20 May
La moralidad del ser humano
a) ¿Por qué se nos presentan problemas morales?
Porque decidir es decidirme, la acción no solo tiene una causa externa, sino que tiene un efecto sobre nosotros. Ejemplo: al ordenar el cuarto no eliges si el cuarto queda así o no, estás eligiendo si eres una persona ordenada o no. Nuestros actos modifican a nuestro entorno y también a nosotros mismos. Ejemplo: si mato a alguien hay un cambio en el entorno, pero también en mí mismo; me he convertido en un asesino. Si hago un acto de generosidad, me hago más generoso. Esto implica que la persona que soy está continuamente en juego. Permanentemente estoy decidiendo sobre el tipo de persona que quiero ser, como resultado de mis acciones. Estoy sujeto a lo que decido. Este es el verdadero problema moral. Si pudiéramos mantener al margen el efecto de las acciones que realizamos, no tendríamos problemas morales; una acción es moralmente buena o mala por lo que repercute en mí y muchas veces vivimos como si no nos afectaran, por eso la importancia de descubrir el valor de las acciones a tiempo. Al final, todas las personas decidimos el tipo de persona que queremos ser y el tipo de vida que queremos llevar.
b) La perfectibilidad humana
Nuestro actuar siempre imprime una forma en nosotros. Eso tiene importancia porque no todas las formas de ser son lo mismo; hay modos de ser más valiosos (no es lo mismo ser estudioso que perezoso). El ser humano puede perfeccionarse o deteriorarse. Una vez más, este es el problema moral. Acertar en la opción no es cuestión de puro conocimiento. No hay unas reglas concretas de actuación. La clave está en saber responder a la situación desde mi modo de ser. De ahí su importancia. Tenemos que entender la ética desde la virtud y no desde las reglas. // Tenemos una naturaleza, pero la naturaleza del ser humano incluye la libertad. “La naturaleza está a una sola cosa” – esto es así para plantas y animales, pero nuestra naturaleza es abierta. Hay formas de ser más o menos humano. Ejemplo: ser sabio es más humano que ser ignorante, pues el conocimiento es propio del hombre. La palabra “ser” humano nos indica acción; es algo que hay que ejercer. // “Aquello que para hacerlo necesitamos haberlo aprendido, lo aprendemos haciéndolo” Aristóteles. Se podría decir que por nacimiento estamos 100% preparados para cosas “más animales” (comer, dormir…). Para las más propias del ser humano no estamos del todo preparados (ejemplo: leer). Hace falta aprender, ejercitar, educar, capacitarse. Lo mismo pasa con las virtudes. Para adquirirlas, tenemos que practicarlas; para ser justo, tengo que actuar justamente. // Frente a esto hay algunos planteamientos equivocados, obstáculos a reconocer en qué consiste la libertad: Fijismo psicológico: creer que mi psicología está fijada. “Es que soy así”. Defiende que el modo de ser que uno tiene no se puede cambiar. Fatalismo, apelar al fatum (destino). Defender esto es declararse amoral, porque se afirma que lo que hago no deja en mí ninguna huella.
// La libertad a veces supone una carga, porque implica que mi vida depende de mí. Esto a veces da vértigo. Podemos tomar decisiones acertadas o equivocadas. Ejemplo: me caso o no me caso. Lo importante es entrenar nuestra libertad, de manera que cuando llegue el momento de tomar una decisión, esté preparado para poder afrontar ese tipo de decisiones.
Temperamento vs. Carácter
El temperamento es el conjunto de los rasgos psicológicos con los que nacemos: predisposiciones, tendencias. El carácter lo construyo en respuesta a la experiencia y debe moderar los desequilibrios del temperamento. El temperamento no es una excusa porque nadie se limita a ser su temperamento. Todos somos temperamento y carácter. Debemos conocernos muy bien para poder forjar un carácter que ponga en equilibrio nuestro temperamento. Nadie se conoce en soledad. Nos conocemos a través de quienes nos conocen. La amistad es una vía de autoconocimiento. // Mediante la adquisición de virtudes, me capacito para adquirir un modo de ser bueno que me permite perfeccionarme. Mientras que los vicios me deterioran y me ponen en peores condiciones para alcanzar el objetivo de la felicidad. No bastan los valores de carácter final (justicia, caridad). Estos valores se quedan en buenas intenciones cuando no van acompañados de valores mediales, que hacen referencia no a los fines, sino a los medios. Por ejemplo: la paciencia. Para lograr ser justo, primero tendré que ser paciente.
