15 Oct

El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (1469 dio origen a una nueva entidad política:
la monarquía hispánica. Esta monarquía debe entenderse como una uníón dinástica de dos Coronas,
en la que cada reino siguió rigiéndose por sus leyes e instituciones, por lo que se conformó un Estado
plural y no unitario, integrado por unos territorios (Castilla, Aragón, Cataluña y Valencia) que sólo
tenían en común una misma monarquía. Los RRCC reforzaron la autoridad real ampliando su apoyo
popular y disminuyendo el poder político de los estamentos privilegiados aunque respetando
formalmente las instituciones, de ahí que se hable de monarquía autoritaria pero no absoluta.
Con el fin de afirmar la autoridad real crearon una serie de organismos e instituciones comunes a los
dos reinos: un ejército permanente, un cuerpo de embajadores, refuerzo de la figura del corregidor y
reorganización del Consejo Real, las Cortes y las Audiencias. En la Corona de Aragón mantuvieron las
instituciones tradicionales y se incorporó la figura del virrey. Además, llevaron a cabo algunas políticas
comunes para ambos reinos: generalizaron la Inquisición, llevaron a cabo la expulsión de los judíos
(1492) y lograron la unificación territorial de la Península con la conquista del reino nazarí de
Granada (1492) y del Reino de Navarra (1512).

1492 es la fecha que abre el periodo de la Edad Moderna y su importancia viene dada por la enorme
trascendencia del descubrimiento de América. En 1492 coinciden, además, otros dos hechos de
enorme importancia: la expulsión de los judíos y la conquista del reino nazarí de Granada.
La guerra de Granada fue larga (1482-1492) y para ganarla Castilla se aprovechó tanto la crisis
dinástica de la familia nazarí, como de nuevas estrategias militares. Las operaciones militares del
asedio a Granada finalizaron el 2 de Enero de 1492 con la firma de las capitulaciones de Boabdil, el
último rey de Granada. Con ello culminó el proceso de Reconquista que había durado ocho siglos.
En el contexto de las exploraciones atlánticas de Castilla y Portugal en la segunda mitad del Siglo XV
surge la figura de Cristóbal Colón que defiende un proyecto basado en la esfericidad de la Tierra,
para abrir una nueva ruta al oeste y alcanzar los mercados asíáticos sin intermediarios. El proyecto
fue rechazado inicialmente por ambas coronas, pero finalmente Isabel de Castilla aceptó y puso a
disposición del navegante los medios para el viaje a través de las “Capitulaciones de Santa Fe”. El
3 de Agosto de 1492 salieron de Palos (Huelva) tres naves que después de una escala en Canarias
alcanzaron tierra el 12 de Octubre del mismo año en una de las islas del Caribe (Guanahani o San
Salvador). Las expectativas de riqueza generadas por el descubrimiento hicieron que en pocos años
se iniciara el proceso de conquista del nuevo continente.

Carlos I, hereda, además de las coronas peninsulares, un inmenso patrimonio en Europa y el título
imperial. Su gobierno se asentará sobre dos pilares básicos que marcarán toda su labor política: 1) la
defensa de la idea de Imperio Universal, y 2) la defensa del cristianismo como factor de unidad europea.
A estos dos objetivos subordinó todos los ingresos y hombres que llegaron a su alcance. En política
exterior mantuvo tres frentes:
– Guerras contra Francia por la hegemonía europea. Carlos vence en Pavía (1525) y saquea Roma
(1529) por la actitud profrancesa del papa. Acaba incorporando el Milanesado.
– Guerra contra los turcos, en defensa de la cristiandad y de la estabilidad del comercio mediterráneo.
Vence en el ataque contra Túnez (1535) pero fracasó contra Argel (1541).
– Guerra contra los protestantes, como consecuencia de la Reforma protestante de Lutero, fue el
principal problema de la monarquía de Carlos I. Finaliza con la Paz de Augsburgo en 1555.
En política interior cabe señalar dos conflictos: 1) Sublevación de las Comunidades en Castilla: El
descontento castellano tras la política inicial de Carlos en Castilla volcada hacia Europa cristaliza en la
sublevación de las Comunidades castellanas (1520-1521). Carlos vence a los comuneros en la batalla
de Villalar en 1521. 2) La rebelión de las Germánías en Aragón fue un conflicto social entre burgueses
y nobleza. Aquí también la corona contó con el apoyo de la aristocracia para acabar con las revueltas
en 1521.

Felipe II a diferencia de su padre fue sólo rey y no emperador aunque sus dominios fueran incluso más
amplios y heterogéneos. El aparato de gobierno se centraba en el rey asistido por los secretarios. Por
debajo, los consejos se dividían en territoriales (los distintos reinos) y técnicos (Indias, Guerra o
Hacienda). Las Cortes cada vez tenían menos poder y se aumentó el número de virreyes y
audiencias. Se consolidaron los Tercios como fuerza de defensa de los intereses de la Monarquía.
Su política interior se caracterizó por un aumento de las rebeliones principalmente debido a su
autoritarismo político y a su intolerancia religiosa: Rebelión de los moriscos de las Alpujarras en
Granada (1568-70), rebelión en Aragón (problema de Antonio Pérez, 1590-92).
Política exterior marcada, en gran medida, por su liderazgo religioso (Contrarreforma):
Sublevación de los Países Bajos en donde a los motivos nacionalistas se unieron a los religiosos al
triunfar el calvinismo en los territorios del norte.
Enfrentamientos con Francia como continuación de la rivalidad por los territorios italianos de los
reinados anteriores (victoria de San Quintín (1557) y paz de Cateau-Cambresis (1559)).
Enfrentamientos con Inglaterra: deterioro de las relaciones hasta decidir la invasión de las Islas
Británicas con la llamada “Armada Invencible” (1588) que resultó un fracaso.
Guerra contra los turcos y victoria en la Batalla de Lepanto (1571).
La uníón con Portugal en 1580 sería el único triunfo de la política exterior de Felipe II.

