18 Abr

Libro VI (484a-511e)


1º- Contexto histórico-cultural y filosófico:

Contexto histórico-cultural:


Platón (-V/-IV) desarrolla su obra filosófica en la primera mitad del siglo -IV. … Una época marcada por la decadencia general de las polis griegas, debida a las continuas guerras entre ellas. Se dividen en:

-Políticamente

Los hechos más importantes de la época en que vivió Platón son las Guerras del Peloponeso (entre Esparta y Atenas), el Gobierno de los Treinta Tiranos (impuesto en Atenas por Esparta) y la rápida renovación de la democracia. … Platón, debido a su ascendencia familiar (aristocrática), estaba llamado a la política, pero una serie de hechos, entre los que destacan la corrupción, los métodos de gobierno violentos y, sobre todo, la injusta condena a muerte de Sócrates, su maestro, le llevaron a renunciar por momentos a la política y a dedicarse a la Filosofía para tratar de encontrar una forma de gobierno justa, una forma de Estado Ideal; sólo después de esto intentaría volver a la política para poner en práctica sus ideas.

-Socialmente

La Atenas en que nació Platón era una sociedad clasista: existía una clase alta (aristócrata), una clase media (formada por la mayoría de los ciudadanos, de cuyo status estaban excluidos las mujeres y los esclavos) y una clase baja (formada, en su mayor parte, por esclavos). Platón pertenecía a la clase aristócrata.

-Económicamente

Atenas había llegado a ser la polis más rica de toda la Hélade, sobre todo en la etapa inmediata a Platón (Siglo de Pericles). Pero las Guerras del Peloponeso llevaron el empobrecimiento a toda la Hélade, y en especial a Atenas. … Platón fue contemporáneo, pues, de la ruina económica de su patria, circunstancia que acentuaría su deseo de un Estado mejor y más justo. … La economía ateniense, como la de la mayoría de las polis, se sustentaba, sobre todo, en el comercio marítimo y en el trabajo de los esclavos. Platón, que como hemos dicho, pertenecía a la clase aristocrática, no tuvo nunca problemas económicos, ni necesitó trabajar para vivir, por eso, podía disponer de casi todo su tiempo para la investigación filosófica.

-Culturalmente

Aunque la época en que transcurre la vida de Platón coincide con el declive de la civilización griega, hay que reseñar, que la época inmediatamente anterior a Platón había sido la de mayor esplendor cultural de Atenas (Siglo de Pericles). Atenas había adquirido la hegemonía cultural y política tras el triunfo griego en la guerra contra los persas (Guerras Médicas): todas sus instituciones y realizaciones artísticas eran imitadas por el resto de las polis. … En el arte, por ejemplo, se impuso un ideal de belleza que se plasmó en un estudio de las proporciones en todos los órdenes. En concreto, en el terreno de la arquitectura se dio una búsqueda incesante de la armonía, y en el terreno de la escultura se buscaba un canon de belleza. … Esta búsqueda de modelos ideales por parte de los artistas, influirá de forma decisiva en Platón, llevándole a buscar también modelos ideales en el terreno de la Ética y en el de la Política.

Contexto filosófico:


Filosóficamente, a Platón le tocó vivir la disputa entre los sofistas y Sócrates en torno a la existencia o no de absolutos, que servirían como fundamento o base para construir una sociedad absolutamente justa. Los sofistas negaron la existencia de tales absolutos (para ellos, todo era relativo); Sócrates, en cambio, estaba convencido de su existencia. La posición de Platón, será una síntesis de esas dos posturas contrarias, Por un lado le dará la razón a los sofistas, al sostener que en este mundo sensible todo es relativo y por otro lado, también le da la razón a Sócrates, al sostener que hay un mundo suprasensible en el que todo es absoluto.
Los sofistas pensaban que no existía nada absoluto ni a nivel ontológico, ni epistemológico, ni ético, ni político… Sócrates comparte con los sofistas la idea de que no existe nada absoluto a nivel ontológico, pero, al contrario que ellos, está convencido de que sí existen absolutos a nivel epistemológico, ético y político. Platón irá más allá que su maestro Sócrates, pues pensará que si admitimos la existencia de absolutos epistemológicos, éticos y políticos, necesariamente debemos admitir también la existencia de absolutos ontológicos; eso sí, Platón situará esos absolutos en otro mundo distinto al mundo sensible: un mundo suprasensible, al que sólo podemos acceder mediante la inteligencia.
2º- Comentario de texto:
a-Explicación de las dos expresiones subrayadas (a elegir).
Frase-Piensa entonces, como decíamos, cuáles son los dos que reinan: uno, el género y ámbito inteligibles;
Otro, el del visible

Inteligibles:

Con el término inteligible, Platón hace referencia a las ideas del mundo inteligible, es decir, al mundo que captamos sólo a través de nuestra inteligencia. Sobre dicho mundo sí podemos alcanzar un conocimiento verdadero. En el mito de la caverna, ese mundo viene simbolizado por el exterior de la cueva: un lugar de claridad y certidumbre.

