pero logró consolidarse gracias a la fundación del PSOE (1879) por Pablo Iglesias y del sindicato UGT (1888).
En el siglo XX, la crisis del sistema y el impacto de la Revolución Rusa intensificaron la conflictividad obrera. Destacaron la huelga de La Canadiense (1919) y la Huelga General de 1917, mientras que la radicalización condujo a la creación del PCE en 1921. Esta etapa de agitación finalizó con la dictadura de Primo de Rivera, que reprimió duramente al anarquismo y al comunismo.

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