28 Abr

La industrialización en Cataluña

Desde el siglo XVIII, Cataluña tenía una importante tradición comercial basada en la exportación de aguardientes y de indianas, unos tejidos de algodón estampados de gran aceptación en el mercado nacional, pero también en las colonias americanas. En 1802 se produjo la prohibición de importar algodón hilado, lo que dio origen al nacimiento de una industria textil propia al estilo de las regiones del norte de Gran Bretaña.

En la década de 1830 se introdujo la máquina de vapor y se inició un proceso de mecanización con la introducción de la tecnología procedente del Reino Unido. Estas innovaciones permitieron un notable aumento de la producción de tejidos de algodón, abaratando su precio. Cataluña se convertirá en la fábrica de España.

La falta de carbón fue un obstáculo para el crecimiento del sector textil, de ahí que se paliara mediante la ubicación de las fábricas cercanas al puerto de Barcelona, para abaratar los costos del traslado del combustible fósil, o bien se construían próximas a ríos (Ter y Llobregat) o saltos de agua para aprovechar la energía hidráulica. Su lejanía de las poblaciones hacía necesario que fuesen colonias industriales, en las que además de la fábrica, albergaban las viviendas obreras y todo aquello que los trabajadores necesitaban para su vida diaria (iglesia, escuela, economato, etc).

La falta de competitividad de la industria catalana respecto a la inglesa explica el interés de la burguesía catalana en que los gobiernos de Madrid desarrollasen una política arancelaria proteccionista. No hay que olvidar que una de las motivaciones del nacimiento del catalanismo político fue la defensa de estos intereses, presionando para proteger a su industria.

La industrialización en el País Vasco

El hierro y sus derivados fueron la base de su industrialización. La existencia de minas de hierro, y su transformación en altos hornos requerían grandes cantidades de carbón, que procedía de Asturias, aunque tenía dos inconvenientes: por un lado su bajo poder calorífico y sus altos costes de extracción.

El problema del abastecimiento del carbón y del hierro dificultó la consolidación de la industria siderúrgica, que pasó por diferentes etapas.

En la década de 1880, en la ría del Nervión, cerca de las minas de hierro vizcaínas, se crearon los Altos Hornos de Vizcaya, que sentaron las bases de la siderurgia en el País Vasco.

La ría se convirtió en vía de salida del hierro y acero vizcaíno que se exportaba al Reino Unido, donde se compraba carbón galés, de mayor poder calorífico que el asturiano.

La zona se fue industrializando, ya que hubo una gran concentración empresarial, impulsando otras industrias, como la naval y la metalúrgica. Asimismo obtuvo un fuerte proteccionismo del Estado y gracias al desarrollo de la banca privada con el nacimiento del Banco de Bilbao y el Banco de Vizcaya, era posible la financiación de la actividad económica. Esto dio lugar al desarrollo de una potente burguesía, que después del fallecimiento de Sabino Arana, influyeron en la política del PNV al estilo de los partidos catalanistas, presionando por sus intereses en los gobiernos de Madrid.

Proteccionismo y librecambismo

Son dos políticas económicas distintas. El proteccionismo, como la propia palabra indica, tiene como objeto la protección de la propia industria o producción de un país, especialmente cuando sus precios no son competitivos respecto a otros extranjeros que sí lo son.

Se consigue mediante una política arancelaria, es decir, impuestos de importación y exportación, que encarezcan los productos competitivos del exterior para que se consuman los propios. España, dada su atrasada industria, desarrolló unos aranceles muy altos, especialmente para proteger a los tejidos catalanes y las harinas castellanas.

El problema del excesivo proteccionismo es que la industria no recibe estímulos para ser competitiva, ya que está excesivamente protegida por el Estado.

Por el contrario, el librecambismo significa que no haya aranceles, impuestos que graven al comercio. Es una política típica de las potencias industriales, como el Reino Unido, que apostaba por eliminar los aranceles para poder exportar sus productos, que sí eran los más competitivos, especialmente los tejidos.

En España, cada vez que algún gobierno quería llevar a cabo políticas librecambistas, se encontraba con la oposición de la burguesía catalana o castellana, ya que sin protección del Estado sus ventas hubieran disminuido considerablemente.

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