-Visible:

Con el término visible, Platón hace referencia a las cosas del mundo sensible, es decir, al mundo que captamos a través de nuestros sentidos. Sobre dicho mundo no podemos alcanzar un conocimiento verdadero, sólo opinión. En el famoso mito de la caverna, ese mundo viene simbolizado igual que el mundo inteligible, por el exterior de la cueva.

b-
Exposición de la temática del texto elegido (Símil de la línea).
El texto Símil de la línea conlleva el dualismo de la filosofía de Platón, que conlleva la concepción de la realidad y del conocimiento en Platón: establece una clara correspondencia entre la estructura de la Realidad y las formas de conocimiento, según él, la calidad del conocimiento depende de la naturaleza de los objetos conocidos. Platón nos ilustra esta relación entre realidad y conocimiento con una línea dividida primero en dos partes: una la del mundo sensible y otra la del mundo inteligible. A continuación, cada una de esas dos partes es dividida en otras dos, con lo que la línea queda dividida en 4 partes. Platón asigna entonces a cada parte un tipo o clase de ser (dos pertenecientes al mundo sensible: las imágenes y los entes naturales y artificiales; y dos pertenecientes al mundo inteligible: los entes matemáticos y las Ideas). A cada uno de esos 4 tipos de seres Platón le hace corresponder respectivamente una de estas 4 clases de conocimiento: conjetura (eikasía), creencia (pistis), verdad deducida (dianoia) y verdad intuida (noesis). También aparecen reflejadas en el símil las 4 facultades que utilizamos para conocer cada uno de los 4 tipos de seres: la imaginación para el conocimiento de las imágenes, los sentidos para el conocimiento de los entes naturales y artificiales, la razón discursiva para el conocimiento de los entes matemáticos y la intuición intelectual para el conocimiento de las Ideas.
El conjunto de conocimientos sobre los entes del mundo sensible constituye la Física (para Platón no es verdadera ciencia, pues sus conocimientos no son ni universales ni necesarios: son sólo opiniones). El conjunto de conocimientos sobre los entes matemáticos constituye las Matemáticas (que sí es considerada ya una ciencia, pues sus conocimientos son universales y necesarios). Y el conjunto de conocimientos sobre las Ideas constituye la Dialéctica (considerada por Platón la ciencia suprema, en cuanto que tiene por objeto los seres eternos e inmutables del mundo inteligible.) Podemos ilustrar claramente el símil de la línea mediante el siguiente esquema:

C- Justificación desde la posición filosófica del autor


Platón queria diseñar el modelo de Estado Ideal; el Estado perfecto (o el que él creía que lo era), en el que reinaría la Justicia absoluta. La existencia de una Justicia absoluta implicaba la existencia de los que Platón llamó los absolutos, no sólo en el terreno de la ética y de la política, sino también en el de la antropología, la epistemología y la ontología. Pero como en este mundo todo parecía ser relativo, Platón se vio obligado a postular la existencia de otro mundo en el que colocar los absolutos, con lo cual estableció un claro dualismo. El dualismo de la filosofía platónica se manifiesta claramente a nivel onto-epistémico, pero también puede apreciarse a nivel ético-político:

1º- A nivel onto-epistémico:


A. Dualismo ontológico (es la concepción de la Realidad): Mundo Suprasensible de entidades absolutas: Ideas (inmateriales, únicas, inmutables) y Mundo sensible, de entidades relativas: cosas (materiales, plurales, cambiantes)
-b. Dualismo epistemológico (es la concepción del conocimiento): Conocimiento auténtico (verdad), sobre las entidades absolutas: Ideas eternas y Conocimiento aparente (opinión), sobre las entidades relativas: cosas temporales.
-c. Dualismo antropológico (es la concepción del ser humano): Alma racional: entidad absoluta perteneciente al mundo suprasensible y cuerpo material: entidad relativa perteneciente al mundo sensible.

