03 Jun

Vegetación del clima oceánico
HAYA: tolera mal el calor y bien el frio. Requiere de mucha humedad; árbol de montaña, se adapta a suelos calizos y silíceos, aunque prefiere los calcáreos. Es de hoja caduca. Su área principal está en la cordillera Cantábrica y el Pirineo navarro.
ROBLE: no soporta veranos calurosos y exige menos humedad que el haya, por lo que se sitúa a cotas más bajas. Las áreas más extensas de roble se encuentran en Galicia y en la Cordillera Cantábrica.
BOSQUE MARCESCENTE: en el clima oceánico de transición. Con árboles menos altos, que mantienen sus hojas secas hasta el nacimiento del nuevo brote.
LANDA:
vegetación densa de matorral, puede ser baja o alcanzar varios metros. Sus espacios más abundantes son el brezo, el tojo y la retama. Aparece como degradación del bosque caducifolio o
vegetación supraforestal.
PRADOS: vegetación herbácea que ocupa grandes extensiones de terreno en los paisajes oceánicos.


VEGETACIÓN DE CLIMA MEDITERRÁNEA.
Son especies xerófilas adaptadas a la sequía estival, con hojas perennes y esclerófilas ( duras y coriáceas ). Son árboles de mediana altura y hoja perenne:
– ENCINA: árbol más carácterístico y extendido del clima mediterráneo.
Es resistente a la sequía y se adapta a todo tipos de suelos. Los bosques de encinas mejor conservados se encuentran en Sierra
Morena, Extremadura y sierra de Guadarrama.
– ALCORNOQUE: necesita inviernos muy suaves, cierta humedad y suelos silíceos. Destaca
Extremadura, Huelva y sectores de Cádiz-Málaga y Gerona.
– PINO: se adapta a condiciones extremas de calor, frío, humedad y aridez, así como a suelos diversos.
– DEHESA: consiste en aclarar el bosque de encina y alcornoque, alternando la agricultura y la ganadería.
Matorral mediterráneo:
1) MAQUIA:
formación alta, densa e impenetrable. Las especies principales son la jara, el brezo, el lentisco y la retama
2) GARRIGA: arbustos y matorrales de poca altura. Entre las especies destaca el tomillo, el romero y el espliego.
3) ESTEPA: hierbas bajas entremezcladas con arbustos espinosos bajos y discontinuos. Las especies principales son el palmito, el tomillo y el espartal. Es propia de zonas semiáridas del sureste peninsular y del valle del Ebro donde la sequía impide el crecimiento de los árboles.


VEGETACIÓN DE RIBERA.
Se trata de especies que necesitan presencia constante de agua: alisio, sauce, chopo, álamo y fresno.
Sus matorrales son el cornejo, aligustre, madreselva, zarzamoras y rosales silvestres.
MONTAÑA ALPINA O PIRENÁICA.
Aparecen especies como el abeto, el pino negro y el pino silvestre.


Vegetación de la regíón macaronésica.
Las Islas Canarias se encuentran en la llamada regíón macaronésica. Su latitud subtropical, su carácter insular, la naturaleza volcánica de sus suelos y el desarrollo de la vegetación, dan lugar a una gran riqueza y diversidad de especies, con un elevado número de endemismos ( especies propias de ese lugar ). Las islas de Fuerteventura y Lanzarote son las más llanas y áridas y su vegetación es xerófila. En el resto de islas, desde el nivel del mar hasta el nivel de las cumbres se distinguen los siguientes pisos de vegetación:
– Piso basal ( hasta los 400 mts de altitud). Hay una acusada aridez, con matorrales xerófilos como el cardón y la tabaiba, junto a otras especies introducidas por el hombre como la chumbera y la pita. En las zonas costeras salinas crecen plantas halófilas ( amantes de la sal) como el tamarindo.
– Piso intermedio o de transición al piso montano ( hasta los 800 metros). Hay más humedad y temperaturas más suaves, apareciendo especies endémicas como el drago y la palmera canaria, junto a la sabina mora.
– Piso montano termocanario ( entre los 600-800 hasta los 1200-1400mts). La humedad que aportan aquí los vientos alisios hacen que aparezca la laurisilva y el fayal-brezal. La laurisilva es una formación forestal de gran frondosidad y de carácter perennifolio, con gran variedad de especies, como el laurel, el viñátigo, el til o el naranjo salvaje. El fayal-brezal, es una formación arbustivo-arbórea y ocupa las zonas de condiciones más adversas del monte verde.
Tanto la laurisilva como el fayal-brezal presentan un notable desarrollo en las
vertientes septentrionales ( a barlovento ) de las islas centrales y occidentales.
– Piso montano mesocanario ( entre los 1200 y los 2000 metros ). Destaca de nuevo aquí la aridez y aparece el pino canario, acompañado de especies de matorrales como
jaras, tomillos y retamas.
– Piso de altas cumbres supracanario y orocanario ( a partir de los 2000metros).
Aparece aquí una mayor aridez y frecuentes heladas invernales. La vegetación va siendo más escasa según ascendemos


