18 Nov

1. La trayectoria teatral de Lorca:


La obra literaria de García Lorca alternó casi desde el inicio la escritura poética y la dramática. Sin embargo, durante los últimos años de su vida el teatro fue ganando terreno en su dedicación literaria y también en su propia estima, porque declara reiteradamente que la escritura teatral se ha convertido en su principal actividad literaria.
La actividad teatral de Lorca no se limita a la escritura y puesta en escena –cuando esto es posible- de su teatro. A partir de 1932 se convierte en director del teatro universitario La Barraca, con la que recorre España representando –y dignificando- obras del teatro clásico español que eran maltratadas por refundidores y compañías comerciales sin talento. Esa experiencia le permitió foguearse como director de escena y pulir su experiencia teatral.
La obra teatral de Lorca aporta, junto a la de Valle-Inclán, una verdadera renovación del teatro español del primer tercio del siglo XX. Para muchos críticos e historiadores, los dramas, farsas, esperpentos y tragedias de Valle y Lorca constituyen los logros más importantes de toda la historia del teatro español del siglo XX.
La trayectoria comercial del teatro de Valle y de Lorca es, sin embargo, dispar. Mientras que el primero renunció absolutamente, a partir de comienzos de los años 20, a la representación de sus obras, Lorca aceptó un cierto compromiso son el teatro de su tiempo para construir su obra dramática a partir de referencias ya presentes en la escena española. Así, Mariana Pineda, obra histórica y en verso, entronca con el teatro histórico modernista de Eduardo Marquina, aunque los héroes de éste respondan a una ideología profundamente conservadora mientras la heroína de Lorca representa el pensamiento progresista y liberal. De modo semejante, las tragedias rurales de Lorca, Bodas de sangre y Yerma, responden lejanamente a las líneas que el propio Marquina había trazado en sus dramas rurales. La casa de Bernarda Alba, en fin, entronca aparentemente con las características de un género, el drama rural benaventino, con el que el dramaturgo madrileño había cosechado buenos éxitos en obras como Señora ama o La malquerida.
El teatro de Lorca puede considerarse dividido en tres momentos que corresponden aproximadamente con los años 20, los primeros años 30 y la etapa de plenitud en sus últimos años, respectivamente.
Su primera obra, de 1920, es El maleficio de la mariposa, todavía imperfecta, pero que ya muestra algunos temas, como el de los amores imposibles o la frustración que serán constantes en su teatro. Su primer éxito teatral fue Mariana Pineda, escrita en 1925 y estrenada en 1927. Es un drama histórico, en verso, cuyo asunto es también un drama amoroso. La calidad de su producción teatral sube en La zapatera prodigiosa, una farsa de 1926 que presenta el tema del amor o la ilusión insatisfecha y la lucha de la realidad con la fantasía (el asunto es el de una joven hermosa casada con un zapatero viejo). Otras obras de este periodo tratan también temas parecidos, como ocurre, otra vez en tono de farsa, con Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1928) o con la obra para guiñol Retablillo de don Cristóbal.
La influencia surrealista y la experiencia de su viaje a Nueva York y Cuba marcan la segunda etapa del teatro de García Lorca. A este periodo corresponden dos obras que él mismo denominó “comedias imposibles”, por las dificultades de comprensión y representación que plantean. La primera de ellas es El público, que se conserva en un borrador de 1930, de tono alegórico y apariencia surrealista, cuyo contenido es la proclamación de la licitud de todo amor y la crítica de la represión del homosexual y de la actitud complaciente ante esa represión. La segunda obra, Así que pasen cinco años, es de 1931, y presenta también una historia de frustración, la de un joven que persigue una paternidad imposible.
La época de plenitud de García Lorca como dramaturgo comienza a partir de 1933, cuando consigue aunar el lenguaje dramático y el rigor estético que había ido desarrollando en sus obras anteriores con la tradición popular que impregna su poesía y su trabajo en “La Barraca”. En las cuatro obras que podemos incluir en esta última etapa, ocupa un papel relevante la mujer, sometida por la sociedad española tradicional a un papel social marginal, al que Lorca era muy sensible, y símbolo a la vez de la opresión y la frustración y de las ansias de plenitud y libertad. La primera de las obras de esta época es Bodas de sangre (1933), una tragedia basada en un hecho real: la historia de una novia que huye con su amante el mismo día de su boda, en un escenario andaluz caracterizado por los odios familiares y las venganzas, y con un desenlace que conduce inevitablemente a la muerte. La segunda obra, Yerma (1934) es también una tragedia que tiene como protagonista a una mujer, condenada a la infecundidad, que se desgarra entre dos sentimientos opuestos: el ansia de realización en la maternidad y la obligación de fidelidad al marido. Del choque entre esos sentimientos surge la tragedia dramática. A diferencia de las dos obras anteriores, Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935) no es una tragedia, sino un drama, protagonizado por una mujer que pertenece a la burguesía urbana y que espera inútilmente el regreso de un amor que nunca volverá. La última de las obras de García Lorca, que no llegó a ver estrenada, es La casa de Bernarda Alba (1936), un drama protagonizado por mujeres que suele entenderse como la cumbre de su teatro.