2º- A nivel ético-político:


A. Dualismo ético (es la concepción de la moral): Moral absoluta, la del filósofo, que se rige por principios absolutos (la idea de Bien, de Justicia, etc.) y Moral relativa, la del vulgo, que se rige por principios relativos (las cosas que se tengan por buenas, justas, etc.)
-b. Dualismo político (es la concepción del Estado): Estado perfecto, que existiría como modelo ideal en el mundo suprasensible o inteligible: el Estado Ideal y Estados imperfectos que existen bajo la forma de aristocracia, timocracia, oligocracia, democracia o tiranocracia en el mundo sensible.

3. Relación del tema elegido con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad

En cuanto a la existencia o no de esos absolutos, podemos relacionar la posición filosófica de Platón con la de los sofistas y Sócrates, tanto a nivel onto-epistémico como a nivel ético-político; pues también los sofistas y Sócrates se habían interesado por esta cuestión, aunque llegaron a conclusiones muy diferentes:

3.1. A nivel onto-epistémico:


Los sofistas eran escépticos, relativistas y convencionalistas. Escépticos, porque pensaban que es imposible alcanzar conocimientos absolutos (universalmente válidos), ya que, al contrario que los filósofos de la naturaleza, negaron que existiera un objeto adecuado para ese conocimiento: una realidad absoluta oculta tras la realidad aparente. Relativistas*, porque pensaban que en el tema del conocimiento todo es relativo; cada hombre tiene su propia opinión, y es difícil, por no decir imposible que una opinión sea universalmente compartida, ya que el conocimiento depende de muchos factores: del estado de nuestras facultades sensitivas, de las circunstancias, de la experiencia de cada uno, etc. Convencionalistas*, porque pensaban que la verdad era fruto de convenciones o acuerdos entre los hombres. Pero, llegar a acuerdos exige dialogar confrontando opiniones e intentado convencer. Por eso, para los sofistas, era muy importante ejercitarse en el arte de persuadir, de convencer con hábiles argumentos: eran maestros en el arte de la retórica. Y es que, Para los sofistas, lo que tenemos por verdad en cada caso es simplemente una opinión que se ha hecho fuerte frente a las demás.
Ese planteamiento de los sofistas no satisfacía a Sócrates, porque pensaba que siendo así, una persona con grandes dotes oratorios podía convertir en fuerte un argumento débil y que, por tanto, muchas veces se tomarían por verdaderas cosas que no lo son en realidad. Sócrates estaba de acuerdo con los sofistas en que no hay ninguna realidad absoluta que esté oculta detrás de la realidad aparente, pero, al contrario que los sofistas, estaba convencido de que era posible alcanzar conocimientos absolutos, pues sólo así sería posible, según él, establecer unos principios y normas absolutos que orientasen siempre de forma correcta nuestra vida en sociedad. Para superar el escepticismo y el relativismo de los sofistas, Sócrates inauguró una nueva concepción del conocimiento absoluto o verdadero. Éste no consistiría en el des-ocultamiento de una supuesta realidad absoluta, sino en el descubrimiento de lo universal en lo particular. ¿Y qué es lo que habría de universal en las cosas particulares? Según Sócrates, lo universal sería aquello que hace que cada cosa sea lo que es (lo que Aristóteles llamará más tarde esencias). Según Sócrates, los conocimientos absolutos o auténticamente verdaderos se lograrían sólo cuando fuésemos capaces de dar con las definiciones exactas de esos universales del conocimiento. Para ello puso en práctica un método que tenía dos momentos: el primero negativo y el segundo positivo. Al principio, Sócrates haciendo uso de la ironía, fingía ignorancia e interrogaba con hábiles preguntas a alguien que creía saber algo y que, por tanto, podría definirlo con exactitud, hasta conseguir que su interlocutor terminara reconociendo su propia ignorancia y que no sabía definir exactamente aquello que, en un primer momento, creía conocer tan bien. Posteriormente, Sócrates, sirviéndose nuevamente de hábiles preguntas, ayudaba a su interlocutor a buscar la definición exacta, a dar a luz la verdad auténtica que portaba en su interior. Sin embargo, hay que decir que Sócrates no consiguió dar nunca con una definición plenamente satisfactoria de ningún universal.
Platón estuvo de acuerdo con los sofistas en cuanto que sostiene, al igual que ellos, la existencia de conocimientos relativos: los conocimientos que tienen por objeto las cosas del mundo sensible, pero, coincide también con Sócrates en el hecho de que ambos están convencidos de la existencia de conocimientos absolutos. Eso sí, Platón fue mucho más allá que su maestro; pues, pensaba que a los conocimientos absolutos debían corresponderles unas realidades absolutas, de lo contrario, esos conocimientos carecerían de objeto, lo cual es absurdo. Ahora bien, como en el mundo sensible Platón no encontró ninguna realidad absoluta, se vio obligado a postular la existencia de otro mundo distinto del que percibimos por los sentidos, un mundo al que sólo podríamos acceder con la inteligencia, en el cual existirían esas realidades absolutas; a las que llamó ideas, las cuales serían el objeto del auténtico y verdadero conocimiento.
En conclusión, podemos decir que Platón heredó de Sócrates la teoría de los universales, pero fue mucho más allá que su maestro; pues, mientras Sócrates piensa que los universales son inmanentes a las cosas mismas, es decir, residen en el ser mismo de las cosas; para Platón, en cambio, los universales son trascendentes, esto es, se dan al margen de las cosas.

