09 Nov

La Posición Depresiva en la Teoría Kleiniana

La posición depresiva surge cuando los procesos integradores del yo y los objetos se hacen más estables y continuos. El **bebé** comenzará a sentir cada vez **más** que su objeto ideal y sus propios impulsos libidinales son más **fuertes** que el objeto malo y sus impulsos malos. De esta manera, el bebé siente que se está capacitando y fortificando para defenderse. Es decir, cuando el bebé siente que su yo es fuerte, sus propios impulsos malos lo asustan menos y se ve menos impedido de proyectarlos afuera. El bebé tolera mejor al propio instinto de muerte y decrecen así sus temores paranoides: disminuyen la *escisión* y la *proyección* y empieza a predominar el impulso a la integración del yo y el objeto.

Algo fundamental de esta posición es que el niño empieza a percibir a su madre como una **persona total**, que puede ser a veces buena y a veces mala, presente o ausente, y que la puede amar y odiar al mismo tiempo. La reconoce como un individuo propio, independiente, con vida propia.

De esta manera, el bebé va a empezar a descubrir cuán desamparado **está**, es decir, cuánto depende de ella y cuántos celos siente de los demás. Y no solo cambia la concepción de objeto, sino que **también** cambia la concepción del yo, que en este momento es ahora **integrado y total**.

En esta posición, lo bueno y lo malo ya no se distancian tanto. La ansiedad, que en la posición anterior se centraba en la posibilidad de que el objeto malo destruya al objeto bueno y al yo, ahora se centra en la **ambivalencia**: el temor de que sus propios impulsos destructivos puedan destruir al objeto amado de quien depende totalmente, tanto externa como internamente. En otras palabras, que sea el sujeto el autor de la propia destrucción del mundo interno y el mundo externo.

En esta posición surgen sentimientos nuevos, como el **duelo**, la **nostalgia**, la **culpa** (por haber perdido su objeto bueno a causa de su destructividad), y **también** aparece la desesperación depresiva como resultado de la ambivalencia.

La experiencia de la depresión moviliza el deseo de **reparar** al objeto destruido. **EL CONFLICTO DEPRESIVO ES UNA LUCHA CONSTANTE ENTRE LA DESTRUCTIVIDAD DEL BEBÉ Y SUS IMPULSOS AMOROSOS Y REPARATORIOS.** El bebé resuelve gradualmente las ansiedades depresivas, ya que recupera sus objetos buenos al reparar a sus objetos internos y externos en sus **fantasías** y en la realidad.

El bebé descubre su propia realidad psíquica y **también** externa gracias a la integración del yo, a la disminución de los procesos de proyección y al empezar a percibir su dependencia de un objeto externo. Se da cuenta de que su existencia y la de los objetos son seres distintos y separados de **él**. Comienza a distinguir entre fantasía y realidad. Una vez alcanzado este momento, el sujeto ha establecido su relación con la realidad.

A medida que el yo se organiza, la *escisión* se **reemplaza** por la depresión y los mecanismos psicóticos ceden lugar a los neuróticos: inhibición, represión y desplazamiento.

Mecanismos de Defensa: La Triada Maníaca y la Reparación

Cuando el yo no puede tolerar la desesperación ante haber sido el autor de la destrucción de su objeto amado, el yo tiene dos mecanismos defensivos para superar esto: la **reparación** y las **defensas maníacas**. Las defensas maníacas son más rápidas que la reparación y por ello pueden proteger al yo de la desesperación total. Cuando la desesperación y el dolor disminuyen, las defensas maníacas le dan lugar a la reparación. Son defensas que buscan evitar la realidad psíquica.

La Triada de Sentimientos Maníacos

La reacción maníaca tiene una triada de sentimientos:

  • Control: Niega la dependencia para con el objeto controlándolo.
  • Triunfo: Niega el duelo y la **pérdida**. Ataco el objeto y me regocijo en el triunfo de hacerlo en lugar de sentir culpa.
  • Desprecio: Busca desvalorizar al objeto y así desvalorizar la culpa; un objeto despreciable no merece sentir culpa por **él**.

La **reparación** se refiere a la buena salida, ya que implica una solución que no es negar la culpa, sino una solución que implica aceptar la culpa y la ambivalencia de sentimientos. Es decir, valorar al objeto como realmente es y buscar repararlo.

El Complejo de Edipo Temprano según Melanie Klein

Klein sostiene que se puede hablar de un **Complejo de Edipo Temprano** con el inicio de la posición depresiva. Por lo tanto, para Klein, el Edipo comienza cuando el objeto es reconocido como un todo, cuando el objeto se totaliza.

El niño se da cuenta del vínculo de la pareja parental y comienza a sentir **envidia** por ese **vínculo libidinal**. Ante esto, el niño proyecta sus propios deseos libidinales y agresivos. Cuando lo dominan los impulsos, el niño fantasea que sus padres están en *coito continuo*, y esto le genera frustración, celos y envidia: los padres gozan lo que el niño quiere gozar.

Ante esto, el bebé reacciona con **más fantasías** y sentimientos agresivos, ataca a los padres, los percibe como destruidos. **Introyecta** padres atacados y siente que forman parte de **él**.

El bebé regresa a la fantasía de los **padres combinados**: el bebé reconoce a la madre como objeto total, pero aún no diferencia completamente al padre de la madre. En su fantasía, el pene o el padre son parte de la madre; su idealización de ella le hace verla conteniendo todo lo deseable: el pecho, el pene. Esto aplica tanto para el niño como para la niña. El primer objeto libidinal es el pecho, la madre. El padre es un rival.

Un mecanismo **esquizo-paranoide** que puede entrar en juego es dividir la figura parental en dos: los padres buenos y asexuados, y los padres malos y sexuales.

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