10 Sep

El Nuevo Siglo de Oro inaugurado por la Generación del 27 se verá cercenado con el estallido de la guerra y sus consecuencias, especialmente la muerte de alguno de los poetas de ese grupo y de la Generación del 36, el exilio de la mayoría y las imposiciones del régimen franquista como la censura o el aislamiento.Este periodo se caracteriza porque la creación literaria aparece sometida a los dictáMenes del régimen, de manera que a medida que este vaya flexibilizándose, la poesía irá buscando nuevos cauces expresivos.

Los años 40 están marcados por una fuerte censura y represión. Encontramos una poesía arraigada que trata los temas de la familia, el sentimiento religioso y la naturaleza, con formas clásicas. Además, tienen una visión coherente y serena del mundo. Aglutinados en torno a la revista Garcilaso, los poetas más importantes son Luis Rosales, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo y José García Nieto. Por otro lado, los autores de la poesía desarraigada (poesía existencialista)
, se agrupan en torno a la revista Espadaña. Expresan su angustia por el paraíso pedido a través de un lenguaje tremendista y desagradable, recuperando la influencia del Surrealismo. Destacan Dámaso Alonso con Hijos de la ira y Vicente Aleixandre con Sombra del paraíso.

Dentro de la poesía realista y social (años 50 en adelante) encontramos tres autores que utilizan la poesía como compromiso y comunicación: Blas de Otero, que tras una etapa de angustia (Ancia), comenzará una etapa más comprometida y pacifista (Pido la paz y la palabra); Gabriel Celaya con Cantos íberos y José Hierro que se inicia en la poesía existencialista, y más tarde se integra en la poesía social, Con las piedras, con el viento.

En la Generación de los 60 hay una vuelta a los sentimientos más humanos, a la expresión del yo poético. Estos poetas recrean experiencias propias con un tono conversacional y cotidiano. Los más representativos son Ángel González Tratado de urbanismo, Claudio Rodríguez, Don de la ebriedad, Jaime Gil de Biedma Las personas del verbo.

Los novísimos (años 70) son un grupo de jóvenes autores que se dan a conocer con la publicación de la antología Nueve novísimos poetas españoles por parte de José Mª Castellet. Vuelven a los valores de las vanguardias, les interesa el culturalismo y el esteticismo, consiguiendo que el receptor no sea pasivo. Destacan Pere Gimferrer con Arde el mar, La muerte en Beverly Hills, Luis Antonio de Villena, Sublime solárium.

En la década de los 80, es destacable,dentro de las múltiples tendencias: una poesía intimista, de tono coloquial, que busca despertar emociones a través de la ironía; y una corriente de poetas de la experiencia que, a través de un contexto urbano y sirviéndose del humor y la parodia, pretenden que su poesía llegue a todo el mundo. Luis García Montero (poeta y teórico de esta corriente) en su obra
Completamente viernes combina el irracionalismo y neopopularismo, el coloquialismo y la metáfora.
A finales de los 80 empiezan a aparecer nuevos poetas que buscan la verosimilitud, la sinceridad y la claridad, indagando en las relaciones personales y en la historia, como Álvaro Tato, Rafael José Díaz, Julio Martínez Mesanza entre otros.

El estudio de la producción poética española desde 1940 hasta la actualidad nos sitúa ante un lento proceso de búsqueda de la expresión poética truncada por la Guerra Civil. Los poetas tuvieron que hacer un proceso de introspección para dar con las nuevas claves de la lírica, no siendo hasta bien entrada la década de los 60 cuando la poesía española empieza a vislumbrar nuevos cauces poéticos. Actualmente la crítica coincide en señalar el buen estado de salud de estos años.


Al terminar la Guerra Civil, el teatro español sufre un gran vacío al perder a los autores más innovadores por muerte (Valle-Inclán, García Lorca) o por exilio (Alberti o Casona). Además, la censura impide estrenar obras que cuestionen los valores morales y sociales establecidos. En los 50 se instaurará el teatro realista y al final de la década de los 60 surgirá el experimental con el que se llega hasta el final de la dictadura. En democracia se vuelve a un teatro realista poco innovador, no siendo hasta la década de los 90 cuando aparezca en escena una verdadera alternativa de renovación.

En la década de los 40 mientras en Europa se representan obras renovadoras, en España se realiza un teatro convencional de ideología conservadora, cuyo fin es divertir e ideologizar. Entre los autores destacan J. Mª Pemán, J.
Calvo Sotelo y J. I.

