22 May

Los Orígenes: El Château de Vaux-le-Vicomte

La idea del Palacio de Versalles surge a partir del Château de Vaux-le-Vicomte, construido entre 1657 y 1661 por encargo de Nicolas Fouquet (1615-1680). Fouquet, un influyente ministro con gran representación política en Francia, decidió erigir un palacio o castillo basado en el clasicismo romano. Para ello, adquirió una serie de terrenos y comenzó la construcción.

Creó un equipo excepcional para el proyecto, formado por el arquitecto François Mansart (1598-1666), el pintor y arquitecto Louis Le Vau (1612-1670), y el jardinero André Le Nôtre (1613-1700).

Mansart, de formación bramantina y educado en Roma, concibió el desarrollo del château como un proyecto integral donde el interiorismo, la arquitectura y el jardín se desarrollaban en paralelo. Dando un paso más, y con el fin de abastecer de textiles y obras decorativas exclusivos y creados específicamente para Vaux-le-Vicomte, fundó la Manufactura de Maincy (1658-1661), poniendo al frente a Charles Le Brun (1619-1680). La importancia de este proyecto radica en su equipo, pues el equilibrio entre la planta interior, la arquitectura y los jardines era excepcional.

El Ascenso de Luis XIV y la Creación de Versalles

El 7 de agosto de 1661, Vaux-le-Vicomte se inauguró con una fastuosa fiesta a la que asistieron más de 6.000 invitados, un evento de proporciones inauditas. Fouquet decidió ofrecer esta celebración en honor a la reina Luisa de España. El maestro de ceremonias fue Vatel, un gran escenógrafo del siglo XVII.

Fue la fiesta más grandiosa de la época, pero Luis XIV no la recibió bien; el exceso y la ostentación, inauditos para la época, despertaron su ira, lo que llevó al encarcelamiento inmediato de Fouquet. El Rey Sol decidió urgentemente replicar y superar aquella magnificencia, creando un palacio que desarrollara espacialmente la imagen propia de una monarquía absoluta como la suya. En 1661, declaró su intención de reinar y gobernar, y decidió crear un marco apropiado para la imagen de su poder absoluto: el Palacio de Versalles.

Luis XIV contrató al mismo equipo de Vaux-le-Vicomte y les encargó una tarea similar. Incautó la Manufactura de Maincy para el Estado, pero decidió crear una propia para su reinado. Con el apoyo del ministro Colbert, fundó la Real Manufactura de los Gobelinos en 1663.

Louis Le Vau comenzó a trabajar en Versalles, pero falleció en 1670, sin tiempo para desarrollar plenamente su concepto. Le sucedió Charles Le Brun, quien, tras la muerte de su maestro, dirigió los Gobelinos y ejecutó el proyecto de interiorismo de Versalles.

La corte se trasladó de París a Versalles en 1667, lo que se convirtió en el gran orgullo del rey. Por Navidad, decidió regalar a todos los gobernantes de Europa un libro de grabados que reproducía la estética del estilo, mostrando los interiores de Versalles.

Françoise-Athénaïs de Rochechouart (1641-1707), marquesa de Montespan, fue mecenas y musa de las artes decorativas durante el reinado de Luis XIV, especialmente en su segundo periodo. Fue una gran intelectual y protectora del mundo clásico.

Los Interiores de Versalles: Evolución y Características

Debido a los constantes cambios de moda, el palacio ha experimentado numerosas transformaciones, afectando también a su arquitectura. Cuando los muebles pasaban de moda, se desarmaban y sus piezas se reutilizaban para crear otros, lo que explica la pérdida de muchas piezas originales de la época de Luis XIV.

La Escalera de los Embajadores

La escalera, concebida originalmente como un elemento exterior, fue Miguel Ángel Buonarroti el primero que, en la Biblioteca Laurenciana, la introdujo por primera vez en un interior para salvar un desnivel. Este concepto, conocido como «salón de la escalera», utilizaba piedras, mármoles y elementos propios de fachadas en un espacio cerrado. Este fue un precedente fundamental en el desarrollo de la arquitectura civil barroca.

Hoy en día, la Escalera de los Embajadores no existe; se desmanteló alrededor de 1720, al considerar que Versalles era excesivo, y el salón de la escalera se dividió en dos espacios diferentes. En el proceso de «humanización» de Versalles, una de las primeras modificaciones fue el cambio de los suelos de piedra y mármol por madera, con el fin de aclimatar mejor el espacio. El juego de mármoles en el suelo (estilo cosmatesco) consistía en un sistema de ornamentación geométrica que contraponía mármoles de distintos colores, formando dibujos geométricos. Esta técnica fue utilizada en la arquitectura románica y renacentista, especialmente en la Toscana.

Elementos Decorativos y Estilísticos

En los paramentos verticales, el trazado marcaba la ubicación de las pinturas. El diseño era clasicista en la utilización de elementos, con influencia italiana en los mármoles. Las chimeneas lucían anagramas reales, y las habitaciones se disponían en enfilade para crear la sensación de un palacio interminable.

