09 May
Introducción: La Tesis de Mirzoeff sobre el Selfie y el Autorretrato
El capítulo inicial de Cómo ver el mundo de Nicholas Mirzoeff se enfoca en la relación entre el selfie contemporáneo y el autorretrato pictórico tradicional. Mirzoeff propone que la omnipresencia del selfie no es una novedad aislada, sino la continuación de una larga tradición de autorrepresentación visual. Mirzoeff sostiene que
“el selfie expresa, desarrolla, expande e intensifica la larga historia del autorretrato”
, y utiliza este paralelismo para explorar cómo nos vemos a nosotros mismos en la era digital.
La Evolución de la Autorrepresentación: Del Pincel al Píxel
Mirzoeff traza una evolución del autorretrato hasta el fenómeno omnipresente del selfie. Presenta ejemplos como Las Meninas de Velázquez o los autorretratos de Vigée-Lebrun, para mostrar cómo la autorrepresentación siempre ha sido una forma de declarar presencia y estatus. Para Mirzoeff, el selfie no es una ruptura, sino una intensificación de esa tradición. Propone entenderlo como una performance cotidiana, democratizada, emocionalmente cargada y parte de una conversación visual global. El autor señala cómo los avances tecnológicos han permitido a más personas representar su imagen, y destaca el papel del selfie en ampliar la capacidad de autoexpresión a colectivos históricamente excluidos, como las mujeres. Asimismo, relaciona este fenómeno con los estudios visuales, particularmente con la idea del “derecho a mirar”, concepto clave para comprender el valor político y simbólico de la autorrepresentación digital.
Argumentos de Mirzoeff para la Analogía
Mirzoeff construye su analogía sobre varias bases argumentales:
- Continuidad histórica: ambos son actos visuales de construcción del yo.
- Performance del sujeto: ambos implican representarse con intención.
- Ampliación tecnológica del acceso: del lienzo al móvil.
- Función social: mostrar una identidad ante otros.
- Derecho a mirar: el selfie como conquista visual y símbolo de participación.
Estas bases refuerzan una idea clave en los estudios visuales: que la visualidad no es neutra, sino siempre situada en un marco cultural, político y tecnológico.
Diferencias Fundamentales: ¿Es el Selfie un Autorretrato Moderno?
A pesar de estas similitudes, también es necesario marcar diferencias fundamentales entre hacerse un selfie en la actualidad (por ejemplo, en 2025, como se menciona hipotéticamente en el texto original) y pintarse a uno mismo en el siglo XVII.
Aspectos Divergentes Clave
- Medio y materialidad: el autorretrato pictórico es una obra única y material; el selfie es inmaterial, digital y reproducible.
- Intencionalidad y duración: el autorretrato implica una reflexión prolongada; el selfie puede ser impulsivo y efímero.
- Contexto de circulación: los autorretratos estaban destinados a espacios culturales formales; los selfies viven en redes sociales de circulación inmediata.
- Estética y control: el artista controla su obra; el selfie está condicionado por interfaces, filtros y algoritmos.
- Temporalidad: el autorretrato aspiraba a la posteridad; el selfie es transitorio.
Estas diferencias permiten cuestionar hasta qué punto la analogía es pertinente en todos los niveles. Personalmente, creo que la comparación es sugerente, pero necesita matices. Equiparar el selfie con el autorretrato pictórico puede invisibilizar aspectos fundamentales de lo que significa representar el yo hoy frente a lo que significaba hace siglos.
Una Perspectiva Crítica: Más Allá de la Semejanza
Mi postura es que la analogía de Mirzoeff es útil para establecer un puente conceptual entre prácticas visuales antiguas y contemporáneas, pero peca de simplificadora si no se problematizan las condiciones actuales de producción, circulación y consumo de las imágenes. El selfie no es solo una nueva versión del autorretrato: es una forma distinta de representarse en un ecosistema visual dominado por la velocidad, la hiperconectividad y la lógica algorítmica. Desde mi experiencia personal, percibo el selfie como una herramienta doble: puede servir para reafirmar la identidad, pero también puede generar ansiedad, presión estética y una sobreexposición que vacía de contenido el acto de mostrarse. Me parece importante mantener una mirada crítica, como plantea el campo de los estudios visuales, sobre qué se representa, cómo se representa y con qué fines.
El Selfie en el Marco de los Estudios Visuales
El planteamiento de Mirzoeff se enmarca dentro del paradigma de los estudios visuales, que insisten en que ver es un acto social y político. El selfie se convierte así en una práctica visual situada: no es inocente ni universal, sino condicionada por contextos culturales, económicos y tecnológicos. Conceptos como “cultura visual excedentaria”, “visualidad hegemónica” y el ya mencionado “derecho a mirar” ayudan a entender cómo el selfie puede tanto reproducir como desafiar estructuras de poder. La crítica de José Luis Brea a la visualidad como campo de conflicto entre representaciones dominantes y contrahegemónicas resulta particularmente útil. El selfie puede ser un espacio de resistencia, pero también una forma de normalización de ciertas imágenes del yo. El reto es pensar cómo usamos estas imágenes y qué lugar ocupan en nuestra forma de mirar (y ser mirados) en la actualidad.
Conclusión: Repensando la Imagen del Yo en la Era Digital
Mirzoeff ofrece una lectura provocadora y útil al comparar el selfie con el autorretrato pictórico. Esta analogía nos obliga a repensar el lugar que ocupa la imagen del yo en la cultura visual contemporánea. Sin embargo, como he argumentado, esta comparación requiere matices para no caer en paralelismos excesivos. Las diferencias entre ambas formas de representación son relevantes y deben ser tenidas en cuenta si se quiere comprender de forma crítica la naturaleza del selfie. Mi postura reconoce el valor del argumento de Mirzoeff, pero también propone una mirada crítica que integre el contexto digital, la estética algorítmica y la fragilidad de la identidad en la era de la sobreexposición. Como estudiante de comunicación, considero que la reflexión sobre el selfie desde los estudios visuales no solo es académica, sino profundamente actual y necesaria. Saber ver, y saber vernos, es también saber pensar.
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