03 Oct

4.2 La nueva Monarquía Borbónica. Los Decretos de Nueva Planta. Modelo de Estado y alcance de las reformas.

La implantación de la dinastía Borbón con Felipe V y sus sucesores (Fernando VI, Carlos III) introdujo el modelo absolutista y centralizador francés, así como la racionalización de la administración. Con los Decretos de Nueva Planta (1707-1716) se inician profundas reformas en la organización del Estado: supresión de los fueros e instituciones de la Corona de Aragón (Navarra y Vascongadas, leales a Felipe V, los mantuvieron) y las aduanas internas; creación de unas Cortes Generales del Reino (se suprimieron las demás, salvo las de Navarra), de un Consejo privado del rey, de los Secretarios de Despacho, sustitución de los virreinatos de la Corona de Aragón por capitanías generales, creación de provincias o intendencias, etc. En América se crearon dos nuevos virreinatos (Nueva Granada y Río de la Plata). Entra en vigor la Ley Sálica (prohibición a las mujeres de acceder al trono). Se reforzaron el ejército y la marina (reclutamiento por quintas, guardia real valona, regimientos en lugar de tercios, creación de una potente flota de guerra…). Desde el punto de vista económico, se trató de aplicar el Mercantilismo, se hicieron estudios sobre la situación económica y se creó un impuesto único (catastro de Ensenada). Se fomentó la producción manufacturera (Reales Fábricas de vidrio, de tapices…). Por último, se aplicó una férrea política de control de los asuntos temporales de la Iglesia (regalismo, Patronato Regio…).

4.3 La España del siglo XVIII. Expansión y transformaciones económicas: agricultura, industria y comercio con América.

La economía estaba limitada por la falta de competencia, la desequilibrada propiedad de las tierras y la oposición a los cambios. El problema esencial de la agricultura era el régimen de propiedad (tierras amortizadas o vinculadas). Con Carlos III, se tomaron medidas como las obras hidráulicas (Canal Imperial de Aragón) o la colonización de tierras (impulsada por Campomanes y Olavide), pero no se puso en práctica la Ley Agraria de Jovellanos. Aumentó la producción, pero no los rendimientos. La industria (lastrada por la escasez de materias primas, de mercado y los gremios) se incentivó por el aumento de población y la nueva política comercial con América. Los reyes trataron de impulsarla mediante el proteccionismo, las Reales Fábricas (tapices, vidrio, cerámica…) y la construcción naval. Al comercio llegaron las ideas ilustradas (Sociedades Económicas de Amigos del País). La política comercial con América se reforzó: se crearon compañías comerciales (siguiendo, con escaso éxito, el modelo inglés), se introdujeron los navíos de registro y se promulgó el Reglamento de Libre Comercio. Para conseguir un mayor control financiero se creó el Banco de San Carlos. Destaca el despegue económico de Cataluña: Duplicó su población, el campesino se orientó al mercado y así se desarrolló una burguesía agraria próspera. Con las leyes centralizadoras, aumentaron los intercambios con el resto de España y con el exterior. Su industria se vio favorecida por el proteccionismo. El crecimiento generó excedentes de capital, invertidos en parte en modernizar el sector textil (como las “indianas”), sentando las bases de la revolución industrial del s. XIX.

2.5 Los reinos cristianos en la Edad Media: organización política, régimen señorial y sociedad estamental.

El gobierno de los reinos cristianos se organizó en torno al rey, con un poder limitado por los fueros y la ley divina. Estaba asesorado por una Curia Real (nobles y clérigos), que hasta el s. XII fue el organismo más importante, aunque existían otros como la tesorería. En 1188 en el Reino de León y desde el s. XIII en el resto, los monarcas convocan también a los burgueses, y así nacen las Cortes estamentales: asesoran al rey y votan impuestos extraordinarios. La administración territorial estaba a cargo de los condes, los merinos (en tierras de realengo castellanas) o vegueres (Cataluña) y la local a cargo de los concejos. La organización social estaba dividida en tres estamentos (cada uno con una función social): nobles (agrupados en alta y baja nobleza), clérigos (monjes o clero regular y sacerdotes o clero secular) y campesinos con diferentes situaciones legales (campesinos libres, siervos de solariegos, de abadengo…). Los primeros establecían relaciones de vasallaje entre sí, y los más poderosos con el Rey, estableciéndose una estructura política piramidal en la que el rey dependía de los grandes nobles.

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