c) La acción: libertad e intencionalidad
Un buen carácter es bueno porque nos hace buenos para la acción. Cuando realizamos una acción, esa acción nos da un modo de ser, y ese modo de ser es el punto de partida para la siguiente acción. Si hacemos acciones buenas, alimentamos nuestro buen carácter y la próxima vez se nos hará más fácil actuar de esa manera. Una acción generosa contribuye a darnos carácter generoso, y ese carácter nos predispone a actuar generosamente. No todo lo que sale de nosotros es una acción (hacer la digestión, tropezarse). Las acciones tienen dos requisitos: libertad e intencionalidad. // Libertad = Existe la libertad de movimiento, que supone una libertad física (salir de casa). Pero ese tipo de libertad también la tienen los seres no racionales, por tanto, no puede definir la libertad del ser humano. La libertad humana consiste en ser dueños de nuestros actos. Soy el único principio de mis acciones. Hago lo que quiero en el sentido de que si hago algo es porque he querido hacerlo. // Ejemplos: 1) Chico borracho, pelea, le pega a otro con una botella: es una acción, pero la libertad no es perfecta; también hay algo de reacción. Influyen factores externos. 2) Se va a su casa, se lo piensa, coge una botella y vuelve. No influyen factores externos. La acción es completamente suya. Hay deliberación. Es más libre. // Compromiso y libertad = ¿Es más libre hacer algo porque me he comprometido o hacer lo que me parece en cada momento? Ejemplo: si yo me he comprometido a venir a clase cada día independientemente de los factores externos (si me apetece, si hace bueno…), venir a clase es una acción más libre. Porque depende de la decisión que he tomado y no de los factores externos. // Comprometerse es anticipar mis acciones del futuro con independencia de los factores externos. Pero somos seres limitados. Muchas veces no somos capaces de comprometernos porque no somos capaces de independizarnos de las circunstancias. Tenemos miedo de nuestra libertad. // En el noviazgo nos queremos de facto; en el matrimonio nos queremos por compromiso. Es decir, me comprometo a quererte sin importar las circunstancias. Es un amor más libre porque es más mío. No depende de la espontaneidad de cada momento. Solo es fiable un amor por compromiso. Un amor que no es una reacción. Aunque sea mucho menos emotivo, es mucho más de verdad. No nos fiamos para una nueva promesa de alguien que no ha sido capaz de cumplir las anteriores. // El compromiso da certeza a lo incierto. Da certeza al futuro. “Mañana será todo lo incierto que quieras, pero pase lo que pase, yo voy a hacer X”. El grado de certeza sobre el futuro depende de nuestros compromisos y los de los demás. El compromiso hace posible una vida organizada (voy a clase porque sé que alguien ha abierto la universidad, que el profesor va a ir a esa hora…). Si no, viviríamos al instante. Nos hace capaces de dominar nuestra vida y no solo nuestro ahora. Lo que nos libera de la incertidumbre del futuro: el compromiso. Lo que nos libera del peso del pasado: el perdón.
Hábitos y libertad = Ejemplo 2: borracho. Si cada vez que hay una pelea lo hace, podríamos decir que tiene el hábito de hacerlo. ¿Hay más o menos libertad? Al ser juzgado, le acusarían de reincidencia. Es un agravante porque hay hábito; es decir, ya no es una acción puramente circunstancial, fruto de la situación, o simplemente una reacción. Es fruto del individuo. Es más libre. “Una acción se puede repetir más fácilmente en la medida en que la hemos repetido”. Los hábitos nos hacen más libres. No es que yo sea así porque sí, sino que yo me he hecho así deliberadamente a través de mis actos. // Cuando tenemos un hábito, la acción es más nuestra y necesitamos menos premeditación para hacerla. El hábito quita reflexión a nuestras acciones. «El hábito se nota en lo repentino» Aristóteles. Nuestras acciones más libres son aquellas que para hacerlas no necesitamos pensarlas; significa que no dependen de factores externos. a) Si me pongo a estudiar sin dilemas y sin pensar, se