16 Nov

La Arquitectura Romana: Características y Legado

La arquitectura romana se caracterizó por el uso de una gran variedad de materiales y técnicas, logrando construcciones útiles, pero también estéticamente bellas. Emplearon distintos materiales constructivos como mampostería, sillar, ladrillo y, sobre todo, hormigón, compuesto por cal, arena, guijarros y a veces ladrillo triturado o puzolana, que endurecía incluso bajo el agua. El hormigón permitió crear superficies curvas y cubiertas más amplias y resistentes que las griegas. Las estructuras solían recubrirse con planchas de mármol, yeso pintado o placas de colores para embellecerlas y disimular la estructura.

Gracias al uso del hormigón, los romanos pudieron construir bóvedas de cañón, cúpulas hemisféricas y exedras de gran tamaño, imposibles hasta entonces. Estas cubiertas se realizaban con un armazón de madera, sobre el que se levantaban arcos y nervios que soportaban las grandes presiones. Las construcciones más importantes emplearon el sistema abovedado, aunque también se combinaba con el arquitrabado, especialmente en templos y edificios religiosos. Los muros solían estar articulados con elementos tomados de la arquitectura griega: columnas, pilastras y entablamentos. Se usaban también arcos de medio punto y frontones decorativos.

Ejemplos Notables de la Ingeniería y Arquitectura Romana

  • Anfiteatro Flavio (Coliseo) en Roma: Gran edificio para espectáculos públicos, ejemplo magistral del uso del hormigón y del sistema abovedado.
  • Acueductos: Como el de Segovia o el de Nimes, que muestran la utilidad y perfección técnica de la ingeniería romana.
  • Templos: Como el Panteón de Agripa, con su gran cúpula hemisférica y óculo central.
  • Teatros y Anfiteatros: Como el Teatro de Mérida, dedicados al ocio y la cultura.
  • Termas: Como las Termas de Caracalla, complejos de baño y esparcimiento público.
  • Foros y Basílicas: Centros de la vida política y comercial (como el Foro Romano o la Basílica de Majencio).
  • Arcos de Triunfo: Como el Arco de Tito o el Arco de Septimio Severo, conmemorativos de victorias militares.

Maestros de la Escultura Griega Clásica

Mirón (480-440 a. C.)

Fue un escultor que se centró en representar el movimiento. Entendía el movimiento como desplazamiento y cambio, y buscaba mostrar estabilidad dentro de ese cambio, lo que se llama ritmo. Su obra más conocida, el Discóbolo, representa el momento de máxima tensión antes de lanzar el disco, combinando equilibrio, proporción y dinamismo, con un cuerpo que parece estático dentro de la acción.

Policleto de Argos (480-420 a. C.)

Fue un escultor interesado en representar el cuerpo humano en reposo y con proporción. Desarrolló el canon, una fórmula que define las relaciones armónicas entre las partes del cuerpo. Su obra más representativa es el Doríforo, un atleta que encarna el equilibrio ideal. En esta escultura se aplica el contrapposto, con el peso en una pierna y la otra flexionada, lo que rompe la frontalidad arcaica y da naturalidad. Además, el escorzo del brazo con la lanza aporta profundidad y volumen.

Fidias (c. 490-430 a. C.)

Fue el escultor que mejor expresó los ideales clásicos de la escultura griega, basados en la serenidad, majestad y equilibrio, lo que transmite armonía y perfección. Su obra culminante son las esculturas del Partenón, dedicadas a Atenea, diosa protectora de Atenas. Destacan el friso de las Panateneas, que representa la procesión en su honor, y los frontones, que muestran su nacimiento y su lucha con Poseidón por el Ática.

Scopas de Paros (c. 420–330 a. C.)

Fue un escultor que representó el carácter dramático y emocional de su época. Sus obras expresan el mundo interior del ser humano, con un tono trágico. Su escultura más conocida es la Ménade danzante, que muestra a una figura en movimiento espiral, arrebatada por la danza y la ebriedad, reflejando descontrol y pasión.

Praxíteles (394-329 a. C.)

Fue un escultor que representó a los dioses con sensualidad y delicadeza. Sus figuras se caracterizan por una textura suave y un cuidadoso tratamiento de la luz y la sombra, inspirado en la pintura. Acentuó el contrapposto con la llamada curva praxiteliana, que daba al cuerpo una postura inestable y más natural. Mostraba a los dioses en actitudes íntimas y humanas, sin heroicidad. Su obra más conocida es el Hermes con Dionisio niño, encontrado en Olimpia.

Lisipo (390-318 a. C.)

Fue un escultor que retomó el interés clásico por las proporciones, pero alargó las figuras para darles mayor elegancia. Llevó al extremo el uso del escorzo y la variedad de puntos de vista. En obras como el Apoxiomeno, un atleta limpiándose con un estrígilo, mostró tensión y movimiento. También buscó una belleza más sensual y expresiva, como en la Venus de Milo, atribuida a su estilo por la sinuosidad y el dinamismo. Además, realizó retratos de Alejandro Magno, en los que reflejó su heroísmo y aura divina.

Ende: Pionera del Arte Mozárabe

La monja Ende fue una religiosa mozárabe del siglo X, considerada la primera mujer artista y escritora de España. Participó en la iluminación del Beato de Gerona, finalizado en el año 975. En el manuscrito firmó como “Ende pintrix et Dei aiutrix”, que significa “Ende, pintora y sierva de Dios”. Su estilo refleja el arte mozárabe, con colores vivos y figuras simbólicas. Trabajó en el monasterio de San Salvador de Tábara junto a otros copistas. Su obra une fe, arte y conocimiento. El Beato de Gerona se conserva en el Museo de la Catedral de Gerona. Ende es símbolo del talento femenino en la Edad Media.

El Arte Paleocristiano: Orígenes y Simbolismo

El arte paleocristiano se desarrolla entre los siglos III y V d. C., cuando el cristianismo pasa de ser perseguido a religión oficial del Imperio Romano. Surge un arte nuevo, de carácter espiritual y simbólico, heredero del romano pero al servicio de la fe cristiana. De este arte derivaron el bizantino, el prerrománico y el románico, base del arte cristiano medieval.

Obras y Características Destacadas del Arte Paleocristiano

Las obras más destacadas del arte paleocristiano se sitúan entre los siglos III y V d. C. y reflejan la transición del mundo romano al cristiano.

  • Arquitectura: Sobresalen las basílicas como Santa Sabina y San Juan de Letrán en Roma, con planta longitudinal, naves separadas por columnas, ábside semicircular y cubierta de madera. También destacan los mausoleos y bautisterios, como el Mausoleo de Santa Constanza, de planta central.
  • Pintura y Mosaico: Las decoraciones de las catacumbas de Roma y los mosaicos de Santa María la Mayor muestran escenas simbólicas como el Buen Pastor o el pez. Se busca un mensaje religioso más que realista.
  • Escultura: Sobresalen los sarcófagos decorados, como el de Junio Basso, que representan pasajes bíblicos con un estilo espiritual y expresivo, generalmente esquemático.

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