Luca de Tena

Al margen de este teatro, sobresalen dos autores que realizan un teatro de humor renovado, donde lo inverosímil y lo absurdo son los protagonistas. Destaca Enrique Jardiel Poncela con su obra Cuatro corazones con freno y marcha atrás y Eloísa está debajo de un almendro.  Miguel Mihura, periodista y autor teatral, puede ser considerado como un antecedente del teatro del absurdo. Su obra más importante es Tres sombreros de copa, aunque, en obras posteriores como Melocotón en almíbar, se adaptará a los gustos del público con una sátira más suave.

En la década de 1950 aparecen inquietudes existenciales en el teatro que pronto evolucionarán al Realismo social.
Este Realismo existencialista y social aglutina a varios dramaturgos bajo las limitaciones de la censura. Estos autores transmiten primero el desasosiego del ser humano; pero pronto recrean la vida cotidiana española. Su tendencia es el Realismo crítico.
Buero Vallejoes el autor más importante. Su teatro recupera la función de conmover y obligar al espectador a tomar conciencia de su situación. La obra de Buero sigue las tres etapas carácterísticas de la literatura en este periodo. Se inicia con una etapa existencial con obras como Historia de una escalera. Evoluciona en su segunda etapa a lo social y recrea asuntos históricos para poder sortear la censura y denunciar situaciones del momento como en Un soñador para un pueblo sobre la figura de Esquilache. En su tercera etapa sigue con sus preocupaciones ideológicas, pero con mayor renovación formal como en La Fundación.
Alfonso Sastre, principal impulsor del teatro social, se caracteriza por su denuncia y una fuerte voluntad de renovación. Destacan Escuadra hacia la muerte y La taberna fantástica. En esta época inicia su actividad teatral Antonio Gala, que combina la comedia de salón con el teatro existencial y simbolista con obras como Anillos para una dama.

Poco a poco la influencia vanguardista europea de Grotowski o Artaud y del teatro del absurdo de Ionesco o Beckett llega a los autores españoles. Hacia 1970 se produce un movimiento de renovación teatral y se busca un lenguaje dramático basado en el espectáculo, la escenografía y las técnicas audiovisuales: apenas importa la acción y se utiliza la alegoría y la abstracción.  Entre los autores sobresalen Francisco Nieva (El combate de Ópalos y Tasia,) y Fernando Arrabal, pintor, novelista, cineasta y uno de los dramaturgos más originales de nuestro tiempo. Destaca su obra Pic-Nic.  Además, en esta etapa renovadora tienen protagonismo grupos de teatro independiente como Els Joglars, Els Comediants y La Fura dels Baus. Este teatro se caracteriza por la creación colectiva, la combinación de elementos (música, danza…), la integración del espectador en la obra y la crítica social.

Tras el experimentalismo, casi todos los géneros literarios vuelven la vista a la tradición, de ahí la denominación de neorrealista que se aplica a la época posterior a 1975. Se mantienen los grupos independientes y los autores anteriores siguen estrenando; pero los nuevos dramaturgos se inclinan por una comedia neorrealista bien construida, que desarrolla temas de actualidad (la droga, el paro, los problemas de la juventud). Destacan J. Sanchís Sinisterra (¡Ay,Carmela!); 
J. L Alonso de Santos con La estanquera de Vallecas  y Bajarse al moro.

Por último, en la actualidad el teatro goza de buena salud. Los grandes teatros se mantienen, aunque se han creado multitud de pequeñas salas de teatro independiente. Cuentacuentos, monólogos y musicales se combinan con la representación de obras más clásicas. Y en su intento por acercarse a las distintas demandas del público se integran las nuevas tecnologías en las obras o se crean nuevas fórmulas como el microteatro, obras muy breves representadas en pequeñas salas.


La Guerra Civil (1936-39), el inicio de la dictadura franquista y el exilio de intelectuales interrumpen la evolución de la cultura y de la literatura, en especial de las tendencias de vanguardia. España se sume en un aislamiento, vigilado por una dura censura hasta que en los años 60 se empiece un proceso de cambio. La narrativa empezará con un Realismo existencial, que pronto se transformará en un Realismo social y acabará con una etapa de renovación.