puede decir que soy estudioso. b) Si para ponerme a estudiar se tienen que alinear los astros, estudio, pero no demuestro ser estudioso. // A veces identificamos libertad con opcionalidad: tener opciones entre las que poder elegir. Cuando tenemos hábito, no necesitamos pensar la opción, porque siempre elegiré la misma. Hay una cierta necesidad de acción; el hábito implica necesidad, no hay opcionalidad. Esta es la perfecta libertad. Cuando algo se adecúa perfectamente a mí, no hay duda; no tengo opción a hacerlo mal (ejemplo: yogures). Por eso nos sentiremos más libres cuando hay opciones, pero siempre y cuando todas ellas sean imperfectas. Ser libre es hacer lo que verdaderamente quiero. El hábito genera en mí libertad interior y elimina la influencia de factores externos. // Ejemplo: matar a un bebé. Diríamos que no hay opción. Por mucho que me amenacen, no me influyen factores externos. Si al presionarnos empezásemos a dudar, entonces no soy tan libre; mi libertad no es tan sólida. Nuestra libertad aguanta hasta cierto punto. Ejemplo: corrupción. Si nos lo proponen, diría que no hay opción o me lo plantearía. // Intencionalidad = Aquello que estamos procurando en la acción y mediante la acción. No es el mero deseo. Hay deseos que no tienen nada que ver conmigo y no puedo hacer nada al respecto (desear que haga sol). La intención es querer un fin en sus medios. Quererlo de manera real en la práctica. = Deseo ir a América; Intención: comprar los billetes y hacer la maleta. Pongo los medios para un fin. // “El fin no justifica los medios”: esta expresión literalmente es falsa. Lo único que justifica los medios es el fin. No tiene sentido comprar billetes para América si no quiero ir a América. Lo que quiere decir es que un fin bueno no justifica cualquier medio, sino que hay que buscar un medio que justifique ese fin. Los medios son la realidad del fin. // Dos “tipos” de medios: (ejemplo: mi fin es pintar un cuadro): a) medios externos a un fin: el pincel; b) medios internos a un fin: son parte del fin = la pintura. Dos tipos de intención: a) intención de la acción = finis operis; b) intención con la que realizo la acción = finis operantis. // Ejemplo 1: un hombre que está bombeando agua para que llegue a una casa. Si le preguntamos qué hace, la respuesta no sería “estoy moviendo los brazos arriba y abajo”, aunque lo esté haciendo externamente. Queremos saber su intención, y para ello preguntamos por la acción, es decir, qué fin está persiguiendo con esos medios. 1) Está bombeando agua. 2) Está bombeando agua envenenada y lo sabe. // Lo externo es igual, pero la acción cambia por completo. Un hacer externo puede servir de base para diferentes acciones. Por eso el hacer externo no responde a lo que ES la acción. En la segunda, la respuesta a “¿Qué estás haciendo?” no podría ser “estoy bombeando agua” (esta acción en sí misma sería buena), sino “estoy bombeando agua para envenenarles”. Por eso la acción en sí es mala. El sujeto sería culpable de homicidio. Incluso aunque no hubiera ningún muerto, él ya es un homicida. La cuestión que se juzga es la acción, aunque no haya tenido ningún efecto. La acción es algo que se da en nosotros. La acción es la determinación que tomamos sobre nosotros mismos.
Las acciones de doble efecto
Una acción que va a tener un efecto bueno y uno malo. Ejemplo: inyectar un sedante: a) bien porque va a quitarle al paciente el dolor; b) malo porque puede adelantar la muerte o poner en grave peligro su vida. ¿Cuál es la acción? Para que la acción consista en quitarle el dolor, hace falta que se cumplan varias condiciones: // El fin tiene que ser suficientemente necesario; lo que el ser persigue tiene que ser lo bueno, que la acción material encaje con eso; debe haber proporcionalidad entre el fin bueno y el fin malo; no instrumentalización: el fin bueno no puede servir para realizar algo malo. // Si se cumplen, aunque el efecto malo materialmente se produzca, la acción no consistiría en eso. El agente puede no ser un homicida, aunque haya un muerto.