3.2. A nivel ético-político:


Los sofistas eran escépticos, relativistas y convencionalistas. Escépticos*, porque pensaban que no existe nada absoluto a nivel ético y político; nada que pueda ser compartido universalmente. Relativistas*, porque pensaban que las normas éticas y políticas son relativas a cada cultura, pueblo, individuo y circunstancia. Convencionalistas*, porque pensaban que las normas éticas y políticas eran fruto de convenciones o acuerdos entre los hombres pero llegar a acuerdos exige dialogar confrontando opiniones e intentado convencer. Por eso, para los sofistas, era muy importante ejercitarse en el arte de persuadir, de convencer con hábiles argumentos: eran maestros en el arte de la retórica. Para los sofistas, lo que tenemos por bueno, por justo, etc., en cada caso es simplemente una opinión que se ha hecho fuerte frente a las demás. Ese planteamiento de los sofistas no satisfacía a Sócrates, pues éste pensaba que siendo así, una persona con grandes dotes oratorias podía convertir en fuerte un argumento débil y que, por tanto, muchas veces se tomarían por verdaderas cosas que no lo son en realidad.
Sócrates, al contrario que los sofistas, estaba convencido de la existencia de absolutos éticos y políticos, pues sólo así sería posible, según él, orientar siempre de forma absolutamente correcta nuestra vida en sociedad. Para superar el escepticismo y el relativismo de los sofistas en el terreno de la ética y de la política, Sócrates puso en práctica un método de investigación que tenía dos momentos: el primero negativo y el segundo positivo. Al principio, Sócrates haciendo uso de la ironía, fingía ignorancia e interrogaba con hábiles preguntas a alguien que creía saber lo que era, por ejemplo, la bondad o la justicia y que, por tanto, podría definirlas con exactitud, hasta conseguir que su interlocutor terminara reconociendo su propia ignorancia y que no sabía definir exactamente aquello que, en un primer momento, creía conocer tan bien. Posteriormente, Sócrates, sirviéndose nuevamente de hábiles preguntas, ayudaba a su interlocutor a buscar la definición exacta, a dar a luz la verdad auténtica que portaba en su interior. Sin embargo, hay que decir que Sócrates no consiguió dar nunca con una definición plenamente satisfactoria de ningún absoluto ético o político. En Ética, Sócrates defiende la posición que se ha dado en llamar intelectualismo moral que es la doctrina ética que identifica el Bien con el saber y el mal con la ignorancia. Según Sócrates, basta saber qué es el Bien para ser buenos; si alguien hace el mal es por ignorancia, porque desconoce el Bien: nadie se equivoca queriendo, por tanto, quien obra mal es porque no sabe… Podríamos resumir el intelectualismo moral de Sócrates con la fórmula: sabiduría, es igual a la bondad, que es igual a la felicidad. Platón estuvo de acuerdo con los sofistas en cuanto que sostiene, que la mayoría de los hombres se rige a nivel ético y político sólo por principios relativos: valores, normas, leyes e instituciones frutos de acuerdos o convenciones. Pero, coincide también con Sócrates en el hecho de que, al igual que su maestro, está convencido de la existencia de absolutos éticos y políticos; de lo contrario, habría que renunciar a la pretensión de establecer una sociedad absolutamente justa; el Estado Ideal. Ahora bien, como en este mundo sensible Platón no encontró ninguno de esos absolutos ético-políticos, se vio obligado a postular la existencia de otro mundo distinto del que percibimos por los sentidos, un mundo al que sólo podríamos acceder con la inteligencia (mundo inteligible), en el cual sí existirían esos absolutos, a los que llamo IDEAS (Idea de Bien, Idea de Justicia, etc.). Al conocimiento de las Ideas éticas y políticas sólo lograrán acceder, tras un largo proceso educativo, unos cuantos hombres: los filósofos. Esos filósofos son los únicos que llegan a conocer el Bien absoluto, por lo que, según Platón, son los únicos que pueden gobernar y dirigir de forma absolutamente justa el Estado Ideal.

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