18 Oct

1.2 Los Pueblos Prerromanos y las Colonizaciones

Los pueblos prerromanos vivieron en la Península Ibérica durante finales de la Edad de los Metales y recibieron una fuerte influencia de pueblos colonizadores mediterráneos. Se distinguen tres grandes grupos:

  • Los Tartessos (S. VII – VI a.C)

    Fueron una monarquía asentada en los valles del Guadalquivir y Guadiana (oeste de Andalucía y sur de Portugal). Comerciaban con fenicios y griegos gracias a su riqueza minera y agraria, centrando su actividad en el comercio de metales (estaño, oro y plata). Se conservan pocos restos, destacando los ricos ajuares funerarios (como el Tesoro de Carambolo). Este grupo desapareció debido al control cartaginés del Mediterráneo occidental.

  • Los Íberos (S. VI – II a.C)

    Habitaron el este y sur peninsular (litoral mediterráneo), desde Cataluña hasta Andalucía (en los valles del Ebro y Guadalquivir). Esta civilización nació del contacto entre la población local y los pueblos colonizadores. Nunca formaron un estado unificado, sino un conjunto de reinos independientes (turdetanos, edetanos, layetanos, etc.). Poseían una lengua y cultura comunes, con abundante cerámica y una rica tradición artística en la que destacan la Dama de Elche y la Dama de Baza. Su economía se basaba en la agricultura y el comercio, y conocían la moneda y la escritura. Sus ajuares funerarios (armas) evidencian la existencia de una élite aristocrática y militar.

  • Los Celtas (S. X – I a.C)

    Eran de origen indoeuropeo y se establecieron en el norte, centro y oeste de la península. Tampoco formaron un estado unificado, sino que fueron culturas independientes (carpetanos, lusitanos, celtíberos, galaicos, vacceos) gobernadas cada una por un grupo aristocrático propio. Vivían en núcleos poblados fortificados (construcción de Castros) y su economía se basaba en la agricultura, la ganadería y la metalurgia del hierro.

Las Colonizaciones Mediterráneas

Desde inicios del primer milenio a.C. llegaron a la península diferentes civilizaciones foráneas buscando metales y nuevos mercados. Se pueden distinguir tres grupos:

  • Los Fenicios (S. IX – III a.C): Procedentes del Mediterráneo oriental, poblaron la costa andaluza. Fundaron factorías como Gadir (Cádiz) para comerciar con los pueblos del interior (metales, aceite y vino), especialmente con los tartessos. Difundieron el uso del hierro, la conserva de salazón, el torno de alfarero y la escritura alfabética.
  • Los Griegos (S. VI – III a.C): Se establecieron en la costa norte mediterránea, influenciando a los pueblos ibéricos, lo cual se aprecia en el arte, la lengua y la industria. Implantaron colonias importantes (como Ampurias, 600 a.C) e introdujeron el dinero y el cultivo de la vid y del olivo.
  • Los Cartagineses (S. VII – III a.C): Eran herederos de las colonias fenicias. Fundaron factorías como Ebussus (Ibiza) y Cartago Nova (Cartagena). Aníbal sometió a los pueblos indígenas al sur del Ebro, pero al atacar Sagunto provocó la Segunda Guerra Púnica con Roma (219 a.C).

1.3 La Hispania Romana

La Conquista Romana

La anexión romana de la península (218 al 19 a.C) fue un proceso prolongado debido a la resistencia local y a la ausencia de un plan específico de conquista inicial. Tras su anexión por Roma, la península fue por primera vez unificada política y culturalmente. La conquista se dividió en fases:

  1. Primera fase: Conquista de Levante y Valle del Guadalquivir (218-197 a.C). Los romanos irrumpieron para arrebatar a los cartagineses sus bases de aprovisionamiento durante la Segunda Guerra Púnica.
  2. Segunda fase: Conquista de la Meseta y Lusitania (157-133 a.C). Roma buscaba nuevas tierras y recursos (metales, esclavos), encontrando una tenaz resistencia armada por parte de los lusitanos (liderados por Viriato) y los celtíberos (destacando el asedio de Numancia).
  3. Tercera fase: Conquista de la Cordillera Cantábrica (29-19 a.C). El objetivo de las Guerras Cántabras fue controlar la riqueza metalúrgica del Norte y acabar con las incursiones de cántabros y vascones sobre la Meseta.