d) La acción: actualización práctica del agente; decidir es decidirse
Existe en nosotros un proyecto, una intención de ser, nuestra intención de la vida. Para esto hay que ser una persona armónica y coherente, ya que es lo necesario para que haya un proyecto personal entre nuestro ser y nuestras acciones. Ejemplo: quiero estudiar en la UNAV: me registro en la página web, hago la prueba de admisión… Son distintas acciones en las que el sujeto está buscando lo mismo: estudiar en la universidad. Las acciones van en una misma dirección. Si no tenemos un proyecto, iremos realizando acciones en distintas direcciones. Pero cuando tenemos un proyecto de vida y sobre nosotros mismos, las acciones van colaborando a darnos un mismo carácter. Este anhelo de llevar un proyecto, de querer ser alguien, es demostrado con dos principales indicadores. // Arrepentimiento: si estamos esforzándonos en darnos un carácter concreto y en seguir una dirección, cuando hacemos algo que no corresponde con ese proyecto, nace el arrepentimiento. Arrepentirse es reconocer que lo que hemos hecho no iba encaminado a lo que verdaderamente queríamos. No tiene por qué ser algo malo, pero nos arrepentimos porque va contra mí, contra lo que yo quiero. // Si no tenemos un proyecto personal que nos sirva para “contrastar” lo que hacemos, no tendremos más juicio que las normas. Serán juicios en función de lo establecido. Ejemplo: copiar en un examen. Todo el mal que hay en esa acción es que no está permitido. Si me pillan, no habrá verdadero arrepentimiento. Pero si quiero ser una persona honrada, me arrepentiré porque he cometido una acción que va contra mi proyecto. // Vergüenza: Ejemplo: poner la oreja en una conversación detrás de la puerta. Nos pillan. ¿Por qué nos morimos de vergüenza? Porque el que nos está viendo hacer lo que estamos haciendo, nos toma por la persona a la que le corresponde esa acción. Nos juzga conforme a lo que nos ve hacer.
e) Hábitos y afectos
Ante una situación determinada, los afectos serán los primeros que nos dan una valoración y a partir de esta actuaré. Por ser seres corporales, tenemos unos movimientos interiores. Todo eso es lo que llamamos AFECTIVIDAD, que influye en nuestros actos, a nuestra voluntad. Ante una injusticia surge el afecto de indignación, pero el efecto se pasa. // Si mis acciones dependieran de mi afecto, cuando este se apaga, la acción terminaría. Los afectos influyen de una manera cognoscitiva, nos proporcionan una percepción de la realidad. El modo de percibir la realidad luego va a influir en nuestro modo de obrar. // Es por eso que es muy importante aprender a controlar esos afectos. Pero los afectos no nos imponen una forma de obrar, porque somos libres y, por tanto, lo que hacemos lo hacemos por nuestra voluntad. // Los estoicos pensaban que los afectos, sentimientos, pasiones, eran malos; eran signo de debilidad. Apatía. Algo que por naturaleza nos viene dado no tiene por qué ser malo; nos da una primera información sobre lo bueno o malo antes de que podamos pensar racionalmente. // No puedo dejar mi acción en manos de un afecto, pues si esta no me apetece, no la haré. No tengo que ser solidario solo porque me hace ilusión, pues cuando la ilusión (afecto) desaparezca, mi acción parará. Hay que distinguir el obrar por pasión (no) y obrar con pasión (propio de la acción virtuosa, involucra todo mi ser). La tarea moral es no anular nuestros afectos, sino moderarlos y educarlos. // Hábitos: los afectos no son ni malos ni buenos. Hay que moldearlos para que nuestra respuesta afectiva sea acorde a la realidad y a lo que es necesario. La medida son las virtudes, que nos hacen moderar nuestra respuesta afectiva. Virtudes cardinales: // Templanza: modera afectos de atracción. Lo agradable, lo deleitable, lo placentero… nos atrae. Pero no todo es bueno. Si mi atracción hacia lo agradable fuera excesiva, muchas veces incurriría en el error, al no distinguir lo deleitable de lo bueno. Esa moderación es la templanza. Moderar no es pura represión. Solo tengo que reprimirme cuando mi afecto no es moderado. Si lo es, mis afectos serán los correctos. A veces identificamos templanza con tibieza. Templanza viene de “temple”, ese punto perfecto en el que se encuentra una composición de elementos. Es la disposición perfecta de una cosa; las condiciones en las que es capaz de dar de sí lo mejor. Para que nuestro juicio moral sea acertado, es muy importante nuestra percepción de la realidad. Esta virtud incluye la correcta apreciación de las cualidades sensibles de las cosas, y por lo tanto me hace capaz de disfrutar de lo mejor de la vida. Santo Tomás: “El león