29 Dic

14.4. La Segunda República:


Las elecciones celebradas en 1933 dieron el triunfo a las candidaturas de centro y derecha, con predominio de la CEDA y el Partido Radical de Lerroux, ya que la ley electoral favorecía las coaliciones. El tercer grupo en número de diputados fue el PSOE, que se encontraba aislado. Comenzó así el Bienio Radical-cedista o Rectificador (noviembre de 1933-febrero de 1936), también conocido como Bienio Negro. La dificultad para formar gobiernos estables y el hecho de que la CEDA no se declarase republicana complicó la formación de los gobiernos. Por ello, hasta octubre de 1934, estos tuvieron un claro predominio radical, presididos por Lerroux y respaldados por los votos de la CEDA. Los gobiernos de esta etapa se dedicaron a frenar o a anular las medidas del bienio anterior. Los sindicatos agrarios de la UGT organizaron una huelga general en 1934, pero fue un fracaso. Además, el desarrollo autonómico cayó en el olvido. La Generalitat aprobó una progresista Ley de Contratos de Cultivo, que fue declarada inconstitucional. Los estatutos vasco y gallego no se tramitaron, lo que sirvió para acercar las posturas del PNV y del Partido Galleguista a las de los socialistas y republicanos de la izquierda.
Los intentos de emprender reformar originales, como la del democristiano Giménez Fernández, sobre el campo, o la del liberal Chapaprieta, naufragaron por falta de apoyo, ya que la derecha impidió que estas leyes y proyectos prosperaran. Tampoco se llegó a un acuerdo para revisar la Constitución ni se optó por una solución autoritaria.La entrada de tres ministros de la CEDA fue interpretada por los socialistas como una entrega de la República a manos de sus enemigos. Este hecho fue la señal para el estallido de una revolución que llevaba tiempo preparándose. Con el apoyo de la Generalitat, el PCE y la CNT (solo en Asturias) se produjo una huelga general política en las grandes ciudades. En algunos casos, el conflicto se prolongó hasta una semana. En Asturias, los mineros se adueñaron de la región durante dos semanas. La región tuvo que ser literalmente conquistada por el Ejército, dirigido por Franco, al que se incorporaron tropas de Marruecos. Las consecuencias fueron muy graves:La derecha antiliberal percibió estos hechos como la confirmación de que el movimiento obrero preparaba una revolución. La CEDA reafirmó su convicción de que la única salvación estaba en el Ejército y la Iglesia juzgó el movimiento como una insurrección anticatólica. Además, muchos patronos aprovecharon la situación y anularon los contratos de trabajo y miles de obreros, conocidos como «represaliados», fueron despedidos. La indignación de esta represión acercó las posturas de las formaciones centro-izquierda. Azaña formó entonces Izquierda Republicana, mientras que Martínez Barrio formó Unión Republicana. Estas se aproximaron.En enero de 1936, Izquierda Republicana y Unión Republicana, junto con el PSOE, la UGT, el PCE, el POUM y los sindicalistas contrarios a la FAI, liderados por Pestaña, firmaron el Pacto del Frente Popular, que constituyó una plataforma electoral con un programa mínimo y escasamente revolucionario: propugnaba la concesión de una amnistía y el restablecimiento de la Constitución de 1931. En Cataluña se creó el Front d’Esquerres, liderada por Esquerra Republicana. En este contexto, los radicales que apoyaban al Gobierno se enfrentaron a dos problemas. En primer lugar, a una división interna: Martínez Barrio retiró su confianza a Lerroux. Más tarde, una serie de escándalos de corrupción (straperlo, asunto Nombela), afectaron al prestigio personal de Lerroux y hundieron en el descrédito a los radicales. Ante esta situación, Gil Robles exigió todos los poderes, pero Alcalá-Zamora se negó. Finalmente, las Cortes volvieron a disolverse y se convocaron nuevas elecciones (febrero de 1936).Los partidos de centro y derecha se presentaron a las elecciones muy divididos. El Frente Popular ganó, siendo el PSOE el partido que obtuvo más votos, seguido por la CEDA e Izquierda Republicana. Gil Robles, Calvo Sotelo y Franco intentaron que el Gobierno invalidara los resultados y declarara el estado de guerra. Entre febrero y julio de 1936, se constituyeron gobiernos exclusivamente republicanos, dirigidos por Azaña primero y, a partir de mayo, por Casares Quiroga. Además, hubo una concesión de amnistía, la readmisión de los trabajadores «represaliados» y se procedió a restaurar la reforma agraria. Los socialistas no participaron en el Gobierno, debido a la división interna (Largo Caballero, lideraba la izquierda del PSOE, no quería colaborar; y, sin embargo, Prieto sí). El PCE, fiel a la estrategia de unidad antifascista, opinaba que la defensa de la República y la democracia frente al fascismo era prioritaria incluso por encima de la revolución. Por otro lado, los labradores de la CNT y la UGT ocuparon las tierras de las que habían sido desalojados. Y además hubo una oleada huelguista en Madrid (mayo-junio) y el paro convocado en el sector de la construcción.Los militares golpistas fueron alejados de los centros de poder: Goded fue enviado a Baleares; Franco a Canarias; y Mola a Pamplona, donde contactó con los carlistas. Además, se incrementó el terrorismo cuando los pistoleros falangistas se enfrentaron a los de izquierdas. El 12 de julio se produjo el asesinato de José Castillo, socialista y teniente de la Guardia de Asalto. Al día siguiente, los compañeros de Castillo acudieron a buscar a su domicilio a Calvo Sotelo y lo asesinaron. En esas fechas, en el protectorado de Marruecos, el 17 de julio se inició un golpe de estado dirigido, preparado y controlado por el Ejército y con apoyo de los civiles alfonsinos, carlistas, y fascistas.

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