La Romanización

Los romanos llamaron Hispania a la península, que conoció varias divisiones administrativas a lo largo del tiempo: de dos provincias (Citerior, Ulterior), de tres (Tarraconensis, Baetica, Lusitania) y, finalmente, de seis. Los focos de difusión de la romanización fueron las ciudades, y los principales difusores, los soldados y comerciantes. La romanización fue muy desigual: intensa en el sur, el Levante y las ciudades, y más débil en el norte y las áreas rurales. Figuras destacadas nacidas en Hispania incluyen a los emperadores Trajano y Adriano, el filósofo Séneca o el poeta Marcial.

Principales Aportaciones de la Romanización

  • Económicas: Integración de Hispania en el circuito comercial romano (exportación de aceite, trigo, salazones y metales). La agricultura extendió el latifundio trabajado por esclavos. La minería tuvo gran desarrollo por la abundancia de recursos (oro en León, plomo en Cartagena, mercurio en Almadén). Las ciudades eran centros artesanales y comerciales.
  • Sociales y Políticas: Adopción del Derecho Romano y la división social en hombres libres y esclavos (ciudadanos y no ciudadanos). El emperador Caracalla extendió la ciudadanía romana a todos los súbditos del imperio (212 d.C). Se implantó un modelo de civilización urbana con una gran red de ciudades dotadas de obras de ingeniería y enlazadas por calzadas y puentes.
  • Culturales: El latín se impuso a las lenguas prerromanas (salvo el euskera). Se difundió la religión romana y, más tarde, el cristianismo, que se impuso a los cultos locales.
  • Ingeniería y Arquitectura: Destacan templos (el de Diana en Mérida), puentes (Alcántara), foros y teatros (Mérida y Sagunto) y acueductos (Segovia).

1.4 La Monarquía Visigoda

Los visigodos eran un pueblo germánico asentado desde principios del siglo V en el sur de las Galias como federados del Imperio Romano, con capital en Toulouse. Invadieron la península (415 d.C) a petición de Roma para expulsar a los suevos (Galicia), vándalos (Andalucía) y alanos (Portugal y Cartago Nova), pueblos germanos que saqueaban Hispania desde 409 d.C. Tras derrotar a vándalos y alanos, y permaneciendo los suevos en Galicia, los visigodos se incorporaron a la península.

El Reino de Toledo (507-711 d.C)

Los visigodos perdieron sus tierras al norte de los Pirineos tras ser derrotados por los francos en la Batalla de Vouillé (507 d.C). La península se convirtió por primera vez en un estado independiente. Los reyes visigodos trataron de asentar su dominio sobre el territorio y sus habitantes (visigodos, minoría; hispanorromanos, mayoría) mediante una triple unificación:

  • Unificación Territorial: Llevada a cabo a principios del siglo VII tras la conquista del reino suevo de Galicia (Rey Leovigildo), la expulsión de los bizantinos de la costa mediterránea y la pacificación de los vascones (Suintila).
  • Unificación Religiosa: Llevada a cabo por Recaredo en el III Concilio de Toledo (589 d.C), donde el catolicismo se convirtió en la religión oficial, abandonando el arrianismo.
  • Unificación Jurídica: Con la aprobación del Liber Iudiciorum (Fuero Juzgo) de Recesvinto, se estableció un único código legal para visigodos e hispanorromanos.