no es capaz de apreciar la belleza del ciervo”. Lo único que es capaz de ver es el alimento. Solo es capaz de apreciar lo más elemental. Lo mismo pasa con una persona no templada; solo será capaz de apreciar en las cosas sensibles lo más rudo. Se le escapa lo mejor. La falta de templanza resulta en una apreciación de la realidad vulgar. La virtud no es una renuncia, sino capacitarse para perfeccionar nuestra percepción de lo sensible. Hay que empezar por querer adquirirlo. Se adquiere una virtud por repetición de actos, cuando el acto es el modo de buscar la virtud. // Fortaleza: si mi temor al dolor o al sufrimiento no es moderado, difícilmente podré discernir si algo doloroso es bueno. El miedo me ciega. Los afectos inmoderados ciegan a la razón. Moderar el temor puede implicar una actitud de resistencia o de ataque. Esta virtud nos capacita para actuar correctamente respecto al dolor, para hacer el bien incluso cuando hacerlo supone peligro o dolor. Ejemplo: paciencia. La mayoría de cosas valiosas llevan tiempo y el paso del tiempo es doloroso, porque implica que hay que mantener el esfuerzo en el tiempo. Persistencia en lo mismo. // Justicia: es dar a cada uno lo suyo. Importante a destacar es que no es la única virtud. Lo justo no es lo único bueno. Ejemplo: dar limosna a un pobre es bueno y es un acto de caridad, de benevolencia… pero no de justicia. Hoy, parece que si algo no es justo, es totalmente indiferente hacerlo o no. La justicia en sí es algo objetivo (lo suyo = objetivo). Otra cosa es que acertemos en su reconocimiento. A diferencia de la templanza, que no es tan objetiva (lo que para uno es templado, para otro quizás no, ej: 3 cervezas). Pero la medida de lo justo no cambia. // Prudencia: lo entendemos como ser cauto, evitar riesgos, ser apocado. Sin embargo, la acción prudente muchas veces puede ser la opción más osada o más audaz (incendio; saltar por la ventana). Para poder reconocerlo, hace falta tener un temor equilibrado. Es la cualidad con la que el sujeto decide finalmente qué hacer en toda su concreción. Ninguna acción del sujeto es un suceso independiente o aislado. Ninguna acción tiene SOLO que ver con el instante. Hacer algo es incorporar una acción a mi vida, y mi vida es pasado, presente y futuro. Por eso, para actuar correctamente, hace falta:
- Memoria del pasado: no hay ningún presente que sea una radical novedad. El pasado siempre tiene algo que enseñarnos respecto a esa acción. Si no lo tienes en cuenta, te estás privando de elementos de juicio. ¿Por qué tropiezo en la misma piedra? ¿Por qué he vuelto a caer? En el fondo, porque en mi decisión no ha habido memoria del pasado, no he sabido incorporarlo. He pensado que esta vez sería distinto. Pasado nuestro o ajeno: cuando nuestros padres, abuelos nos dan un consejo, proporcionan memoria del pasado a nuestra decisión.
- Inteligencia del presente: entender dónde estamos, el presente, la situación concreta en la que tengo que decidir (ejemplo: llegar tarde a clase).
- Previsión del futuro: toda acción afecta al futuro: ¿cuáles serán las consecuencias?, ¿qué tendría que hacer después?, ¿qué se verá obligado a hacer si empiezo por hacer esto? (¿si le doy un empujón, estoy dispuesto a acabar a puñetazos? ¿Quiero conservar a ese amigo o me da igual perderlo?). Distintas acciones tienen distintas consecuencias. Lo que tienes que hacer depende de lo que estés buscando.
Principio de unidad de las virtudes = en el fondo, todas las virtudes son lo mismo; van en una misma dirección. ¿Templanza sin prudencia? No es templanza (ejemplo: comer super poco; no es valiente hacer un deporte de riesgo si el riesgo es desproporcionado). Justicia con templanza: “Hágase justicia así se hunda el mundo”. La justicia que hay que hacer es para bien, por tanto, prudente. No ser justiciero. A veces la prudencia puede exigir moderar la justicia. // Resumen: las acciones nos van configurando como personas, y no es indiferente el tipo de persona que me voy haciendo. Las acciones suponen libertad e intencionalidad. Nos dan un modo de ser porque son libres, es decir, las hemos querido, y son intencionales, es decir, con ellas y en ellas estoy buscando algo, me estoy adhiriendo a algo (un bien o un mal). Esto va determinando el tipo de persona que voy siendo. Por eso la acción es la actualización del agente. Cuando miento, soy en acto mentiroso; cuando digo la verdad, soy en acto una persona veraz. Nuestros afectos también influyen. Hace falta que moderemos nuestros afectos, porque si no, nos pueden engañar (excesiva atracción al placer, miedo al dolor).
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