La conquista española del territorio americano se inició en las islas de las Antillas. Hacia 1517 el interés
por dominar los pueblos indígenas del continente, que se supónían muy ricos, fue el origen de una gran
empresa conquistadora, que en menos de medio siglo obtuvo para la Corona española más de
2.000.000km 2.
La conquista de México fue llevada a cabo por Hernán Cortés quien tras vencer en la batalla de
Otumba (1520) se apoderó de un amplio territorio que recibíó el nombre de Nueva España. La segunda
etapa de conquista fue dirigida por Francisco Pizarro, quien
aprovechándose también de los enfrentamientos entre los incas, consiguió imponerse conquistando su
capital Cuzco. En 1542 se constituyó en estas tierras el Virreinato del Perú. Por esta misma época, en
América del Norte, Cabeza de Vaca exploró Florida, Tejas y California. En América del Sur, Orellana
recorríó el Amazonas; Almagro y Valdivia conquistaron Chile, y Pedro de Mendoza fundó Buenos
Aires.
En líneas generales la conquista y posterior colonización implicaron consecuencias fatales para la
población indígena entre las que caben destacar: el fuerte descenso demográfico y la pérdida de
identidad cultural. Las voces críticas de Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria dieron lugar a la
promulgación de unas Leyes Nuevas para América (1542-43). La agricultura americana se benefició de
nuevas cultivos adaptados al clima (café, trigo, caña de azúcar) y otros americanos se adaptaron a los
climas europeos (tomate, patata, maíz). España y Europa se beneficiaron de la afluencia masiva de
metales (Revolución de los precios) lo que provocó un sustancial del comercio y la burguésía.

El Siglo XVII se caracteriza por un aumento del poder real, del Absolutismo, unido a la tendencia de
los reyes a dejar la responsabilidad del gobierno en manos de personas de su confianza
todopoderosas llamadas validos.
Con Felipe III (1598-1621) gobernaron en su propio beneficio el Duque de Lerma y su hijo el
Duque de Uceda. En 1609 se produce la expulsión de los moriscos que agravó la crisis
demográfica y económica de Castilla. En el ámbito internacional, se firman la “Tregua de los 12
años con Holanda” (1609) y la “Paz de Londres” con Inglaterra (1604).
Con Felipe IV (1621-1665) gobierna el Conde-Duque de Olivares que intenta hacer las reformas
necesarias para superar la crisis en que había caído Castilla por la política imperialista anterior. El
temor a que Olivares acabe imponiendo las leyes castellanas genera el levantamiento de
Cataluña (1640, Corpus de Sang) dirigido por Pau Claris con la ayuda de Francia. Tras doce años
de rebelión en 1652 Cataluña se rindió y Felipe IV se comprometíó a respetar las leyes y fueros del
Principado. El levantamiento simultáneo en Portugal (1640) no pudo sofocarse y acabaría
obteniendo la independencia en 1668. Los intentos de reforma de Olivares habían fracasado.
Carlos II (1665-1700 contó con Juan José de Austria, el Duque de Medinaceli y el Conde de Oropesa,
los cuales se centraron en la aplicación de medidas políticas y económicas.

Al iniciarse el reinado de Felipe III (1598-1621), la monarquía hispánica era la mayor potencia territorial
y militar del planeta y disfrutaba de un periodo de paz (Pax Hispánica) que se vería interrumpido al
involucrarse España en la Guerra de los Treinta Años. Este conflicto, librado principalmente en Europa
central entre 1618-1648, era en apariencia una guerra religiosa (católicos frente a protestantes) pero lo
que en realidad estaba en juego era la hegemonía de los Habsburgo en Europa.
Con Felipe IV (1621-1665) su valido, el Conde Duque de Olivares, lleva a cabo una política imperialista
que le enfrentará con los territorios de su Imperio (Países Bajos) y con Francia. Bajo la dirección del
Cardenal Richelieu, ministro de Luis XIII, España ve retroceder sus posiciones en los frentes europeos (derrota de Rocroi, 1643). Esta desfavorable situación bélica unida a la crisis económica y política
(rebeliones de Portugal y Cataluña) da al traste con los ambiciosos proyectos de Olivares, que es
obligado a dimitir en 1643.
Su sucesor, Luis de Haro, tendrá que afrontar la crisis y ocuparse de la pacificación, reconociendo la
independencia de Holanda (Westfalia, 1648). Posteriormente España reconocerá también la
independencia de Portugal (1668) y finalmente firmará la paz con Francia en 1659 (Paz de los
Pirineos). Aunque España no hacía grandes concesiones territoriales la paz supuso el reconocimiento
de la decadencia española y la aparición de Francia como potencia de primer orden.


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