11 Mar

Llamamos Barroco al estilo dominante en la cultura artística europea entre los años 1600 y 1750 aproximadamente. Se impuso en Italia tras el Renacimiento y se expandíó por el resto de Europa (Francia, España e Inglaterra) y zonas de latinoamérica. 

El nombre de este estilo parece provenir del término “berrueco” que aplicaban los joyeros portugueses a las perlas irregulares. Pero fue en el Siglo XVIII cuando empezó a usarse, y con intenciones peyorativas, para referirse al estilo imperante en los siglos previos. Entonces este estilo Barroco era apreciado como una degeneración de la belleza del clasicismo, 

tachándolo de algo excesivamente complicado, ampuloso y recargado. El Barroco fue una especie de expresión propagandística, por lo que el absolutismo monárquico y la Iglesia de la Contrarreforma lo emplearon como manifestación de grandeza y poder 

Los elementos estructurales y decorativos serán los mismos que los del periodo clasicista precedente (columnas, basas, capiteles, entablamentos, frontones, ménsulas, cúpulas, relieves…) pero ahora complicarán sus formas, se dispondrán y agruparán de forma distinta y se recargarán de decoración. El equilibrio y sobriedad renacentista será abandonado en pos de un mayor movimiento, juego de luces y sombras y riqueza decorativa. Aparece todo un repertorio de curvas como elipses, parábolas, hipérbolas, cicloides, sinusoides o helicoides que se manifestarán en todos los elementos arquitectónicos como en las plantas, columnas, cornisas, muros, etc. : Las plantas abandonarán las formas rectangulares y se construirán con formas elípticas, circulares, irregulares, muros alabeados etc. Esta tendencia se manifestará sobretodo en Italia mientras que en Francia se preferirán las plantas de ángulos rectos con muros rectos y perpendiculares. Los franceses renegaban de las formas curvas siguiendo lo que ellos llamaban el “bon gout” dirigido desde la Academia. Los fustes de las columnas se complicarán con formas helicoidales (salomónicas) o con elementos piramidados, tóricos, cilíndricos etc. (estípite), al tiempo que se decorarán con relieves. Se consolidará el orden colosal. Los muros huirán de las superficies planas y se arquearán o quebrarán produciendo entrantes y salientes que acentuarán las sombras y contrastes. Serán los llamados muros alabeados. Los frontones se irán complicando asimismo duplicándolos o mezclando formas triangulares, con formas curvas (mixtilíneos). 

Las cúpulas seguirán usándose aunque ahora se levantarán sobre un tambor más elevado, y en su interior perderán esa apariencia semiesférica por causa de la recargada decoración. En las fachadas volverán las torres aunque de menor altura, formada por cuerpos superpuestos menguantes en tamaño y coronadas con formas cupuladas. La arquitectura religiosa tendrá su máxima expresión en la Roma papal. Por el contrario, la Francia del monarca absolutista Luís XIV representará la arquitectura civil con la construcción de palacios reales, jardines y plazas urbanas al servicio de un poder que se pretende deslumbrar al pueblo. 

El Barroco nacerá en Italia y serán los Papas los principales mecenas. En arquitectura mantendrá los esquemas sobrios clásicos no llegando a la exhuberancia hispana ni a la frivolidad francesa. La arquitectura barroca italiana se caracteriza por el uso de los elementos clásicos, plantas de líneas curvas con muros alabeados con partes cóncavas y convexas que contraen y dilatan el espacio interior; y fachadas con mezcla de líneas rectas y curvas en planta y alzado, que darán lugar a entrantes y salientes que reforzarán las sombras y volúMenes. Entre algunos arquitectos destacar a Giacomo Della Porta y a Carlos Maderna. 

Pero los arquitectos italianos más representativos del Barroco serán Bernini y Borromini que presentarán similitudes como el uso de plantas elípticas y muros alabeados, y diferencias en los órdenes preferidos, los materiales y en el uso de la luz. 