Organización Política

La monarquía era electiva, elegida por los notables del reino. Leovigildo intentó reforzar la autoridad del rey imponiendo la monarquía hereditaria, pero no se consolidó debido al rechazo de la nobleza. El rey era asesorado por la asamblea de hombres libres, el Officium Palatinum, compuesto por:

  • Aula Regia: Órgano de asesoramiento formado por miembros de la alta nobleza visigoda.
  • Concilios de Toledo: Asambleas presididas por el rey en las que participaban altos cargos de la nobleza y la Iglesia. Originalmente eran eclesiásticas, pero tras la unificación religiosa, también actuaron como asambleas políticas, ratificando las decisiones más importantes del rey.

2.1 Al-Ándalus: Evolución Política

Emirato Dependiente (711-756)

Los musulmanes conquistaron rápidamente la península gracias a la victoria de Tariq en Guadalete (711 d.C) contra Don Rodrigo, su superioridad militar y la firma de capitulaciones. Hubo conflictos internos por el reparto de las tierras. Al-Ándalus era una provincia del imperio islámico.

Emirato de Córdoba (756-929)

La autoproclamación de Abderramán I como emir supuso la independencia política de Al-Ándalus del imperio islámico (con capital en Córdoba), aunque religiosamente siguió sometida al califa de Bagdad. Esta etapa se caracterizó por conflictos con los mozárabes y la expansión de los reinos cristianos del norte.

Califato de Córdoba (929-1031)

Se sumó la independencia religiosa tras la autoproclamación de Abderramán III (929 d.C). Fue una época de esplendor político gracias a la estabilidad interna y la contención del avance cristiano, y cultural por el reinado de Al-Hakam II. Su sucesor, Hixam II, estuvo dominado por su visir, Almanzor, quien logró gran prestigio por sus victorias ante los cristianos. Tras su muerte (1002), se desató una crisis que puso fin al Califato.

Primeros Reinos de Taifas (1031-1086)

Al-Ándalus se dividió en veintisiete pequeños estados (reinos de taifas), donde destacaron Toledo, Zaragoza, Valencia y Sevilla. Algunos alcanzaron prosperidad económica y cultural, pero tuvieron que pagar tributos (parias) a los cristianos para asegurar su protección. La conquista de Toledo por Castilla (1085) provocó la llamada de los almorávides en defensa de otras taifas.

Imperio Almorávide y Segundas Taifas (1086-1145)

Los almorávides derrotaron a Alfonso VI de Castilla (Batalla de Sagrajas, 1086) y conquistaron las taifas, incorporándolas a su imperio. Este imperio entró en crisis por los ataques en África de los almohades, lo que fue aprovechado en la península por nobles andalusíes para establecer las Segundas Taifas. Su debilidad facilitó el avance cristiano, que solo fue frenado tras la petición de ayuda de algunas taifas a los almohades (victoria sobre Alfonso VIII de Castilla en Alarcos, 1195).

Imperio Almohade y Terceras Taifas (1145-1238)

Tras este triunfo, los almohades conquistaron todas las taifas y anexionaron Al-Ándalus a su imperio. Alfonso VIII promovió una alianza entre reinos cristianos contra los almohades, a los que venció en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212). Este evento propició la aparición de los Terceros Reinos de Taifas, que fueron conquistados por los cristianos a lo largo del siglo XIII, salvo Granada.

Reino Nazarí de Granada (1238-1492)

El Reino Nazarí de Granada (llamado así por la dinastía Ben Nasr) sobrevivió hasta 1492 gracias al pago de parias a los cristianos, al tiempo que mantenía alianzas con los musulmanes norteafricanos. Fue un gran centro cultural y artístico (La Alhambra) gracias a su prosperidad económica (agricultura, comercio).

2.2 Al-Ándalus: Economía, Sociedad y Cultura. El Legado Judío en la Península Ibérica

Economía

Se desarrolló una próspera economía urbana frente a la rural europea feudal, actuando Al-Ándalus como puente comercial entre Europa, África y Oriente.

