18 Ago

Grandes Oradores de la Grecia Clásica

e. Andócides

Andócides perteneció también a una familia adinerada. Aunque no fue logógrafo, se dedicó a la escritura de discursos políticos. Perteneció al círculo de Alcibíades y fue acusado de la mutilación de los Hermes. Tras el triunfo de Trasíbulo y la derrota de los Treinta Tiranos, pudo regresar a Atenas. Desempeñó un papel crucial en el 391 a.C., al encargarse de negociar la paz con Esparta. Se conservan cuatro discursos políticos suyos, siendo el más famoso el que escribió Contra Alcibíades. Considerado el más sencillo de los oradores, e incluso tildado de torpe, ha sido objeto de constantes críticas. En cuanto al contenido, la importancia de Andócides radica en la información histórica que sus discursos proporcionan.

f. Isócrates

Al igual que otros autores, Isócrates perteneció a una familia acomodada, lo que le permitió recibir enseñanzas de sofistas como Protágoras, Pródico y Gorgias, quienes le confirieron un estilo más elaborado. Se le considera discípulo de Gorgias. Fundó una academia con un plan de estudios definido, la cual era de elevado coste. Su obra se sitúa entre la oratoria y la sofística. Ejerció como logógrafo durante un considerable periodo. Se conservan discursos forenses, así como de tipo epidíctico, destacando estos últimos por su interés retórico. Intervino de forma moderada en la política ateniense, afiliándose al partido moderado. Se conservan aproximadamente quince discursos suyos, caracterizados por el estilo más elaborado entre los oradores, fruto de las enseñanzas de Gorgias. Su estilo busca el juego de palabras, las aliteraciones y las frases equilibradas, lo que a veces le confiere un carácter algo artificial. En cuanto al contenido, su obra fusiona las características de un sofista (humanista, preocupado por la sociedad y la educación) y un político (patriótico defensor de los valores cívicos). En la Antigüedad, fue considerado el más perfecto de los oradores.

g. Iseo

Debido a su condición de meteco, Iseo no podía participar en política, por lo que no se conservan discursos políticos suyos. Sin embargo, sí se dedicó a la logografía. Fue discípulo de Isócrates y Lisias, y a su vez, maestro de Demóstenes. En la Antigüedad se le atribuían 64 discursos, de los cuales se consideraba que unos cuarenta eran auténticos. Principalmente se encuentran discursos judiciales (se conservan 12), especializados en temas de herencia. Se sabe que también compuso obras de retórica. Su estilo es similar al de Lisias: equilibrado y sin grandes complicaciones. Junto a Lisias, fue un modelo para los aticistas (en contraposición a los asianistas). Caracteriza bien a los personajes, aunque con menos detalle que Lisias; sin embargo, maneja con gran destreza los recursos jurídicos.

h. Esquines

Tras la Guerra del Peloponeso, Atenas perdió su predominancia, pero se observa un segundo momento en el desarrollo de la vida pública. Demóstenes y Esquines se dedicaron a la política, pero ya bajo el gobierno de Filipo II. Esquines es el único orador de origen humilde, por lo que tuvo que dedicarse a la logografía para subsistir. Perteneció a la facción promacedónica, lo que propició su célebre enfrentamiento con Demóstenes. En este contexto, destaca el discurso Contra Ctesifonte, que en realidad iba dirigido al propio Demóstenes, quien le respondió con su discurso Sobre la Corona. Ambos fueron traducidos al latín por Cicerón, quien los consideraba modelos de elocuencia. También se conservan otros dos discursos políticos suyos, lo cual resulta curioso dado que Esquines se dedicó principalmente a los forenses. Dado que su padre fue maestro de escuela, Esquines recibió una sólida educación básica, de la que hizo gala constantemente (por ejemplo, es el orador que más citas poéticas utilizaba). Una mayoría de estudiosos cree que fue discípulo de Isócrates y Platón, aunque esto es un tópico muy utilizado en la Antigüedad para conferir prestigio. Otro grupo de investigadores sugirió a Leodamante, ya que Esquines lo menciona elogiosamente. Finalmente, hay quienes, como Plutarco, sostienen que Esquines no tuvo maestro alguno. Esta última hipótesis es la más probable, ya que su situación económica no le permitía ni tiempo ni dinero para recibir formación retórica formal. Por tanto, se puede afirmar que Esquines se formó en la retórica de manera autodidacta, combinando el estudio con su experiencia personal. Tras su fracaso en política, algunos creen que se dedicó a la enseñanza de retórica en Rodas. Impartió una enseñanza fundamentalmente práctica, centrándose en la declamatio, es decir, la forma de pronunciar el discurso. Otro punto a destacar en su carrera literaria es que algunos, como Filóstrato, lo señalan como iniciador de lo que se ha denominado la Segunda Sofística. No obstante, la filología moderna ha calificado esta afirmación de exagerada e insostenible. El hecho de que se le considerara iniciador de esta corriente se debe a que, durante su estancia en Rodas, combinó el clasicismo ateniense con el contexto cultural asiático. Además, se encuentran en su obra ciertos rasgos estilísticos característicos de la Segunda Sofística, como el carácter teatral de su oratoria, la improvisación o el uso profuso de citas poéticas, entre otros.

i. Demóstenes

De Demóstenes se conoce mucho más. Fue considerado el mejor de los oradores, ya que se decía que reunía las virtudes de todos ellos. Pertenecía a una familia acomodada, pero al quedar huérfano, fue privado de su fortuna y tuvo que trabajar como logógrafo. Se cuenta que padecía tartamudez. Fue discípulo de Iseo y un acérrimo enemigo del partido macedonio. A los 32 años, escribió Sobre la libertad, discurso con el que intervino por primera vez en política. Se conservan 61 discursos suyos, de carácter judicial y político, siendo estos últimos los más relevantes. Su estilo es equilibrado, pero más complejo que el de Iseo, mostrando influencia de Isócrates. Introduce elementos complejos que a veces dificultan su comprensión. Su ideología se fundamenta en la defensa de la libertad de Atenas frente a la hegemonía macedonia.

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