Gian Lorenzo Bernini es el gran artista del Barroco italiano pues destacó como arquitecto, escultor y pintor entre otras habilidades. Tuvo una dilatada carrera por lo que es autor de una gran cantidad de obras como iglesias, palacios, plazas y fuentes. Trabajó para ocho papas y su fama le llevó a ser llamado por Luís XIV para que proyectara el palacio del Louvre, aunque su diseño no fue aceptado finalmente. Las construcciones de Bernini se caracterizan por: el uso de la elipse para las plantas de sus edificios y plazas . Emplea Muros alabeados y espacios abiertos con curvas y contracurvas diáfanas. El respeto a las proporciones y reglas de composición clásicas. Utilización del mármol como principal material. El uso de la 

perspectiva con intenciones de corregir o alterar visualmente las proporciones de las construcciones. 

La Plaza de San Pedro y su Columnata . Se trata de una plaza de planta compleja enmarcada por dos brazos que arrancan de los laterales de la fachada de la basílica. Los dos primeros tramos del brazo son rectos y convergentes, con la intención de ofrecer la ilusión óptica de hacer más ancha la fachada. Se completan los brazos con dos tramos curvos que encierran una plaza de planta elíptica, en cuyo centro levanta un obelisco egipcio, que obliga a desviarse para observar la fachada vaticana, y en los focos coloca dos fuentes. El conjunto se enmarca con la monumental columnata que funciona a modo de deambulatorio. Se trata de un atrio elíptico formado por 296 columnas colosales de mármol travertino, organizadas en una hilera de cuatro en fondo y órdenes distintos. El efecto de bosque de columnas parece no acabarse, dada la disposición curva del pórtico. Se corona con un entablamento, sobre el que se levanta una balaustrada y 140 estatuas de santos, obra de los discípulos de Bernini. 

El Baldaquino de San Pedro es su primera obra como arquitecto. Se trata de un monumental palio situado en el mismo crucero de la Basílica, bajo la cúpula. Está realizado en bronce oscuro y en su diseño destacan las cuatro columnas salomónicas de fuste helicoidal y un dosel ricamente decorado, coronado con esculturas y cuatro volutas inclinadas que convergen en el centro dando una forma piramidal a la parte superior. 

La Cátedra de San Pedro. Se trata de una obra a caballo entre la arquitectura y la escultura, situada en el ábside de la basílica vaticana. Sirve de marco a la reliquia que es la silla que según la tradición usó San Pedro. La composición está realizada en mármol, bronce dorado y estuco formando un conjunto con movimiento ascendente, que adquiere un mayor dramatismo en la escena superior, una gloria con una ventana oval de oro en el centro y que se convierte en el punto focal de todo el templo. 

La Scala Regia o Escalera Real es una escalinata de pequeñas dimensiones que conecta las habitaciones papales con la basílica de San Pedro, pero que con un auténtico juego de ilusiones ópticas, con muros convergentes, Bernini consigue magnificar el exiguo tamaño. 

El Templo de San Andrea del Quirinal es una iglesia romana construida con planta elíptica para conseguir un dramatismo escénico singular. La fachada se remata con un frontón con las molduras muy adelantadas y el tímpano retraído, con lo que refuerza el juego de sombras. Ante la entrada coloca un porche o dosel curvo sostenido por dos columnas que corona con un original frontón que reproduce los ritmos interiores del edificio. Los contrafuertes exteriores los remata con volutas. El interior, decorado con mármol oscuro de diferentes colores, se cubre con una bóveda oval decorada en blanco y oro con formas hexagonales que disminuyen en tamaño conforme se acercan a la linterna. 

Borromini La personalidad de Borromini está marcada por la inestabilidad, el temperamento, la irascibilidad y el tormento de una enfermedad que finalmente le llevará al suicidio. Esto influirá en su obra que se manifestará muy complicada en las formas, con un mayor movimiento en los muros, fachadas y plantas y una decoración más compleja. También introdujo nuevos y originales elementos arquitectónicos. ”Variar para huir del aburrimiento” escribíó en uno de sus proyectos. A diferencia de Bernini prefirió una arquitectura más económica usando el ladrillo, el estuco y el revoque, más que el mármol. Comenzó trabajando en Roma a las órdenes de su pariente Carló Maderna y continuó con Bernini con quién mantuvo diferencias. Sus trabajos individuales los realizó en Roma construyendo los encargos de papas y órdenes religiosas. 

La Iglesia de San Carló alle Quattro Fontane fue el primer encargo que recibíó Borromini. La traza general se compone de una planta en forma de rombo, formada por la uníón de dos triángulos equiláteros, cubierta por una cúpula oval decorada con casetones de variadas formas circulares y poligonales perfectamente encajadas. Como todos los proyectos de Borromini, se ajusta a unas leyes estrictas de simetría y proporciones. Su fachada, terminada en 1667, más alta que la propia iglesia, presenta una ondulación que se convirtió en el arquetipo de las iglesias barrocas de Roma. 

