17 May

Perspectivas sobre Globalización y Estados de Bienestar

Pierson considera que la globalización es un factor externo y que existen otros elementos que intervienen con mayor peso en los Estados de Bienestar (EB), como son: la baja productividad asociada a las ayudas por desempleo, lo que implica que dichas economías tengan una creciente presión fiscal en el sostenimiento del bienestar y una enorme expansión en el abastecimiento de prestaciones. Esta cuestión presenta dos serios problemas, además de pérdida de flexibilidad. El primero es que, como resultado del envejecimiento de la población, disminuye la población en edad de trabajar y, por tanto, aumenta la presión fiscal sobre la población activa. En segundo lugar, el incremento del número de personas mayores tiene efectos directos sobre dos áreas de la provisión de bienestar en las que los costes se incrementan significativamente: las pensiones y el sistema de salud.

La tercera perspectiva indica que la globalización está teniendo efectos sobre los Estados de Bienestar, aunque están mediatizados por las estructuras institucionales y las respuestas políticas nacionales. En común con las perspectivas anteriores, esta perspectiva se centra en la globalización como factor exógeno, pero también en los cambios nacionales de los Estados de Bienestar. Argumenta que ciertos tipos de Estados de Bienestar (como ciertos tipos de mercado de trabajo) son más compatibles con la competitividad que otros y que pueden adaptarse mejor a nuevos entornos y economías.

Los análisis y conclusiones de las tres perspectivas se vinculan especialmente con los sistemas de bienestar en Estados Unidos y Gran Bretaña, por lo que para poder generalizar estas afirmaciones sería necesario analizar el proceso en más países. Lo que sí está claro es que los diversos Estados de Bienestar se adaptarán de diferente modo a la globalización. El crecimiento de un país requiere apertura económica que se ve afectada por la competencia y vulnerabilidad al comercio internacional, las finanzas y los movimientos de capital. Y la competitividad económica implica que las economías con salarios más altos tienden a perder empleos en mayor medida que los países con salarios más bajos, hacia donde se trasladan los costes de producción. De este modo, podemos afirmar que diferentes dimensiones de la globalización crean diversos «factores de presión» dependiendo del Estado de Bienestar sobre el que actúen y de sus características específicas.

Nuevas Soluciones Políticas

El Banco Mundial o la OCDE han propuesto soluciones a escala internacional a los problemas del bienestar. Las propuestas, de clara orientación neoliberal, tratan de actuar en dos direcciones. Por un lado, la OCDE propone acciones de una ideología globalizada que prevea reformas en el bienestar. Por otro lado, la globalización provee a los gobiernos de justificaciones ideológicas para establecer cambios en el Estado de Bienestar: legitimar reformas en el bienestar, incluso aunque apenas tengan que ver con los problemas con los que se las asocia, como la competitividad o cambios económicos.

Para promover reformas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la Comisión Europea han provisto a los gobiernos de análisis y diagnósticos concretos sobre los problemas a los que se enfrentan los Estados de Bienestar como consecuencia de la globalización y han promovido medidas específicas: reformas en sistemas de pensiones, nuevos modelos de administración, etc.

Sykes, Palier y Prior (2001) establecen que los análisis sobre globalización y los Estados de Bienestar deben contextualizarse en cada nación; la globalización debe ser vista no solo como causante de nuevos problemas en los Estados de Bienestar, sino también como proveedora de soluciones.

Castells plantea que la globalización de la producción y la inversión amenazan el Estado de Bienestar como elemento clave de las políticas del estado-nación porque cada vez es «más contradictorio para las empresas operar en los mercados globalizados, mientras experimentan diferencias de costes en prestaciones sociales, así como diferentes grados de regulación entre los países».

La tecnología permite a las empresas ubicarse en cualquier parte del mundo sin renunciar a formar parte de mercados globales de producción. Esta situación lleva a la implantación de las empresas en los países en los que los costes de producción son menores. Los Estados han intervenido gravando con aranceles los productos externos con el fin de reducir su competitividad frente a los internos, disminuyendo las ventajas comparativas de comprar a otros países (por ejemplo, durante 2005 en las relaciones comerciales entre Europa y EE. UU. con el gigante asiático, China). Sin embargo, aunque en su magnífico trabajo «La era de la Información», Castells considera que la globalización amenaza al Estado de Bienestar, otros especialistas argumentan que no es necesariamente así, sino que existen oportunidades que la globalización engendra en sí misma, tal y como se expone en los análisis parciales de los modelos de bienestar explicados anteriormente.

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