Uno de los editores de la obras de García Lorca, Miguel García-Posada, gran conocedor y estudioso del teatro del poeta granadino, ofrece una clasificación interesante de su producción dramática:
a) Dramas modernistas: El maleficio de la mariposa y Mariana Pineda.
b) Farsas: que se subdividen en Farsas para guiñol (Tragicomedia de don Cristobal y la señá Rosita y Retablillo de don Cristobal) y Farsas para personas (La zapatera prodigiosa y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín)
c) “Comedias imposibles” o “criptodramas”, El público y Así que pasen cinco años.
d) Tragedias: Bodas de sangre y Yerma.
e) Dramas: Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores y La casa de Bernarda Alba.
2. Los temas del teatro de Lorca: La temática de la obra teatral de García Lorca es bastante homogénea, a pesar de la diversidad de subgéneros, de estilo y de lenguaje y de la evolución de sus concepciones dramáticas. Los temas del deseo imposible, el conflicto entre deseo y realidad o, en otros términos, la frustración, se han utilizado como descriptores de las principales preocupaciones del teatro de Lorca. Los protagonistas de ese teatro, casi siempre femeninos, viven destinos trágicos, son mujeres condenadas a la soledad, la muerte o la esterilidad; personajes condenados, en un sentido más amplio, a la frustración vital. Los obstáculos que se oponen a la felicidad de sus protagonistas se suelen situar en dos planos diferentes: por un lado, el plano metafísico en que los enemigos de la felicidad humana son el Tiempo o la Muerte. Por otro lado, en el plano social, las convenciones de una sociedad profundamente conservadora, los prejuicios sociales y el peso de una tradición implacable ahogan las posibilidades de liberación de las protagonistas.
3. Las ideas de Lorca sobre el teatro: Aunque, como hemos visto, Lorca cultivó el teatro durante muchos años, éste se convirtió en su principal actividad en los últimos años de su vida. Lorca era consciente del penoso estado del teatro español en aquel momento, y se plantea su actividad como dramaturgo con una clara voluntad de renovación del género. Para ello, pretende incorporar el lenguaje poético a la escena, pero con una perspectiva muy distinta del teatro en verso anterior, dotando a sus personajes de verdad y calor humanos. Lorca entiende que el teatro debe tener una finalidad didáctica, donde se denuncie la moral vieja o caduca y se manifiesten los verdaderos afanes de las personas. Según evoluciona su teatro, los social o popular va adquiriendo mayor importancia, y el dramaturgo debe buscar que sus obras tengan sentido para el pueblo.
4. Géneros y lenguaje teatral: A lo largo de su trayectoria teatral, Lorca recogió numerosas tradiciones: el drama rural, el teatro de títeres, las influencias de la vanguardia, los clásicos españoles y la tragedia clásica, lo que le llevó al cultivo de géneros teatrales muy variados: la farsa, la tragedia, el teatro de guiñol, el drama rural o urbano, el teatro de vanguardia.
En cuanto al estilo y el lenguaje, el verso, al que recurre en exclusiva al comienzo de su trayectoria como dramaturgo, va dejando paso progresivamente a la prosa. En su época de madurez, el verso se reduce a momentos de especial intensidad, a funciones semejantes a las del coro en la tragedia clásica o a la presentación de canciones populares que subrayan la intensidad lírica o dramática de algún momento. Su última obra está escrita casi exclusivamente en prosa. Sin embargo, el lenguaje del teatro de Lorca es siempre poético, con una presencia importante de símbolos, numerosas metáforas y recursos propios del lenguaje de la poesía. Además, se manifiesta una expresa voluntad de reflejar el lenguaje y la cultura populares.
5. La casa de Bernarda Alba en la producción teatral de Lorca: Frente a lo hecho en Bodas de sangre o Yerma, Lorca opta aquí por el drama, en lugar de la tragedia. Ello supone un intento de acercarse más a la realidad, prescindiendo de elementos míticos y procurando aproximar lenguaje y personajes a la realidad, aunque sin abandonar el tono poético que caracteriza a su teatro. La acción de la obra, protagonizada exclusivamente por mujeres, se desarrolla en un espacio opresivamente cerrado que es a la vez realidad y símbolo de la vida española y la situación social de la mujer. En ese mundo cerrado, sometido a las convenciones sociales y el qué dirán, se desata una verdadera tormenta de pasiones y sentimientos de amor y odio, que representan la lucha entre el principio de autoridad y el principio de libertad, entre la realidad, la tradición y las convenciones y el deseo. Es pues, como en otras obras de Lorca, la historia de una frustración, acentuada aquí por la represión externa que es causa de la frustración amorosa y que conduce al desenlace trágico en que el mundo oscuro de las mujeres se encierra aún más sobre sí mismo. El lenguaje de la obra presenta dos características reseñables: por una parte, a pesar de la utilización de la prosa que acentúa el aspecto realista del drama, un tono intensamente poético, cargado de simbolismo ( la casa cerrada, la presencia del mundo exterior a través de las acotaciones escénicas, la blancura de las paredes, la negrura de los vestidos, el simbolismo del agua o del caballo en el corral); por otra parte, la maestría y la intensidad del diálogo, que mezcla lo popular y la misma intensidad poética a que antes nos referíamos. Se ha hablado de esta obra como ejemplo perfecto del realismo poético de García Lorca.

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