  • Agricultura: El regadío fue muy próspero en los valles del Ebro y Guadalquivir (uso de norias y acequias). Se introdujeron nuevos cultivos (arroz, naranja, caña de azúcar, algodón). La estructura de la propiedad fue latifundista.
  • Artesanía: Llevada a cabo en talleres urbanos, destacó la elaboración de textiles, cerámica y artículos de lujo (sederías, orfebrería).
  • Comercio: Se importaban esclavos y productos de lujo (especias, metales preciosos) y se exportaban manufacturas (tejidos, armas y cerámica). El comercio se desarrollaba en los zocos (mercados callejeros) de las ciudades.

Sociedad

Fue una sociedad urbana. Córdoba fue la mayor ciudad europea de su tiempo, donde convivieron varios grupos sociales, siendo el principal diferenciador la religión (supremacía musulmana). La convivencia fue pacífica hasta el siglo XI, cuando el integrismo almorávide llevó a muchos mozárabes a emigrar a los reinos cristianos del norte.

  • Los Musulmanes: Eran la mayoría de la población y se dividían en:
    • Árabes y Sirios: Minorías aristocráticas que poseían los mejores cargos y tierras.
    • Bereberes: Etnia del noreste de África, a menudo enfrentada a la nobleza árabe.
    • Muladíes: Cristianos hispanovisigodos convertidos al Islam, formaban el grueso de la población.
  • Comunidades del Libro (Población no musulmana):
    • Mozárabes: Cristianos que vivían en Al-Ándalus. Su número fue descendiendo por las conversiones y la emigración.
    • Judíos: Pagaban un impuesto especial para practicar su religión.
  • Esclavos: Eran de religión pagana, procedentes del este de Europa (eslavos) o del sur del Sáhara, y trabajaban en el campo y el servicio doméstico.

Cultura

Al-Ándalus actuó como vía de introducción del saber de Oriente (Persia, India) en Europa. El árabe fue el idioma oficial, aunque los mozárabes hablaban latín y, más tarde, lenguas romances. Destacaron figuras en:

  • Filosofía: Averroes.
  • Astronomía: Azarquiel.
  • Literatura: Ibn Hazm (por El collar de la paloma).
  • Medicina: Maimónides.
  • Arte: Especialmente la arquitectura (Mezquita de Córdoba, La Alhambra de Granada).

El Legado Judío en la Península Ibérica

Los judíos prosperaron en Al-Ándalus tras las persecuciones sufridas con los visigodos, persecuciones que se repitieron en los reinos cristianos en el siglo XIV. Tanto bajo dominio musulmán como cristiano, fueron siempre una minoría que vivía en juderías ubicadas en ciudades, donde trabajaban en artesanía y comercio. Sus intelectuales eran políglotas, destacando como traductores de textos escritos en lenguas clásicas o hebreo al árabe y a las lenguas romances. Su principal figura fue Maimónides, quien intentó conciliar el judaísmo y el aristotelismo musulmán.

2.3 Los Reinos Cristianos: Evolución de la Conquista y Organización Política

Evolución de la Conquista de la Península (Reconquista)

La conquista de la península por los reinos cristianos pasó por las siguientes etapas:

  1. La Formación y Consolidación de los Reinos Cristianos (S. VIII – X)

    Los reinos cristianos surgieron en el Norte, apenas controlado por Al-Ándalus. El Reino Astur nació tras la victoria del Rey Pelayo en Covadonga (722) y se expandió por Cantabria y Galicia, transformándose en el Reino de León tras conquistar el valle del Duero, aprovechando las luchas internas del emirato dependiente. En los Pirineos (Marca Hispánica) surgieron Navarra (tras la derrota de Carlomagno en Roncesvalles), Aragón y los Condados Catalanes. Estos núcleos consolidaron su independencia frente a carolingios y andalusíes en su lento avance hacia el Ebro, que se frenó en el siglo X por la creación del Califato y por la necesidad de repoblar y consolidar las tierras ya conquistadas.