La década de los cuarenta se caracteriza por el vacío cultural, el aislamiento, la penuria económica, la represión y la censura. En este contexto se impone una novela existencial que pretende dar testimonio del malestar del momento. Son obras realistas que intentan abrir un camino de renovación, aunque recurran a técnicas tradicionales. Su marco argumental es la Guerra Civil o los años sombríos de la posguerra, durante los cuales los personajes soportan, su intrincado mundo interior y su falta de esperanza. Sus principales temas son la vida cotidiana tratada con tristeza, la soledad, la muerte, la frustración y, sobre todo, la incertidumbre de la existencia. La mayoría de ellas están concebidas como reconstrucción del pasado de unos personajes angustiados, marginales, o desorientados. Las obras más representativas son La familia de Pascual Duarte de Cela (1942) y Nada de Carmen Laforet (1945).  La familia de Pascual Duarte inicia también el Tremendismo, caracterizado por un lenguaje desgarrado, una trama constituida por una sucesión de hechos truculentos y unos personajes violentos. Cabe destacar también La sombra del ciprés es alargada de Delibes.

A comienzos de los 50, la narrativa española pasa a abordar temas sociales con el propósito de dar testimonio de las consecuencias de la Guerra Civil y de las duras condiciones de vida bajo la dictadura. La estética dominante sigue siendo la realista. En general, se escribe una literatura comprometida moral o políticamente, siguiendo la concepción del arte útil de Sartre, que consideraba que la literatura debía tener una función social. Entre las aportaciones formales de la novela realista social cabe destacar el objetivismo; la reducción espacial y temporal de las obras; el protagonista colectivo o el personaje-tipo; la supremacía del diálogo con un lenguaje sencillo adaptado al personaje y el escaso argumento, narrado linealmente. En general son obras en las que se da más importancia al contenido, de ahí que se las haya acusado injustamente de pobreza técnica. La colmena es la precursora de la corriente, con su despiadada visión de la sociedad madrileña. Iniciadoras son asimismo El camino y Mi idolatrado hijo Sisí de Delibes. El modelo de novela social lo da, sin duda, Los bravos de Fernández Santos, sobre la vida en el campo, y lo lleva a su madurez El Jarama (1955) de Sánchez Ferlosio. En cuanto a la novela en el exilio, destaca entre otras Réquiem por un campesino español de Sénder, que da una visión sobre la Guerra Civil.

A partir de la décadade los 60 se inicia un proceso de liberalización política e intelectual que culminará tras la muerte de Franco en 1975. Este nuevo contexto social favorece la publicación en 1962 de Tiempo de silencio de Luis Martín Santos. Tiempo de silencio supera el Realismo social ya que mantiene el compromiso social, la intención crítica; pero sustituye las técnicas tradicionales por tendencias innovadoras europeas y americanas. Esta renovación afecta en primer lugar al punto de vistadesde el que se cuenta la novela. El narrador contemporáneo hace uso de las tres personas gramaticales y deja que los personajes presenten ellos mismos la acción ofrecíéndonos diferentes puntos de vista de la realidad (perspectivismo) o la trascripción del pensamiento del personaje (monólogo interior). En lo relativo a los personajesse prefiere el grupo humano, o el personaje anónimo, e incluso la ausencia de protagonista. En el argumento, ya no interesa contar una historia, ni narrar sucesos o hacer descripciones, ni hay argumento con principio, nudo y desenlace. En cuanto al tiempo y al espacio, la trama no sigue un orden cronológico, se funde el presente y el pasado en un tiempo único, o bien hay un tiempo circular, en el que es indiferente el orden de lectura. El espacio se limita y puede llegar a reducirse a un espacio interior como la mente del protagonista. La estructura se complica con la narración de acciones paralelas (contrapunto), la ruptura de la linealidad o la introducción de digresiones. Entre los escritores y obras más importantes destacan Cinco horas con Mario de Delibes oSan Camilo 1936 de Camilo José Cela.

En definitiva, trazar el panorama novelístico español desde 1939 hasta 1974 supone analizar la evolución de la novela en íntima relación con los avatares políticos. Este periodo se caracteriza porque la creación literaria aparece sometida a los dictáMenes del régimen, de manera que a medida que este vaya flexibilizándose, la novela irá buscando nuevos cauces expresivos.


En la Literatura en general y en particular en la narrativa la llegada de la democracia supone la desaparición de la censura, la recuperación de la obra de los escritores exiliados y un mayor acceso a la narrativa de otros países. A los autores consagrados de generaciones anteriores que siguen en activo se unen un gran número de autores nuevos. También se observa la expansión de las editoriales, la creación de premios literarios, la importancia de la literatura juvenil e infantil, una mayor presencia de la mujer tanto en la lectura como en la escritura, y una estrecha relación entre literatura y periodismo. Todo esto desemboca en el momento más feliz de la novela, con un mayor número de publicaciones y de lectores.