4.2. Vegetación de la regíón mediterránea.
Se extiende por el espacio peninsular de clima mediterráneo, excepto las áreas de montaña, el archipiélago balear y Ceuta y Melilla. Esta gran regíón se caracteriza por la aridez estival, un rasgo que condiciona de manera decisiva el desarrollo de la vegetación. Las formaciones que ocupan esta regíón son el bosque esclerófilo mediterráneo y la formación arbustiva mediterránea.
El bosque esclerófilo y perennifolio es una vegetación adaptada a la aridez. Sus hojas son perennes, pequeñas y endurecidas, coriáceas, es decir, cubiertas por una membrana que reduce al máximo la evaporación. Los árboles no suelen superar los 20 metros de altura. La principal especie es la encina, adaptada a cualquier tipo de suelos y unas altitudes que van desde el nivel del mar a los 2000 metros.
El sotobosque que acompaña el encinar son la coscoja, jara, lentisco, madroño y la madreselva.
La dehesa es un bosque aclarado que combina el uso forestal con un aprovechamiento agrícola y pastoril. En la actualidad, se mantiene en las penillanuras salmantinas, extremeñas y algunas zonas de Sierra Morena. La dehesa más típica es la formada por la encina, pero también se desarrolla sobre alcornoques e incluso sobre el quejigo.
El alcornoque se desarrolla en suelos silíceos, en suelos más húmedos que la encina y no soporta bien los inviernos fríos, por ello, se desarrolla en Extremadura, oeste andaluz y Gerona. Madroños, brezos
El algarrobo y el acebuche u olivo silvestre son otras dos especies mediterráneas.
Los pinos típicamente mediterráneos son el pino piñonero y el pino carrasco. Ambos necesitan luz y calor. El piñonero es silicícola en el interior y también se extiende por los arenales costeros desde Cataluña a Portugal. El pino carrasco, se asienta en los suelos calcáreos, y coloniza las tierras del este peninsular.
El pino resinero es una especie extendida por el hombre y se extiende desde Galicia hasta Murcia.
El matorral ocupa una amplia extensión en el ámbito mediterráneo español. Destacan dos formaciones:
– La maquia: es una formación de matorral esclerófila, densa y cerrada, compuestas por especies que superan los dos metros de altura. Está compuesta por jara, lentisco y retama.
– La garriga: formación menos densa. Aquí dominan especies como la coscoja, jara y otras plantas aromáticas como el romero, el tomillo y la lavanda.