  2. Fin de la Hegemonía Musulmana (S. XI – XII)

    La fortaleza del Califato paralizó la Reconquista, que se reactivó por la debilidad de las Taifas con la ocupación de Toledo (1085) por Castilla (independizada de León a finales del siglo X). Aunque los almorávides y almohades detuvieron el avance cristiano, a inicios del siglo XIII Castilla, León y Portugal (recién independizada de León) ya dominaban el Guadiana, y la Corona de Aragón dominaba el Ebro tras la conquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador (1118) y Tortosa por Ramón Berenguer IV (1148).

  3. Fin de la Reconquista (S. XIII – 1492)

    En 1179, los reinos cristianos se repartieron las zonas aún por conquistar en el Tratado de Cazorla. A principios del siglo XIII, Castilla organizó una coalición militar de reinos cristianos que venció a los almohades en Las Navas de Tolosa (1212). Este triunfo propició un avance espectacular: Castilla conquistó Murcia y Andalucía; el Reino de Aragón conquistó Valencia y Baleares; y Portugal conquistó el Algarve. Al-Ándalus se redujo al Reino de Granada, cuya toma por los Reyes Católicos puso fin al proceso (1492).

Organización Política

Durante la Edad Media, la península sufrió una intensa fragmentación política, consecuencia de la multiplicidad de núcleos cristianos de resistencia, la tendencia disgregadora de la nobleza (independencia de Castilla y Portugal) y el concepto patrimonialista de reino (reparto de Navarra por Sancho III). Este proceso se revirtió a partir del siglo XII mediante matrimonios que dieron origen a la Corona de Aragón (unión de Cataluña con Aragón) y la Corona de Castilla (unión de Castilla y León).

La principal autoridad de los reinos cristianos era el rey (en Cataluña, el Conde de Barcelona), al que asesoraba la Curia Regia. La autoridad del monarca solo era efectiva en tierras de realengo, estando limitada por el poder de la nobleza y la Iglesia, y por las competencias de las Cortes y los fueros de las ciudades.

  • Corona de Castilla: Era una monarquía centralizada con Cortes simples y consultivas.
  • Corona de Aragón: Era una confederación de reinos (Aragón, Valencia, Mallorca y el Principado de Cataluña) con una monarquía pactista (las medidas del rey precisaban la aprobación de las Cortes). Cada reino tenía un gobernador general en quien el rey delegaba el ejercicio de su poder.

2.4 Modelos de Repoblación y Organización Estamental en los Reinos Cristianos Medievales

Modelos de Repoblación

La repoblación fue el proceso de reparto y colonización cristiana de las tierras reconquistadas, que condicionó la estructura de la propiedad de la tierra durante siglos. Se distinguen tres modelos:

  1. Presura (Siglos IX – X): Tuvo lugar al norte del Duero y al sur de los Pirineos, en las regiones fronterizas más peligrosas. Para atraer población, se permitía la ocupación de tierra por campesinos libres (sobre todo en Castilla), surgiendo un numeroso sector de campesinos propietarios. La nobleza y la Iglesia establecieron señoríos con campesinos colonos en torno a castillos y monasterios.
  2. Concejos (Siglo XI): Sistema de repoblación propio del área entre el Duero y el Tajo. Consistió en la fundación de núcleos de población (concejos) que recibían un amplio término municipal o alfoz, cuyas milicias se encargaban de defender la frontera. Para obtener pobladores, los reyes concedían privilegios y libertades a los vecinos de los concejos mediante Cartas Puebla.
  3. Repartimientos (Siglos XII – XIII): En los territorios conquistados por León y Castilla, la Corona pagó a nobles y órdenes militares su ayuda en la Reconquista con latifundios, creándose grandes propiedades señoriales que impulsaron la difusión de la servidumbre feudal. En los nuevos territorios de la Corona de Aragón, se aplicó un sistema de repartimientos entre quienes habían tomado parte en la Reconquista, respetando a la población musulmana (mudéjares).