Esta situación se hace posible en primer lugar por el retroceso del experimentalismo:
simplificación de las estructuras narrativas; la recuperación del argumento, la trama, los personajes y la utilización de las personas narrativas tradicionales. Es decir, se produce una vuelta hacia una concepción más tradicional del relato, aunque formalmente hay una consolidación de las técnicas aparecidas en los años 60 (perspectivismo, monólogo interior y contrapunto). Otras causas son el abandono del compromiso socio-político y la invalidación de los códigos morales y sexuales (el narrador plasma actitudes morales y sexuales sin hacer valoraciones) Buenos ejemplos serían Las edades de Lulú de Almudena Grandes y Los delitos insignificantes de Álvaro Pombo, sobre la homosexualidad. También ha influido la importante presencia de novelistas femeninas por la calidad de sus obras, entre las que destacan Rosa Montero, Espido Freire, Lucía Etxebarría, Almudena Grandes o Rosa Regás. Por último, los novelistas se proponen contar historias, bien a través de la fantasía o la imaginación, e incluso el humor, bien a través de un Realismo con presencia de elementos oníricos, subjetivos, imaginarios o fantásticos.

Comienza, pues, una nueva época para la novela española, en la que se observan ciertas tendencias temáticas. Las más relevantes son la novela policíaca y de intriga, en la que destacan La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza, Beltenebros de Antonio Muñoz Molina y La tabla de Flandes de Arturo Pérez Reverté;
la novela histórica, con títulos como El hereje de Miguel Delibes, la saga protagonizada por el capitán Alatriste de Pérez-Reverté, ambientada en el Siglo de Oro o las novelas contextualizadas en épocas cercanas como Soldados de Salamina de Javier Cercas o Los girasoles ciegos de Alberto Méndez (ambientada en la Guerra Civil), Luna de lobos de Julio Llamazares (ambientada en la posguerra) o Patria de Fernando Aramburu;
la novela de la reflexión centrada en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia, en la que destacan Mortal y rosa de Francisco Umbral, sentida reflexión sobre la muerte escrita con brillante estilo, Corazón tan blanco de Javier Marías o La lluvia amarilla de Julio Llamazares, que narra el lento abandono de los pueblos a través de un largo y emocionado monólogo; una novela neorrealista, desde una perspectiva mucho más amplia y abierta, que abarca también el mundo onírico, irracional o absurdo, en la que se incluyen el Realismo carnavalesco de Luis Mateo Díez, el Realismo imaginario de Luis Landero en Juegos de la edad tardía y una nueva novela que trata los problemas de la juventud urbana con una estética muy cercana a la contracultura como Historias del Kronen de José Ángel Mañas o Lucía Etxebarría en Amor, curiosidad, prozac y dudas; Y una novela de fantasía, relacionada con el Realismo mágico latinoamericano, con títulos como Las mocedades de Ulises de Álvaro Pombo. A los autores nombrados habría que añadir una nueva generación de narradores nacidos en torno a los setenta que parece encabezar un giro novelístico. Bajo el nombre Afterpop o generación “Nocilla” (debido Nocilla experience o Nocilla dream, de A. Fernández Mallo, títulos del principal representante) la crítica ha agrupado a escritores como Germán Sierra, Javier Calvo o Vicente Luis Mora además del citado. Se percibe en ellos el influjo de la estética híbrida y fragmentaria de las nuevas tecnologías (blogs, youtube, Facebook, chats).

Por otro lado, hay un auge del cuento y los microrrelatos, que se han definido casi como una nueva corriente o movimiento, pues ya no solo están dirigidos hacia públicos infantiles, sino que también se han convertido en un género importante para los adultos. Además, resulta muy importante la adaptación que ha experimentado la narración en el Siglo XXI a las nuevas tecnologías con la creación de cuentos o micronovelas adaptadas a los dispositivos móviles o los microrrelatos publicados en las redes sociales limitados por el número de caracteres.

En suma, cabe destacar el inicio del periodo con cierta desorientación y la búsqueda de los autores de nuevas formas de expresión que tendrá como resultado final un incremento considerable de la producción novelística, de sus tendencias, su temática e incluso su forma de difusión y lectura.

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