Vegetación de la regíón eurosiberiana de clima atlántico.
Corresponde al área que va desde Galicia hasta los Pirineos, relacionada con el clima atlántico u oceánico. Las lluvias abundantes ( >800mm) y las temperaturas moderadas permiten que se desarrollen dos formaciones carácterísticas: el bosque caducifolio y la formación arbustiva, llamada landa.
Hoy en día el bosque caducifolio ocupa un lugar reducido a causa de la intervención humana. Las hojas de los árboles son planas, blandas y caedizas en otoño, preparándose para el letargo invernal. En primavera se reinicia el crecimiento y surgen los brotes de las nuevas hojas. Los principales tipos de árboles son el roble y el haya.
En los robles encontramos dos variedades: el roble carvallo, que no suele aparecer a más de 600 metros y el roble albar por encima de esos 600 metros.
El haya necesita mucha humedad y aparece entre los 800 metros y los 1500. Crece sobre cualquier tipo de suelos. Forma bosques más densos que el roble. Aparece sobre todo en la Cordillera Cantábrica y el Pirineo.
El roble y el haya pueden estar acompañados por otras especies , siempre en escasa proporción, como fresnos, arces, tilos, tejos y acebos.
El castaño es una especie importada del Oriente europeo desde época romana. Se desarrolla, sobre todo, en suelos silíceos en ambientes húmedos y templados, por tanto, su óptimo ecológico corresponde al área atlántica, aunque también aparece en algunas zonas del ámbito mediterráneo, como la sierra de Guadalupe ( Extremadura) o la sierra de Béjar ( Salamanca).
Entre los pinos destaca el pino resinero y el pino albar, que son especies de crecimiento rápido, rentables por el aprovechamiento de su resina y de su madera. El eucalipto es como los anteriores una especie de repoblación y se ha usado por su rápido crecimiento y por su rentabilidad económica como materia prima para la producción de pasta de papel.
En cuanto al matorral atlántico destacan especies como el tojo y el brezo, acompañadas de retama ( genista ) y piorno, junto a una gran diversidad de herbáceas. Cuando la landa es destruida domina una formación herbácea, los prados, que cuentan con una amplia extensión en la regíón atlántica.
El bosque marcescente está formado por quejigos y rebollos y es una formación de tipo atlántico pero adaptada a la aridez y resistente al frío.


•Los suelos zonales del clima oceánico. En general, son suelos abundante materia orgánica, lixiviados y normalmente ácidos.
– La tierra parda húmeda. Es el tipo de suelo más extendido en el área oceánica peninsular sobre litologías silíceas. Aparece en Galicia, Occidente de Asturias y Sistema Central. En la parte oriental de la Cordillera Cantábrica y en el Pirineo Central alterna la tierra parda húmeda con la tierra parda caliza, ligeramente básica y rica en humus.
•Los suelos zonales de clima mediterráneo.
Se trata de suelos muy erosionados y alterados por la erosión humana, destacando:
– El suelo rojo mediterráneo. Se desarrolla principalmente sobre roca caliza y destaca por la presencia en el horizonte B de una acumulación de arcillas, de un color rojo
oscuro.
– La tierra parda meridional. Es la variedad árida de la tierra parda húmeda. Ocupa una
amplia zona del viejo zócalo paleozoico en el oeste peninsular. Son suelos pobres y
ácidos.
– Suelo gris subdesértico o serosem. Son suelos de color claro, pobe en materia
orgánica y humus, con un alto porcentaje de caliza.
•Suelos intrazonales: – Archipiélago canario. Son suelos volcánicos, son suelos poco evolucionados.


Vertiente Cantábrica 
Los ríos cantábricos son los cursos más regulares de España debido a la constante pluviosidad de la zona. Destacan el Nalón, el Bidasoa y el Nervión.
Los ríos de la zona gallega y asturiana sufren un corto pero claro estiaje debido a la mayor influencia del anticiclón de las Azores. Los ríos cántabros y sobre todo los vascos, no padecen de la misma manera la falta de pluviosidad, porque las lluvias de esa zona son más abundantes y repartidas a lo largo del año.
Las crecidas son poco habituales. Sin embargo, debido a que los ríos de esta zona son los de escorrentía más elevada, sí que se dan factores que pueden provocar crecidas de
mayor o menor envergadura. Las crecidas son más habituales durante el invierno, cuando las lluvias son más habituales.
Los ríos cantábricos, caudalosos, tienen una gran fuerza erosiva, lo que ha provocado la formación de hoces profundas y estrechas que cortan los relieves de la cordillera, ejemplo las hoces del Cares y del Deva, excavadas en los Picos de Europa.


Vertiente Mediterránea .
Los ríos mediterráneos son los más irregulares de la Península, debido al déficit de lluvias de su clima. En verano sufren un fuerte estiaje y por eso algunos de ellos son ramblas, cauces que están secos gran parte del año, incluso varios años, pero que ante una fuerte precipitación pueden llevar elevados caudales de agua.
Las crecidas, que suelen darse en verano, pueden ser de consecuencias graves y catastróficas. Estas crecidas están relacionadas con el fenómeno meteorológico de la gota fría. Ello, unido a las fuertes pendientes y la escasez de una vegetación que pueda frenar la escorrentía, produce unas crecidas que resultan catastróficas.

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