Organización Estamental

La repoblación por repartimientos dio lugar a la disminución del número de hombres libres y la generalización del sistema señorial, caracterizado por la entrega de grandes latifundios trabajados por siervos a la nobleza y la Iglesia a cambio de su ayuda militar y lealtad (vasallaje). El sistema señorial provocó la consolidación de un nuevo modelo de organización social basado en la división de la población en tres estamentos:

  • 1. Nobleza: Dividida en alta nobleza (dueña de grandes señoríos) y baja nobleza (con pocas propiedades, ofrecían sus servicios militares como vasallos de los primeros).
  • 2. Clero: Estamento abierto de libre acceso. Comprendía el alto clero (de origen noble, poseían grandes señoríos) y el bajo clero (procedente del estado llano).
  • 3. Estado Llano: El más numeroso, formado por campesinos y burgueses (artesanos y mercaderes urbanos).

Características de la Sociedad Estamental

  • División Social Rígida: Los estamentos eran grupos cerrados determinados por el nacimiento, siendo casi imposible pasar de uno a otro.
  • Función Social: Cada estamento desempeñaba un rol social: la nobleza defendía a la población, el clero rezaba y el estado llano trabajaba para el resto.
  • Desigualdad Jurídica: La nobleza y el clero eran estamentos privilegiados que no pagaban impuestos directos y tenían leyes propias.

2.5 La Baja Edad Media en las Coronas de Castilla y Aragón y en el Reino de Navarra

La Baja Edad Media (S. XIV – XV)

Este periodo se caracterizó por importantes cambios, muchos provocados por diversas crisis sufridas a lo largo del siglo XIV:

  • Crisis Demográfica: Causada por la Peste Negra.
  • Crisis Económica: Por las malas cosechas y la presión fiscal, que favorecieron el descontento social.
  • Crisis Política: Con frecuentes problemas dinásticos y revueltas nobiliarias, provocando guerras tanto civiles como entre los reinos cristianos.

Reino de Castilla

Tras la unión definitiva con el Reino de León (Fernando III, 1230) y la conquista de Murcia y el Guadalquivir, Castilla consolidó en el siglo XIV su control del Estrecho para impedir nuevas incursiones norteafricanas y asegurar el cobro de parias de Granada, propiciando su expansión por el Atlántico en el siglo XV con el inicio de la conquista de Canarias. Libró numerosas guerras con desigual fortuna frente al resto de reinos, destacando la derrota frente a Portugal (Aljubarrota).

La crisis del siglo XIV favoreció el descontento popular (revuelta de los hermanillos, asalto a las juderías) y nobiliar, que desembocó en guerras civiles, como la librada entre Pedro I y Enrique de Trastámara, cuya victoria propició un cambio de dinastía. También hubo revueltas como la dirigida contra el condestable Álvaro de Luna (por su intento de reforzar el poder real frente a la nobleza) o el destronamiento simbólico de Enrique IV en la Farsa de Ávila.

Corona de Aragón

Tras la conquista de Baleares, el Reino de Aragón se expandió por el Mediterráneo a lo largo del siglo XIV con la toma de Sicilia, Cerdeña, Nápoles y los condados de Atenas y Neopatria. Mantuvo frecuentes conflictos con Francia y Castilla. La muerte de Martín I sin herederos provocó el advenimiento de la dinastía castellana de Trastámara (Compromiso de Caspe, 1412). Hubo importantes conflictos sociales (alzamiento de los payeses de remensa, enfrentamiento de la Busca y la Biga) así como guerras civiles, como la que enfrentó a Juan II y nobles opositores.

Reino de Navarra

Con el matrimonio de Juana I con Felipe IV de Francia, Navarra quedó bajo la dependencia de este reino. La situación cambió a mediados del siglo XV cuando Blanca de Navarra se casó con Enrique IV de Castilla. El reino estuvo sacudido por conflictos sociales (agramonteses frente a beamonteses) y dinásticos (guerra entre Juan II de Aragón y su hijo, el Príncipe de Viana), así como guerras contra Castilla.

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