El Oratorio de San Felipe Neri concebido como un auditorio por la importancia que los filipenses otorgaban a la música. Su fachada, con una ligera curva cóncava en planta, está coronada por un original tímpano mixtilíneo. 

La Iglesia de Sant Ivo allá Sapienza es su obra culminante y donde introduce sus mayores originalidades. La planta tiene la forma de un hexágono regular estrellado (dos triángulos equiláteros que se cruzan), quizá en alusión al papa Urbano VIII cuyo emblema era una abeja. Pero lo más original es su cúpula hexagonal sin transición con la planta, construida como una continuación solidaria con la geometría fundamental del templo. La fachada presenta en planta un plano cóncavo muy pronunciado. 

La Iglesia de Sant’Agnesse situada en la Piazza Navona romana cuya fachada presenta una configuración barroca más serena, con ausencia de curvas, pero con entrantes y salientes en planta que hacen jugar con las luces y sombras. Esta fachada, más baja, permite ver la cúpula tras ella, está flanqueada por dos torres de cuerpos superpuestos. 

La situación política en Francia en el Siglo XVII hace atender más a los asuntos de estado que a los religiosos. En este siglo conseguirá desembarazarse de las presiones española y austriaca y se convertirá en la principal potencia europea, teniendo en su rey Luís XIV la principal representación y prototipo del estado y monarca absoluto. De esta forma veremos un arte más palaciego que religioso y con la peculiaridad de una sobriedad y clasicismo en el exterior frente a un lujo exacerbado en el interior. 

Françoís Mansart y posteriormente su sobrino Jules Hardouin Mansart son los grandes arquitectos franceses del Barroco creadores de un estilo caracterizado por su grandilocuencia (“grandeur”) y regularidad compositivas, y por la decoración con elementos franceses en vez de italianos como espejos, mármoles rosados y mansardas (áticos abuhardillados forrados de pizarra negra). 

Entre los numerosos edificios resaltamos las construcciones del Palacio del Louvre y la Iglesia de los Inválidos, obra esta última de Jules Hardouin Mansart, en la que destaca su grande y elegante cúpula con dos tambores superpuestos, en un templo de pequeñas dimensiones con planta centrada. También son notables los Chateux, las residencias rurales de los nobles que se construyen por toda la campiña y que son construcciones colosales entre castillo y palacio, con grandes jardines a su alrededor. 

Pero la construcción más grande y significativa del periodo en Francia será el Palacio de Versalles (1678 – 1703) también obra de Jules Hardouin Mansart, y que se convertirá en un modelo de residencia regia muy copiado en Europa, sobretodo por los Borbones en la España del Siglo XVIII. Se trata de un palacio de enormes dimensiones capaz de albergar a 20.000 personas y que se convirtió en el centro de la vida cortesana del Rey Luís XIV, donde alternaba sus fiestas con las tareas de gobierno. El palacio se extiende por una planta regular y simétrica de espacios rectangulares, pero quebrada y compleja. En su sobria y clasicista fachada donde prima la horizontalidad, Mansart introduce una articulación original 

en tres pisos que hará escuela en toda Europa hasta el Siglo XIX. Curiosamente la planta noble será la central, esto es, el primer piso, por lo que los pisos bajo y superior se presentan más sobrios. El piso bajo no tiene columnas adosadas y se decora exclusivamente con sillares almohadillados. En el primer piso aparecen las columnas, las pilastras, los entablamentos, las balaustradas, los relieves y las vidrieras alternándose en un ritmo sereno. El piso superior, de menor altura, es el más sobrio de todos. Se corona el edificio con una gran balaustrada corrida en tramos sobre las que se levantan numerosas estatuas. La sobriedad del exterior contrasta con la suntuosidad de los salones interiores, donde las pinturas, dorados, espejos, lámparas, relieves desbordan el espacio que los puede contener. Destaca entre todos la Galería de los Espejos, cuyos ventanales dan a la fachada principal. Frente al palacio se extienden unos enormes jardines plagados de estanques, fuentes, estatuas, parterres etc., diseñado por André Le Notre.

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