Dentro del proyecto, los tapizados de las paredes se realizaban sobre diseños específicos, creando juegos estéticos y una mezcla de colores absolutamente novedosa en Europa. El sistema ornamental de los techos era de estilo ilusionista, buscando crear una sensación de realidad irreal mediante falsos cielos y perspectivas que fugaban desde la visual del espectador. Esto es lo que popularmente se conoce como trampantojo (del francés trompe-l’œil, ‘trampa al ojo’), ya que generaba un efecto que engañaba la percepción visual.

La Galería de los Espejos: Culminación del Barroco Francés

La gran culminación de la época fue la Galería de los Espejos, diseñada por Mansart y Le Brun. En un principio, era una terraza, pero se decidió cerrarla para ensalzar el aspecto político, técnico y estético del monarca.

Fue el espacio más revolucionario de todo el siglo XVII, logrando una iluminación tal que, al incidir la luz, el techo parecía flotar. Presenta dos arcadas: una ciega con espejos y otra abierta que da al jardín. En el lenguaje barroco, Pietro da Cortona ya había establecido el concepto de la gran galería en los palacios, a menudo denominada «sala de los apocalipsis» o «sala de la virtud del príncipe» (en España, el Salón de Reinos). Muchas de estas salas se convirtieron en salones del trono; en el siglo XVII, el Salón de Reinos era un ejemplo.

Sobre esta base, las galerías se concibieron siguiendo el sistema planetario y el lenguaje simbólico que Mansart introdujo en la Galería de los Espejos. Al otro lado se encontraban los espejos, otra gran novedad que aportó este palacio. En realidad, los espejos tenían la misión de captar y proyectar la luz, logrando que al entrar hubiera dos fuentes de luz en lugar de una, lo que creaba un efecto de magnificencia. Además, era la galería más grande de Europa y la única decorada con espejos. Desde el punto de vista del interiorismo, representa el triunfo del equilibrio entre la arquitectura y la decoración, siendo el salón más espectacular que existió en los siglos XVII y XVIII.

El Uso del Espejo en el Diseño

El espejo buscaba ampliar la luminosidad del espacio. Tenía una única misión: reflejar o capturar la luz. Los paramentos verticales se revistieron con espejos de la misma proporción y medidas que las ventanas, para captar toda la luz exterior. Las pilastras y toda la estructura de la sala estaban revestidas de mármol.

La primera reina francesa en tener una sala de espejos fue María de Médici, cuya sala incorporaba 109 espejos en la pared. No había ornamento; el espejo se utilizaba para conseguir brillo y luz. Fue iniciativa suya, quien, para sus veladas musicales, encargó alrededor de 1608 la disposición de 109 espejos en una sala destinada a tal fin, siendo este el primer antecedente en Francia.

En 1665, se abrió en París una manufactura de espejos conocida como la Fábrica de Espejos Venecianos. Con el gran auge que supuso la Galería de los Espejos, el ministro Colbert se hizo con la manufactura y en 1668 fundó la Real Fábrica de Espejos de los Gobelinos. Asumieron la fábrica con el objetivo de producir espejos de mayor calidad que los venecianos; en Francia, lograron fabricar planchas más gruesas, resistentes y de mayor tamaño.

El espejo se convirtió en otro de los elementos básicos incorporados al proyecto, cubriendo generalmente los paramentos verticales. Louis Le Vau, en Vaux-le-Vicomte, ya había utilizado este recurso para captar luz y ampliar las perspectivas. Se colocaron grandes consolas de plata que seguían el juego de los espejos, sobre las cuales se disponían candelabros y otras piezas de iluminación para aumentar la luminosidad del espacio. Un torchère (o achero) es cualquier elemento alto destinado a soportar una fuente de luz. Como gran novedad exótica, destacaban los grandes tibores (jarrones sin asas y con tapa) de porcelana azul. Se ubicaban entre las ventanas y enfrente de ellas, siempre de forma simétrica.

Evolución Posterior de la Galería de los Espejos

Como el resto del palacio, la Galería de los Espejos evolucionó. Luis XIV mandó fundir los candelabros y las consolas de plata para acuñar moneda, debido a la crisis económica. Debido a esta necesidad, desaparecieron los torchères, las consolas y los candelabros de plata. Posteriormente, el mármol fue sustituido por madera, y en el periodo de Luis XV se añadieron las lámparas de cristal. Hoy en día, se han reproducido algunas de las consolas y torchères, pero en madera tallada, no en plata. Cuando se redecoró el palacio, se crearon piezas similares en madera tallada, ya que el barroco de Luis XIV no contemplaba las lámparas de techo.

La Galería de los Espejos es un icono del interiorismo, un ejemplo de equilibrio espacial y de la perfecta relación entre la arquitectura, el interiorismo y las artes decorativas.

Características Generales del Interiorismo Luis XIV

En resumen, el interiorismo de Luis XIV se caracterizaba por zócalos de mármol, paredes tapizadas, tapices ubicados en su lugar predefinido, consolas que seguían el color de los zócalos de mármol y un amueblamiento casi siempre perimetral.

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